| 91 | Lo que la naturaleza nos brinda

El oficio de explorador era algo que siempre llenaba a Natsu de una gran y desbordante gratificación.
El hecho de viajar, ver, oír y convivir con lo desconocido era algo sumamente excitante que lo dejaba deseando mas.

Siempre provisto de celular, batería y gran actitud; Natsu Dragneel, el explorador y blogger más y joven famoso, lograba cautivar a internet usando al mundo y su cultura como única herramienta.

***

Hoy era un día muy especial.
Hoy sería el día donde Natsu, equipado con lo necesario para su presente travesía, iba a visitar una región selvática en Japón.

Era una región muy reservada, que no estaba abierta al público. Sin embargo, no existían leyes contra un sobrevuelo en avión sobre la región. Por lo tanto, usando sus pocas neuronas, decidió que podía grabarse a si mismo colgado con un equipo de poleas para sobrevolar la región y capturar su belleza sin igual para internet, y sus 15 millones de seguidores en Twitter, 27 millones en Instagram y 8.5 millones en Facebook.

—¿Ya estamos cerca? —le preguntó Natsu a su piloto.

—Ya casi llegamos —respondió el veterano de la aviación—. Usted vaya preparando su equipo, le avisaré cuando ya estemos en un buen punto de vuelo sobre la región.

Natsu asintió y se levantó, procediendo a hacer lo que su piloto le recomendó hacer.

Se aseguró con las dos correas de seguridad, revisó la tensión en las mismas, inspeccionó todos sus artefactos de grabación y, por último, se guardó el control remoto del sistema de la polea en el sitio más cercano a la mano que sabía tendría desocupada.

—¡Ya estamos en posición! —le avisó el piloto—. ¡Te recomiendo saltar ahora!

—¡Allá voy! —fue el grito de Natsu, antes de abrir la puerta del avión y saltar por ella.

Para este viaje debió contratar a un experto en poleas. De haberlo hecho, habría sabido, y luego notado, que debías encender el sistema manualmente antes de saltar o en caso de un incidente te ibas a ir directo al demonio.

Un golpeteo de aire, igual al de un latigazo, fue el último sonido que pudo escuchar el piloto.
Cuando se dió la vista por encima de su hombro, solamente habían dos puntas de cuerda arrancada al inicio de la polea y que colgaban de la misma, siendo movidos por el abundante viento en corriente.

—Madres... —expresó pasmado.

(Inserte música del ending de Death Note más una secuencia corta de créditos finales aquí)

***

Fue una verdadera odisea poder abrir los ojos.
Su cuerpo todavía expresaba el dolor por medio de sus nervios al realizar movimientos, fueran rápidos o calmados.
Además, había mucha luz. Era demasiada para sus globos oculares.

¿Donde diablos estaba metido? ¿Y por que no le estaba limpiando el culo con la lengua a Satanás?

—Ohayo —escuchó decir a alguien. Una mujer, siendo precisos—. Nos alegra ver que al fin despiertes.

¿Nos?

—Juvia piensa que Lucy-san tiene razón —esa era otra voz, distinta e incluso más dulce que la primera, la de la llamada "Lucy"—. Juvia esta feliz de ver que al fin reaccione, Natsu-sama.

¿Donde estaba? ¿Por que tenía frío? ¿Quienes eran ellas? ¿Como sabía su nombre? ¿Por que usaba el sufijo "Sama"? ¿¡Que chingados estaba sucediendo!?

—Etto... —pudo pronunciar al fin—. ¿Quienes son ustedes...? —se atrevió a preguntar.

—Juvia es Juvia Lockser —se presentó la mujer de cabello y ojos azules como el mar, de piel de porcelana y, por lo que alcanzaba a ver, proporciones muy voluptuosas—Y Lucy-san es Lucy Heartfilia —acabó con la presentaciones.
Sus ojos pasaron a Lucy, la mujer rubia con cabello como el oro, orbes de chocolate y, de igual modo, proporciones voluptuosas.

—Es un placer conocerte, Natsu-san —agregó Lucy con deje risueño, cerrando los ojos y sonriendo amablemente.

—¿Como saben mi nombre? —volvió a tener la osadía de preguntar.

—Juvia y Lucy-san revisaron las cosas en la mochila de Natsu-sama cuando Natsu-sama cayó del cielo. Juvia y Lucy-san no comprendieron la mayoría de objetos en el interior de ella, pero hallamos un pequeño trozo duro que contenía palabras, entre ellas lo que Juvia y Lucy-san supusieron era el nombre de Natsu-sama, Natsu-sama —concluyó y cerró su explicación con una sonrisa.

Esa fue la conversación con más tercera persona que jamás oyó en toda su vida.

Y no tardó mucho para que su cerebro sufriera la reacción más evidente.

