AU: Civil War (4)
Habían transcurrido un par de horas desde el "atentado" y el Consejo mágico ya estaba altamente movilizado. De prisa enviaron cuerpos de apoyo y emergencia a cubrir lo acontecido.
Y para fortuna de todos, nadie había resultado herido entre los civiles o las magas encargadas del evento.
Bueno, excepto por...
—Millianna... —musitaba la maestra de Mermaid Hells, vulnerable y frustrada como jamás lo había estado en toda su vida. El dolor y la ira se hallaban mezcladas hasta lo más profundo de su ser.
—Kagura.
Se abalanzó sobre Erza en cuanto oyó su voz, que en estos momentos era como música para sus oídos. Ambas se abrazaron con fuerza, negándose a soltar a la otra.
Una estalló en lágrimas y llanto desgarrador mientras la otra trataba, fervientemente, de no derrumbarse y ser fuerte para brindar el tan necesario apoyo.
—Ella... Ella... Ella... —apenas podía hablar.
Su voz estaba tan quebrada y su alma tan endeble... Dios, jamás la había visto así—. Ella estaba...
—Lo sé —contestó Erza estrechando mas el abrazo—. Necesitas calmarte. Cuéntame lo que sucedió, por favor.
Se sentaron sobre una de las bancas instaladas para el evento. A su ritmo, Kagura le explicó a su amiga lo que había sucedido. Le contó lo rápido que fue todo, lo que ella estaba haciendo y el trágico desenlace que tuvo todo.
Ya después de un rato pudo calmarla entre abrazos y palabras de fe y motivación.
—Espera, debo responder —avisó a Kagura al notar que alguien trataba de comunicarse con ella, por medio de su lacrima móvil.
—Claro. Ve —dijo, tratando de sonreír lo más amable que pudo.
Erza le devolvió la sonrisa y contestó al mensaje. Cuando se alejó de allí, alguien más se acercó.
—No gires la cabeza —indicó la voz desconocida, sentada en la banca contrapuesta al asiento de la maestra.
—¿Quien eres? —preguntó, haciendo caso a su indicación.
—Un agente —respondió—. Lamento lo de tu amiga. Se que era buena persona. Pero ya sabes lo que dicen de las buenas personas.
—¿Que cosa? —indagó ella.
—Son las primeras en largarse. Deberían llamarlos "suertudos" —sugirió, soltando una diminuta y seca risa al acabar sus palabras.
—¿Que quieres? ¿Vienes a decirme o darme algo? —interrogó a nada de perder su paciencia.
—De hecho, sí —respondió—. ¿Que harás cuando sepas la identidad del responsable de esto?
—Tendré su cabeza en un pedestal y la ofrecere al Dios de la guerra —contestó ferozmente—. Dímelo —ordenó.
—Con gusto —una sonrisa curvada dibujo su rostro, de oreja a oreja—. Tu hombre responsable es Zeref Dragneel.
—Dragneel... —musitó, entre pasmada y furica.
—Dudo que para él signifique algo, pero tengo entendido que está desviando la atención del Consejo. Por lo que se, también está trabajando en algo grande. Tal vez más grande que él mismo —explicó el "agente" para Kagura, quien mentalmente estaba uniendo las piezas de algún rompecabezas inexistente.
El viento dió un soplido, y con él se fue aquella figura misteriosa aparecida de la misma nada.
Kagura se sobresaltó ligeramente al notar la falta de su presencia, sin embargo se recompuso cuando la voz de Erza la llamó.
—Debo irme. Surgió algo muy grave —dijo al volver.
—Claro. Gracias por estar conmigo en tan difícil tiempo —le dijo, tratando de hacer una sonrisa.
Cuando presenció la partida de su amiga, su gesto se tornó de ira y odio en sus mas grandes esplendores. Era casi como una personificación exacta.
—No te vasto con tu guerra, ahora deseas la muerte de los inocentes para una sucia ambición... —murmuró llena de odio, con voz venenosa—. Mago oscuro... Tu cuenta será muy cara. Y pronto la vas a pagar. Tenlo por seguro, Dragneel.
***
—Gracias por llegar tan rápido, señorita Scarlet.
—No hay problema —respondió mientras caminaba junto a la rana por los pasillos de la sede del Consejo—. ¿Pero podrías decirme que sucede?
—Ya se le informará en breve, señorita Scarlet —respondió—. Pase, por favor.
Abrió las puertas de la sala de reuniones al final del pasillo, hallando tras ella, sentados a la mesa dentro de la misma, a sus Nakamas increíblemente serios. Pudo sentir la tensión en el aire viniendo de los magos santos, presentes en la sala, y de su amigo Natsu. Él encaraba fuertemente al segundo mago santo, quien trataba, inútilmente, de someter al peli-rosado con su mirada.
—Erza-san —saludó Warrod.
