| 58 | Rito
La mañana era tranquila y el sol asoleaba agradablemente todo lo que sus rayos de luz cubría.
Ubicada en el patio de un templo japonés, con diseños arquitectónicos muy peculiares y simbólicos, una hermosa jovencita, vestida con kimono, meditaba al lado de la fuente del templo. Mantenía los ojos cerrados y la concentración al máximo, fija exclusivamente en sus pensamientos. Claramente podía escuchar el agua de la fuente mecerse gentilmente al compás de una danza acuática entre los peces.
- Wendy-chan-lo llamó una voz adulta y madura. La jovencita, Wendy, abrió los ojos y dirigió su vista marrón a la mujer senil que caminaba hacia ella desde el templo.
- ¿En que puedo servirle, Ultear-san?-preguntó Wendy colocándose en la pose más respetuosa dictada por el templo y su creencia.
- Necesito que vengas conmigo. Hay algo de lo que debemos hablar-indicó cambiando a un semblante serio.
Wendy se levantó y, detrás de Ultear, siguió a la mujer hasta el interior del templo.
Ultear deslizó la puerta de la habitación principal del templo y ambas ingresaron. Dentro los esperaban un par de hombres, uno maduro y otro joven. Wendy los miró extrañados pero no sentía miedo.
Si había algo que aprendió con Ultear era a no temer ni juzgar precozmente.
- Buenos días, Ultear-sama, Wendy-san-saludó el hombre joven inclinándose hasta quedar con la frente en el suelo. Eso era una reverencia respetuosa.
- Me alegra verte, Natsu-kun. Has crecido mucho desde la última vez, y debo decir que te has vuelto un jovencito muy atractivo-halago la señora Ultear jubilosa y amable. La edad traía sabiduría, tanto mental como emocional.
- G-Gracias...-respondió Natsu, apenado. Un pequeño rosado se pintó en sus mejillas por sus palabras.
- ¿Entonces ella es Wendy?-preguntó el hombre maduro, un hombre de cabello rojo y mirada penetrante capaz de imponer sobre cualquiera.
- Por supuesto-asintió paralelo a su respuesta verbal-. Tiene 13 años-agregó.
- Generalmente no debería tan joven, pero creo que podría estar bien-habló el pelirrojo pensativo y con su mano sobre su mentón.
- ¿De que está hablando?-preguntó Wendy sin alcanzar a comprender sus palabras.
- Wendy, el es Igneel Dragneel, el patriarca de un templo afiliado a nosotros-reveló Ultear para su información-. Y, como dije antes, el es Natsu Dragneel, hijo de Igneel y tu futuro prometido.
Wendy quedó perpleja tras oír esas simples palabras.
Prometido... Prometido.... Prometido... Eso significaba que debía casarse con el, besarse con el, abrazarse con el y hacer... Bebés con... El...
- ¿¡Que!?-por primera vez, en mucho tiempo, Wendy estaba alterada.
- Se que es muy repentino, pero esto es necesario-argumentó Ultear guardando la calma.
- ¿¡Como puede ser necesario algo así!?-gritó Wendy. Ultear no sabía cómo responderle.
- Yo puedo responder a eso, Wendy-san-intervino Igneel. Wendy puso toda su atención sobre el-. Desde la era del Rey Dragón, cuando nuestro credo fue creado, se acordó, entre las diversas facciones elementales, que para mantener y hacer prevalecer a la auténtica sangre de dragón se debían formar matrimonios entre los jóvenes integrantes de los templos de cada facción. Se buscan los atributos elementales mas compatibles y desde ahí se asignan los matrimonios-explicó relatando la historia del credo en el que creían-. Existen 4 facciones que sobresalen de entre todas las demás, las cuatro facciones que representan a los principales y mas poderosos elementos usados por los dragones: Fuego, agua, tierra y viento. Wendy, tu madre, Grandeneey, es una descendiente de la sangre de los dragones del viento, por lo tanto llevas el poder del viento dentro de ti. Y Natsu, mi hijo, es descendiente de la sangre de los dragones de fuego. Fuego y viento son elementos altamente compatibles y al ser ambos sangre de las 4 grandes facciones, pueden crear una descendencia no sólo sana, sino también muy poderosa y pura en su totalidad. No tienes que hacerlo si no quieres, pero por eso te lo pido, Wendy-san-delante de todos, sin importarle su orgullo como patriarca, Igneel se inclinó frente a Wendy-. Por favor, Wendy-san, acepta a mi hijo y ayúdanos a mantener la orgullosa sangre de los dragones-fue su petición a Wendy. Todos, incluso Ultear, estaban anonadados por las acciones de Igneel.
