| 87 | Permíteme ayudarte
Las hojas frente a sus ojos eran iguales a su cabeza en esos momentos: Totalmente en blanco.
No importaba cuanto viese la hoja, o la cantidad de veces que hiciera girar el lápiz en su mano, simplemente no podía pensar en nada ni la forma para poder plasmarlo.
—¡Mooo~! —chilló frustrada—. ¿¡Por que es tan difícil!?
Se llevó ambas manos a la cabeza y golpeó la madera del escritorio, junto a las hojas, con la frente.
Y si ponías suficiente atención, podías oír el "crack" del choque tan estrepitoso.
—¿¡Que debería hacer!? —exclamó al cielo, quizás, dirigiéndose a la primera, que en paz descanse—. ¡¡Esto es imposible!!
—¿Quieres que te ayude?
Lucy, al tenerlo cerca, le arrojó, directo a la cabeza, un portalápices de metal.
El objeto golpeó directo en su blanco, logrando hacerlo caer desde la ventana.
—¡Natsu! —chilló preocupada al darse cuenta de quién se trataba.
Toc, Toc, Toc
Lucy fue a abrir... Encontrando a Natsu al otro lado de la puerta. Tenía hojas en el cabello, algunos raspones y de su boca sobresalía la parte inferior de una ardilla, que movía frenéticamente sus pies, buscando escapar.
Natsu extrajo al animal de su boca, para decir:—Supongo que merecía eso —expresó con ironía.
Luego de dejar ir al animalito, Natsu entró a la casa para ponerse cómodo en la cama de la rubia.
—¿En que se supone que tienes problemas? —preguntó el asesino de dragones, curioso.
—En todo —contestó la rubia, sentándose con gesto frustrado y preocupado nuevamente—. Tengo que llevar un avance de la novela para la próxima semana, pero no tengo nada.
—Entonces manda a volar a tu editor si te da problemas —sugirió relajado, de forma propiamente suya.
—¡Eso no me ayuda!
¿Por que lo había dejado pasar si sabía que no iba a ayudar? Por que es tonta. Por eso.
Natsu, curioso por naturaleza, se acercó y mirando por encima del hombro de su compañera pudo contemplar el título de la novela.
—¿Pasión Revolucionaria? —leyó en voz alta, sin entenderlo.
—Así es —declaró ella, cruzándose de brazos—. Es sobre un par de amantes en bandos opuestos que eventualmente deben luchar entre ellos sin dejar que las emociones surgidas de su pasión prohibida interfieran con sus acciones y el bien mayor personal de cada uno —explicó.
—No entendí nada.
Claro... Era Natsu. Un error de su parte.
—De todas formas... —ella continuó—. Me cuesta trabajar escribir las partes eróticas. No puedo hallar la manera de redactar esas partes.
—Bueno... —pronunció, Natsu, como un murmuro. Repentinamente Lucy sintió las manos del peli-rosado sobre sus hombros, provocándole un escalofrío—. Como dije antes, ¿Quieres que te ayude?
La forma ronca en que lo dije, que encima fue contra su oreja, le provocó un sonrojo y otro escalofrío más largo que llegó hasta sus dedos gordos en los pies.
—¿Q-Q-Q-Que dices...? Eres un idiota —trató de darse la media vuelta, poniéndose de pie, para alejarlo.
Natsu, al notar las acciones de la rubia, dió un paso atrás. Y cuando notó que la rubia giraba, ya de pie, se acercó y la besó precipitadamente.
Lucy abrió los ojos, atónita.
Por varios segundos trató de empujarlo, pero al final cedió.
Su amor y el deseo por ese idiota con cabello rosado fue más fuerte. Al final, acabó por pedir permiso para ingresar en su boca.
—Luce... —expresó en un suspiro al separarse—. Ya llegó la inspiración que tanto deseabas. Y vino en forma de dragón.
El asesino de dragones se puso de rodillas al decir aquello.
Le abrió las piernas a su compañera con las manos y contempló la "tierra prometida" delante de él, a escasos centímetros y con un solo obstáculo por superar.
—Esto estorba —dijo molesto. De manera profesional, como si lo hubiese hecho muchas veces en el pasado, le retiró sus panties verdes de ese día, dejando a la vista el premio—. Mucho mejor.
No dudo en dar la primera lamida de prueba.
La reacción de Lucy fue un gemido y ambas manos colocadas sobre su cabeza, enredando los dedos entre los mechones puntiagudos del muchacho.
Las lamidas pasaron de 0 a 100 en poco tiempo. La lengua caliente y rasposa de Natsu se paseaba dentro de Lucy como si fuese su propia boca.
Los gemidos que soltaba la rubia, más los empujes que le daba a su cabeza, dando a entender que fuera más, lograban excitarlo mas. Mucho más.
—¡¡AAAAHHHH~!! —ese fue el sonido del clímax manifestándose físicamente.
Tanto como ella expulsó, fue tanto como bebió Natsu.
Y estaba delicioso.
—Eso estuvo bien —expresó alegremente. Volvió a ponerse de pie, ahora inclinando el cuerpo para apegarse más al de Lucy—. Pero esto va a estar mejor.
Lucy no tuvo ni la oportunidad de aportar palabra alguna a esto. Natsu se habia bajado sus holgados pantalones y, ansioso, se introdujo en Lucy con solo un golpe.
La rubia, al tratar de expresar dolor, fue nuevamente interrumpida por el muchacho, quien con un beso le devoró la boca. Todos sus chillidos de dolor eran ahogados en la garganta de Natsu mientras ambos se besaban.
—Luce... —pronunció en medio del placer—. Déjame–
—Si —contestó ella, abrazando más al chico contra sus pechos—. Házmelo como quieras, Natsu.
—«Y ni siquiera tuve que pedírselo» —pensó como todo un ganador.
Las embestidas empezaron lentas y rítmicas. Ambos querían disfrutar el momento. Sin embargo, con el paso de los minutos, y la creciente necesidad en ambos, las embestidas tomaron una dirección más rápida, fuerte y profunda.
De una patada apartó la silla del escritorio. De todas formas, solo era un estorbo.
—¡Natsu! ¡Natsu! ¡Natsu~! ¡Ah, Natsu!!
Kami-sama... Cuanto amaba a esa mujer. Amaba su cabello, su forma de ser, joder ¡incluso amaba la manera en que siempre le regañaba! No podía vivir sin todo eso.
Y ahora, oírla exclamar su nombre al hacerla suya, era el mayor gozo que jamás haya tenido en la vida. Mucho mejor que comer, dormir o golpear idiotas en la cara.
El clímax llegó con muchas embestidas, y palabras para nada permitidas, después.
No podían sentirse mejor.
***
—Esto es increíble —opinó el editor, expresándose con asombro—. Pensé que estabas en blanco. ¿Como fue que lograste esto? —preguntó sin palabras. Su dedo índice estaba puesto sobre las hojas con el contenido textual de la nueva novela de su escritora estrella.
—Digamos que... —repentinamente, un sonrojo apareció en su rostro—. Alguien me dió la mejor inspiración, jeje.
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No hay mejor inspiración que la experiencia, dicen por ahí :v
Esta un poquito, muy, alejada de la versión original que había en la cochinada de cuarta mano que yo llamó cerebro, pero Nah. La vida sigue y esto es así. Fin.
¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, lector promedio!
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