| 82 | Un juego distinto
—A-Aoba-chan... Ah~ —aquel tierno sonido, llamado gemido, provocó un enorme vuelco dentro de su pecho desnudo.
—¿T-Te gusta...? —preguntó, tímidamente.
—S-Si... R-R-R-R-... —si de por si era alguien muy "especial" a la hora de entablar cualquier clase de interacción social, el sólo hecho de hacer una petición, en esta situación, le resultaba imposible. Pero debía y quería hacerlo—. ¡Repitelo, por favor, Aoba-chan!
Dos segundos luego de lograr decirlo, la pequeña Aoba acercó su rostro de nueva cuenta a su pecho desnudo. Con gentileza besó la punta de su pezón derecho, provocando un estallido de placer y emociones demasiado abrumadoras para Hifumi-chan.
—¡Gyaaaaa~'! —chilló de placer, a la vez que se retorcía bajo el cuerpo de la nueva a causa de la misma razón.
Reafirmó su agarre sobre el cuerpo de Aoba. Con lágrimas en los ojos la atrajo súbitamente y poseyó sus labios con un beso cargado en varias emociones, principalmente pasión.
Se sorprendió y estremeció, pero correspondió. Sus lenguas, lentamente, iban reconociendo el camino que tenían delante una de la otra. Tímidamente, Aoba, pidió permiso para ingresar en su boca. Hifumi-chan no se lo impidió y abrió sus labios, cediendo tan sólo por esta vez.
—Ah~... Ah~... —esos y mas sonidos lascivos escapaban de la boca de ambas al mismo tiempo.
Lentamente, pasando por su tersa espalda, las manos de Hifumi-chan recorrieron su sendero hasta los glúteos de Aoba. Los estrujo, sacándole un adorable gemido a la aludida, gemido que ahogó dentro de su boca.
—¿E-Eres sensible de aquí...? —quiso saber. Un hilo de saliva las mantenía en conexión.
Aoba tenía la lengua de fuera y jadeaba, igual que Hifumi-chan.
—N-No le digas a nadie... —enterró su rostro entre los senos de su amiga y compañera. Los cabellos despeinados en su cabellera picaban sus senos y provocaban placenteros escalofríos.
—N-No lo haré... —prometió, sonrojada y respirando a jadeos.
Volvió a apretar sus mullidas carnes y obtuvo el mismo resultado. Hizo que Aoba levantará la cabeza para poder darle un beso en la frente.
Sus manos abandonaron esa parte, dándole la autorización no verbal de actuar en el siguiente nivel.
—«E-Espero que no sea raro...» —pensó Aoba al bajar por todo su cuerpo hasta dar con el punto más delicado de una dama.
—S-Se gentil... —suplicó Hifumi-chan con voz que detonaba miedo y nerviosismo mezclados.
Aoba asintió ligeramente, y un breve instante después procedió a empezar con un beso.
El cuerpo de Hifumi-chan se arqueó ante el tacto. Fue demasiado placentero. Aoba sabía que algo producía efecto en el cuerpo de Hifumi. Después de todo, de no ser así, no habría tanta humedad como para mojar sus muslos.
—¡AOBA-CHAN! ¡KYAAAA~'! —gritó extasiada. De manera inconsciente sus manos se posaron sobre la cabeza de Aoba, insitando a hacer algo mas profundo.
La tímida lengua de Aoba recorría sus labios y un poco de su interior con gentileza y sutileza, procurando el mayor cuidado posible.
—A-Aoba-chan... S-Se siente b-bien... —gemía Hifumi de manera débil. Sus delicadas manos de damisela se posaron sobre la cabeza de la mas jóven, indicando que no se detuviera.
Poco a poco la timidez fue expulsada del cuerpo de Aoba junto a su sudor. De alguna manera, tal vez instintiva, sabía cómo hacerlo mejor. Su lengua oprimio delicadamente el botón erógeno de Hifumi. Los anteriores gemidos eran sólo susurros perdidos si fueran comparados con el grito emitido tras haber sentido su clitoris tocado de semejante manera.
—¡A-AOBA-CHAN~! —gritó Hifumi a los 4 vientos.
Su cuerpo sufrió de un par de convulsiones leves, a la vez que sus manos presionaban a Aoba contra su intimidad.
Aoba bebió los fluidos que Hifumi soltó a cascadas durante su orgasmo. Su mirada alcanzó a ver qué estaba roja hasta las orejas, su vista estaba nublada y jadeaba como si una ola de calor azotara la ciudad.
Bueno, ciertamente había una ola de calor.
—A-Aoba-chan... —apenas podía hablar.
—Estoy cansada... —dijo Aoba con su respiración agitada.
—Yo también... —contestó Hifumi.
—Mejor hay que tomar una siesta —sugirió la menor.
Sonriendo, Aoba se metió a la cama junto a su Hifumi. Cubrió a ambas con la sábana y luego abrazó su amiga.
—La próxima vez... —dijo Hifumi, volteando a ver a Aoba—. Y-Yo te haré sentir bien.
Depositó un besito en su frente y, agotada, se rindió ante el sueño mientras abrazaba el pequeño cuerpo de Aoba.
Ella también la abrazó y pegó su cabeza entre los pechos de Hifumi. Eran blanditos.
—Buenas noches, Hifumi-chan —susurró de forma tierna y amorosa, acomodándose mejor entre sus almohadas.
Con una mirada brillante y llena de cariño, Aoba cerró los ojos e instantes luego, también se dejó llevar por el sueño.
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¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, compadre!
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