Barman

Las horas se perdían en la densa oscuridad de la vida nocturna. Volvió a beber de su whisky, dando el suspiro propio después de beber algo.

—¿Algo más, señorita?—pregunto el barman, limpiando un vaso de cristal.

—Así esta bien—respondió. —Solo deja la botella aquí—pidió la dama.

—Sus problemas no se irán con el alcohol, señorita—comento el barman. Ella lo vio extrañada por sus palabras.

—¿No deberías insistir en la bebida? De ahí viene tu salario—se alzó de hombros, en señal de que le daba igual.

—Esto es sólo una experiencia; no es por dinero—revelo. —Eventualmente, seguiré mi camino, como lo que hecho desde años—se dio la vuelta para irse, siendo detenida por la dama.

—¡Espera!—el se detuvo y la miro. —Me gustaría alguien con quien hablar un poco—admitió ella.  Este sonrió. Ella se sonrojo al verlo sonreir.

—Soy todo oídos, señorita—volvio a sonreír; haciéndolo ver cómo todo un seductor, en toda la extensión de la palabra.

De esa forma, la joven noche siguió su curso por las siguientes 3 horas; ella hablando, y el escuchando con toda la atención; atendiendo a los pocos clientes que todavía llegaban. La señorita podía sentir sus mejillas arder sólo por ver las expresiones faciales que hacia el barman con cada cosa que le contaba acerca de su vida y sus problemas, que intentaba ahogar en alcohol. El respondía con una sonrisa y un consejo, que bien podía ser la respuesta a sus dilemas.

—Enserio me agobia....—dijo. —No puede entender que no quiero nada, pero el sigue y sigue....es desesperante—dijo frustrada.

—A veces, para dar a entender un mensaje, debes sacarlo del corazón y entregarlo al de la persona quien lo recibe—explico. —Las cosas se entienden mejor cuando son de corazón; el seguro entenderá que su intención  te resulta asfixiante si se lo dices con el corazón, hacia su corazón. Le dolerá, pero lo entenderá. Créeme, es mejor ser honesto y romper corazones, que mentir y destruir corazones —.

—¿No es lo mismo?—cuestiono confundida. —¿Cual es la diferencia?—.

—Cuando rompes un corazón, el tiempo, y tu mismo, se encargan de repararlo y seguir; cuando se destruye un corazón, se asegura de no dejar nada que poder unir, lo que lleva a un vacío emocional, manifestado como depresión—explico. La castaña lo veía estupefacta; como si le hubiera dicho el origen del universo de manera correcta y detallada. —Esa, es la diferencia, señorita—concluyo, añadiendo un guiño al final. Ella volvió a recobrar el rojo en sus mejillas.

—W-Wow.....—expreso estupefacta; sin saber que responder. —Me temo que no tengo tu nivel de entendimiento psicólogo como para responder a eso—informo con sinceridad y pena.

—Descuide—tomo su mano; depositando un beso en el dorso. —No es para responder; son consejos para ayudar a una bella dama; aquí presente—el rojo invadió desde sus mejillas hasta el resto de su rostro.

—G-G-G-Gracias......eres muy amable...—su corazón estaba a nada de salir de su pecho. No podía ni mirarlo a ese lindo rostro que tenía. Sintió todo su ser, físico y espiritual, estremecer cuando sintió el aliento del barman cerca de su oído.

—Solo son consejos—le recordó. —Pero también es un cortejo al estilo tradicional; como lo hacían en un pasado más sofisticado—le hizo saber. —¿Usted cree que está funcionando, señorita?—su ronca voz y su pregunta, fueron lo que la terminaron por estremecer a niveles que jamás hubiera imaginado. Además, provocó que su área íntima se cubriera de humedad femenina.

—Si—soltó apenas, en un jadeo. —Mas de lo que pude haber pensado—admitió entre suspiros.

—Entonces, ¿Sabes que hora es?—volvió a asaltarla con su voz ronca.

