AU: La familia Dragneel (6)
Capítulo 6: De vuelta.
I
—Quiero hacerles una confesión: Sylvia y yo somos pareja.
—¿Y quieres un aplauso o que?
La respuesta, por parte del padre de la peli-rosa, sorprendió a todos los presentes, desde ambas jóvenes hasta a la esposa rubia sentada a su lado.
—Es un anuncio importante, papá —recriminó Luna—. Tómalo en serio.
—Lo hago —aseguró—, pero, sinceramente, ¿que es lo que esperas? Me alegra que nos digas, pero no lo confieses como si fuera algo malo o indecente. Te amamos tal y como eres y si te gustan las mujeres, te apoyamos al mil por ciento, y lo sabes. Tu madre y yo estamos muy orgullosos de ti y eso no cambiará solo por que te gustan las chicas. Creo que perdí el punto, pero lo importante es que tienes nuestro apoyo y nos alegra que te dieras cuenta de tus verdaderos sentimientos. Queremos que seas feliz, Luna.
Ni Lucy, ni Luna, ni Sylvia (quién también conocía de antemano a Natsu) podían dar crédito a lo que sus oídos estaban escuchando. Natsu estaba diciendo palabras de adulto, palabras maduras y sabias... El mundo debía estar por terminar. ¡Era demasiado surrealista para que en verdad estuviera pasando!
—Le prometo que cuidare bien de Luna, señor Dragneel —dijo Sylvia, dando un paso al frente y haciendo una reverencia en son de respeto.
—Cuento contigo —respondió el mayor, sonriendo—. Pero no seas tan formal. Puedes llamarme suegrito Dragneel, si quieres —bromeó, e igualmente esbozaba una sonrisa.
Ambas se despidieron, luego de dicho lo que había que decirse, y, tomadas de la mano, subieron a la alcoba de la residente de ese hogar.
Lucy se acercó a su marido y le dio un beso en la mejilla, cosa que sonrojo al mayor.
—¿Y eso? —preguntó llevándose una mano sobre la mejilla.
—Digamos que fue un premio —respondió de manera intrigante—. Me alegra que te hayas portado como un hombre maduro en esta situación.
Natsu sonrió contento. Era cierto. En una época distinta a la suya podría haber tenido otra clase de idea respecto al tema de la homosexualidad, pero el tiempo lo hizo cambiar de parecer. El tiempo, y la paternidad también.
—A propósito —prosiguió Lucy, en un tema aparte—, ¿no sabes que se traen entre manos Igneel y Nash? Han estado raros y muy reservados desde que llegamos ayer de la reunión.
Lucy señaló un punto en la cocina, que se veía desde el sillón donde estaban sentados.
Se podía ver a ambos niños rubios, usando un celular de manera sospecha. Usaban sus propios cuerpos para cubrir y no dejar pasar nada a la vista ajena. Se estaban portando de una manera muy misteriosa, dicho de otro modo.
—Deben estar viendo pornografía —sugirió el peli-rosa. E hizo enojar a su esposa.
—¡Natsu!
—¿Que? Yo a su edad también lo hacía. Es algo natural, Luce. No los ahogues en un vaso de agua y deja que se expresen con sus cuerpos como quieran.
Lucy lo medito varios segundos y cayó en cuenta de que, sorpresivamente, su marido tenía razón. Quizás lo mejor era dejar que vieran. Después de todo, además de ser natural, mirar no dañaba a nadie. Y mientras fuera dentro de su casa, estaría bien.
Lo que ninguno de los padres sabía era que, efectivamente, sus hijos estaban viendo cosas indecentes. Sin embargo, no lo hacían desde una página de Internet o un Vlog en línea: WhatsApp era la fuente de su diversión para adultos.
—Por Dios...
—Mira eso...
Después de la "velada" que pasaron ayer junto a la señorita de cabello negro, la susodicha, en ese momento, les estaba enviando fotografías en ropa interior, o ya de lleno desnuda.