—¡Esperen! ¿¡Hace cuanto que caí del cielo!? —preguntó, empezando a alterarse.

—Según la memoria de Juvia, y este extraño artilugio, Natsu-sama lleva caído del cielo unas 4 horas —contestó la peli-azul con el celular del peli-rosado en una mano.

—¡Rayos! ¡Debo llamar a alguien pronto!

Él se levantó y agarró su celular de la mano de Juvia.
Intentó llamando con el marcado rápido a su manager, pero nada. Cuando miró el aparato, se dió cuenta de la inexistente señal telefónica que podía hallar en ese sitio.

—¡Rayos! ¡Oigan! —volteó con Juvia y Lucy, quienes subieron las miradas para verlo—. ¿¡Saben donde puedo hallar cobertura de banda ancha para hacer una llamada!?

—¿Cober... tura? —cuestionó Lucy, dejando caer su cabeza sobre su costado izquierdo.

—¿Banda... ancha? —cuestionó Juvia, dejando caer su cabeza sobre su costado derecho.

—Es mi fin —musitó sin esperanza—. ¿¡Y por que tengo tanto–!?'

Tuvo que cortarse a si mismo.
En cuanto se dió un vistazo, toda duda quedó en el pasado lejano.
Ahora lo comprendía mejor.

—Señoritas... —volvió a dudar, pero esta vez haciendo un llamado.

—¿Si? —respondieron a la vez.

—¿Puedo saber por qué estoy desnudo?

Efectivamente, Natsu no llevaba ropa puesta. Estaba demasiado ocupado pensando en donde estaba que no tuvo tiempo de pensar con mayor profundidad y lucidez sobre su propio estado físico.

Y ahora que ya lo había hecho, estaba atónito.

—Natsu-sama logró sobrevivir a la caída gracias a su aterrizaje en la parte profunda de nuestro océano —explicó la peli-azul.

—Obviamente quedó muy mojado, por lo que lo despojamos de todas sus prendas y las mismas fueron puestas al sol para secarse. Justo igual que usted, Natsu-san —terminó de relatar Lucy.

—¿Que se supone que haga ahora? Estoy varado en una región cuyo paso esta prohibido. Tampoco puedo llamar y dudo mucho que haya internet en este sitio —se dejó caer sobre su parte posterior, en obvia frustración. Su mano pasó entre los mechones de su cabello mientras soplaba expulsando el mismo sentimiento.

—Natsu-sama.

—¿Que? —dijo sin pensar—. Lo siento. ¿Que necesitas, Juvia? —volvió a preguntar, ahora con más atención a sus palabras.

—Si Natsu-sama lo desea, puede quedarse a vivir aquí con Juvia y Lucy-san —sugirió la peli-azul, con genuina gentileza y altruismo.

Otro resoplido salió de los labios de Natsu.
Echó la cabeza en reversa, miró el cielo por varios segundos y, finalmente, devolvió la vista a las dos mujeres delante de él.

—Acepto. Gracias por su gentil invitación —accedió humildemente.
Siendo honestos, en donde estaba parado, no le quedaban muchas opciones.

Los tres de levantaron y tras caminar por al menos 2 horas, muy agotadoras para Natsu, llegaron a un pequeño lugar.
Lucía muy acogedor y estaba hecho con madera, roca y hojas: Dos pequeñas cabañas, una fuente de agua en medio y en frente de las viviendas, dos jardines, uno para cultivos y otro botánico, y una gran fogata que proveía de luz y calor.

—Aquí tiene, Natsu-sama —Juvia le ofreció una falda hecha de hojas. Era algo simple, y no muy a su estilo, pero ya era algo.

—Gracias —lo aceptó sin chistar—. ¿Ustedes viven aquí? ¿Solas? —cuestionó sin ocultar su sorpresa.
Tenía entendido que el paso estaba estrictamente restringido.

Juvia asintió como respuesta a la dudas de Natsu.

—Juvia y Lucy-san han vivido aquí desde que eran unas bebés —explicó—. Tristemente, los padres de Juvia y Lucy-san fallecieron por causas naturales cuando Juvia y Lucy-san tenían 6 años. Desde entonces, Juvia y Lucy-san han vivido aquí y bajo la protección de la naturaleza, quien también provee a Juvia y Lucy-san de todo lo que necesitan.

Natsu podía darse cuenta de que sus palabras eran ciertas. Definitivamente no estaba mintiendo.
La ropa de ambas estaba elaborada a partir de hojas y ramas. Literalmente usaban un par de hojas para cubrir sus senos. No obstante, Juvia usaba una falda de hojas, semejante a la que le entregó, mientras que Lucy utilizaba una clase muy rara de taparrabos que cubrían su entrepierna con una hoja y su trasero con otra más grande, como la de una palma.

