| 89 | No hay peor bajeza

El sonido constante del rechinar de los resortes dentro del colchón pasó de loco a frenético.
Además, también se le sumó un golpeteo contra la madera de la cabecera.

Mavis Dragneel, la señora de la casa, con ambas piernas abiertas lo más que podía, las muñecas atadas, la lengua colgando, los ojos casi como la niña de El Exorcista, y usando la cabeza de martillo, era embestida hasta lo más lejano de su vil, mundana y pecaminosa existencia.
El perpetrador movía sus caderas con ímpetu religioso, golpeando la entrada de su útero y empujando el pequeño cuerpo de la mujer a quien profanaba tan salvajemente.

Ese hombre también sostenía el apellido Dragneel... Pero no era él que se lo dió.

—¡¡Mas~!! ¡¡Mas~!! ¡¡Te lo suplico; acaba conmigoooooohhh~!!! —su espalda formó un arco perfecto cuando su amante embistió usando toda su fuerza y dejó salir hasta la última semilla dentro de ella, sin pena u obstáculo alguno.

Estaba tan caliente... Y tan espeso. Todo eso rebozaba dentro de sus entrañas, hasta el último rincón.

Sus piernas también se doblaron como un arco, a igual que los dedos de sus pies y todo su cuerpo.
Permaneció de ese modo varios segundos, hasta que finalmente se dejó caer sobre el colchón.

Estaba llena de sudor, jadeaba como un animal sediento que volvía de una cacería, su cuerpo se sentía hasta el tope de su sensibilidad y los ojos los tenía llenos de lágrimas que indicaban un desborde de placer.

Pero a la mierda.
Su amante quería más, así que lo iba a tomar.

—E-Espera... —no tenía fuerzas para resistirse. Sus muñecas no se aflojaron ni un poco y comenzó a temblar cuando sus callosos dedos hacían contacto con su piel—. No puedo más. De verdad no puedo más —suplicó por piedad.

—¿Crees que me importa? —interrogó su amante—. Si estoy apuñalando a mi hermano, voy a sacarle tanto provecho como me entre en gana. Además —agregó—, solamente necesito tu boca.

Tomó su cabeza, metió su erección hasta el fondo y obligaba a Mavis a tragarlo y lamerlo todo empujando constantemente la cabeza rubia de su cuñada contra su pene.

***

1997.

Delante de dos tumbas lloraba con reserva el hijo menor de ese matrimonio.
Natsu era su nombre y con 4 años aprendió que la vida no era justa.

Su hermano mayor, Zeref, de 7 años, posó una mano amiga sobre el hombro de su hermano. Le ofreció un pañuelo y un hombro para llorar.

—Todo va a estar bien —le dijo a modo de consuelo—. Voy a cuidar de ambos y saldremos juntos de esto. Somos hermanos Natsu y nos cuidamos entre nosotros. Yo siempre estaré aquí para ti, así como tú siempre estarás ahí para mi.
¿Me oíste? Y no importa que o quien, siempre debemos permanecer juntos.

***

2010.

—Natsu, quiero presentarte a Mavis. Ella es mi novia.
Mavis, mi hermano Natsu.

Natsu y Mavis, una pequeña mujer con cabello rubio, estrecharon las manos y sonrieron con el gusto de conocerse.

—Zeref me ha contado mucho de ti —comentó Mavis para romper el hielo.

—El sentimiento es mutuo —contestó—. Pero esperaba que fueras más alta.

Zeref le dió un buen golpe de karate, directo a la cabeza.
Por impertinente.

—¡Eso no se le dice a una dama! —le recriminó molesto.

—Ya, perdón, perdón —dijo con fastidio mientras sobaba el sitio que tuvo que recibir el golpe.

Una carcajada escapó de labios de Mavis.

Que hermanos tan raros.

***

2022.

—¡No puedo creer que tenga que hacer cita para acostarme con mi marido!

Golpeó la mesa con el vaso que hace un segundo estaba lleno, y que ahora estaba vacío.

