| 52 | Emperatriz De Acero

"La fuerza de mi acero es reflejo de mi habilidad para derribar ejércitos en nombre de mis ideales y de los ideales de aquellos que necesiten de la fuerza de mi acero".

En las tierras más lejanas de Fiore, allá en las así llamadas "Colinas de Sakura" corría una vieja leyenda, nacida en los tiempos bélicos. Durante la, bautizada por las iglesias, "Noche de los monstruos", una confrontación entre humanos y demonios salidos de las entrañas del infierno que buscaban hundir el mundo en oscuridad, nació un guerrero con poder y habilidad sin igual, capaz de blandir hasta 200 Espadas y reducir legiones enteras de demonios en meras sopas de carne y sangre al gusto.

Al principio nadie sabía nada de este individuo, nada más que, además de una espada, portaba una armadura que lo ayudaba a combatir a sus enemigos.
No obstante, el tiempo y la atención de lo testigos se encargaron de dar a la humanidad otra característica de ese legendario Guerrero: Cabello color rojo escarlata.

Grande fue la sorpresa de toda la humanidad cuando, por voluntad propia, ese Guerrero reveló su verdadera identidad: Una mujer de cabello rojo escarlata.

— Mi nombre es Erza Scarlet, pero todos seres humanos, los demonios e incluso su Rey, puede conocerme como "La emperatriz de acero"—fueron sus palabras para la humanidad una vez que reveló su identidad a la misma, luego de liquidar al segundo comandante de las tropas del Rey Demonio y usar su cadáver sangriento como tarima para decir lo que debía decir.

Finalmente, al terminar la guerra, la "Emperatriz de acero" desapareció de la faz del Orbe. Literalmente no quedó ni un ápice de rastro para poder decir a donde fue.
Muchos dicen que murió, otros dicen que se oculta entre las sombras y vive entre las personas con otro identidad, y otros dicen, que está cautiva entre montañas y bosques. Pero, al final del día, da igual quien tenga la razón. Ninguna conjetura acertada hará que la emperatriz regrese a su trono entre los humanos a los que alguna vez protegió con ímpetu y espíritu.

***

El viento soplaba con gentileza, meciendo levemente a los árboles y a las hojas de los arbustos en aquellos prados montañosos, donde únicamente un alma se hacía presente en dicho lugar, bajo la claridad del cielo azul.

Que hermoso lugar. Se nota que sabes elegir bien tus aposentos, emperatriz de acero—habla por lo bajo, para si mismo, la única presencia en él pacífico y bello lugar.

Siguió su marcha por un tiempo más hasta caer la noche, llegando a una colina gigante y, extrañamente, de color plateado oscuro, mejor conocido como "Iron Hill".

Este individuo subió por la colina de hierro hasta llegar a la entrada de una cueva.
Ingresó y caminó por el pasillo frío y metálico hasta llegar al fondo, donde no estaba solo.

Hola—saluda el individuo.
— Rey Demonio...—responde Erza, la emperatriz de hierro, con cierto deje cuidadoso y frío—. ¿Has venido buscando venganza?—pregunta con una expresión dura y una voz hostil. Definitivamente mo era la clase de mujer con la que podías jugar.
En absoluto—responde calmado—. No hay nada que me interese menos que unos meros peones del tablero de mi juego oscuro en contra de la humanidad y las otras razas—responde burlesco, sin darle más categoría a algo que no lo merecía.
— ¿Entonces a que has venido?—pregunta del mismo modo que antes.
Quería felicitarte personalmente, ya que me has derrotado. Lograste reducir a mis comandantes a simples recuerdos. Bien hecho. Ahora no tengo más opción que rendirme y volver al Inframundo. Paz y amor—dice dándole un beso a su puño y elevando después con dos dedos estirados.

Al darse la media vuelta, dispuesto a irse, E.N.D. fue interceptado por una hoja de acero que emergió del suelo. Podía ver perfectamente su reflejo, y el de la emperatriz de acero levnatada de su trono, en la hoja plateada del arma blanca.

¿Sucede algo?—pregunta mirando sobre su hombro.
— Si—responde a secas—. Sucede que no me sentiré satisfecha hasta que todo el Inframundo haya caído asesinado bajo el acero de mi espada. Tu eres quien encabeza y, al mismo tiempo, falta en mi lista—habla fríamente—. Espero que puedas entenderlo, Rey Demonio—dice desenfundando lentamente una espada de su espalda.
Claro que lo entendió—afirma del demonio—. Y supongo que no hay otra salida, ¿Verdad?—pregunta devolviendo la mirada hacia adelante.
— No, me temo—asegura sacando el arma de su espalda por completo.

Con su brazo cubierto de fuego, el Rey Demonio detuvo la hoja de Erza quien había lanzado un rápido corte.

La emperatriz pateó el abdomen de su oponente haciéndolo retroceder para poder lanzar otro corte a un costado, que fue bloqueado por la capa llameante de E.N.D., quien respondió con una llamarada de su puño.

— Deja de jugar y hazlo en serio—ordena Erza cortando las llamas por la mitad.
Parece que olvidaste que siempre fuiste mi debilidad, emperatriz de acero—habla nostálgico.
— Si te distraes, te mueres—sentencia Erza saltando hacia el y, con un movimiento de espada vertiginosa, logrando acertar un corte en un costado inferior de su torso.
— ¡UGH!... Vaya...—gime de dolor, escupiendo algo de sangre, cayendo sobre una de sus rodillas.
— ¡Ya te tengo!—grita saltando, de nuevo, por detrás de él.

