AU: Civil War (2)
—¿En que puedo ayudarle?
—Busco a Natsu Dragneel.
Los más cercanos al maestro y la rana emisaria del consejo voltearon sus cabezas esperando escuchar mejor lo que debia decir.
—Si quieres decirme algo, dímelo —exigió el aludido levantándose de su mesa que compartía con sus amigos.
—Señor Dragneel, el consejo requiere su presencia de manera urgente. Es un asunto algo delicado —explicó el emisario. Sus manos permanecían juntas y el tono de su voz era serio, muy serio.
—Nosotros iremos con–
—No —sentenció el peli-rosa extendiendo su brazo frente a su amiga pelirroja, deteniendola—. Yo me haré cargo, es lo que un hombre hace.
Nadie supo que había disparado en Natsu aquella madurez y sensatez con la que ahora laboraba y actuaba, pero ciertamente había cambiado de una manera inimaginable para todos.
La rana y Natsu, momentos después, salieron del gremio en dirección al consejo mágico bajo la mirada atenta de sus Nakamas.
—¿Creen que fuese por la misión de hace unos días? —preguntó Lucy en un intento por hallar una explicación razonable.
—¿Por que tardarse tanto, entonces? —cuestionó Gray.
—Déjenlo ya, mocosos —dijo el maestro—. Sea lo que sea, Natsu podrá sobreponerse. Confíen en el, mocosos.
Pese a sus palabras, algo no andaba bien.
Gray fue quien más podía sentirlo, por lo que en contra de las palabras de su maestro, se levantó y se dirigió al baño tan sólo momentos después.
***
La rana abrió puerta y al ingresar Natsu la cerró, retirándose para dejarlos hablar a solas.
—Señor Dragneel —saludó el segundo mago santo, Hyberion.
—Nadie es tan tonto —dijo Natsu en respuesta—, vaya al grano.
—Como desees —su ceño se frunció y el gesto en su rostro también se tornó más severo—. Seré directo: El criminal que trajo ante nosotros hace unos días, Restman, es sospechoso de complicidad en una conspiración engendrada por un nuevo gremio oscuro.
—¿Que tiene que ver eso conmigo? —cuestionó Dragneel.
—Dicho gremio es dirigido por Zeref Dragneel, como una forma de desencadenar una venganza contra Ishgar.
Aquella declaración paralizó los nervios del peli-rosado. Su corazón tuvo un vuelco y el color abandonó su cuerpo.
—¿No fue su gremio, o más concretamente usted, quien acabó con Zeref durante la guerra? —interrogó el segundo mago con deje de duda y hasta algo de hostilidad.
—Lo hicimos —aseguró—. Dudo que sea el auténtico Zeref. El esta muerto, punto y final. Es imposible que siga en las andadas.
—¿Como esta tan seguro, señor Dragneel? —cuestionó el mago hostilmente.
Ese tono ya empezaba a parecer muy desagradable a Natsu.
—Por que yo mismo lo mate con mis propias manos —de repente elevó sus manos, mostrando que ellas estaban cubiertas por unas marcas negras en forma de raices crecientes y gruesas que recorrían desde la punta de sus dedos hasta sus codos. Además, su ojo derecho cambió a rojo y su poder mágico era tan abrumador que generaba un asfixiante calor.
Con todo eso dirigió la vista a los ojos del segundo mago santo y una sonrisa psicótica, propia del sediento de sangre, adornó su rostro—. ¿Le gustaría comprobar la calidad de mis métodos homicidas, Hyberion-san?
—¿Me esta amenazando, señor Dragneel? —preguntó Hyberion, molesto.
—¿Algun problema con eso?
Cerró sus manos y el poder mágico ejercido sobre todo el interior de la sala incrementó apabullantemente. Incluso algunos de los presentes cerraron los ojos como consecuencia de la presión ejercida sobre sus cuerpos.
—De cualquier modo —al mismo tiempo que hablaba, Natsu devolvió su estado a la normalidad—, debe ser una falacia. Seguramente lo hacen para ganar renombre y que les tengan miedo. Pero no lo permitiré. Zeref fue lo que fue, pero era mi hermano. Y no voy a permitir que un montón de buenos para nada usurpen su nombre tan libremente. Díganme dónde diablos están y me haré cargo de todos y cada uno de ellos.
Algunos de los magos en la sala se asustaron y dudaron al respecto, pero finalmente decidieron darle el encargo al mago.
Hyberion reveló la ubicación y apenas la tuvo, Natsu partió de regreso a su gremio para informar al respecto a su maestro.
—«Mas te vale que no seas tú, Zeref» —pensó angustiado, y un poco molesto—. «Si veo tu estúpido rostro en ese lugar, voy a desmentir los rumores sobre tu deceso, maldito emo bipolar y lolicon».
***
No quedaba nada por lo que discutir; el libro fue abierto e E.N.D. ahora estaba libre... Libre y furioso por tantos siglos de confinamiento.
