Joven Compañía

—¿Que se supone que haga ahora?
—Hay muchas actividades recreativas.
—Todas me dan pereza.
—Entonces no me preguntes. —le miro con el ceño fruncido a causa de su contestación. Suspiro se dió vuelta para regresar a la habitación del hotel.

Alguna deidad debía de odiarlo, por que simplemente no podía estar sucediendo ese mismo día. La piscina estaba cerrada, debido a que debían limpiarla. A Natsu le pareció demasiado cagado que pasará el mismo día que el había llegado al hotel para vacacionar. Y encima las actividades no eran de su más mínimo interés. Y su hermano, Zeref, no ayudaba en absoluto.

Frustrado y aburrido, volvió a entrar al hotel, con dirección a su habitación. Por un segundo se puso a mirar el lugar donde estaba de pie, sólo para darse cuenta de que tan lejos se hallaba el, del mundo de los ricos.

El era de clase media-alta, pero parecía un indigente si lo comparabas con las personas que iban y venían del lujoso hotel 5 estrellas "Gozo Veraniego". Aún si para el tener mucho dinero no era tan importante, se sentía fuera de lugar junto a tanto rico estirado.

Caminaba para llegar al ascensor, pero estaba lleno y frente a las escaleras, una mujer rubia, con dos maleta-zillas, hacia un gesto angustiado. El, por curiosidad, se acercó para asegurarse de que todo estuviera en orden.

—¿Se encuentra bien?—pregunto al llegar a su lado.
—Si. Es sólo que no tuve oportunidad de tomar el ascensor y tardará mucho en volver. Además, necesito subir mis maletas, y como ves, me resulta imposible. —señalo el tamaño de ambas maletas con la cabeza. De verdad pesaban.
—Yo le ayudaré. —sin perder el tiempo, tomo ambas maletas con cada mano, y pudo corroborar lo obvio: Eran pesadas.
—Oh, esta bien. No tienes que hacerlo—aseguro sonriendo y moviendo su mano algo apenada por la idea que dió.
—No es molestia. La caballerosidad jamás esta de mas y en estos tiempos, no hace mal recibirla—alegó Natsu, sonriendo como sabía hacerlo.
—Vaya. —musitó impresionada—En dicho caso, gracias—empezo a subir por las escaleras, siendo seguida rápidamente por Natsu.

A Natsu casi le dió un infarto fatal cuando se paró frente a las enormes puertas de la Suite Presidencial en el que se alojaba la mujer. Como todo un caballero, le abrió la puerta y cuando entro, con pasos de damita fina, el entro con todas sus cosas para después dejarlas en cualquier parte.

—Muchas gracias, jovencito. —dijo ella sonriendo. —¿Gustas un chocolate?—le ofreció extendió la caja frente a él.
—Si. Gracias—tomo uno de los Ferrero Rocher de la caja y lo comió. Al instante quedó asombrado por su sabor.
—¡Pensé que esto era pura mercadotecnia barata, pero ya me di cuenta de que son lo que dicen!—casi grito lleno de euforia por tanto sabor.
—Me alegra que te guste. —dijo ella.
—Bueno, yo ya me retiró. Que tenga un buen día y una agradable estancia. —palabras como de empleado y una reverencia, Natsu hizo su intento de retirarse, pero la señora lo tomo de su brazo y lo pego a sus pechos.
—Quedate un rato conmigo, muchacho. Será divertido. —le sonrió coqueta y arrastro hasta el sillón. —¿Una copa?—.
—No bebo, gracias—rechazo cortésmente.
—Vaya. Ya no los hacen como tú. —comento. Dio un sorbo a su copa y dio el suspiro tras la ingesta de bebida. —Delicioso. —volvio a comentar.

El joven y la madura empezaron a tener una conservación trivial y sobre anécdotas de la juventud de la actualidad. La rubia dió por pérdida a esta generación.

Por otra hora ambos siguieron hablando más trivialidades hasta que Natsu se fijó en la hora y dio por acabada la visita; pero la rubia tenía otro plan.

—¿No te gustaría quedarte un poco más, Natsu-kun?—su voz coqueta y la posición en la que se colocaba sobre el, eran signos de que algo estaba mal.
—¿P-Por cuanto...?—ni siquiera alcanzaba a terminar una oración.
—No lo sé. Depende de que estés hecho. —se acercó hasta pegar sus pechos en el. Natsu sintió el hilo de sangre bajar por su nariz. La rubia río por eso.
—S-Señora...
—¿Te pongo nervioso?
—S-Si...
—Entonces lo estoy haciendo bien. —sonrio más altanera y lo beso en sus labios.

Poco a poco la mujer lo despojaba de sus prendas hasta que ambos terminaron desnudos y en la cama.

Natsu, perdido en su lujuria y calentura juvenil, besaba y empalaba a la rubia con toda la fuerza con que disponía.

Ella estaba con el pecho sobre el colchón y la cadera alzada, con una mata rosada detrás usando su gran rama para hacerla gozar.

Derramó toda su semilla dentro de ella y cayó como árbol talado. A su lado, se acurrucó la mujer y se quedó dormida casi al instante.

Cuando eso sucedió, natsu tuvo que levantarse e irse. Miro su celular y casi se convertía en la pintura "El Grito".

—¿Donde estabas?—interrogó su hermano al verlo entrar en su habitación.
—No me creerías si te lo dijera. —fue su única contestación para después ir a su cama, cojeando.
—¿Habrá jugado con alguien?. Bueno, no importa. —el mayor decidió que debía seguir la vida y se fue a dormir.

Natsu, tendido en su cama, miraba la tarjeta de presentación de aquella mujer, quien resultaba ser dueña del hotel.

Pero, ante todo, miraba el nombre en la tarjeta.

—Anna...—susurró. Dejo la tarjeta en su bolsillo y se dejó llevar por el sueño.

¿Volvería a verla o fue algo pasajero?. La incertidumbre es la musa favorita del destino y todo puede suceder.




























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TRminamos.

Hola. Aquí está TR, santo patrón de los lectores vírgenes sin nada mejor que hacer.

En un One-shot pregunté que podía hacer para cerrar cada capítulo. Y ya lo que decidido.

¡Declaro inaugurado la sección "El mejor comentario".jpg. Cualquier parecido con páginas de Facebook es mera coincidencia.

En fin. Sólo dejen sus comentarios como siempre lo hacen, yo elegire el mejor de entre todos(si se superan los 5) y lo pondré aquí en el próximo capítulo. También, puede que incluya un chiste al final, antes de pasar al comentario.

Sin más que agregar, hasta la próxima.

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