| 76 | Pasos perfectos
Ambos pares de pies se mecen al armónico compás de las notas musicales que la prodigiosa orquesta toca para la ocasión.
Los presentes admiraban incrédulos y maravillados el calmado ritmo que aquellas dos jóvenes hadas mantenían en su elegante danza.
Por esta vez serían tan egoístas como les plazca. La pista era únicamente de ellos.
—No sabía que te movieras tan bien —halaga el hada de acero, con cabellos escarlata, gratamente sorprendida por el talento de su acompañante.
—Mirajane me enseñó bien —craso error. El sólo hecho de mencionar el nombre de otra mujer la molestaba. Especialmente, si era el de la albina con quien tantos desacuerdos tenía en el pasado y en el presente—. No te pongas así. Estoy bailando contigo, ¿No? Tómalo como un triunfo personal.
—Bien dicho, señor Dragneel —dijo, aceptando las palabras de su amigo. Siempre sabía que decir.
—Je' Gracias, señorita Scarlet —agregó el joven con cabello de cerezo. Anexó una sonrisa, aquella que tan bien sabía dar, a sus palabras.
La señorita Erza no pudo evadir un rosa sobre sus mejillas al verle hacer aquello.
Al agotar las notas de la canción, aquella pelirroja se retiró, no sin antes despedirse con un movimiento de su vestido, tan propio de una dama.
—Te veré esta noche, señor Dragneel —dijo y le guiñó el ojo con sutileza.
—Aprenderás que mis mejores movimientos no solo residen en mi danza y pasos —contestó, sonriendo. Y otra vez, el rosa sobre las mejillas de Scarlet relucio.
Siempre sabía que decir.
Unos sencillos instantes después, la orquesta inició otra composición. Pero ahora, quien danzaba al compás del dragón de las llamas era aquella dama amada y bendecida por las constelaciones.
—¿De que hablabas con Erza, Natsu? —indagó Lucy, su Lucy.
Su vestido la hacia ver tan hermosa como el día que se fue. Sus ojos no repararon en viajar por todo el cuerpo escultural de la mujer con hebras doradas, para volver a mirarla a los ojos y notar la ansiedad en sus orbes de chocolate, a la espera de una respuesta suya.
—¿De verdad desea indagar en los asuntos que llevó junto a otra mujer o... Prefiere que centré mi atención en la que tengo delante, tan hermosa y sensual, señorita Heartfilia? —preguntó, sonriente y risueño.
—Maravillosa jugada, señor Dragneel —reconoció. Siempre sabía que decir. Y justo ahora era lo que quería: Toda su atención.
Como antigua integrante de la alta sociedad, Lucy conocía los pasos más elegantes y como ejecutarlos a la perfección, siendo seguida por el dragón que logró robar su corazón.
Su cabeza de oro se dió el lujo de posarse y descansar sobre su fornido pecho. Podía oír claramente los tranquilos latidos del corazón de su amado, que, al mismo tiempo, transcurría en unisono con la bella canción cortesía de la orquesta.
—Ha sido grata convivencia —comentó Lucy al acabar la canción—. ¿Te veré esta noche? —pregunta con ambas manos sujetas a las del chico peli-rosado.
—Si —contesta—. Primero en la cama y luego en tus sueños.
—Siempre sabes que decir —repite riendo con los ojos cerrados y levemente rosada de los pómulos.
Chu~
Antes de partir le obsequia al chico uno de sus besos en la mejilla. Este se sonroja levemente, pero finalmente sonríe por los actos de su amiga. Lucy se despide del mismo modo que Erza y cede el paso y espacio para la siguiente acompañante de baile del dragón.
—Espero que no hayas gastado tus mejores pasos, Natsu-nii —Wendy, su querida "hermanita", que aún que no fuese de sangre la quería como tal, era tan pequeña que no le alcanzaba más allá de su abdomen. Pero no le importaba. Le ayudó a estar a la altura y así bailar.
Siempre estaría allí para prestarle su auxilio. Ese era su deber como su hermano mayor.
La siguiente pieza musical evocaba con perfección los sentimientos de la pequeña Dragon Slayer. La música era la voz de su corazón en esos mágicos instantes junto al cabello rosado.
—Me siento como una princesa, Natsu-nii.