—¿Que hora es?—quería oírlo de sus labios; con su masculina y semental voz.

—Es hora de cerrar—respondió con voz inocente y divertida; alejándose de ella. —Tendrá que retirarse por hoy señorita. El dueño se molestara si este lugar no está vacío a la de ya—se alejó hasta una puerta tras la barra. —Vuelva pronto—sin más que decir, desapareció por la puerta, sonriendo.

La castaña fijaba su vista a nada en específico; su boca era una simple línea horizontal y su expresión neutra. En un instante, estalló; gritando: "¡¿QUE DEMONIOS!?". Sin más opción, tuvo que abandonar el establecimiento.

/////

La dama castaña se dirigía a su hogar, entre quejas y gruñidos.

—No es justo—murmuro. —¿Acaso sólo jugaba conmigo? ¿Solo quería ver si podía excitarme para inflar su ego?—se preguntaba en voz alta.

—Yo podría ayudarte con tu problema—y como en todo buen cliché, un sujeto cualquiera apareció ante la castaña.

—No estoy de humor, piérdete—intentando retirarse, fue sujetada y acorralada, con cierto grado de violencia.

—Por lo general, no le hablas así a alguien que puede violarte, y nadie te ayudará—.

—Supongo que estoy pintado—ambos giraron los rostros para ver al barman peli-rosa.

—No te metas si no quieres que–

—Tu no podrías ni tocarme—aseguro el barman. —Ahora, déjala o habrá problemas.....para tu entrepierna—.

—Ya tuve suficiente—se lanzó violento.

En lugar de una pelea, el peli-rosa actuaba más como si se hallará en una presentación de danza; esquivando cada puñetazo y patada con un paso de baile; tan elegante y fluido, que se resbalaba de todo lo que hacía su contrario. Llegó a un punto en donde debía responder formalmente a la contienda, por lo cual, al evadir otro puño; respondió con una barrida a sus pies; seguida de un golpe con el talón de su palma; conectado a su abdomen. Este se alejó rodando por la acera hasta golpear su cabeza con un póster callejero; siendo el mismo impacto lo que lo detuvo.

Terminado el pleito, el barman se acercó a su dama castaña, que observo todo preocupada.

—Buenas noches—dijo. Recibió un pisotón de pie. —¡Auch! ¡Oye!—reprochó sin el aire elegante que tanto lo había caracterizado.

—¡Eso es por ser un idiota allá atrás!—exclamo cruzándose de brazos. Aquí mostraba su orgullo.

—Reconozco que traspase el límite de nuestro cortejo con una broma, que considere divertida, pero no fue así. Me disculpo, señorita—y su aspecto de galán, volvía para seguir su ataque. —¿Puedo compensarlo de alguna manera?—cuestiono sobre su oído. Ella, casi como un reflejo instintivo, cerró sus piernas.

—Jamás he tenido sexo—informo. —Me encantaría que mi primera vez fuera con un barman; muy bien parecido y muy buen hablante—hizo saber al barman.

—¿Donde encontraremos uno?—cuestiono.

—Conozco uno, y me encantaría que viniera conmigo a mi hogar; no esta lejos—informo.

—Vamos, entonces—sentenció, tomando a su dama; cargandola sobre su hombro. —Una mini-introducción—sonrió y acarició el trasero de su dama; sintiendo como se estremecía y temblaba ligeramente. —Muy suave; muy firme; muy grande y muy redondo. Simplemente, perfecto—hablo con la voz alta y ronca, provocando más humedad en la zona íntima de su dama.

/////

El hogar del peli-rosa era un departamento mediano y muy lujoso. La dama castaña veía asombrada los muebles y otras cosas que le daban su estilo al departamento, desde el hombro del barman.
Sintió ser bajada y colocada en un sillón de la estancia.

—¿Vino rojo o blanco?—pregunto caminando a la cocina. Ella sonrió, dispuesta a seguirle el juego.

