AU: El navío del Rey Dragón (5)
—¡Natsu-sama~! ¿¡Se encuentra bien!? ¿¡No se hizo daño!? ¡Deje que Juvia le de un besito para sanar!
Apenas volvieron al barco y Juvia, tan enérgica como siempre, ya estaba sobre Natsu, revisando cada aspecto y sitio del cuerpo del mismo en busca de alguna herida, claramente sin hallar alguna.
—¿Como te sientes?
—Mucho mejor. Gracias.
Irene sonrió amable y se hizo a un lado, dejándole paso libre a Mavis para que se levantará.
La pequeña rubia caminó hasta el peli-rosado y estando frente a frente, Natsu notó su presencia.
—Muchas gracias, Natsu. Me has salvado —dijo de manera humilde y gentil, a la vez que hacía una reverencia.
—S-Si... No hay problema. Cuando quieras... —respondió este, nervioso. Su mano rascaba tras su cabeza y un leve rubor, que fue notado por todas las chicas, cubrió sus pómulos.
—Capitán Ryuo —lo llamó Irene, que recién llegaba con el resto—. ¿No nos va a presentar?
—¡Claro!. Mavis, todas estas hermosas señoritas son mi tripulación, la tripulación del Rey Dragón —dijo a manera de presentación. Algunas de las presentes sonrieron con cortesía, mientras otras realizaban un gesto con la mano a manera de saludo—. Ella es Irene Belserion, mi primer oficial.
—Un placer, Irene-san.
—El placer es mío, Mavis-san.
—Ella es Minerva Orland, mi navegante —señaló a la mujer peli-negra, vestida de manera extravagante y peinada a un estilo de tradición asiática.
—Encantada —contestó Mavis.
—Ella es Lucy Heartfilia, la princesa del zodiaco y mi nexo con el consejo mágico.
—¿Y? —amenazó la rubia, cruzándose de brazos.
—Y mi hermosa amante de las estrellas —terminó de hablar, asustado.
Mavis sonrió, especialmente por haber entendido el doble sentido dentro de esas palabras.
—Ella es Erza Scarlet, hija de Irene y la espadachín más fuerte de la tripulación —señaló a la pelirroja mas jóven, que, en efecto, compartía una semejanza increíble con Irene; tanto físicamente como en carácter y temperamento.
—Un placer, Erza-san.
—Ella es Yukino Agria, la artillera de este navío —señaló a la mujer de ojos marrones y cabello plateado, vestida de manera ruda e incluso atrevida.
—Un placer.
—Ella es Kagura Mikazuchi, la segunda espadachín de la tripulación —señaló a la peli-púrpura, vestida con atuendo blanco, corbata roja y una diadema que simulaba un par de orejas de conejo.
—«Que bonita es» Encantada, Kagura-san —dijo, añadiendo una reverencia.
—Mucho gusto —contestó la aludida, cruzada de brazos.
—Ella es Cana Alberona, la clarividente... —hizo pausa al ver a Cana beber, sentada sobre una pila de barriles de licor, para reformular sus palabras—Y alcohólica de esta tripulación.
—Es un placer, Cana-san.
—Igualmente, banana mágica que habla.
—Ok, esta bajo la influencia del licor. Sigamos —pidió, ignorando las tonterías que decía la mujer—. Ella es Juvia Lockser, la reina sirena.
—Encantada, su majestad —Mavis hizo un gesto respetuoso, de esos que hacen las damas tomando los extremos de su vestido delante de la realeza.
—No hacen falta tantas formalidades, Mavis-san. Juvia esta bien solo con ser llamada Juvia.
—Ella es Wendy, la meteoróloga del navío.
—Mucho gusto.
—Igualmente, Mavis-san.
—Ellas son Dimaria Yesta y Brandish Myu.
—¡Si! ¡Dijo mi nombre primero! ¡Significa que me quiere más a mi! ¡En tu cara, pechos de vaca! —gritó Dimaria en la cara de Brandish con saña triunfal y arrogante.
—Eso no es nada —gruñó la peli-verde con enojo.
—¿Eso esta bien? —preguntó Mavis al ver como empezaban a pelear.
—Si. Déjalas. Así se demuestran cuanto se importan en verdad; son como luz y oscuridad: Se necesitan la una a la otra —confesó el capitán, riéndose al verlas discutir de nuevo—. Ellas son Mirajane, la cocinera, y Lisanna Strauss.
—Encantada.
—De igual modo, Mavis-san.
—Y por último, pero no menos importante, Ultear y Meredy Milklovich.
—¿Madre e hija de nuevo? Natsu, ¿Tienes algún complejo o fetiche relacionado con los lazos sanguíneos? Que pervertido —comentó divertida.
