Si estas celosa, dilo en voz alta (99)

Cuando disponías de una super nave de guerra, lo normal era usarlo para el fin por el que fue creado: Destruir idiotas que quisieran pasarse de listos contigo. Sin embargo, en el caso de Weisz, quien era listo también, esa norma parecía no aplicarse.

—Demonios, esta es hermosa. Ella también esta muy buena. Esas piernas son de ensueño. Vaya, vaya, mira nada más ese trasero. Definitivamente está será la señora Steiner —decía y decía a medida que pasaba de imagen en imagen en su celular. Su sonrisa de pervetido no ayudaba a disimular lo de por si obvio: Estaba viendo pornografía de la buena, de esa a la que solo podías tener acceso si eras tú quien la hacía o la vendía.

Weisz había logrado, contra todo pronóstico y toda advertencia de la mente del Edens Zero, acceder al sistema de conexión satelital de la nave. Con eso en sus manos podía, a través de dispositivos remotos, tener acceso a cualquier red informática existente. Y mejor que eso, podía acceder sin claves o perfiles digitales; era un fantasma virtual dentro de cualquier sitio al que quisiera entrar.
Y dado que era un pervetido, decidió hacer lo más predecible: Entrar a los más privilegiados sitios de pornografía de la élite y descargar tanto como le fuera posible.

Miraba a las mujeres más hermosas por medio de la pantalla.
Shiki, Rey Demonio y capitán de la nave, entró a la sala buscando al Pino. Quería ver si ella quería jugar. Encontró, en su lugar, a Weisz. Quizás el supiera donde estaba.

—Hey, Weisz, ¿Has visto a Pino? —le preguntó acercándose. Al voltearse, Weisz estaba rojo al extremo y sangrando por la nariz—. ¿Que mierda te sucedió? —preguntó asustado.

—Esto me sucedió —le mostró la pantalla del teléfono, donde se reproducía un video de dos hermosas mujeres rubias teniendo sexo.

Shiki se puso igual que Weisz. La sangre le caía a cascadas y sentía al "Rey Demonio" dentro de sus pantalones exigiendo salir para conquistar alguna colina, la más cercana que hubiera.

—Ellas deben ser muy buenas amigas si se dejan hacer eso mutuamente —comentó al ver que una se ponía las piernas de la otra sobre los hombros y se ponía de rodillas posteriormente.

Y así fue como Shiki se olvidó de Pino y, junto a Weisz, comenzaron a disfrutar de lo mejor que podía ofrecer el internet sin límites en HD.

***


—¡Hey! ¿Quien apagó la diversión? —cuestionó Shiki, molesto, cuando la señal en la pantalla se perdió dejando solamente estática.

—Debe ser solo una interferencia en la interfaz. Lo arreglaré rápidamente —afirmó Weisz activando su Ether Gear.

Sin embargo, apenas el poder del rubio tocó el aparato, la imagen volvió. No obstante, no eran videos exquisitos, no. Era una única imagen que llenaba toda la pantalla.

—Ustedes...

Ambos hombres se pusieron como muñecos de nieve al oír esa voz detrás suyo: Fríos y con una enorme sonrisa plasmada en el rostro.
Giraron lentamente, temblando. Allí estaban ellas, Rebecca, Happy, Pino, Homura y Hermit. Esta última llevaba en la mano un pequeño control. Era, en realidad, un capturador portátil de señales intrusas. Su función era detectar y eliminar virus o potenciales virus de los dispositivos más cercanos a él.
Y, por alguna razón, había captado numerosas, muy numerosas, señales llenas de virus de todo tipo. Al principio se sintió intrigada por saber la razón de eso. Ahora que lo veía, lo entendía todo.

—H-H-Hola... —saludó Weisz, claramente nervioso—. Shiki y yo estábamos aquí leyendo la biblia. ¿Verdad, Shiki? —lo golpeó con el codo, recibiendo un asentimiento por parte del peli-negro, quien tenía el rostro abajo. No deseaba verla a ella. No ahora.

—¿En serio? —Hermit sabia que mentía. Era demasiado inteligente para caer en eso—. A ver, dime un versículo —pidió cruzando los brazos.

Weisz empezó a sudar balas.

—¿Hail Hitler?

—Mamadas —sentenció la loli hacker—. Lo dejaré en sus manos, chicas —dijo dándose la media vuelta, yéndose.

Rebecca puso el cargador en su arma y recargó.

—¿Puedo pedir una ventaja de 10 segundos? —preguntó Weisz, casi llorando y casi como una suplica.

—1, 2, 3...

Pasaron otros 7 segundos. A partir de ese punto se podían oír disparos y gritos asustados que trataban de huir de ponerse el cosplay de una rueda de queso de caricatura.

—Ese Weisz es todo un pervetido. Y yo que le decía que dejara eso. Ja ja ja —se echó a reír con una falsedad enorme. Sudaba y estaba nervioso. Quería salir vivo de esto. Que ilusión más pobre—. ¿Verdad, Homura? —volteó a verla con una sonrisa temblorosa y el miedo pegado a su piel.

Su novia tenía una mirada fría. No. Fría no, gélida. El miedo creció 9 tallas en Shiki.

Homura, molesta y sin decir nada, le atrapó de la patilla y empezó a jalarlo fuera de la sala hasta algún destino desconocido.