Y pudo notar lo serio de todo el asunto ya que el mismo padre fundador trataba de no actuar con tanta ligereza como solía ser.
—Warrod-san —saludó de vuelta—. ¿Que sucede...?
—La impertinencia de su amigo Natsu, sucede —contestó Hyberion poniéndose de pie—. Dejó escapar a un mago oscuro de alto riesgo.
—¿Es cierto? —le preguntó a su amigo.
—Si —contestó, volteando a ver a Erza—. Huyó durante el combate y lo perdí de vista.
—¿Que hacías allá?
—Buscando información.
—¿De quién?
—De Zeref.
Gray se puso de pie y caminó hasta quedar junto a Erza y cara a cara con Natsu. Lo veía de manera seria, casi insitando al conflicto.
Estaba claro el desagrado de Gray por la familia de Natsu.
—¿Zeref? ¿No lo mataste en la guerra? —indagó Erza, claramente confundida.
—No fue así —dió a entender Gray—. Lo dejaste vivo y ahora fuiste a buscarlo en una misión demente, sin consultar a nadie.
—Buscaba una razón para matarlo —contestó el Dragneel menor—. Pero no la halle. Zeref esta vivo, pero no es un peligro a la salud o el mundo.
—¿Un mago oscuro que mata a la vida y hace guerras para matarse? Claro que no, para nada —dijo el mago, sarcásticamente—. ¿De verdad te has convertido en esto, Natsu?
—No eres quien para hablar, Gray. De todos aquí, tu eres quien hace más estupideces y jamás te ví pagar el precio por ninguna de ellas.
—Claro que no.
—Me comió un dragón robot luego de que me entregaste a una loca obsesionada con ellos y con el nuevo orden mundial.
—Eso no prueba nada —aseguró Gray.
—También murió tu maestra, por culpa de tu arrogancia y tu ira incapaz de ser contenida.
—¡No hables de Ur!
—¡No hables de mi hermano!
Gray lo atrapó por el cuello y Natsu por sus manos. Las de Gray emanaban frío mientras que las de Nastu calor.
Sus verdaderas emociones estaban a flor de piel ahora, por primera vez desde la guerra... O sus vidas.
—Cálmense —como siempre, Erza trató de calmarlos por medio de la fuerza brusca.
Dió un paso al frente, tratando se verse más intimidante.
—No te metas, Erza.
Tuvo que retroceder tres pasos cuando Natsu giró su rostro a ella. E.N.D. también estaba a flor de piel junto a sus emociones.
Y no estaba de humor para recibir a nadie.
—Escuchen... Tal vez no sea el mejor momento, pero hay que hablarlo —intervino Warrod, como la voz de la razón en todo el asunto—. Ahora, y si no les molesta, den paso a la reina de Fiore, Hisui E. Fiore.
Por respeto se soltaron, y Natsu guardó al demonio que llevaba dentro.
La mujer peli-verde ingresó, siendo escoltada por su guardia real. Ella se colocó delante de todos los presentes y, bajo una seria presentación, pidió que los magos de Fairy Tail tomarán asiento y a los magos santos les pidió retirarse.
—Primero que nada, me alegra que estén aquí —dijo la reina, a modo de iniciar cortésmente la reunión—. Como saben, ustedes fueron las personalidades más cruciales y trascendentes en la guerra. Y como también saben, hubo bajas y pérdidas... Tantas que no bastan las manos para contarlas.
—¿Cual es el punto? —interrogó Natsu desde su sitio.
—¡Natsu! —le regañó Lucy.
—No. Tiene razón —se puso de acuerdo, y seria también—. Como parte de la nueva administración real de Álvarez y Fiore, me gustaría que firmarán algo muy especial: La paz escrita en papel.
Uno de sus guardias le dió varias hojas comprimidas en un tomo grueso. En ella, escrita en la primera página, decía impreso "Los tratados de Fiore".
—Firmado y aprobado por cada soberano de cada reino en Ishgar, estos tratados estipulan leyes y reglas que establecerán una paz y no agresión entre nuestros continentes —explicó democráticamente—. Como dije previamente, ustedes fueron trascendentes en la guerra, y como tal sería muy... Benéfico... que sus firmas dieran credibilidad a la pacificación.
—Me niego —dijo Natsu rápidamente—. Esto es solo un permiso para usar a nuestro gremio como un arma. ¿Que nos garantiza que de verdad alguien en este castillo no ansia destruir a Álvarez? Incluso entre nuestras filas hay mucho rencor.
—No debe ser inmediato —hizo saber—. Tomen su tiempo, debatan como unidad y lleguen a la conclusión más óptima para todos. Recuerden que estamos del mismo lado. Piensen con cuidado.
Dejó a los magos deliberar a solas. Junto a su escolta salió de la habitación, dejando a los magos de Fairy Tail tratar con este delicado asunto con demasiados puntos de vista éticos y morales.