—¡No! D-Digo... Claro que no, yo... Yo... —estaba nervioso a más no poder. Pero se destensó cuando escuchó las estrepitosas carcajadas de Mavis.
—Es broma, es broma. Lo siento —se disculpó, a la vez que quitaba las lágrimas de sus ojos.
Natsu soltó un gruñido de molestia. Odiaba que le jugarán bromas. En ese aspecto, y en muchos otros, parecía un niño.
—En fin —dijo Irene, llamando la atención de todas—. Ha sido un día muy largo y movido. Debemos descansar como es debido. Andando.
Todos asintieron. Acto seguido, Natsu, seguido por su tripulación y Mavis, ingresó al interior de su navío.
***
—«Esto es vida» —pensaba el capitán, suspirando relajado y aliviado.
Sentado en su trono de guerra, dentro del navío, Natsu era atendido por su Harem.
Erza masajeaba sus hombros, Mirajane se había encargado de cocinar y junto a Juvia lo alimentaban; Ultear y Meredy le daban masaje en los pies.
—¿Sabes? Conocí a Natsu cuando era muy pequeño. Jamás imaginé que se volvería un...
—¿Mujeriego?
—Un Rey del Harem —concluyó la pequeña rubia. Encima de las mujeres que le atendían atentamente, el resto procuraba que no le faltara nada al peli-rosado, como leales sirvientas.
Irene soltó una carcajada ante el comentario de Mavis. Ella era muy graciosa.
—Bueno, me iré a dormir. A sido un día muy agitado —bajó de la silla con un saltito y se dirigió al camarote asignado personalmente por la pelirroja.
—Descansa, Mavis-san —se despidió Irene, usando su mano—. Hazlo mientras puedas.
***
—Mavis...
—Natsu...
Finalmente se besaron. Cerraron sus ojos, se somrojaron y dejaron llevar por la cálida sensación de su acto de amor.
¿Como habían terminado así? Mavis se había metido a su camarote a hurtadillas. Sigilosamente se adentró en su cama y le despertó suavemente con su mano.
Al principio se sorprendió, pero luego se relajó. De cierto modo lo veía venir.
Ahora estaba Natsu, encima de Mavis, besando sus labios.
Tras separarse, el peli-rosa pasó suavemente una de sus manos por encima de sus mejillas.
—Mavis... —susurró nuevamente. En sus ojos había un brillo de deseo. Indicaba los verdaderos sentimientos de Natsu al respecto.
—Esta bien —musitó, y luego sonrió—. Quiero ser tuya, Natsu. Se que cometimos errores en el pasado, pero te has esmerado por remediarlo. Yo admiro mucho eso. Hagámoslo aquí y ahora.
Volvieron a besarse, al mismo tiempo que sus ropas eran sometidas a un proceso de desaparición.
Antes de darse cuenta, el camarote ya era llenado por los gritos y gemidos de ambos.
Natsu, sobre ella, la penetraba lenta y fuertemente a la vez que Mavis recorría su fuerte espalda con las manos y clavaba sus uñas en la misma.
—¡Natsu! ¡Natsu! ¡Ah' Natsu~! —eran los gritos desenfrenados, provenientes de la boca de la pequeña rubia.
—Mavis... Estas muy estrecha —susurraba con lascivia sobre su oído. Sonriente, recorría su cuello con la lengua, dejando un rastro húmedo y brillante de su propia saliva encima de su blanca y tersa piel.
Al llegar al final de la noche, justo antes de caer dormido, Natsu volvió a acariciar la mejilla de Mavis y en un dulce susurro sobre su oído, le dijo:
—Bienvenida a mi tripulación, Mavis.
Extra...
—Ara Ara...
—Diablos, señorita Mavis.
—J-Juvia quiere unirse...
—Dejalos, Juvia. Este es su momento de conexión, donde se derrumban los muros y vuelven a hallar la paz.
Mirajane, Wendy y Juvia, junto a Irene, mantenían los oídos pegados a la puerta del camarote de Natsu y podían oír claramente los gritos de Mavis y los gemidos de ambos.
Era excitante.
—Bien, niñas, es hora de irse a dormir. Dejemos que sigan en lo suyo —habló la mayor con autoridad.
Disgustadas, las tres no vieron más remedio que irse y hacer caso a su superior de tripulación.
Ya mañana habría mucho más tiempo para las preguntas y respuestas. Esta vez, el capitán no podría escapar de ellas.
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¿Alguien más vió Kill me Baby? Hasta pensé que estaba drogado mientras lo veía la primera vez.
¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, compadre!.
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