| 69 | Jamás lo imaginé

Su cuerpo inerte y todo oscuro... No era una buena combinación.

Delante de ella, un monstruo. O más bien, el monstruo.

Sabía quién era; sabía de donde venía; y sabía su origen, pero... Era muy distinto saber de el a tenerlo delante de tus ojos.
Y justamente eso le sucedía ahora.

E.N.D....—no tenía que más decir. Era simplemente aterrador.

Supo que abrir la boca fue una estupidez. Lo supo en el instante que contempló como giraba su cabeza en su dirección.

— ¡¡RAAAAAAAAAAWRGH!!

Despertó súbitamente, justo cuando saltó sobre ella como un animal salvaje salta sobre su indefensa presa.

No gritó. En su sueño, estaba muda e inmóvil. ¿Había algo mejor para cualquier depredador? Claro que no.

Giró la cabeza 90°, hallando al protagonista de sus pesadillas justo a su lado.

— Natsu...

El dormía como un bebé. No había nada que pudiera perturbar su sueño ni su descanso. Hasta se veía lindo cuando no estaba exhalando llamas de la boca y destruyendo pueblos a diestra y siniestra.

— Necesito agua...

Bajó a la cocina de su cocina y bebió toda el agua de las botellas. Estaba demasiado asustada aún.

— No quiero... Ir a la escuela, mamá...

En la sala, tumbado sobre el sillón y con su Happy de peluche entre los brazos, Dem, su niño, dormía plácidamente, colgado de cabeza en el mueble de la sala.

Seguramente se quedó despierto comiendo golosinas otra vez.

Acarició su cabellera rubia, que peinada era idéntica a la de su padre. Al igual que su padre, se veía como un angelito cuando dormía.

Mari lo tomó entre sus brazos y lo llevó a su alcoba para que descansará mejor.
En su alcoba, durmiendo pacíficamente, estaba su hermana, Mari, una niña de cabello rosa con mechones rubios y ojos marrones, muy parecida a su padre.
Dem era quien se parecía a su madre, salvó por los ojos y el peinado.

— Descansa, mi amor—besó su frente con cariño luego de arroparlo en su cama. Se levantó, para dirigirse a su hija—. Tu también descansa, mi princesa guerrera—a ella también le besó la frente con mucho amor.

Tras salir de la alcoba, se recargo en la puerta de la misma.
Segundos después, posó su mano sobre su vientre.

— ¿Será por eso que estoy teniendo tantas pesadillas últimamente...?—cuestionó para si misma, acariciando su barriga. Un deje de tristeza y preocupación podía distinguirse en su voz. Siempre que hablaba de "el" le sucedía.

Seguía habiendo cosas que aún no lograba superar.

***

— ¿Que estamos viendo?

La voz de Natsu logró darle un pequeño susto. Pero jamás lo iba a admitir.

— Son lindos, ¿Verdad? Creo que hicimos un buen trabajo—opinó el peli-rosado, ya más maduro, sonriendo como el sabía hacerlo para su esposa.

Una sonrisa amarga se dibujó en sus labios. Apenas bajó la mirada, cuando Natsu sujetó su mentón para obligarla a verle a los ojos.

— ¿Algo te está sucediendo?—preguntó, claramente preocupado.

No podía mentirle.
Sólo atinó por asentir y abrazarlo fuertemente.

— Estoy embarazada, Natsu.

La confesión le cayó como un balde de agua fría.

— Eso es genial—la sorpresa, rápidamente, se convirtió en alegría. Pero ella no parecía demasiado alegre—. ¿O acaso tú no quieres...?

— ¡Claro que no! ¡Deseó tener este bebé tanto como tú!—gritó, algo indignada—. Es sólo que... Estuve teniendo pesadillas desde que empecé a sentir los síntomas—confesó.

— ¿Se trata de "el"?

Era como un libro abierto para su esposo.

— Si—contestó, algo temerosa de lo que podría pasar a continuación—. Se que hemos pasado 14 años y dos hijos después de eso, pero simplemente no... Lo he superado. Fue demasiado para mi, tengo que reconocerlo.

Volvió a ser abrazada. Su cabeza descansaba en su cálido pecho.
De nuevo, ese sentimiento de seguridad, le invadía.

— Te entiendo—dijo—. De hecho, yo... A veces siento que tendré una recaída.

Ahora ella era la sorprendida.

— Yo también tengo miedo, especialmente ahora que tengo una maravillosa esposa y unos preciosos hijos. Tengo miedo, Mari. No podría perdonarme si algo les sucede, sobretodo si yo soy el responsable de su tempestad.

Los labios de su mujer lo acalló. Natsu se relajó fuertemente y correspondió al beso con la misma ternura.

Al separarse, sus ojos volvieron a conectarse.

— Prometo que si algo sucede, lucharé contra todo para protegerlos—prometió Natsu. No había duda o nervios en su voz. Estaba siendo totalmente sincero.

— Gracias—aun que no lo crean, sólo bastaron esas palabras para calmarla—. Y yo te prometo que este bebé en mi vientre será llenado con todo el amor y el cariño de Mari, su hermosa mamá.

— Claro—dijo sarcástico.
Por tonto se llevó un golpe de karate directo a la cabeza—. Itte.

La vista de ambos se dirigió nuevamente a sus hijos, quienes ahora entrenaban combate usando Magia y armas.

— Es difícil de creer...

— ¿Nunca te imaginaste con hijos?

— Jamás me imaginé en una relación de mas una noche—contestó soltando una risa—. Y verlos me hace pensar que ambos llevan mis genes... Es raro—confesó sonriendo.

El brazo de Natsu se colocó sobre sus hombros, estrechandola contra su cuerpo.

— Quiero que el bebé se llame Igneel—susurró sobre su oído con ternura.

— Se llamará Sugar, por que será una niña—aseguró desafiante.

El miedo no se puede disipar, pero cuando caminas con alguien a tu lado, es mas sencillo cargar con el peso de los temores.
Eso es lo que nos vuelve mejores personas.



































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Un poco de Nadi para la banda. Personalmente soy fan de esta pareja; ¡La unión hace la fuerza, perros!.

¡Gracias por el tiempo de tu vida y hasta el próximo capítulo, compadre!.

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