—Rojo—respondió ella desde su asiento. —Me gusta el "Fairy Grape"—informo.

—Hecho a base de uvas frescas y a mano; magia de bebida, diría yo—agrego el, regresando con la botella en una mano y 2 copas en otra.

—Un sabor natural y delicioso—puntualizó. —Me encanta—vio como dejo las copas sobre la mesa, para consecuentemente vertir el contenido de la botella en las copas. Ella tomó una de las copas y la alzó; siendo imitada por el barman. —Un brindis....

—Por la hermosa velada que pasaremos esta noche—termino la oración. Ambos chocaron copas y bebieron de ellas por consecuente.

—Aun no se tu nombre, bella dama castaña. ¿Podría tener el honor de saberlo?—pregunto el barman, dejando su copa en la mesa.

—Cana Alberona—respondió imitando la acción. —¿Y yo puedo saber el nombre de mi barman y héroe?—imitó la pregunta.

—Natsu Dragneel, un placer conocerla, señorita Cana-san—tomo su mano y la beso. Aún que ya lo había hecho, se sonrojó.

—Entonces señor Dragneel....¿Que pasará ahora, señor Dragneel?—indagó cana, acercándose a él.

—Hagámoslo, paso por paso—respondió sonriendo. Palmeo su pierna dos veces. —Primero; siéntate aquí—sonriendo pícara, ella se sentó sobre su regazo; con una pierna a cada lado de sus caderas. —Segundo; colocar mis manos aquí, y tus manos, aquí—indico, colocando sus manos en la cintura de ella, y ella, colocando las suyas tras su cuello; entrelazando sus dedos. —tercero; juntamos nuestros labios, de manera lenta y suave, que irá subiendo de tono poco a poco—sin esperar nada más, conectaron sus labios en un beso suave y lento. Sus bocas compartían un compás armónico, rompiendo la tensión entre ellos dos. La desconexión apareció cuando sus pulmones exigieron su dosis de oxígeno. —Bien.....me encantó besarte—comento Natsu.

—El encantó es mío—respondió ella, acariciando sus rosados y sedosos mechones de cabello. —¿Quieres llegar a segunda base, señor Dragneel?—pregunto coqueta.

—Me encantaría—respondió alegre.

Comenzaron otro beso; más lujurioso y exigente ahora. Al separarse, de inmediato, cana empezó a repartir besos y lamidas en el cuello de Natsu; el mismo, empezó a excitarse. Natsu le retiró la blusa de manera profesional; revelando el sostén color verde menta que vestía. Cana comenzó a desabotonar su camisa; desvelando así su abdomen y pecho. Las yemas de sus dedos recorrieron todo; sintiendo dureza y calidez juntas. Al mismo tiempo, Natsu recorría la espalda desnuda de la mujer, quedando sorprendido por la suavidad en la piel de cana. Sus manos dejaron la espalda y se colocaron en el seguro frontal del sostén; abriendolo, nuevamente, de manera profesional. Dejo caer la prenda y tomo ambos senos en sus manos; fascinado por la suavidad y textura de estos; aún mejor que su espalda.

—¿Te gusta?—.

—Me encanta. Son muy suaves—halago. —¿A ti te gusta?—pregunto de vuelta.

—Me encanta—respondió ella. —Es muy duro y cálido—.

—Tu concepto de duro y de cálido cambiarán cuando te presente a mi dragón—cana hizo una mueca de asombro. —El también está ansioso por conocerte—aclaro.

—¿Que estamos esperando?—pregunto traviesa. Se agachó a la altura de su entrepierna y desabrochó el pantalón; retirando la prenda. —Ansioso no es la palabra adecuada—comento al observar el tamaño del bulto sobresaliendo en sus boxers.

La mirada que el le lanzó, fue todo lo que necesito para saber que debía hacer. Tomo el elástico y retiro la prenda; llevándose una sorpresa, junto con unas expectativas superadas.