Flashback (anoche):
Ambos varones rubios, que parecían jamás haber visto una mujer en sus vidas, observaban desde la sala, con el televisor encendido, a Eiryu cocinar. Estaba cortando vegetales a la vez que entonaba una pequeña melodía desde la garganta, ajena a todo lo demás.
—Es muy bonita —comentó Igneel como un tonto.
—Desearía tener una novia así —secundó Nash, igualmente, como un tonto.
—La cena esta lista —anunció la mayor desde la cocina.
Luego de comer, y seguir fantaseando como tontos, ambos niños Dragneel pasaron nuevamente a la sala para ver un poco de televisión.
Fue en ese instante que la niñera se acerco hasta el televisor y lo apagó súbitamente.
—¡Oye! ¡Conozco mis derechos; todavía no es hora de dormir! —exclamó Igneel en son de protesta.
—Lo se —respondió Eiryu de manera calmada—. Solo quería preguntarles si querían jugar un pequeño juego conmigo.
—¿Un juego? —repitió Nash con duda —. ¿De que se trata?
—Oh, bueno, este juego en particular se llama "trio" —explicó, pasando de una voz normal a una coqueta y sensual—. En este juego podrán cumplir su sueño de estar con una chica. ¿Quieren jugar?
En ese momento, justo al preguntar, Eiryu tomó los bordes de su falda y la levantó, mostrando una ropa interior de color roja, de encaje, con un listón negro.
A ambos chicos les salpico sangre de la nariz y se sonrojaron al máximo. Solamente habían visto algo así en los videos para adultos que ocasionalmente veían, pero ahora estaba sucediendo en la vida real. Y no lo podían creer.
—¿Y bien? ¿Quieren jugar conmigo?
—¡Si, queremos jugar! —gritaron al unísono, totalmente excitados —aún que desconocían el significado de ese término—.
—¡Excelente! —celebró la chica de lentes bajando su falda—. Vayamos a su cuarto, allí tendremos más privacidad.
Tomó a ambos por las manos y subieron a la habitación de ambos niños.
Lo que sucedió allí dentro fue algo que ninguno de los dos pequeños Dragneel rubios va a olvidar jamás en sus vidas, duren lo que duren.
Fin del flashback.
II
—Hoy es el día —se dijo a sí mismo delante del espejo, con motivación—. Hoy vuelves a la escuela, eso es natural. No tiene nada de malo. Estarás bien.
Lejos de sentirse aliviado, a Luke le invadió otra ola de nervios que a duras penas pudo lograr contener.
Era un chico listo, si, pero también era introvertido. Le costaba estar de pie, y consciente, en grandes multitudes. Aún así, debía ser fuerte. Para alguien como él, el regresar a clases, luego de un buen período sin pisar el recinto, resultaba casi un reto al nivel de las proezas de hércules en la mitología.
—¡Oye! ¿Ya estas listo?
Tan inoportuna y sigilosa como siempre. Así era ella, su hermana.
—Estoy nervioso —le confesó—. Muy nervioso.
—Si, bueno... —no era la mejor en el tema de "brindar apoyo emocional a quienes sufren"—. No puedo hacer mucho por ti. Solamente puedo decirte que dejes de hacer el idiota y bajes por que papá ya nos está esperando.
Nashi Dragneel, el primer eslabón de la progenie Dragneel-heartfilia, era bien conocida por su poco contacto al decir o hacer las cosas, y por su casi voraz apetito de problemas y peleas.
Y con su familia no era diferente.
Luke, en vista del poco apoyo que estaba teniendo, le tomó la palabra.
Agarró su mochila, su celular, su cartera y bajó las escaleras a la cocina, donde su padre comía, su madre cocinaba y sus hermanos también comían. Todos comían como si el mundo se fuese a acabar en 20 minutos. Esa hambre tenía la palabra con D por todos lados.
—Buenos días, Luke —lo saludó Lucy, su madre, con quien tenía mayor semejanza—. ¿Como te sientes?