El mismo se envolvió en un círculo de llamas negras y las alzó en forma de columna. La hoja de Erza se redujo a cenizas al contacto con las llamas, obligándola a retroceder.

— Finalmente te pones serio. Yo también lo haré—avisa, para luego ser cubierta por una luz amarilla que al disiparse deja ver a Erza cubierta por una armadura negra—. Armadura de la estrella negra de la constelación de fuego—nombra a su armadura para luego hacer aparecer la katana de la armadura.
¿Quieres ir con todo? No me opondre. Yo también daré todo lo que tenga—dice el Rey Demonio poniéndose de pie y cerrando la herida con fuego.

Su cuerpo fue imbuido en llamas negras, que adoptaron la forma de alas, garras y cuernos, que se dividieron y colocaron en zonas específicas de su cuerpo.

Ambos saltaron uno sobre el otro y dieron un gran choque de poderes, pasando uno del otro y quedando varios metros entre sí. Segundos después, E.N.D. cayó al suelo y las llamas en el empezaron a dispersarse mientras un charco de sangre se formaba bajo su cuerpo.

— Corte estelar: Estrella fugaz incandescente—dice Erza con la mirada cubierta por su flequillo.

Antes de darse e ir hacia el Rey Demonio, Erza disipó la armadura y la espada, volviendo a su forma original.
Se acercó hasta el demonio al que acababa de derrotar y lo miró con una expresión rara, como de enojo y tristeza mezcladas.

— No fuiste con todo—dijo molesta.
Dije que daría todo lo que tenía, pero no tenía mucho—confiesa con voz agonizante.
— ¿De que hablas?—pregunta, poniéndose en cuclillas, sin entender a qué se refería.
Son rosas con un estampado de una fresa. Se ven adorables en ti—dice mirando bajo la falda que llevaba puesta. Como consecuencia, recibe un golpe en la cabeza y Erza vuelve a ponerse de pie, sonrojada—. No ocultas nada que no haya visto antes, emperatriz de acero—vuelve a hablar.
— Mejor cállate—ordena Erza.
— *Risita* Siempre fuiste muy tímida en el aspecto sexual, incluso conmigo, a quien le entregaste tu primera vez y tu cuerpo por completo, lo fuiste—dice recordando los viejos tiempo, cuando ella servía para el.
— Ya lo había olvidado, pero si, siempre he sido muy tímida—confiesa reconociendo ese aspecto de ella.
¿Has estado con algún humano desde que te fuiste?—pregunta queriendo saber. No era por celos, sólo sentía curiosidad—. Yo estuve con Miles de mujeres desde que te fuiste.
— No. No he estado con ningún humano varón. Como te dije alguna vez cuando servía para ti: "Tu eres, y siempre serás, el único hombre dentro de mí"—responde sinceramente, ignorando lo último que dijo.
¿Entonces por que te fuiste? Jamás alcance a entender por qué lo hiciste. ¿Por que dejaste de servir para mi? Por mucho que busqué, jamás halle una mujer con un trasero tan lindo como el tuyo—revela con la voz cada vez más apagada.
— Celos, supongo. Me molestaba que mi madre invadiera mi trabajo y me hizo explotar en ira cuando supe que le hiciste el amor. Sabía que, eventualmente, le haces el amor a todas las mujeres comandantes o guardianas personales que tienes, pero con ella fue diferente. Me sentí traicionada y me sentí especial. Me sentí como si de verdad me amabas—hablaba con voz quebrada. Apretaba sus puños con furia, mientras luchaba por contener las lágrimas.
No estuviste del todo equivocada—confesó, ganándose la mirada perpleja, y la atención, de Erza—. Es cierto que alguna vez experimente eso que los humanos llaman "sentimientos", y que los sentía por ti. Pero jamás dije nada por que era el Rey Demonio y debía ser profesional. Y sobre lo otro, en eso si te equivocas. Nunca lo hice con Irene. Admito que hubieron algunos besos, y que me la chupó en un par de ocasiones, pero nunca fue nada especial. Nunca sentí nada especial al hacerlo con mis comandantes. Ni siquiera con Seilah, Minerva, Mavis o Lucoa, que han sido las mejores comandantes y amantes, he sentido algo especial. Tu eras la única con quien me sentía realmente a gusto cuando lo hacíamos. Incluso consideré casarme y hacer una familia contigo. Seguramente Irene te dijo eso para molestarte, pero fue mentira.
— Aún así...—interrumpe Erza—. Yo había tomado la decisión hace mucho: Si no eras mío, no serías de nadie. Fue por eso que me revele contra el Inframundo y derrote a las que algunas vez fueron mis compañeras de trabajo, Hermanas de Harem y acompañantes de orgias, por un capricho mío y mis problemas maternales—confiesa avergonzada, avergonzada de que todo lo que decía su madre sobre ella era verdad.
Fue un placer conocerte, Emperatriz de acero, la única mujer de mi corazón—fueron las últimas palabras del Rey Demonio para luego morir.

Erza se dió la media vuelta y se marchó del lugar, pues ya no tenía nada que hacer allí.

Aún quedaba alguien con quien zanjar asuntos y con "ella" no existirá piedad una vez que estén frente a frente.































































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Bueno... Espero que les haya gustado.
Esto me salió, todo, al improviso.
Recordé que había descargado la imagen y únicamente quería publicarla en algo, así que comencé a pensar cosas y a juntarlas, a ver qué salía.

¡Gracias por el tiempo y el interés prestados a la lectura! Y sin más que agregar, hasta la próxima.  

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