—¿Por que vistes de gala y bailas elegantes sinfonías?
—Por que estoy en un castillo sola con el dragón —aclaró a la vez que cerraba sus ojos y suspiraba con alegría.
Natsu se sorprendió por sus palabras, y segundos después le cayó el veinte.
Que metáfora tan más interesante.
Su canción, tristemente, concluyó. Se sintió tan rápido. Bien decían que el tiempo vuela cuando la pasas de maravilla.
Y antes de retirarse, hizo la pregunta.
—¿Te veré esta noche, Natsu-nii? —preguntó Wendy, esperanzada.
—Cuenta con ello —prometió posando su mano sobre la cabeza de su hermanita.
La siguiente mujer se plantó delante de su ser. Ella misma deseaba que, aún que fuese por momentos, admirara su belleza. No por vanidad, sólo anhelaba que el chico de fuego la viera como lo que era y emulaba a la perfección: Una mujer.
—Estas hermosa —confesó el muchacho de ojos Jade, cautivado por la hermosa mujer que tenía a solo dos pasos de distancia.
—Juvia le agradece, Natsu-sama —contesta sonrojadose.
—¿Me concede esta pieza, señorita de la lluvia?
—Hai.
Lentamente poseían la pista del palacio. Con movimientos despacios, pasos sincronizados y un compás a la medida de sus cuerpos unidos delicadamente, dejaron a todos los invitados, incluído el Rey, sin palabras.
En todas sus vidas nunca habían visto una danza más perfecta que aquella que nacida del fuego y agua.
Cuando la canción encontró su final, Juvia le miró a los ojos con mucho amor. Sus orbes oceánicos brillaban de una manera tan radiante.
—Juvia lo verá esta noche, Natsu-sama. Sea puntual —pidió al mismo tiempo que soltaba sus manos y de el se despedía.
—No prometo nada —dijo, sonriendo.
El aroma le llenó las fosas nasales de inmediato.
Y segundos después pudo sentir los brazos de la última compañera de pista con quien iba a danzar esa galante noche.
—¿Me concede esta Hic' pieza, señorito Dragneel? —preguntó la castaña, achispeada, pegando sus atributos femeninos a su espalda.
—C-Claro —ya sabía que esperar de Cana cuando estaba ebria, pero aún así... Le sorprendía.
Cana no acostumbraba a la finura ni a la elegancia.
Y esta noche no sería la excepción.
—Que bien Hic' sabes danzar, señorito Dragneel —comentó entre paso, tropiezo y paso que daba junto al chico.
—Me gusta absorber lo que me enseñan —sabía que Cana no era tan indulgente como Erza, ni de cerca; era mejor si no mencionaba el nombre de otra mujer en presencia suya y dentro de "Su momento".
La última canción fue tocada y concluida. Ahora todos se iban entre aplausos y halagos corteses a los anfitriones reales.
Natsu salió de allí y llegó a Magnolia, a su modo. Tardó más, pero se ahorró todo un infierno.
Al llegar a su hogar, con una mano colocada sobre el pomo de su entrada, detectó lo que ya esperaba, pero que aún así lograba poner una sonrisa en su rostro.
Abrió la puerta e ingresó a su hogar. En el yacía, colocadas a lo largo de su cama y reluciendo bellos y atrevidos conjuntos de lencería, todas las compañeras de baile con quienes pacto para verse esa misma noche.
Y ninguna de ellas faltaba a un pacto.
—Natsu~/ Natsu~/ Natsu-sama~/ Natsu~ Hic'/ Natsu-nii~ —pudo oír claramente como todas lo llamaban a la vez, ansiosas por una gran noche.
Un suspiro salió de la boca del chico. Estas chicas jamás aprendían ni cedian. He de aplaudir su determinación.
—«Aquí vamos de nuevo... Suertudo» —pensó divertido, al mismo tiempo que una sonrisa se dibujaba sobre su rostro y su mirada era posada en el gran y exquisito banquete que tenía a pocos metros de si—. Muy bien, ¿Quien quiere montar a dragoncito primero?
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Originalmente esto iba a ser exclusivamente Narza, pero halle la imagen de portada entre las miles que hay en mi galería y como tengo testículos dije: "Chingue su gato todo", y aquí esta el resultado, perros.
Perdón Narza fans.
¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, compadre!.
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