AU: La familia Dragneel (5)
Capítulo 5: Todos unidos.
I
—Antes que nada quisiera agradecer a todos por haber venido con tan poca antelación —dijo Cana a todos los presentes en la habitación—. Ahora las reglas: Nada de escenas de celos, nada de sexo anal y nada de arrepentimientos a mitad de la partida. De ahí en más, disfruten sus cuerpos tanto como quieran. ¿Alguna pregunta antes de empezar? ¿O alguien que quiera retirarse antes de empezar?
Ninguno de los presentes alzó una mano. No por que no quisieran, sino por que les daba una vergüenza extrema.
Todos los jovenes reunidos en esa habitación, la amplia habitación de Cana, estaban desnudos. Las chicas usaban un brazo para cubrir sus pechos y una mano para cubrir su vagina, y los chicos usaban ambas manos para cubrir su entrepierna.
Los jóvenes reunidos allí eran: Reiki Fernández, Fay Strauss, Sylvia y Rin Fullbuster, Kaguya Cheney, Wiss Eucliffe, Luna Dragneel, Yuri Dreyar, Gaby Redfox y otros tres chicos sin identificar. Esos tres ya estaban especialmente apartados.
—Esto debe ser obra de Luna —comentó Gaby, la segunda hija Redfox de cabello corto hasta los hombros, ondulado con mechones rebeldes y de color celeste, ojos marrones, alta, delgada y con varios piercings en ambas orejas—. No puedo creer que el día que vuelvo a la ciudad hay una orgía. Eso si es tener la suerte echada.
—Puedes irte cuando quieras, Gaby-chan —dijo la susodicha, apareciendo detrás de la peli-celeste—. Nada te lo impide.
Sonriendo, Luna paseó sus manos por el trasero de la chica. Le dio una nalgada pequeña, provocando una reacción.
—Prefiero quedarme —contestó, también sonriendo—. Se ve que hay mucha calidad en carnes. No quisiera perderme eso.
Luna se alejo, feliz y triunfante de saber que había logrado su cometido. Pasó hasta Sylvia y la abrazo por la cintura, enterrando su rostro en el cuello de porcelana de la chica.
—¿Estas lista, preciosa? Espero que si, por que ya tengo a alguien en la mira para nosotras.
Sylvia asintió, excitada. Luna le estaba respirando sobre el cuello y dándole pequeños besos que daban escalofríos. Lo estaba disfrutando.
—Bien —dijo Cana, llamando la atención de todos—. Oficialmente doy por iniciada esta orgía. Disfruten de los placeres de la carne, jovencitos.
Fue desde ahí que la cosa que puso tensa. Nadie tenía una maldita idea de que hacer o como portarse. Estaban todos desnudos delante de otros con la idea de que tendrían sexo desenfrenado. ¿Como actúas sabiendo algo así? No habían libros al alcance de ellos que explicaran eso.
Reiki, el segundo hijo de Erza y Jellal, fue, repentinamente, empujado hacia un punto de la habitación. Cuando volteo a ver, se trataba de Luna y Sylvia por detrás de ella.
—¿Ustedes...?
—Si —contestó Luna. Esbozó una sonrisa pervertida—. Y primero va mi amor, Sylvia.
La peli-azul dio el paso al frente. Atrapó al chico de cabello rojo por el cuello y comenzó a besarlo con pasión. Se acomodaron uno sobre el otro, con Sylvia recostada sobre uno de los colchones y Reiki bien acomodado entre sus piernas y con sus manos puestas directamente sobre sus pechos.
—Así es como me gusta —susurró Luna para sí misma—. Flojitos y cooperando.
Con una sonrisa grabada de oreja a oreja, Luna se acercó por detrás. Le dio una nalgada a Reiki y luego apoyo su entrepierna contra el mismo lugar.
—Deberías meterlo ya, se ve que tu amiguito quiere —susurró sobre el oído de Reiki de manera seductora.
Haciendo caso a Luna, y a sus bajos instintos, el chico separo los labios de los de ella y, con cuidado, se introdujo en el interior de Sylvia.
—Esta estrecha... —gimió. Aún seguía entrando. El interior de Sylvia era estrecho y cálido.
Los demás presentes veían la escena con ojos abiertos y expresiones estupefactas. Pero, al mismo tiempo, estaban teniendo la misma y primigenia reacción: Estaban excitados.
Los chicos sufrieron erecciones que no pudieron ocultar por más tiempo. Apartaron las manos, dejando ver sus falos en todo su esplendor a ojos de las chicas presentes, con pezones erectos y un poco de humedad en sus propias entrepiernas.
—Supongo que deberíamos... —intento sugerir Fay, la hija de Elfman y Evergreen, sin lograrlo por la timidez.
—Y Dios dijo "hágase la luz" —fue Gaby, quien, posteriormente, procedió a besar a Wiss sin ningún pudor o miramiento.
Kaguya, la novia de Wiss, permaneció pasmada por varias segundos. Sin embargo, no podía decir nada. Las reglas lo decían: Nada de celos, y pudieron haberse ido cuando quisieran, pero no lo hicieron. Se quedaron. Habían acordado ir para experimentar algo nuevo y ahora allí estaban, experimentando algo nuevo.