El tiempo se detuvo para todos a excepción de Wendy, quien sufría un debate mental.
Ella tenía sólo 13 años, era sólo una niña. El matrimonio no se escuchaba mal, en absoluto, pero quería esperar a tener más edad y a tener más......... Encanto delantero. No obstante las palabras de Igneel realmente le llegaron al corazón. Se sentia como un llamado del deber, uno al que debía responder. Su mirada se posó en Natsu y sus mejillas se pintaron de rosa. Natsu era de verdad muy lindo. ¿Cual era el camino que debía tomar?
- Aceptó-respondió con seriedad y firmeza. Igneel se levantó y dirigió una mirada a Wendy, una mirada de gratitud absoluta.
- Arigato, Wendy-san-volvió a levantarse y posarse sobre sus rodillas, sonriendo agradecido.
Después de una corta conversación entre los adultos Igneel se retiró de vuelta a su templo, en donde debía atender otros asuntos.
Como parte de la tradición, Natsu debía quedarse y convivir con su prometida antes de la ceremonia nupcial, la cual seria dentro de 3 meses.
***
El viento soplaba con gentileza, moviendo las hojas y acariciando suavemente el pasto del patio trasero del templo, el lugar favorito de Wendy.
La chica de cabello azul estaba sentada en el pórtico trasero del templo, mirando el cielo azul con mucha atención, pérdida entre sus pensamientos.
Hoy el cielo estaba despejado, un ambiente apropiado para pensar.
- Hola-saludó Natsu pasando por la puerta.
- Buenas tardes, Natsu-san-saludó Wendy girando el cuerpo en su dirección.
- ¿Puedo sentarme?-preguntó señalando todo el espacio libre en la banca del pórtico.
- Claro-accedió algo nerviosa. Todavía no se adaptaba a esto.
Natsu tomó asiento y Wendy se devolvió a su posición original. Ambos miraban el cielo azul sin decir nada. Así por varios minutos, que para Wendy parecía una eternidad.
Habían pasado 5 semanas desde que aceptó a Natsu como su hombre, pero todavía no se adaptaba a tener uno. Todavía se ponía nerviosa en compañía de un chico tan lindo y amable, que merecía algo mejor que ella.
- Fuiste muy amable por aceptar la petición de mi viejo-finalmente rompió el hielo. Wendy lo volteó a ver sin entender la razón de sus palabras-. Jamás, en toda mi vida, ví a Igneel inclinarse de ese modo ante nadie. Por lo general te rompe la cara antes de siquiera negociar-el río levemente con una carcajada pequeña. Wendy también tuvo una risita. Era simpático-. Pero puedo entenderlo, después de todo, era el sueño de mamá-confesó tornando su voz a una nostálgica.
- S-Si puedo saber... ¿Como era su madre, Natsu-san?-preguntó con mucha sutileza. Era experta en la lectura empática y sabía que los padres eran un tema delicado para todos, sin excepción.
- Por supuesto. Eres mi mujer después de todo, es justo que sepas sobre tu suegra-bromeó y luego dijo con gentileza. Wendy, de nuevo, se sonrojó por sus palabras-. Oka-san era una mujer muy hermosa y un amor de persona; era la dulzura y el amor personificados en un solo cuerpo. Tenía un hermoso cabello rosado y estaba realmente enamorada de mi viejo-soltó una risita-. Y su mayor deseo era ser abuela. Por desgracia, ella supo que ese sueño no se cumpliría por que falleció cuando yo tenía 9 años, muy joven para el matrimonio-reveló bajando la cabeza. Hablar de eso le generaba mucha nostalgia y tristeza.
Sintió algo pegarse a su brazo. Era Wendy; se aferró a su brazo con fuerza y su cabeza estaba recargada en donde podía alcanzar.
