AU: La familia Dragneel (2)
Capítulo 2: Un cuento del pasado.
I
Aparcó el vehículo junto a la acera frente a la casa. Apagó el motor y los dos adultos en los asientos de piloto y copiloto bajaron primero.
—Con cuidado —dijo el hombre tras abrir la puerta, dejando salir a su hija de 9 años del asiento trasero. Cuestión de seguros para niños—. Vamos —dijo tomando su mano.
La niña, de cabello negro corto y ojos marrones, cargaba entre su brazo y el torso una caja que funcionaba como contenedor de un obsequio. Lo habían decorado con papel rosado y cinta azul, nada espectacular.
Llegaron a la puerta, la mujer tocó y, unos segundos después, abrieron desde el otro lado.
—¡Levy! ¡Gajeel! ¡Que bueno que vinieron! —chilló con alegría la mujer tras la puerta. Se hizo a un lado y extiendo el brazo al interior de la residencia—. Pero pasen, están en su casa.
—¿Donde esta la cumpleañera? —preguntó la señora Redfox —Levy— luego de saludar con beso a su mejor amiga y entrar por completo en la casa.
—Esta afuera junto con los demás —respondió al tiempo que el señor Redfox —Gajeel— y su hija —Emma— entraban y cerraba la puerta—. Ha querido que diéramos inicio un poco antes. Espero que no les moleste.
—Claro que no —Levy le restó importancia—. Espero que le guste este regalo. En cuanto lo vi supe que sería perfecto para ella.
Los tres adultos partieron de ahí al patio trasero, donde estaban convergidos varios adultos y, por lo que pudieron apreciar sus ojos, más niños. La cumpleañera, una niña de cabello rosado y ojos jade llamada Nashi, jugaba con un niño de cabello negro y ojos azules, un peli-plateado de ojos azules y un albino alto de ojos azules (lo de ojos azules bien podía ser una coincidencia o una obsesión), que en perspectiva adulta parecía que más bien competían entre ellos por la atención de la peli-rosa.
Gajeel soltó a su hija y la animó a ir a jugar con los otros niños mientras él y mami compartían con sus amigos adultos. Emma no mostró signos de contraria y se embarcó en su aventura por un mundo desconocido por explorar.
Naturalmente lo primero que hizo fue acercarse a la niña que cumplía años, con el propósito inocente de felicitarla, pero ninguno de los tres niños que parecían discutir entre sí la dejó acercarse. Emma los llamó bobos, les sacó la lengua y escapó de allí. Su siguiente punto de contacto fue con un niño de cabello azul, con la parte trasera negra, hablando con una niña de cabello rojo y un niño con igual color de pelo. No entendía de que hablaban, así que dedujo que no tendría cabida en esa conversación. Su tercera opción era el castillo hinchable, aún que lo descartó también. Ya habían muchos niños allí, entre ellos una niña de pelo azabache que vestía falda pero usaba prendas de invierno.
Derrotada, Emma entró en la casa. No creía que fuesen a darle un regaño por entrar. Al menos eso suponía.
Fue hasta la cocina, abrió el refrigerador, sacó el cartón de leche y volvió a cerrar. Se encaminó hasta la cocina, bebiendo directamente del cartón, cuando lo vió. En el sillón donde cabían tres personas, en el espacio de en medio, se hallaba sentado un niño. Leía un libro con un título que no alcanzaba a entender —ella lo leía como "La gente del..." y una palabra que jamás había visto u oído jamás— sin prestar demasiada atención a lo que fuera el mundo exterior.
II
Cuando Luke Dragneel, el segundo hijo del linaje Dragneel-Heartfilia, se dio cuenta de una presencia ajena a la suya alrededor del sofá donde leía, Emma ya había terminado la leche y tirado el cartón.
Era una niña. Y era bonita.
—Hola —lo saludó ella, sonriendo.
Luke, sonrojado, se escondió detrás de su libro. Emma expresó su confusión en un gesto, pero igualmente continuó.
—Soy Emma Redfox. Mucho gusto.
Luke no podía faltar a eso. Su madre y su abuela le habían enseñado buenos modales. Bajó el libro, saltó del sillón y estrechó la mano que vió que tenía estirada esa niña llamada Emma. Tenía cabello negro, corto hasta los hombros, y ojos marrones. De hecho se parecía mucho a la mejor amiga de su madre, la señora Levy. Luke dedujo —sin saber en el momento que era correcto— que era la hija de la señora Levy.
—¿Puedo preguntarte que haces aquí si la fiesta es afuera? —dijo Luke.
—Yo podría hacerte la misma pregunta —afirmó Emma.
—Touché —contestó Luke.
Permanecieron callados algunos segundos, hasta que la voz de la madre del pequeño rubio resonó hasta en la sala.
