AU: La familia Dragneel

Capítulo 1: Los huesitos de Luke.

I

El celular, sobre la mesita de noche a un costado de la cama, vibró y emitió un muy breve tono que indicó la llegada de una notificación nueva. Desconocía exactamente de donde procedía, pero para eso dejó de leer el libro que estaba leyendo ("22/11/63", de Stephen King). Para averiguarlo.

—Un mensaje —señaló para si mismo al oprimir el pequeño botón de costado en el aparato. La pantalla de bloqueo, además de un fondo de pantalla del emblema Statesman, mostraba la única notificación, marcada horizontalmente. Y ahí se leía claramente "WhatsApp"—. De Rosemary —pronunció aquel nombre con sorpresa. No había sabido de ella desde, bueno, un buen rato.

El mensaje decía con sencillez «He vuelto a la ciudad ayer y quería tiempo para saludar a mi familia. Vayamos a tomar un café o algo para ponernos al día. Te espero en 8island en una hora. Yo invito 😉».

Luke leyó con simpleza y (¿para que mentir?) cierta añoranza.
Rosemary Fernández, la hija mayor del matrimonio entre la tía Erza y el tío Jellal, se había ido a estudiar arte y música a Estados Unidos. Nueva York, siendo más precisos. Y de eso ya habían sido unos ¿3 años? Quizás 4, a lo sumo. De cualquier forma que fuese, estaba alegre. Ella había sido la segunda amiga que hizo en la infancia —la primera fue Emma Redfox, la hija mayor del matrimonio entre su tío Gajeel y su tía Levy—, pero siempre se habían dicho inseparables. En casi cada ocasión hacían todo juntos, claro que también en compañía de Emma y Umi Fullbuster (la hija mayor del matrimonio entre su tío Gray y su tía Juvia), otra de sus amigas.

Dejó de pensar en estupideces y pasó rápidamente a cambiarse la ropa y, para variar, ponerse desororante.
La buena ocasión lo ameritaba.

***

Lucy no pasó por alto ciertas características en su hijo cuando este bajó por las escaleras, repentinamente, de buen humor: Ropa limpia, cabello peinado (con la mano) y el inconfundible aroma a "no es el sobaco apestoso de siempre".
Algo estaba sucediendo. Y como madre debía saberlo.

—Luke, ¿por qué estás tan elegante? —preguntó la rubia mayor de la casa, sentada en las piernas de Natsu, su marido, mientras veían la televisión con Nash y Layla, sus dos hijos menores.

—Hoy voy a reunirme con Rosemary, mamá —respondió el otro rubio de manera un tanto refinada—. Me dijo que volvió a la ciudad ayer y quiere verme. Supongo que le caigo bien —se rascó atrás de la cabeza al tiempo que sostenía una sonrisa en su rostro.

—Lleva condones. Aún no estoy en las de ser abuelo —fue la única —y absurda— contribución de su padre a la charla.

—¡Jodete! —exclamó el muchacho, avergonzado.

Salió azotando la puerta tras de sí, y le sacó una carcajada a su padre.

—Adoro a ese muchacho. Incluso cuando era niño me hacía reír mucho —Natsu comenzó a recordar viejos tiempos de antaño, cuando Luke era un niño y se quedaba a su cuidado en ausencia de Lucy.

La susodicha rubia esbozó un puchero más una mirada de reproche sobre su esposo.

—Encerrarlo en la secadora y fingir que se estaba encendiendo no fue divertido en absoluto. Te recuerdo que se volvió claustrofóbico por eso —lo reprochó mientras lo miraba con expresión ceñuda.

—Pero igual daba mucha risa como golpeaba la puerta mientras gritaba desesperado "¡Quiero salir! ¡No me quiero morir quemado!" —imitó, lo mejor que pudo, lo que parecía ser el tono de voz estereotípico de un niño pequeño.

Lucy pensó que Natsu era idiota y que no tenía remedio. Pero había aprendido la lección a raíz de eso: Jamás dejar a Natsu el cuidado de sus hijos pequeños por que seguramente les causa un trauma.

II

Al mismo tiempo que Luke mandaba al diablo a su padre y salía de casa, Emma Redfox terminaba una partida online de Advance Warfare usando el halcón, donde había quedado tercera.
Iba vestida solamente con bragas negras de encaje y una playera holgada del equipo de lucha de su preparatoria. Recordaba que había sido Luke quien la habia conseguido. No sabía como, pero al parecer solamente había de su talla y obviamente no le quedó ni ceñida. Pero aún así ella agradeció el gesto y le dió un abrazo en señal de gratitud.

—¿Que estara haciendo Luke...? —se preguntó una sola, dándose impulso con pies para mover la silla con ruedas hacia su cama.

Se puso de pie y bajó a la cocina. Tenía un hambre de lobo.
Allí encontró a su hermano mejor, Lex, tratando de hurtar —así lo dirían él y su madre— una galleta. Y debajo suyo estaba Shotura, la hermana gemela de Lex, sirviéndose de cómplice y escalón.

—¡Ajá! —exclamó como si en vez de haber descubierto a dos niños robando galletas hubiera descubierto adulterio en su más grande expresión.

Shotura deshizó el escalón y posó ambas manos tras la espalda mientras ponía su mejor cara de "yo no fui". Y entretanto, Lex cayó de nalgas sobre el suelo y de lleno, sin haber conocido el triunfo.

—Fue su idea —delató la gemela tratando de salvar su pellejo.