—Yo firmare —dijo Gray, abriendo la charla.
—Yo no —declinó el Slayer de llamas—. No voy a mentirles más: Zeref no está muerto, hay un puto demonio dentro de mi y mi hermano ya no es una amenaza de ningún tipo. Se los aseguro.
—Yo firmare —intervino Gajeel—. Aún que ya no sea una amenaza, como dice Salamander, ha causado mucho daño y debo arrestarlo. Es mi trabajo.
—Yo debo concordar con Natsu-san —apoyó Wendy—. Zeref fue derrotado y si Natsu-san dice que ya no es una amenaza, yo le creo.
—¿Lucy? —preguntó Gray.
La nombrada mantuvo la vista fija a la nada. Pensaba al respecto de todo esto. Por un lado podía comprender al lado político del asunto, sin embargo, Brandish estaba muy presente en su cabeza.
—Debo declinar —tras mucha consideración, había llegado a una conclusión—. Incluso si hace cosas malas... Tenemos que ver las razones que hay detrás de cada persona.
Ahora era el turno de Laxus.
El rubio, desde que llegó, se mantenía sentado en su silla, sin decir o hacer nada. En su cabeza prefería esperar a oír lo que los demás tuvieran que decir.
Y ya que lo había oído todo, parecía el momento más adecuado para decirlo.
—Yo firmare —declaró, para sopresa de todos los presentes—. No me lo tomen a mal, sin embargo... Debemos considerarlo desde un punto de vista colectivo. Si todos firmamos, podremos mantener un orden establecido y ser quienes lo protegen. Desde la revelación de que Zeref es hermano de Natsu han aumentado los problemas por gremios. Los magos oscuros ven a Natsu como un ícono a la maldad por su relación con Zeref, saben que es su más grande creación y con toda esa fuerza tienden a desafiarlo, y el desafío insita al conflicto, y el conflicto... Insita al caos. La idea de algo de paz controlada no es mala, especialmente si somos los responsables de ella.
—Erza —llamó seriamente, volteando a ver a la mujer—. ¿Tu que harás?
—Firmar —declaró seriamente—. Esta decisión es puramente personal y prefiero no explicarlo por ahora.
—Natsu —llamó Gray—. Te pido, de la forma más cordial, que nos ayudes. Seremos capaces de prevenir la guerra solamente si todos estamos dispuestos a prevenirla. ¿Que dices?
—Puedo entender todo este asunto, de verdad que si —aseguró poniéndose de pie—. Sin embargo, no parece justo culpar a una sola persona de lo que hacen miembros de gremios oscuros de los que Zeref no tenía ni el más remoto conocimiento.
—Tengo que irme. Resuelvan sus asuntos y luego me cuentan a que conclusión llegaron.
Erza salió de la sala y luego del consejo.
Según su lacrima de comunicación portátil, Kagura necesitaba hablar seriamente con ella y también lo más pronto posible.
Natsu y Gray podían resolver sus problemas, por ahora sería mejor ayudar a su amiga en los momentos más difíciles de su vida.
***
—Erza.
—Kagura.
Ambas estaban reunidas en la oficina de la peli-púrpura. Kagura miraba por la ventana de la misma, también sujetando su espada apoyada por el filo sobre el suelo.
Erza la observaba detrás de su escritorio. No sabía muy bien que decir, así que, siguiendo el ejemplo de Laxus, esperaría a que ella hablará.
—Ya lo sé, Erza —dijo la joven maestra—. Se que Zeref esta involucrado en el atentado.
—Kagura... —expresó atónita. ¿Como es que lo sabía?—. Lo que sea que estés pensando, piénsalo cuidadosamente.
—Ya lo hice —declaró severamente—. Ya se lo que debo hacer.
—No, no lo sabes, Kagura —dió un paso al frente por reflejo. Le daba miedo el rumbo que esto estaba tomando—. Aún no hay pruebas suficientes, pero en cuanto las haya... La reina Hisui decidirá quien irá tras él.
—No te molestes —la interrumpió girando la cabeza, desvelando una mirada fría, llena de ira y vengativa—. Yo seré quien lo mate con mi acero.
Acto seguido procedió a abandonar la oficina, cargando su espada, un gesto asesino, una determinación irrompible y la sed de venganza más grande existe.
Cuando oyó el portazo, Erza soltó un suspiro. Cerró sus ojos y apretó ambos puños, frustrada. Lo que mas temía estaba sucediendo.
—¿Esto podría ser peor? —se preguntó a si mismo en voz alta, llevándose una mano a la cara.
Lo que los magos de Fairy Tail no sospechaban, era que el próximo movimiento en el tablero estaba a sólo un parpadeo de distancia. Y era turno del contrario para mover.
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El hombre que nunca falla: ¿Deadshot o Hawkeye?
¿Quien es mejor?
¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, compadre!
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