AU: Miles de ojos blancos
Su ex-esposa era una necia y resentida, pero hoy le agradecía la oportunidad.
Finalmente, luego de 3 años, podía pasar el fin de semana con su pequeña Nashi.
Ya lo había preparado todo: Comida, equipo, herramientas y un buen sitio donde pasar tiempo de calidad entre padre e hija.
— ¿Acampar?—cuestionó Nashi, una niña de cabellos rosas y 9 años de edad, viendo folleto entre sus manos.
— Te va a encantar—aseguró su padre tras el volante—. No hay nada mejor que el aire puro, especialmente cuando se es joven.
— ¿Y a donde iremos?—preguntó, un poco más interesada por el tema.
— A un lugar que, según he oído, es de temática de terror. Tal vez hasta podamos ver algún fantasma.
Su padre la conocía bien.
— ¿Y como se llama?—ahora estaba muy ilusionada.
— El bosque de Aokigahara—contestó volteando por segundos la cara con una sonrisa en ella, dedicada a su pequeña Nashi.
***
Un camino extenso, pero muy pacífico. Demasiado, a decir verdad.
— Se ve macabro, ¡Me encanta!—chilló emocionada.
— Vamos. Hay que instalarnos antes de que caiga la noche—indica Natsu bajando todo lo necesario del vehículo.
Natsu se colocó junto a su hija y estiró la mano en su dirección. Un segundo después, ella recibió su mano y juntos ingresaron al lugar, esperando mucha diversión
***
La tienda, lista; una fogata, hecha; y cena cocinada, casi listo.
Natsu y Nashi hablaban acerca de temas triviales mientras esperaban por su comida.
No sabían por que, pero desde su entrada hasta ese momento se habían estado sintiendo extraños. Era como sentir escalofríos, pero más sutiles y leves. Casi como esa sensación fría que se da cuando te llevas un buen susto súbitamente.
Incluso habían hecho un par de bromas al respecto; Natsu decía que quizás verían a un fantasma, o que podría ser una bruja; la misma que se llevaría a Nashi si se portaba mal con sus padres y no se comía sus verduras.
Ante esas palabras, Nashi se ocultó tras la bolsa de malvaviscos en sus manos.
— Ok, Ok, suficiente miedo. Es hora de dormir, jovencita. Mañana tendremos varias actividades al aire libre—indicó el mayor tomando una cubeta con agua para luego lanzarla al fuego.
Entraron a la misma tienda e instantes después, cayeron dormidos.
Padre e hija eran igual de perezosos y glotones.
***
El crujido de una rama la hizo despertar.
— ¿Mm'?—aun seguía bajo los efectos de la somnolencia—. Papi, creo que hay un animal afuera. ¿Puedes ir a ver?
Pero su padre no respondió. Únicamente estaba allí, tendido y roncando.
Sin más remedio, Nashi fue quien salió a enfrentar al animal.
— Tranquilo, no te haré daño. Solo quiero darte esto a cambio de que te vayas—explicó elevando la caja de galletas en sus manos.
Detuvo sus pasos. Su rostro se movió hasta asemejar que veía hacia enfrente de ella. Sus manos tiemblan y dejan caer la caja en ellas. Un frío gélido le recorre desde la punta de los dedos hasta el más ínfimo e insignificante hebra de cabello sobre su cabeza.
Gira lentamente y ahí está.
— Hola—saluda como era típico en un niño—. ¿Tu también vienes a acampar también?—pregunta, inocentemente, a la "persona" parada frente a ella.
***
— ¡¡Aghgggghhh!!
— ¿¡Que sucede!?—gritó Natsu, despertando súbitamente.
Otro grito lo le hizo poner los pies en la tierra y entender la situación.
— ¡¡Nashi!!
Salió a toda marcha, con una escopeta en manos y la caja de cartuchos en el bolsillo.
— ¡¡Nashi, ¿¡Donde estas!?—gritó al salir de la tienda, empuñando su arma.
Otro grito más lo ayudó a ubicarse.
Rápidamente, guiado por su desesperación, corre tras los sonidos emitidos por su hija.
Entra violentamente entre los árboles; quita y golpea ramas que, a medida que avanzaba, se tornaban más y más delgadas hasta asemejarse a los dedos de una bruja.
— ¡¡¡NASHI, ¿¡ESTAS–
Cerró la boca súbitamente. Los ojos se abrieron al igual que su boca. Su corazón comenzó a incrementar sus latidos por segundos. Lágrimas subieron por sus comisuras y lentamente cayeron por sus mejillas.
Incluso su cuerpo cayó de rodillas ante lo que tenía delante de él: Un monumento a la auténtica decadencia mundana.
— Estoy en una pesadilla, estoy en una pesadilla, estoy en una pesadilla...—repetía y repetía, cada vez más rápido y afonico.
Se llevó las manos a la cabeza a causa del horror y la psicosis que, poco a poco, lo consumían desde dentro.
No podía tolerar lo que se negaba a ver, pero que allí estaba.
— ¡AINS'! ¡AINS'! ¡AINS'!—ni mil suspiros roncos lo podían calmar. Estaba al borde del colapso.