—¡Hora del pastel! —gritó Lucy para todos los niños desde afuera.
—¿Quieres pastel? —preguntó Emma a Luke.
—Claro —respondió Luke, sonriendo de costado.
III
Cada niño tenía ya su porción. Luego de comer siguieron con sus juegos entre ellos. Nashi no era la clase de persona que le gustaba abrir sus regalos en público. Era alguien muy reservada.
Emma y Luke, sentados bajo la sombra de un árbol en el patio trasero, trataban de mantener en pie la conversación que habían comenzado durante la hora de comer pastel.
Emma sabía que Luke era un niño listo; decía muchas palabras que no entendía y eso lo delataba. Y Luke sabía que Emma era un alma divertida y llena de energía; le preguntó al menos 6 veces si quería jugar videojuegos o hacer alguna actividad física, a lo que respondió que no tenía videojuegos y que no.
Eran polos totalmente opuestos.
—¡Aaah!
Ambos reaccionaron rápidamente y partieron a ayudar a la niña que se había caído de cara justo frente a ellos. Mientras la ponían de pie, y Luke revisaba que no hubiese sufrido una lesión, Emma reconoció los atuendos y supo que era niña de pelo azabache en el castillo hinchable.
Luke terminó de revisarla y no mostraba signos de nada. Tal vez un poco de suciedad en el rostro y pasto entre los dientes, pero de ahí en más nada.
—Estoy bien —dijo la niña antes de que preguntaran—. Me pasa todo el tiempo. Soy más dura de lo que parezco —esbozó una sonrisa mientras, con su mano, sostenía la sección del brazo donde se hacían los músculos.
Ambos la vieron como si fuera un bicho raro.
La niña escupió el pasto entre sus dientes, más un diente, y extiendo la mano hacia ellos.
—Umi Fullbuster —se presentó—. ¿Y ustedes? —preguntó.
—Luke Dragneel.
—Emma Redfox.
Estrecharon manos y, nuevamente, el silencio reino en el lugar.
—¿Alguna de ustedes quiere subir a mi alcoba? —preguntó Luke, repentinamente—. No tengo videojuegos, pero creo que pueda hallar algo con que entretenernos.
Ninguna se opuso a la idea. Es más, parecía que era lo mejor que podían hacer en ese momento.
Pero antes de que pudieran irse, justo antes de dar un paso, a Luke lo atraparon con las manos en la masa.
—¿¡Como estas, pequeño oxigenado!? —preguntó, de manera ruda, otra chica más que se unía al circo. Era rubia también, de ojos azules, y más alta que todos ellos. Emma y Umi no necesitaban ser genios para saber que era mayor que todos ellos.
Tenía a Luke atrapado entre su brazo y su torso por medio del cuello, y le hacía lo que popularmente conocen como "cerillito".
—¡Oye! —intervino Emma—. ¡Deja a Luke en paz!
La chica rubia —fácilmente unos 3 años mayor que todos ellos— dirigió su mirada a Emma, y sonrió. Dejó a Luke y pasó a encararla a ella.
—¿O que? —preguntó a modo de desafío.
Emma le respondió con su mano en la mejilla. El estruendo no fue tanto para llamar la atención de los adultos, alejados y en sus propios asuntos, pero si que le volteó la cara a la rubia.
—Y si quieres más solo es cuestión de pedirlo —en ese momento tenía el ceño fruncido y un gesto duro como el acero. Ahora mismo, en este momento, estaba sacando a relucir lo que había sacado de su padre.
La rubia volvió el rostro lentamente. Tenía el ceño también fruncido y una expresión de pocos amigos.
—Me golpeaste —fue una declaración, no una pregunta sarcástica.
—Lo podemos repetir, no tengo ningún inconveniente —respondió Emma alzando su valentía.
Emma, sin embargo, no esperaba lo que sucedió después.
—¡Que linda eres! ¡Por fin alguien que es digna de ser mi rival! —hablaba a gritos, con tono jovial y frotando su mejilla con la de Emma mientras la sostenía con un abrazo.
—¡Nova!
Una pelirroja, de ojos de tonalidad marrón rojiza, llegó a la escena del crimen. Tuvo que descansar sobre sus rodillas y jadear para recuperar oxígeno. Había estado jugando felizmente en el castillo hinchable y, cuando se dio cuenta, la vió con el rostro la otro lado. Supo que alguien, si no la detenía, acabaría con los huesos rotos.
Pero para su sorpresa estaba abrazando a una niña menor que ella y diciendo entre llanto cómico que por fin había hallado a alguien a su altura. Se giró cuando se dio cuenta de la presencia de un niño. Se irguió y extendió la mano.