Las presentaciones sobraban en este momento.

—Muy bueno—comento. Como ya estaba erecto, dio dos golpecitos leves con su dedo índice en el glande. —Soy cana, un placer conocerte, Doragon-kun—planto un suave beso en la punta; siguiendo una lamida en la cabeza. El gemido de Natsu le pareció adorable.

Introdujo el objeto fálico en su boca; cuidando no lastimarlo con sus dientes. Su lengua, su traviesa lengua, le acariciaba de abajo hacia arriba; jugando un poco en la punta, sólo para torturarlo. Inicio un vaivén, ascendiendo y descendiendo la cabeza al mismo ritmo que saborea al dragón. Un sabor ligeramente salado pero sin ser grotesco. Antes de que pudiera correrse, lo expulsó abruptamente de su boca; de la misma forma que alguien sacando una paleta de la boca de alguien. Antes de poder dar un comentario sarcástico o pícaro, ya tenía a Natsu sobre ella; acorralada y recostada en el sillón mas largo, con los brazos a cada lado de su cabeza. La beso de manera feroz y exigente, robando el oxígeno de sus pulmones y recuperandolo de golpe al separarse de Natsu. Nuevamente, sin tiempo a reaccionar, Natsu ya masajeaba con movimientos circulares sus senos; escalando hasta sus erectos pezones para sujetarlos y tirar de ellos. Cana gemía, a veces fuerte y a veces débil por las caricias de Natsu. Usando su izquierda como distracción, jugando con sus senos, la derecha descendía hasta el botón del pantalón de cana; desabrochando al llegar y bajando la cremallera,de paso. La despojo de sus pantalones, que dieron a parar por ahí, revelando unas panties purpuras con lazos y detalles en marrón claro. Esa misma mano palpo por encima de la prenda, sintiendo húmedo; muy húmedo.

—Que pervertida...—le susurró burlón. —¿Mojada de esta manera sólo por un desconocido?. Debes ser ninfómana—teorizo pícaro.

—¿Vas a mentir diciendo que no te encantaría que lo fuera?—los ojos de Natsu se abrieron por la respuesta. No se esperaba eso.

Su respuesta fue el ingreso de su mano en la húmeda prenda; acariciando su vagina directamente. Sintió un calor recorrer desde su mano hasta su pene; recuperando un poco de firmeza. El dedo corazón acariciaba toda la extensión de los labios y repetía; presionando el clitoris con el índice. No hubo mucha necesidad de tanto esfuerzo, ya que de tan estimulada que estaba desde el bar, se corrió con un par de caricias y el ingreso de dos dedos por unos instantes. El líquido era abundante, hasta detenerse eventualmente. Extrajo su mano de ahí, notando lo empapada que estaba.
Se lamió la mano, murmurando que era delicioso al dejar de hacerlo. Ambos estaban en el límite y debían culminar su acto.

—No me hagas esperar mucho—pegando el pecho al sillón, elevó el trasero y bajo un poco su prenda inferior. Su voz de necesidad, pero con entrecortadas. Natsu parpadeó un tanto pesado.

—Ahora mismo...—acaricio su trasero. —Dejare el acto sin concluir por que el trabajo estuvo pesado hoy y no desayu....—yéndose de lado, calló sobre otro sillón mediano, sin hacerse, mucho, daño.

Los ojos de cana eran blancos, no tenía boca y su trasero seguía elevado. Se levantó y lo vio ahí, ya dormido. Suspiro.

—Me la debes Natsu—le dijo, aún que no le escuchaba. —Mañana además de terminar, jugaremos a muchas cosas—aseguro. —Buenas noches—despidiéndose, salió de la sala y busco por toda la vivienda hasta dar con el dormitorio y pegar el sueño en su cama. Estaba exhausta....y eso que no lo concluyeron.















































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TRminamos.

¿El océano es un desierto de agua, o el desierto es un océano de arena?.

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