—¡Ay, ay, ay, ay! ¡No, no, no! ¡Homura, no, por favor, eso duele! —suplicaba al ser jalado de la patilla por su novia. ¡Dolía como el demonio! Y era arrastrado a una buena velocidad, por lo que apenas podía seguir el paso.

—Que bueno —dijo sin tocarse el corazón ante las súplicas del chico—. Eso te mereces por pervetido —espetó inflando las mejillas, molesta.

El lugar al que llegaron era el camarote que compartían como pareja. Sin soltarlo acercó un banquillo. Lo puso en uno de los rincones de la habitación y sentó a su novio allí, mirando hacia la pared.

—Ahora te quedarás aquí a reflexionar sobre lo que hiciste —decretó el castigo como una profesora que impone su pena a un niño que se portaba mal.

—Pero–

Homura, cruzada de brazos, le lanzó una mirada más afilada que cualquiera de las espadas que su Ether Gear podía crear.
Shiki se encogió de terror y, de fondo, se escuchó el sonido que hace un perro cuando es regañado.

De repente levantó un cartel con algo escrito.

—Di esto —ordenó Homura.

—¡Nada me haría más feliz que cumplir la condena que me fue justamente impuesta por mi hermosa novia, quien es mucho mas hermosa y mucho más sexy que cualquiera de las zorras de esos videos que vi por que soy un pervetido! —dicho esto, Shiki se giró y clavó su mirada en la pared como un carpintero que martilla su obra maestra.

Soltó un suspiro cuando ya no sintió la espada de Ether que era la mirada enojada de Homura sobre su nuca.

Una hora después Pino se apareció en la habitación y se acercó a Shiki.
El peli-negro bajó la mirada para verla con unos ojos de esperanza. Si alguien podía tocar el corazón de Homura, era ella.

—Pino... —pero antes de seguir hablando, fue interrumpido por la aludida.

—Maestro, estoy decepcionada —dijo decepcionada y negando con la cabeza—. Es usted un cochino —espetó con severidad.

—Pinito, no me digas eso —dijo Shiki con tristeza, bajando la mirada a causa de la vergüenza.

***

Tuvo que pasar todo el día sentado en el rincón. Fue un milagro en la tierra que Homura no lo enviara a dormir afuera en la perrera.
Bueno, no había perrera —o perro—, pero definitivamente era genial no dormir afuera.

Pasadas unas horas dormido en el suelo, se levantó y vio a Homura.

—Homura, ¿estas despierta? —preguntó en un susurro sin atreverse a subir en la cama sin una respuesta.

No hubo contestación por parte de la mujer. Sin embargo, pocos segundos después, habló.

—Sigo despierta, pero no lo diré en voz alta —dijo en voz alta.

Shiki subió en la cama. Le tocó un hombro, llamándola. Y naturalmente fue ignorado.

—Homurita, Homurita —la llamó a la vez que sacudía levemente su hombro—. Homurita, ya perdóname, por favor.

Pero nada. Ella seguía sin dirigirle la palabra.

—¿Al menos puedo dormir en la cama? El piso está frío.

De nuevo, sin respuesta. En su mente de hombre lo interpretó como un afirmativo.

Subió con cuidado y se acomodó en la mitad vacía con cuidado.
Cuando estaba dispuesto a dormirse, sintió que su ropa era jalada.
Volteó a ver a Homura, quien seguía molesta. Se notaba en sus ojos.

—Estoy enojada —dijo lo obvio—. Prometeme que jamás volverás a ver un sitio así. No. Es más, prometeme que jamás voltearas a ver a ninguna mujer que no sea yo.

—Homura–

—Hazlo o iras a dormir afuera —amenazó. Shiki trago duro y asintió.

—Prometo que jamás voy a voltear a ver a ninguna mujer que no seas tú, Homura —dijo solemne—. Ahora, ¿que te parece si hacemos las pases y...? —quería abrazar a su novia, pero apenas se acercó sintió el roce afilado de una espada de ether sobre su entrepierna.

—No —sentenció—. No habrá sexo para Shiki durante un año.

—Pero–

—Di algo, cualquier cosa, y serán dos —amenazó severamente.

Los labios de Shiki quedaron sellados automáticamente.

Ahora que ya estaba en paz, Homura pudo irse a dormir en paz y tranquilidad. Shiki, por su lado, tuvo que levantarse al 4 veces durante la noche. Sería una batalla por la supervivencia durante los próximos 365 días.

***

Ambos chicos estaban sentados en un sillón, mirando el suelo y sin decir nada.
Weisz tenía el brazo vendado. Una de las balas lo había alcanzado. Y Shiki tenía una correa en el cuello, la señal inequívoca de que estaría en abstinencia total.

Ambos suspiraron tristes, bajando más la cabeza.
La lección había sido aprendida. Por las malas, pero ya estaba clara en sus cabezas y en sus acciones. De aquí a toda la eternidad: Nunca andes viendo cochinadas, y si las vas a ver, procura ser más listo que Hermit, la mente de Edens Zero.






















































































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También necesitaba sacar esto de mi sistema. Un precioso Shimura para todos.

¡Gracias por el tiempo de tu vida.
Nos vemos en la vuelta, vil alma pecadora!

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