- ¿Wendy?-preguntó confundido por lo que estaba haciendo.
- Siento mucho tu pérdida, Natsu-san-escuchó que dijo. Iba a hablar, pero su prometida se le adelantó-. Siento que su madre se fuera cuando era tan pequeño, pero, incluso si no estoy a su altura, yo seré la siguiente mujer en tu vida. Voy a cuidar de ti; te cocinare, te curare, cargare y cuidare a tus hijos hasta que la muerte nos separe, Natsu-san. Lo prometo-elevó la vista, mostrando que en sus ojos habían pequeñas y sinceras lágrimas. Algo dentro del corazón de Natsu provocó un vuelco enorme sólo con verla.
- Gracias, Wendy-dijo Natsu tomando su mentón y elevando su cabeza para que pudiera verle a los ojos-. Eres muy linda, Wendy...
- Natsu-san...
Bajo el cielo azul, con las nubes y el viento como testigos, sellaron su pacto eterno con un beso, el primero para ambos.
***
- Con este anillo te pido que seas mía. Bajo mi ala y mi lado, no permitiré que sufras ni seas dañada. Mi alma, mi corazón y todo mi ser te pertenecen ahora. Gracias por convertirte en mi esposa, Wendy Marvell-tomó su mano con delicadeza y la elevó para poner en su dedo el anillo dorado decorado con un rubí en forma de una flama.
Se miraron a los ojos por segundos. Los ojos de ambos brillaban de un modo único y especial, reflejando el deseo que tenían ambas almas de unirse por siempre.
Ahora era el turno de Wendy.
- Con este anillo me vuelvo tuya, y tu te vuelves mío. Bajo mi ala y a mi lado, no permitiré que sufras ni seas dañado. Mi alma, mi corazón y todo mi ser te pertenecen ahora. Gracias por convertirte en mi esposo, Natsu Dragneel.
Sellaron el pacto con un beso, uno muy especial y cálido que duró por varios segundos.
Al separarse volvieron a enlazar sus miradas y las mejillas de ambos se pintaron de rosa.
Gritos de alegría y júbilo llenaron el lugar de la ceremonia mientras la pareja abandonaba la misma.
Había otro asunto que la pareja debía atender, un asunto de vital importancia y que no se podía postergar.
***
La pareja de recién casados, finalizada la ceremonia, se dirigió a la habitación que ahora compartían como pareja.
Natsu cargaba a Wendy, ahora su esposa, por todo el pasillo hasta llegar a la puerta y cruzar el umbral con ella en brazos.
La depositó suavemente en la cama matrimonial de la habitación y con igual delicadeza se posicionó sobre su cuerpo.
Se dieron un beso con cierto toque apasionado y al separarse sus ojos conectaron brillando de un modo excepcional.
- Wendy...-sus mejillas rojas, su corazón latiendo a mil por hora y los nervios palpables en su voz. El también tenía vergüenza.
- Natsu-san...-ella también se sentía de ese modo, pero estaba determinada. Este día no sería detenido por su timidez.
- ¿Estas segura?-necesitaba oírlo de sus labios. Realmente necesitaba escucharla. Tenía miedo y necesitaba deshacerse de él, y este era el medio para ese fin.
- Más que segura, estoy lista, Natsu-san. Quiero llevar en mi vientre a tu bebé, que sera nuestro hijo-dijo con toda seguridad. Su labio temblaba pero no flaqueo. Natsu finalmente alcanzó la paz interior y se dio el valor para proseguir.
Otro beso, esta vez mas apasionado, abrió el camino a la experiencia más grande de ambos como cónyuges y como seres humanos también.
Bajó el rostro a su cuello y empezó a repartir besos fugaces por toda su extensión hasta la clavícula. Los suspiros y jadeos de Wendy eran como música para sus oídos y le generaban cosquillitas ahí abajo.
Las manos de Wendy acariciaban su espalda e intentaban retirar la ropa de su esposo. Ella también podía tomar la iniciativa si se lo proponía.
- Permíteme-notando que Wendy tenía dificultad para lograrlo, Natsu se quitó la ropa, excluyendo el boxer para el final.