—¿Por que te quedas ahí con cara de tonta? —le preguntó Gaby, coqueta—. Hay espacio para una o uno más. Vamos.
La atrajo hacia ambos y la beso a ella también. Usando una mano atrajo más su cuerpo hasta pegarlo con el suyo, empujando su trasero, y con la otra mano le daba estímulo al rubio de ojos azules.
En vista de todo eso, el resto de los jovenes parecieron haberse perdido el asco. Poco a poco empezaron a abundar los besos, las caricias y prontamente el sexo, los gemidos y los suspiros pidiendo más.
—Reiki~ —gimió Luna, sintiendo al pelirrojo dentro de ella.
—Luna —gimió el chico, sintiendo que el interior de Luna era increíble.
Sylvia yacía debajo de Luna, besandola y jugando con sus pechos. Reiki salió de Luna y volvió a introducirse en Sylvia. La peli-azul echó hacia atrás la cabeza en un gesto de placer. Fue desde esa posición que vio a la maestra en acción.
Esos tres chicos, los que nadie conocía, estaban apartados especialmente para Cana, quien les estaba sacando provecho al máximo.
De rodillas y rodeada por los tres chicos, Cana masturbaba a dos con sus manos y al tercero le daba sexo oral. Acariciaba los testículos, emitía sonido para estimular más el pene del chico y, finalmente, consiguió lo que tanto deseaba luego de mucho jugar: Los tres se corrieron al mismo tiempo sobre el rostro y los pechos de Cana.
—Vaya, si que lo hicieron —dijo de manera divertida, limpiando algunos restos con su dedo para poder lamerlo—. Creo que ya fue suficiente calentamiento. Es hora de que mami juegue tal como le gusta.
La última estocada de Reiki hizo a Sylvia volver a la tierra, a ese momento que estaban viviendo juntos. Y fue en esa última estocada que Reiki liberó toda su carga dentro de la peli-azul. Los ojos de Sylvia fueron hacia atrás y su lengua quedó de fuera a causa del inmenso placer.
—Más vale que aun no te rindas, por que te tengo una última sorpresa, preciosa —dijo Luna, esbozando esa sonrisa suya que no prometía nada bueno o saludable.
II
—Eres realmente buena —la halago en un gemido. Sostenía las caderas de ella y la apoyaba mientras saltaba.
—Gracias —respondió Fay en un gemido—. Tu pene me llena tanto. Eres todo un semental, Rin.
Rin, el Fullbuster menor, luego de otro par de saltos, se corrió dentro de la castaña. Ambos soltaron un último gemido de alivio y se vieron a los ojos.
—Deberíamos salir algún día —sugirió la castaña.
—¿Tú crees? —cuestionó Rin.
—Claro. Creo que podríamos–
—Oye, linda, ya acabaste, ¿que tal si vas y se la chupas a Reiki? Rin tiene que atender a alguien más.
Luna le dio una nalgada a la castaña y la mandó a volar. Observó el rostro confundido de Rin y sonrió con amplitud.
—Tienes que atender a mi amor y gran amiga —le dijo como una orden—. Y para hacerlo más emocionante...
Luna se sentó en su cara. Ya no podía ver más allá de la vagina de la hija Dragneel. Pero todavía podía sentir. A los pocos segundos sintió como su pene, todavía erecto, era introducido en una vagina. Era muy cálida y se sentía algo estrecha. Y los gemidos que soltaba la dueña de ella eran demasiado tiernos. Tanto así que su erección creció un poco más.
Guiándose por instinto, Rin atrapó las caderas de esa chica y comenzó a dar estocadas hacia arriba mientras la chica también ponía de su parte saltando sobre su pene.
Al mismo tiempo, Rin lamia y chupaba la vagina de Luna, sacándole varios gemidos.
Finalmente cuando Luna se corrió en su rostro se retiró de encima, dejando ver al chico de cabello azul de quien se trataba la otra chica.
—Sylvia —gimió, entre asombrado y muy excitado.
—Descuida —dijo ella de manera excitada—. Tu linda hermana mayor casi termina. Solo un par de saltos más...
Los ojos de Rin se clavaron en los pechos saltarines de su hermana. Eran grandes y saltaban provocando un efecto de hipnosis en Rin, haciendo que no pudiera despegar la vista. Cuando sintió que estaba por llegar sus dedos se clavaron en la piel de su cadera, la cual era muy suave.
Pero si había algo más suave, era su trasero. Lo apretó fuertemente cuando se corrió. Toda su carga se derramó dentro de Sylvia.
Ambas chicas cayeron a los lados de Rin. Luna esbozaba una gran sonrisa de oreja a oreja mientras Sylvia jadeaba con un hilo de saliva bajando por una de sus comisuras labiales.
—Puedo decir con toda seguridad... —empezó a decir Luna en voz alta—. Que fue la mejor experiencia de mi vida. Hay que hacerlo más seguido —declaró finalmente.
Y de esto nadie hablaría jamás. Al menos no con nadie ajeno a lo que sucedió en esas 4 paredes.
Todos se llevarían ese secreto a la tumba.
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Como en Fairy Tail y Edens Zero todo se fue a la chingada. En serio, no veo como saldremos de esta. Tengo miedo.
¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, lector promedio!
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