—Venga, Natsu-sama —dijo Juvia, tomando la mano del peli-rosa para guiarlo.

—¿A... A donde vamos? —preguntó con ligeros nervios al ser tan repentino.

—Juvia llevará a Natsu-sama para que aprenda como recolectar y cultivar.

Que horror, era un degenerado.

***

No sabía cuánto tiempo había transcurrido ya desde su llegada a esa región aislada del mundo.

La última vez que su celular tuvo batería, supo que su estancia se prolongó a un mes. Pero luego de eso, nada. Ya no tenía noción de los días o las horas exactas.

Pero poco le importaba.

Luego de pasar toda esa temporada con Juvia y Lucy, supo lo que era una vida realmente naturalista. Y era espectacularmente satisfactoria. No habían preocupaciones, estrés, enfermedades peligrosas o contaminación empresarial; era solamente la sencilla y pacífica vida de un humilde agricultor viviendo entre dos mujeres.

En este tiempo, tras meditar mucho, pudo hallarse a si mismo y conectar con la madre tierra, justo como Juvia y Lucy.
Era algo sin equivalencias.

No obstante, llegados cierto día, Natsu comenzó a notar ciertas cosas en sus compañeras.

—Juvia, Lucy... ¿Que sucede? —les preguntó al verlas respirar con cierta dificultad, dejando atrás su cosecha de patatas.

—Natsu-sama... —ella soltó un largo suspiro, que se escuchó algo ronco—. Juvia y Lucy-san están pasando por la etapa, igual a la que pasaron las madres de Juvia y Lucy-san —explicó girando sobre sus pies para afrontar a Natsu.
Pudo notar un carmín intenso en sus mejillas de porcelana al igual que cierto brillo radiante reflejado en sus ojos oceánicos.

—¿Que... ¿Que etapa? —se atrevió a preguntar, temiendo por la respuesta.

—Natsu-san... Estamos en nuestra época de la abundante fertilidad —respondió Lucy.
Sus brazos rodearon el cuello de Natsu desde atrás, inclinándose sobre él y presionando sus hermosos atributos contra su espalda.

—Es la época donde Juvia y Lucy-san pueden procrear bebés —explicó fugazmente la peli-azul, acercándose a Natsu hasta abrazarlo, pegando sus igualmente, o hasta más, generoso busto en el pecho de Natsu—. Natsu-sama... ¿Sería el padre de nuestros bebés?

No tuvo que pensarlo en absoluto. Su contestación fue un gran y rotundo si.

Ambas mujeres, felices por oírlo, se separaron del cuerpo de Natsu y lo tomaron cada una de una mano. Finalmente procedieron a llevarlo a la tercera cabaña, la que era de Natsu, y no salieron de allí en toda la noche y lo que me quedaba de ese día en luz.

Gemidos y suspiros, mas gruñidos, fueron las voces que resonaron por todo el frondoso bosque durante el bello y natural proceso de la concepción.
Un ritual universal que expresa el amor y la pasión en niveles de alta intimidad entre individuos de la misma especie que se expresan artísticamente con el compás de una lasciva danza de emociones carnales.

***

Un año después.

Juvia cargaba entre sus brazos a los frutos de su amor: Dos preciosas niñas, gemelas, de cabello azul como el océano y ojitos verdes como el jade.

—Son preciosos —comentó mientras los veía.
Su sonrisa, aún que cansada por el esfuerzo, iluminaba a sus retoños y a todo el bosque de felicidad.

Lucy se sentía del mismo modo. Ella también fijaba toda su atención en sus propios frutos de amor: Una linda niña de cabello rosado y ojos verdes como el jade y un adorable varoncito rubio y de ojos chocolate.

—Se parece mucho a Natsu —comentó Lucy, refiriéndose a su bebé varón—. Se llamará Luke. Y ella se llamará Nashi —decretó con una dulce voz, pasando su vista a cada bebé al bautizarlo.

—Entonces... Ella se llamará Umi y ella se llamará Sea —la imitó Juvia, pasando, también, la mirada a cada una al bautizarlas.

Fuera de la cabaña, luego de lavarse, Natsu oía a sus mujeres hablando. Una sonrisa orgullosa y feliz estaba plasmada en su rostro y nada la podría borrar.

No cabía en su propio orgullo al ser papá de 4 preciosos retoños. Simplemente, lo mejor que le pudo haber pasado fue no leer ese manual de instrucciones que venía con el sistema de poleas hace ya tanto tiempo.










































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Primera vez que escribo algo tan largo y que no lleva lemon.

Estoy tan orgulloso... De mi mismo, obviamente.

De vez en cuando es bueno no centrar todo en lo sexual. Basta con leer lo bonito que es.
Así que ya superenlo y aprendan a vivir con eso, marranos >:v

¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, lector promedio!

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