AU: Mi exquisita obsesión (2)

— No parece haber ningún problema—cada segundo que tardaba, eran mil años de ansiosa agonía para el presente sentado al lado opuesto de su escritorio—. Bien. Estas contratado.

— ¡Gracias! ¡En verdad, muchas gracias!—no pudo evitar soltarse en un estado mezclado de emoción y alivio. ¡Por fin podría mantenerse a flote de nuevo!. ¡Nada lo hacía más feliz en el mundo que esto!.

Estrecharon manos y una vez que el horario, más uniforme, le fue entregado a Natsu, este se retiró de la oficina y luego del local.

¡Explotaba de dicha! ¡Tenia que decírselo a alguien, y debía ser ya!!.

***

Quedaron de verse en una cafetería cerca de casa de Natsu.

Su círculo de amigos era realmente vasto, pero si había que hablar algo, o cualquier cosa, a un nivel personal e íntimo, sólo existía un alma a la que recurrir.

— ¡Juvia!

— ¡Natsu-sama!—exclamó la mujer peli-azul, igualmente alegre.

Juvia Lockser, más que la mejor amiga y confidente de Natsu, fue su novia un tiempo atrás. Y pese a que la relación terminó, continuaban siendo excelentes amigos. Eran la persona a la que recurrir si un problema o una cuestión los atormentaba.

Era esa clase de relación.

— ¿Cual es la noticia, Natsu-sama?—preguntó la adorable mujer de cabellos, ondulados y azules, sentándose en la mesa.

— Finalmente conseguí trabajo.

— ¡Eso es maravilloso, Natsu-sama!

Juvia era la única de todo su círculo con ese conocimiento. Y por respeto mantuvo el secreto.

— ¿Cuando empieza, Natsu-sama?

— Mañana—respondió, entre ansioso y nervioso—. Pero hace tiempo que no trabajo. Me estoy empezando a poner asustadizo—confesó frotando sus manos.

Ambos soltaron una carcajada. Luego de unas palabras más de apoyo, por parte de Juvia, la camarera se acercó para atenderlos.

— Una hamburguesa y papás.

— Para Juvia un pay de zarzamora y un chocolate caliente.

— De inmediato—dijo antes de retirarse a la cocina.

Esos fueron sus pedidos. Y en cuestión de 10 minutos los tuvieron.

— Muchas gracias—dijo la pareja en la mesa.

Luego de comer los dos salieron de la cafetería, dejando una buena propina por la gran amabilidad y gentileza de la señorita.

La camarera volvió y recogió los platos.
Dejó el plato de Juvia en la banda, pero el de Natsu... Fue otra historia.
Los restos de las sobras que Natsu dejó sobre su plato fueron a parar a una bolsa de papel con la marca del establecimiento, y luego el plato acabó en la banda.

— Me tomaré mi descanso—dijo ella.

— No hay problema—accedió el supervisor. Ni había demasiada gente, así que uno o dos meseros en descanso no afectarían.

Ingresó al baño, cerrando la puerta y recargando la espalda en ella tras hacerlo.

Arrugó ligeramente la bolsa entre sus manos... Para llevar el orificio a su nariz.

— Son las sobras de Natsu-sama...—murmuró con desbordante alegría—. Huelen a Natsu-sama...–toma un trozo de patata y la consume–...sabe a Natsu-sama... Jadeo en dicha—terminó elevando la cara, dejando ver a Dios su expresión de placer y excitación tan sólo con ingerir las sobras de Natsu.

Si Dios no fuera el ser tan benevolente que era, se habría sacado los ojos.

***

La tarde con Juvia había sido muy agradable. Ahora volvía a su  hogar. Esperaba poder descansar lo suficiente para su primer día mañana.

Cuando llega a la puerta de su departamento, ahí está.

Otro paquete.

Toda su felicidad se va al diablo sólo con ver eso justo delante de su puerta.

— Estas bromas... Es difícil creer que en verdad diviertan a alguien—se quejó mientras recogía el objeto del suelo.

Entró a su casa y depositó las llaves en el bol junto a la puerta.

Mientras tanto...

— Hora de llegada de Natsu-sama: 5:01 con 17 segundos—registró la dama, vestida de camarera, observando a Natsu con su telescopio especial.

Al mismo tiempo comía restos de papas fritas de una bolsa de papel con el logotipo de una cafetería impresa en ella.

— Abra el paquete, Natsu-sama. Lo prepare con mucho amor para usted—decía la dama con lascivia en la voz, además de un tono anhelante y soñador también.

Natsu abrió el paquete una vez que se sentó en el sillón de la sala.

Ahora venían unas bragas negras de encaje, una tira de condones, marca "M", tres frascos de cristal llenos con líquidos de distintos colores, un cupcake y una carta.

— ¿Quien tiene tiempo de hacer esto?—se cuestionó a si mismo negando con la cabeza.

Igual que el primero, lo tiró a la basura.

No necesitaba ni merecía nada de eso.

***

Ya no tenía leche, así que necesitaba ir por más.

Al llegará abajo, fuera del edificio, se topó, más bien chocó, con alguien.

— Que pequeño es el mundo—comentó bromista. Reconocía a la camarera que tan amable le atendió.

— Debe ser obra del destino—agregó la camarera dejando salir una leve risita.

— Soy Natsu Dragneel, mucho gusto, es un placer—se presentó, extendiendole la mano a la camarera.

Ella lo aceptó sin problemas. Y con una radiante sonrisa y actitud alegre, respondió:

— Erza Scarlet. El placer es todo mío.









































































































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¿Sorprendidos? Yo también :v

¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, compadre!.

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