Frustrada era la mejor manera de expresar como se sentía.
Frustrada y caliente.

Se había esmerado tanto con la cena de esa noche, y también con el asunto de la alcoba; todo, para que simplemente dijera "Me quedaré hasta tarde. Lo siento". ¡Y encima en un mensaje de texto! ¿¡Donde estaba el honor de esa basura!? ¡Si le iba a cancelar el sexo, al menos que fuera en la cara!

Ahora, vistiendo una bata, el hermano menor de Zeref, Natsu, debía aguantar sus quejas mientras se ahogaba con Sake.

—Mavis, ya deberías dejar eso —le quitó la botella y también el vaso. Ella simplemente siguió en esa postura, como si estubiera bebiendo algo—. Esto no hará que mi hermano venga de rodillas suplicando que lo dejes comerte la papaya.

—¡Cállate y bésame, maldito afeminado!

Cuando ella estampó sus labios, con sabor a licor, Natsu no se opuso.
Incluso llevó sus manos a la cabeza de la chica para profundizar el beso.

Y ese, había sido el inicio.

***

Barrió con todo lo que había sobre el mueble con un brazo.
Frascos, envases y fotografías cayeron al piso.

Natsu la sentó sobre el mueble, sin dejar de besarla.
Sus manos ansiosas se frustraron por los botones en la boca de Mavis, así que simplemente la arrancó.

—¡Kya! ¡No hagas eso! ¡Son muy caras! —le recriminó molesta.

—Zeref las paga, no me importa —dijo entre los tantos gruñidos que estaba emitiendo.
Parecía un animal en celo.

Se sacó el pantalón y un furioso dragón emergió desde el interior de su boxer.

Le sacó provecho al que ese día llevase falda, para meterse directamente, solamente apartando las bragas de Mavis.

Cuando acabó, y ella también, se vistió y se esfumó como un fantasma que acecha en la noche.

***

—Natsu. Te tengo grandes noticias.

—¿Que sucede?

—¡Mavis esta embarazada! ¿No es genial? ¡Voy a ser papá!

—«Pero no biológico» —pensó Natsu, sintiendo, en ese momento, mucha lástima por Zeref y la felicidad que ahora mismo irradiaba.

***

Natsu estaba de pie frente al cristal, mirando las incubadoras. Todas contenían bebés. Y buscaba con la mirada a uno en particular.

—Son bonitos, ¿Verdad?

Zeref apareció y se puso a un lado de Natsu.
Juntos buscaron con la mirada, hasta dar con un precioso varoncito de cabello rubios y ojos verdes.
En su incubadora ponía "August", así que Natsu asumió que ese era su nombre.

—Es lindo —comentó Zeref.

—Si... Mucho —corroboró Natsu—. Se parece mucho a Mavis.

—Eso debe aliviar mucho a ambos —continuó—. De no ser por cierta grabación, no me hubiera dando cuenta jamás.

—Zeref... No hagas algo estúpido.

—Hazme un favor —siguió hablando, ignorando a su hermano—. Dile a Mavis que disfrute las llamas del infierno. Después de todo, y por lo que veo, le encantaba andar caliente.

—Te lo advierto, Zeref.

—Es una pena que August tenga que crecer huérfano. Realmente no se lo merece.

Natsu esperaba un cuchillo, no un arma.

Y Zeref no lo dudo; sembró dos disparos en la cabeza de su hermano menor y luego otro en su propia cabeza.

Mavis había sido hallada muerta, por asfixia, minutos antes y estaban buscando al último hombre que estuvo en la habitación dentro del plantel.
Y cuando lo hallaron, estaba muerto... Al igual que el otro hombre a pocos metros de él.

Tal vez el único lado bueno en todo esto era que estaban en un hospital con morgue.












































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Si tienes vértigo (como yo) y miras hacia abajo desde el lugar alto, sientes que estás cayendo. Y cuando eso sucede, todo pasa por tus ojos como la última proyección de tu vida.

Yo solo le digo: "Mi mejor manera de inspirarme".

¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, lector promedio!

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