—Esta por mearse en los pantalones —respondió Nashi, luego devoró el pan tostado que tenía a la mano—. Sinceramente me sorprendería que llegara consciente a la escuela.
—Gracias, Nashi, tan comprensiva como siempre —dijo Luke sarcásticamente.
—¿Nos vamos? Debo ir a trabajar —expuso el peli-rosa mayor—. ¿Quien vendrá conmigo?
Los más pequeños del hogar prontamente se levantaron y corrieron a la puerta, la abrieron y subieron al auto.
Natsu se quedó viendo a sus hijos mayores, a la expectativa.
—Caminare con Storm a la escuela —aclaró Nashi—. Pero gracias.
—Yo iré contigo —dijo Luna.
—Si, también yo, supongo —acabo diciendo el rubio.
El resto de la familia también salió, subió al auto y partieron rumbo a la escuela de los más pequeños como primera parada.
Nashi, junto a Lucy, se quedaron solas en la cocina mientras la primera terminaba de comer.
—Procura no romperle la mandíbula a muchos el día de hoy —dijo Lucy del mismo modo que le hablaba a Natsu en su juventud.
—No prometo nada —terminó el resto de dos bocados, dio las gracias y se levantó con mochila colgada—. Nos vemos —se despidió, cerrando la puerta tras ella.
La mujer rubia soltó un suspiro.
De verdad que esa niña era idéntica a su padre más allá del aspecto físico.
De cierta forma le traía recuerdos muy nostálgicos.
III
—Suerte.
El auto se alejó y ambos jóvenes caminaron entre el gentío hasta ingresar a la escuela.
—Suerte —le dijo Luna a su hermano—. Yo me voy con Sylvia. Nos vemos luego. Ten un buen día, o por lo menos inténtalo.
Luke respondió con un gesto de su mano. Se acercó a las listas, donde estaban aglomerados muchos alumnos y alumnas que buscanban sus nombres.
—Dragneel... —musito en voz muy baja, pasando la vista por cada lista hasta dar con su nombre.
Lo encontró. Estaría en el grupo de tercero C. Y estaría con...
—¡Luke-sama!
Umi apareció tan súbitamente que Luke se asustó. La peli-negra saltó encima suyo y lo atrapó con un brazo sobre sus hombros, y luego le plantó un beso en la mejilla. Tal acción lo hizo sonrojarse.
—Parece que estas muy entusiasta hoy —comentó el rubio, visiblemente nervioso.
—Estoy feliz —aclaró—. Estaré contigo, eso me pone muy feliz.
—Hola.
Rosemary, con rostro de pocos amigos, se unió a la conversación.
Vestía la camisa del uniforme y los pantalones que normalmente llevaban los chicos. En sus propias palabras, no le gustaban las faldas.
No como a Umi, a quien le encantaban. Casi siempre la veías vistiendo una.
—Hey, Rose, vi que también estarás con nosotros —trato de sonar ameno, pero la verdad era que cuando Rosemary se ponía así, significaba peligro.
—Estoy al tanto —contestó—. Y me alegra —esbozó una pequeña sonrisa.
Alguien paso cerca de ellos, tropezando con Luke.
Era Eiryu.
—Lo siento —se disculpó Luke.
—Esta bien —dijo la peli-negra, restándole importancia—. Sabes, ayer cuide a tus hermanitos. Los dos son adorables.
Luego de decir eso, se retiró, esbozando una sonrisa de oreja a oreja que dejó confundidos a Luke, a Umi y a Rosemary. Además, ese tono de voz que uso en la última frase les daba a entender que debían leer entre líneas.
—¿Que habrá intentado decir? —se preguntó Luke.
—Ni idea —dijo Rosemary, también ignorante de la respuesta—. ¡Pero ustedes ya separense! —ordenó autoritaria, apuntando con su dedo a ambos.
Este día apenas daba inicio.
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¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, lector promedio!
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