El panorama del bosque, un cielo oscuro, árboles grises y de delgadas ramas, y escaso pasto decolorado, era grotesco.
Pero lo que le clavaba el frío cuchillo de la demencia eran los cientos de cuerpos sin vida, colgados en cada rama de los árboles por sogas viejas, en patrones de 3 cuerpos por rama.
Lo peor eran sus ojos; seguían abiertos, vacíos, muertos y en blanco, la señal de una horrible agonía previa a la liberación del alma.
Todos con ropas de diversas épocas, peinados distintos y rasgos particulares; pero su piel blanca, rostro pálido, ojos volteados y expresión occisa los unía, a todos los presentes allí.
Sin embargo, para Natsu, la escena mas grotesca, sacada se las pesadillas del mismo averno, era una mujer delgada, con varias heridas visibles en la piel, con el rostro arrancado, y el vientre abultado. Y si bajabas un poco más, podías ver un cordón negro y putrefacto que desembocaba alrededor del cuello de un feto de 7 meses, colgando del cadáver de su occisa madre.
— ¿Que... Que... Que...—ya no podía hablar. Su alma estaba rota hasta los más íntimos cimientos.
Volvió a desplomarse, cayendo sobre sus manos en la tierra, quedando como un perro. Un llanto desgarrador, extraído de lo más profundo de sus entrañas, y seguido de un llanto y lágrimas violentas, inundó todo el bosque.
Una verdadera lástima que nadie pudiera oírlo.
Cuando se detuvo al no tener aire, pudo oírlo. No se inmutó cuando unos pies se plantaron delante de él.
Pero si levantó la mirada... Y lo vió.
— Los hombres más fuertes que su cordura, están destinados a morir en manos de aquello de lo que creen que no temen—dijo el individuo parado delante suyo: Un tipo alto, robusto, vestido con una gabardina negra con capucha, pantalones holgados (algo rotos), descalzo y con cabello negro, según decían los pequeños mechones que sobresalían del margen de la capucha.
Y lo peor era no conocer su rostro, que era tapado por la sombra proyectada por la capucha.
Natsu levantó la vista, volviendo a posarse sobre sus rodillas.
Lentamente, y delante de ese tipo, Natsu extrajo un cuchillo de cacería y sin miramientos atravesó su piel estomacal.
Sangre salió por su boca, manchando sus labios.
Lentamente fue cortando de modo horizontal, hasta finalmente acabar, dejando un corte de cintura a cintura.
Sus intestinos se derramaron sobre la tierra y su boca lanzó litros de sangre que lo mancharon también.
— Cada hombre tiene un precio—dijo, buscando algo en su ropa—. Para matar o para morir; es igual; el precio sigue siendo... El mismo.
Extrajo el cuerpo inerte y ensangrentado de Nashi. Lo colocó delante de su progenitor y lo soltó.
De manera mecánica, Natsu lo atrapó y luego abrazó.
— La agonía es el placer de la muerte. Es misericordiosa, a su manera. Es irónico que el recinto de la paz, al final del campo del sufrimiento que es la vida, sea la muerte.
El cuerpo de Nashi se transformó en una cuerda, que se enredó en el cuello de Natsu. Detrás suyo, un par de ramas, que actuaban como las manos del árbol, sujetaron la soga, y apretaron.
Mientras era asfixiado, "ese tipo" recogió el arma de Natsu del suelo... Y se la entregó.
— Un hombre muere bajo sus propios términos, por que cada uno es arquitecto de su infierno.
¡¡PUM!!
Dejó de moverse. La sangre bajaba por debajo de su mentón, libre como un río.
Gracias a que, por inercia, su cabeza fue hacia atrás, fue más fácil subirlo y después colgarlo.
— Den la bienvenida a su nuevo hermano, exiliados—ordena elevando ambos brazos como si proferara un milagro.
Todos los cuerpos detrás de él comenzaron a moverse y retocerse ligeramente mientras emitían horrorosos sonidos, semejantes al de los de alguien en plena agonía.
Cuando concluyó la bienvenida, "ese tipo" dió la media vuelta y empezó a caminar, perdiéndose entre los delgados árboles y la oscuridad de la noche eterna que bañaba al bosque.
***
En el bosque de Aokigahara se han registrado miles de suicidios, pero no se ha recuperado ningún cuerpo. Las autoridades locales de la zona ordenan encarecidamente alejarse del bosque.
Y si valoras tu vida, y a las personas que amas, lo harás.
Pero en caso de que sea lo contrario... Siempre tendrás un lugar reservado especialmente para ti entre los "exiliados".
Te esperamos ansiosos.
____________________________________
Y bueno, ¿Que puedo decir? Trato de incursionar en el mundo del terror. Y ustedes son mis jueces, jurado y verdugos; toda opinión es bien recibida, así que no se contengan al hacerlo. Y ya que están ahí, díganme si les gustaría que hayan más o con esto fue suficiente;
sean honestos.
¡Gracias por el tiempo y la atención prestadas a la lectura! ¡Y sin más que agregar, hasta la próxima!.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top