—Rosemary Fernández. Es un placer conocerte —dijo presentándose. Lo dijo de una manera tan pulcra que Luke se sorprendió.
—Luke Dragneel —dijo mientras estrechaba su mano—. El placer es mio —añadió igualmente pulcro.
—Basta de perder el tiempo —dijo Umi, luego de tanto sin hablar—. ¡Vamos a tu alcoba, Luke! —declaró tomando su mano—. ¿Quieres venir? —preguntó a Rosemary.
—Claro. Por que no.
Los tres, más Emma y Nova que los siguieron de cerca después, se dirigieron a la casa y entraron.
Gajeel alcanzó a notar con el rabillo de la mirada a su princesa de hierro. Volteó y vió a su hija, más las hijas de sus amigos y el pequeño bastardo de Salamander, subiendo por la escalera que había dentro y que daba al segundo piso de la casa. Mil ideas cruzaron su mente y, dispuesto a salvar a su princesa y a matar al dragón que la había raptado, antes de hacer nada, fue detenido por "El princeso".
—¡Sueltame, maldito! —exigió iracundo.
—Son niños —le recordó sin perder la calma—. Rosemary esta con ellos. Ella es muy lista y responsable, así que dejalos. Además, son niños —reiteró—, ¿crees que tendrán una orgía o algo así? Tus celos de padre son enfermizos.
Gajeel se detuvo, lo meditó y cayó en cuenta de que Jellal tenía toda la maldita razón. Eran niños, solo eso. Lo máximo que sabían de relaciones eran besos en la mejilla, y con eso tenían para sentirse apenados con el otro el resto de su infancia.
Por primera vez, para variar, el princeso tenía razón: Debía aprender a confiar en Emma.
IV
El cuarto de Luke no era una novedad vistoza: Paredes verdes, un ventilador marrón en el techo, una cama en a la esquina de la ventana, un librero lleno casi en su totalidad por libros, una mesa de trabajo, un armario, un ropero y algunos pósteres de eminencias literarias como Lovecraft o V. C. Andrews.
—Creo que me equivoque —dijo Luke—. Creo que aquí no hay nada para entretenerlas —rio nervioso.
Rosemary no hizo caso. Estaba deambulando con la mirada en el libro. Podía ver los títulos de los libros perfectamente gracias al buen acomodo que tenía ese niño llamado Luke.
—Es bastante genial —extrajo uno de los libros que estaban a su altura. El título era "Flores en el ático"—. ¿En serio has leído todos estos libros? —preguntó asombrada y dirigiendo la mirada a Luke.
—Si —contestó nervioso. La mirada de esa niña era penetrante—. Mamá es escritora, así que sabe donde hallarlos. Aún que muchos son, de hecho, de su colección personal de antes de volverse profesional. Me los heredó, se podría decir.
Luke y Rosemary —que próximamente sería Roxie— rieron en conjunto y continuaron explorando los libros que había en el mueble.
V
La fiesta terminó con muchos niños agotados y varios dormidos, entre ellos la propia Nashi.
Los Dragneel dieron las gracias por haber venido y despidieron a sus amigos antes de volver a su hogar.
Dentro de la casa, Natsu vió a su hijo Luke sentado nuevamente en el sofá y leyendo algo que, hasta donde él sabía, Luke no tenía. Eso era nuevo. Entonces recordó que lo había visto irse con 4 niñas a su alcoba. E inevitablemente se le formó una sonrisa de idiota.
—¿Que? —preguntó Luke al notar como lo miraba su padre.
—Nada. Es que me recordaste a mi —dijo, sin borrar la sonrisa de su rostro.
—O-Ok —a veces no entendía a su padre.
—Y dime —se sentó a su lado, ya más serio—, alguna de las niñas con quienes has tenido el placer de jugar hoy ¿te pareció bonita?
La pregunta lo atropelló como un camión estando distraído. Se sonrojo fuertemente y se ocultó tras su libro.
—¡Claro que no! —chilló avergonzado—. ¡Y estoy seguro que yo tampoco les he parecido gran cosa a ninguna de ellas! ¡Dejame en paz, viejo!
—Natsu, ya dejalo en paz —dijo Lucy, su esposa, desde la entrada a la cocina—. Mejor ve a traer leche. Por alguna razón ya no hay. Aun que no se por que si había comprado un litro justamente hoy en la mañana.
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Un pequeño recuento de cómo se conocieron Luke y su hare-digo, digo; de cómo se conocieron Luke, Emma, Umi y Rosemary. Ya conocía a Nova, solamente digo para aclarar.
Y, siendo sincero, me dio ternura. Ay, el amor infantil. Me gustaba cuando era puro e inocente, no como las mamadas de ahora.
Momento del momingo:
¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, lector promedio!
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