- Oh...-su rostro se tornó extremadamente rojizo al verlo. Era la primera vez que veía uno.
- Por favor, no me veas así-pidió Natsu con pena. Sus mejillas rojas demostraban ese hecho-. Yo también me siento apenado, así que, por favor, no me mires tan fijamente...
- ¡Lo siento, Natsu-san!-chilló Wendy tapándose el rostro con ambas manos.
Natsu, todavía apenado, volvió a besar a Wendy luego de quitar las manos de su rostro.
Los besos fueron subiendo de tono y entre el calor de la pasión una cosa llegó a la otra y Natsu retiró las prendas de Wendy hasta que únicamente vestía su ropa interior, un cordial conjunto blanco propio de una mujer virginal.
- Te ves adorable, Wendy-halago tomando su rostro entre sus manos-. Te amo-dijo las palabras mágicas para, acto seguido, poseer nuevamente sus labios.
- Yo también te amo, Natsu-san-respondió Wendy al separarse del beso.
Natsu, como pudo, retiró el sujetador de Wendy dejando al aire sus senos-. Discúlpame que sean tan pequeñas. Estoy en crecimiento-dijo Wendy avergonzada.
- Así estas perfecta-susurró juntando su frente con la de ella-. Demos el último paso juntos, Wendy.
Volvió a besarla para darle seguridad. Sus manos, simultáneamente, tomaron los bordes de sus bragas y fueron jalando hasta retirarlas de su cuerpo.
Ahora estaban parejos. Y ya sólo quedaba una cosa por hacer.
- Si sientes dolor, o empiezo a dañarte, procura decírmelo y me detendré-indicó con voz gentil. Sus manos tomaron sus mejillas y las acariciaron con sus pulgares para relajarla.
Posicionó su pene sobre la entrada de Wendy e introdujo la cabeza suavemente hasta meterla. Comenzó a empujar para introducirse completamente dentro de Wendy hasta que toda su virilidad entró en su vagina. Pudo sentir el cuerpo tembloroso de Wendy y escuchó un chillido agudo provenir de su boca. Esa era la clara señal que indicaba que Wendy acababa de ser desvirgada.
- Duele...-gimió sintiendo un agudo y extremo dolor luego de que Natsu se introdujera por completo en ella.
- No me movere. Sólo necesitamos unos minutos; ya pasara-al finalizar sus palabras volvió a besarla. Era su manera de distraerla del dolor de la primera vez.
Y justamente, pasados algunos minutos, el dolor se disipó dando lugar al placer.
Natsu comenzó a moverse en delante hacia atrás mientras la besaba ferviente. El cuarto nupcial era llenado por los gemidos que la pareja soltaba perdidos en la lujuria y el placer. Para ser su primera vez, lo estaban disfrutando mucho.
- ¡Wendy!/¡Natsu-san!-gritaron al unisono cuando el clímax llegó en forma de orgasmo doble.
Natsu la lleno con su semilla y cayeron rendidos.
Completado el trabajo, sólo hacía falta esperar para que la naturaleza hiciera su trabajo.
***
- Buenas tardes, Igneel-san.
- Hola, viejo-saludó elevando la mano detrás de su esposa.
- ¿Como te siente, Wendy? Se que el embarazo puede ser difícil-le preguntó a Wendy, ignorando a su hijo.
- Ha sido difícil, especialmente en el humor y los antojos, pero... Me llena de júbilo saber que pronto nacerá este pequeño o pequeña-dijo Wendy con alegría y con ambas manos sobre su abultado vientre de 6 meses.
La luz de la prosperidad, por causa de la sangre nueva que pronto llegaría, brillaba sobre el templo mayor de los dragones del viento.
Sin duda algún, sería una nueva gran generación.
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Dedicado a: Oppresso
Espero que lo hayas disfrutado.
Y aún que no lo crean, esto puede pasar. Si algún día les arreglan un matrimonio no se pongan tan roñosos y traten de hacer que funciones. Uno nunca sabe; podría ser mejor de lo que piensan y ser muy felices.
¡Gracias por el tiempo y la atención prestadas a la lectura! Y sin más que agregar, hasta la próxima.
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