—E.N.D... —musitó su creador delante del demonio mas poderoso de sus libros.
Más allá de sentir miedo o desesperación, las emociones que sentían los mortales ante el peligro, Zeref sonrió. Había perdido la cuenta del tiempo que espero por este momento y ahora, finalmente, estaba sucediendo.
—¡RAAAAAAAAAAAAWRG'! —rugió el monstruo una vez desatado.
Por todo su cuerpo crecían marcas negras, sus ojos se volvieron tan rojos como la sangre de hordas de humanos mutilados y el poder mágico dejo de ser mágico, volviéndose uno maldito.
Lo siguiente que hizo, tras lanzar tremendo rugido rompe cielos, fue lanzarse violentamente sobre el cuerpo de su propio creador.
Guiado y cegado por el instinto primario, que todas las creaciones de aquel mago negro poseían, el demonio atravesó el muro del gremio en una lluvia de escombros, polvo y algunas gotas de sangre salidas del cuerpo del peli-negro.
—Puaj' —Zeref escupió una gran cantidad de sangre al detenerse. Toda una línea marcaba el camino que ambos surcaron hasta atravesar el muro.
—Zeref... —gruñó el demonio de manera furtiva, pero a la vez muy hostil.
La garra que sostenía su cuello aplicaba mucha presión. Fácilmente le cortaba la respiración e hilos de sangre salidos de las heridas que sus uñas clavadas en la piel de su cuello provocaban empezaban a manchar el suelo.
Natsu permanecía subido sobre el cuerpo de su hermano y creador, a horcajadas, únicamente emitiendo aspiraciones e inspiraciones roncas, como las de un animal salvaje.
—Finalmente, luego de tanto tiempo, al fin podré... —el llanto de la felicidad no tardó en salir a flote. Lágrimas llenaron sus ojos y estas comenzaron a bajar desde sus comisuras hasta el suelo, mezclándose con la sangre abundante—. Hazlo.
—Cállate —ordenó en un gruñido. Sus ojos se cerraron con fuerza mientras un dolor punzante crecía por su cuerpo junto a las marcas, que aún no paraban de expandirse.
—¿A que mierda esperas? Hazlo de una maldita vez —habló desesperado. Ahora que la cura de su enfermedad estaba aquí, le jodia mucho que no le fuera administrada—. ¿Acaso eres un idiota? ¡Mátame de una vez! ¡Pon fin a la guerra, Natsu! ¡¡HAZLO DE UNA BUENA VEZ Y PARA SIEMPRE, E.N.D.!
—¡¡CÁLLATE DE UNA VEZ!!
El cuerpo inerte de Zeref estalló en llamas negras como las marcas en el cuerpo de su evocador.
Gritos desgarradores empezaron a golpear en los oídos del Demonio mientras una gran cantidad de humo se levantaba por el aire, partiendo desde el cuerpo del peli-negro.
—¡¡¡NATSUUUUU!!!
—¡¡¡ZEREFEEEEEEEF!!!
Otro estallido mas silenció los gritos y todos los sonidos en el alrededor.
Zeref estaba bien; no habían heridas, rasguños o marcas de pelea... Su cuerpo estaba perfectamente conservado, como un recién nacido.
Pero con una gran excepción...
—¿Q-Que sucedió...? —entabló pudiendo mover a duras penas el cuerpo.
—¿Tu que crees, idiota? Estas libre —contestó Natsu devuelto a la normalidad. Su cuerpo también estaba sobre la tierra, no podía moverse y su cabeza descansaba justamente a un costado de la de Zeref.
El peli-negro volteó a verlo, sin poder creer lo que decía—¿C-Como que... Libre? —preguntó, ahora más atónito que intrigado.
—Queme tu maldición —reveló—. Ahora ya no tienes excusa para ser un maldito emo bipolar con complejos de odio-amor por todo.
Se quedaron viendo unos segundos más el uno al otro, hasta que Zeref dijo:
—Deberías decirme "Onii-chan" para romper la tensión —sugirió el mayor de los Dragneel mirando a los ojos directamente a su hermano.
—No —respondió contundentemente.
—Al menos lo intente.
***
—«Mas vale que sigas viviendo tu vida en paz, Zeref. No quiero tener que matarte de verdad» —volvió a pensar el peli-rosa con angustia.
Natsu, en contra de sus creencias, iba subido en el tren de camino a la ciudad más cercana de la ubicación que le dieron los magos santos.
El peli-rosado viajaba allá, con la esperanza de tener razón, sin sospechar que era seguido de cerca por alguien todavía más cercano a él.
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¿Saben que me gustaría tener? Una máscara de Star Lord, un ojo de Agamotto del Dr. Strange y un Stormbraker de Thor.
¿Que pieza del universo Marvel les gustaría tener a ustedes?
¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, compadre!
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