—¡Traidora! —exclamó el gemelo, indignado.

Emma se echó reír, diciendo que estaba bien y que le daba igual lo que hicieran, siguiendo su camino al refrigerador. Tomó las sobras de pizza, con todo y caja, y salió de allí comiéndose una rebanada fría.

—¿Lo hacemos de nuevo? —preguntó Shotura a su hermano.

—¿Para que vuelvas a traicionarme ante el menor signo de ser descubiertos? No, gracias —Lex se fue de allí, molesto e indignado, con los brazos cruzados y expresión ceñuda.

Mientras eso sucedía, Emma volvió a estar aburrida. Miró por instantes la pantalla de su computadora, sin deseos de más partidas online en cualquier juego. Ella quería algo mejor que eso. Ella quería verdadera diversión.

Una idea cruzó su cabeza con tal intensidad que no haberlo llevado a cabo habría sido estúpido.
Tomó su celular, se recostó a la cama y marcó un contacto entre los que tenía de "marcado rápido".

—¡Hey, Luke! —dijo cuando, luego de 4 tonos, contestaron—. Oye, ¿no quieres venir a mi casa? Podríamos jugar videojuegos y ver una película. Ya sabes, nada fuera de lo usual —no lo parecía por que ella sabía bien como disimular, pero en su voz había un deje soñador. Casi de anhelo.

—Lo siento —bueno, no fue la respuesta que esperaba oír—, pero ya estoy en medio de algo. ¿Que crees? ¡Roxie (Rosemary) volvió a la ciudad! Dijo que quería verme y para allá voy. Lamento no poder ahora. Pero si quieres iré mañana. Yo llevare todo lo que se pueda comer.

—Claro... —buena disimulando—... No hay problema. Dale un saludo de mi parte.

Colgó. Miró el teléfono en su mano, suspendido en el aire, por varios segundos y, luego de guardarlo, se puso una almohada en el rostro y estalló finalmente.
Ahogó un grito que, de no ser por la almohada, se habría escuchado hasta Francia. Y, para rematar, con sus manos desnudas, lo partió por la mitad. Todo el contenido —plumas— se demarró por el suelo, la cama y sobre si misma. El fuego en sus ojos habría terminado el trabajo que se empezó en el Amazonas.

—Pudiste quedarte allá, escoger a un extranjero rubio y cogertelo en América —ladeó la cabeza. Su vista enfocó una foto de hace años, cuando eran niños, donde estaban Luke, Umi, Rosemary, Nova (hija de Laxus y Mirajane) y ella en un parque acuático. Se las habían tomado justamente cuando todos habían bajado por el tobogán grande, ese que ponía "de la muerte" después de "tobogán". En la imagen se podía ver a Luke asustado y siendo reconfortado por todas sus amigas—, pero no. Tuviste que volver para cogerte a MI rubio —habló con reproche y cierta tristeza.

III

—¡Luke!

—¡Roxie!

La joven pelirroja se levantó del asiento y se acercó hasta el rubio. Se dieron un abrazo y luego un saludo de beso. Volvieron a tomar asiento, esta vez juntos.

—Bienvenida de vuelta, Roxie —dijo Luke, sentado al frente de su amiga.

—Gracias. Es bueno volver —inahló todo el aire que sus pulmones pudieron contener y lo exhaló por la boca de manera satisfactoria—. Hace tiempo que no respiraba a Magnolia. Se siente bien.

Ambos soltaron una risa y la conversación inicio. Rosemary le contó hasta el último detalle de su estadía extranjera. Hablaba sobre cómo llegó a América, de la familia que la acogió y las clases y el instituto en que había estado estudiando. Según sus propias palabras, fue una "experiencia mágica".

El café y los panquecitos se terminaron junto con las historias y anécdotas de Rosemary. La chica pagó y mientras volvían a casa —Luke se había ofrecido a llevar a Rosemary a la suya—, el rubio preguntó:

—América parece un lugar increíble —comentó, y luego soltó la que dolía—. ¿Que te hizo volver? —preguntó sin el menor rastro de otra cosa que no fuera mera curiosidad.

Luke no lo notó —resultaba ser igual de idiota que su padre en ese aspecto—, pero el rosa invadió las mejillas de su amiga en cuanto él hizo esa pregunta.

—«No digas que "tú"; no le digas que "tú"; no le digas que "tú"» —pensaba en un estado más que nervioso—. «Miente, miente, miente. Debo decir una mentira ya»

—¿Mm?

—Tú... —supo que la había cagado—... Amor por Magnolia. M-Me hiciste ver que amaba y extrañaba mucho mi hogar. Por eso volví. Por que extrañaba mucho a Magnolia. «Y a ti»

Luke sonrió y dijo "me alegra que sientas lo mismo. Es bueno tenerte por aquí otra vez, Roxie".
Llegaron a casa de la Pelirroja y esta entró, despidiéndose del rubio una vez que estaba en la entrada.

Cuando subió a su alcoba y se lanzó de cara a su cama, sintió un gran alivio de no haber dicho más de la cuenta a causa de su falta de control sobre sus emociones románticas.
Debía agradecer por eso a los genes Scarlet en sus venas.

—Puta, casi la cago —masculló contra una de sus almohadas, aliviada.






















































































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Ese pinche Luke las trae muertas a todas.

En vista de que como historia individual está idea no funcionó, quiero que la apoyen como un AU o me voy a deprimir y a suicidar. Así que ya saben.

¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, lector promedio!

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