AU: Aniquiladores del reino

Un temblor enorme azotó la tierra.

— Es más fuerte de lo que esperaba—expresó asombrado, luego de ser clavado en una montaña por la bestia que pretendía cazar—. ¡Me gusta!

Emergió de las rocas como un proyectil.

Su presa, en esta ocasión, era un dragón natural de rango menor. Pero tenía fuerza de un rango alto. Y eso lo hacía más divertido.

— ¡Enséñame de que eres capaz, iguana!—gritó su cazador volando por el aire hacia el.

La bestia rugió como si aceptara el desafío. Y enseguida, de su boca, lanzó una línea de una sustancia viscosa y verdosa.

— Wuo'—logró evitarlo por muy poco—. Casi no la cuento—susurró para si mismo.

Viendo que echó perder su vuelo, no tuvo opción. Tenía que activar su magia.

Su cuerpo se rodeó de llamas rojas. El fuego empezó a bajar por toda la extensión de su cuerpo, hasta concentrarse en sus pies.

— ¡Drive!

Las llamas en sus pies detonaron luego de exclamar esa palabra.
Su velocidad creció críticamente. Ahora volaba como un auténtico proyectil.

El Dragón natural, percatando la presencia que se acerca, agitó su cola, lanzando un golpe con ella.
El cazador giró en el aire para evadir el ataque.
Un estallido más bastó para llegar a la cabeza del dragón.

— Pongamos a prueba tu fuerza, lagartija—desafió emocionado.

Su puño chocó con la palma de la mano contrario, y segundos después se encendió en llamas, cubriendo todo su antebrazo.

— ¡Enryūō no Hōken!

Su puño golpeó la cabeza de la bestia. Una gran explosión, con forma de esfera, le azotó súbitamente.

Cuando las llamas, y los escombros de destrucción generados, se disiparon, únicamente quedó un cuerpo inerte, quemado y altamente frágil, pero todavía de pie como una escultura.

— Creo que me excedí—comentó mientras rascaba su mejilla, nervioso.

Bajó de la cabeza del dragón con un solo salto.

— ¡Natsu! ¡Tu padre quiere verte de inmediato!—gritó una voz, conocida por Natsu, acercándose al susodicho velozmente.

Abriéndose pasó entre los árboles del bosque, Happy, un gato azul con la capacidad mágica de volar, y compañero felino de Natsu, se deslizaba en el aire hasta llegar a los brazos de su mejor amigo e inseparable compañero.

Al oír las palabras de su compañero felino, Natsu soltó un suspiro resignado.
Su padre, Igneel, era un hombre severo y demasiado serio. Cuando quería algo de el, debía ser trabajo.

Lo único que deseaba era que fuera un trabajo donde pudiera enfrentarse a alguien fuerte.

***

2 de septiembre, 1:30 pm.
Castillo Dragneel.

Igneel Dragneel, un hombre maduro, pelirrojo y con ojos amarillos, era el soberano del reino de Dragnof, hogar y cuna de la convivencia entre humanos y dragones.
En su tiempo de aventuras fue un señor de la guerra, temido y respetado por todos los que oían su nombre. Pero luego de que el y sus compañeros, el resto de señores de la guerra, derrotaron a la "oscuridad" asumió el puesto como gobernante, convirtiéndose así en el sucesor de Belserion, primer Rey y un íntimo amigo suyo con quien compartió duelos en el campo.
Y como todos los soberanos, tuvo linaje: Dos varones; su hijo mayor Zeref, un prodigio de la magia y la política, y su hijo Natsu, un prodigio guerrero del combate.

Y hablando del rey de Roma...

Sentado en su trono, Igneel observaba a su llegar al frente suyo. Ya delante de el, se postro sobre una de sus rodillas y bajó la mirada cerrando los ojos.
Con la personalidad que tenía Natsu, no lo respetaba por ser un buen padre ni rey.

— ¿En que puedo servirte, to-chan?—preguntó el descendiente mas jóven manteniendo su postura.

— Primero, ponte de pie—obedeció de inmediato. En cuestión de un segundo, Natsu volvió a estar de pie y con ambas manos sobre sus caderas—. En segunda, te tengo una petición muy importante.

— ¿Podré enfrentar a alguien fuerte?—cuestionó.

— Invencible.

— Acepto—accedió, sonriendo sin ocultar su gran emoción.

— «Jeje' Es idéntico a Igneel-kun, aun que no lo quiera admitir»—pensó Amelia, actual reina y segunda esposa de Igneel, observando con gracia a su esposo.

— ¿A quien tengo que patearle el trasero?

— No estamos seguros—confesó Igneel.
De debajo de sus ropas extrajo su brazo, el único que tenía. En su mano portaba una lacrima, que empezó a proyectar un mapa de Ishgar—. Recientemente, los chamanes del reino concordaron al decir que una fuerza mágica, muy poderosa y extraña, surgió a las afueras del continente, cerca de Stealing, el reino de los ladrones. Tu misión será ir y averiguar qué es esa magia, y si cabe en tus posibilidades, destruirla—sentenció apagando la protección—. ¿Crees poder hacerlo?

— Claro—aseguró. Luego atrapó la lacrima, cortesía de su padre—. Me estoy encendiendo.

— Digno hijo de tu padre—declaró Igneel, sonriendo.

El sonido de las puertas de la sala siendo abiertas declaró una pausa a la conversación.

La mirada de Natsu, posada sobre su hombro, captó de inmediato a 4 personas; 2 de ellas, por las armaduras, eran guardias; y los otros dos, un hombre y una mujer, ambos rubios, parecían ser los peces gordos.
No sabia que querían, pero podía sentir una gran fuerza irradiando de ambos. Joder, ya estaba emocionado.

— Igneel.

— Kaiser.

Los mayores estrecharon manos. Kaiser, un hombre maduro de cabello rubio y ojos marrones, fue uno de los compañeros de Igneel, sexto señor de la guerra, y actualmente el soberano de Mildian, el reino del tiempo.

— Me alegra que llegarán tan pronto.

— Por ti, lo que sea—aseguró dándole un palmazo en el hombro—. ¿El es tu muchacho?

— Natsu Dragneel—se presentó en breve.

— ¿Y ella es tu hija?

— Dimaria Yesta—se presentó, igualmente, en breve.

Las miradas de los más jóvenes se cruzaron. Por un instante, vieron la fuerza del otro por medio de las ventanas del alma. Dimaria frunció el ceño antes de ladear la cabeza con cierto desprecio.
Una gotita bajó por la cabeza de Natsu mientras pensaba: «Tsundere».

— Ustedes dos...—inició Igneel.

— Trabajaran juntos en esta misión—terminó Kaiser.

— Momento—protestó Dimaria, levantando la mano—. No trabajo con ni para quien es mas débil que yo.

— Por eso pelearán. Servirá para que puedan medir sus fuerzas y evaluar si en verdad pueden con una misión de este calibre—sentenció Igneel, levantándose de su trono.

— Suena bien—apoyó Natsu—. ¿Lista para pelear?—preguntó observando a Dimaria.

— Hmm' Caerás ante la princesa guerrera de Mildian—aseguró girando el cuerpo, sólo para encararlo.

Ambos padres rieron, un tanto nerviosos.
Sus hijos se parecían tanto a ellos cuando eran jóvenes. Ah...' nostalgia.







































































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¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, compadre!.

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