03

❝ ¡no estás soñando! ❞


                             SAM Y BOBBY estaban sentados en la mesa. Lola daba vueltas mientras les contaba casi todo en un resumen apresurado. Sam usaba su mano para acuñar su rostro, pensando seriamente en lo que le contaba. Bobby pensaba en llevarla a un psiquiátrico.

—¡y justo estaba pensando en cuando Dean despertó del infierno cuando fui al cementerio cajeta ese! Que ya les dije que fue donde las dos nenas escalofriantes del orto me hicieron cagarme hasta las patas. —apoyó sus dos manos abruptamente en la mesa y sonrió, agitada.

Lucifer apareció, saliendo del baño y sonrió.

—ya despertaste, buenísimo. Por cierto, que buen baño, Bobby —le guiño el ojo y después miró a su amiga —este esta siendo de mis sueños más largos.

Lola río, su corazón iba avanzado, en un tamboreo constante que parecía dar saltos más altos con cada segundo. Sus manos cosquilleaban y quería empezar a gritar. No le cabía en el cuerpo la emoción. No, no estaban soñando. Ella sabía que no. Una cosa era un sueño realista, otra era eso. Pasaba los límites de sus sueños. Sabía que era real como el corte de su mano vendada.

—espera. —Sam llamó la atención de Lola, procesando lo que le dijo. —¿dijiste que mi hermano vuelve del infierno en tu programa? —susurró confundido.

—Dean y vos son cucarachas, Sam. Mueren y reviven todo el tiempo. Peor que Peter Hale. Me gaste lagrimas eternas en ustedes, aún que me dicen que yo lloro por todo —río divertida —¿hace cuanto murió Dean?

—tres dias.

Las palabras de Bobby, serias, azotaron a Lola que formó una "o" con su boca. Cambiando su semblante a uno triste. Su luto era reciente. Estaban sufriendo la pérdida de Dean en esos mismos instantes.

—lo siento mucho. —murmuró compartiendo una mirada con Lu —pero va a volver. Se los prometo. En cuatro meses.

—¿a qué te refieres? —Sam la miró sin gracia.

—okey, vi muchísimas películas y series con esto. Así que sé qué hay cosas que no les podemos decir por su bien, pero puedo decirte que Dean va a volver. No sé exactamente qué día, ni dónde... —susurró pensativa —pero sé que vuelve.

—¿es un mal chiste? —Sam bufó —¡me acabas de decir que nosotros para ustedes somos un tonto programa de televisión, que nos vieron cuando mi madre, mi padre, Jess y Dean murieron! —se levantó, comenzando a reír cínico —¿y que no vas a decirnos más? ¿Sabes lo loco que suena?

—voto a favor de Sam ¿por qué no le decimos? Este es el momento donde no tenemos que dejarlo acercarse a la zorra de Ruby —Lucifer le dijo a su amiga y Lola le dio un golpe en las costillas para que se calle —¡auch!

—¿conocen a Ruby también? —cuestionó Sam.

—estamos en la... cuarta temporada si no me equivoco. —Lola les dijo, tratando de hacer memoria —Sabemos que Ojos Amarillos estiró la pata, pero hay más quienes quieren su cabeza. En especial la tuya —miró a Sam que no podía terminar de comprender —si te lo decimos, temo que nos mate un rayo ahora mismo.

Miró hacia el techo, buscando el cielo. ¿Y si Castiel también estaba por allí? Se mordio el interior de sus mejillas, pensando en que si no estaba arriba, estaba en el infierno, tratando de llegar a Dean. Tal vez eso es lo más cerca que estaría de ellos. De la idea de que existan.

—bueno, al fin podríamos despertar si eso pasa —Lucifer se quejó.

—¡no estás soñando! —le dijeron los tres al coro y Lucifer bufó.

—ay, ajá —se alejó a ver los libros. Ella estaba convencida de que estaba en un sueño.

—escuchen... —Lola la ignoró para llamar la atención de los dos hombres —tienen que confiar en nosotras. No se cuanto tiempo estemos acá, pero lo suficiente para que sepan que no deben confiar en Ruby o en Lilith.

—son demonios, no confiaríamos en ellas —Bobby obvió. Lola hizo una mueca y miró a Sam que se señaló, incrédulo.

—en la serie... decis no confiar en ella, pero si Ruby te dice salta... vos vas y saltas.

—y comparten saliva y fluidos.

—¡Lucí! —Lola la calló, girándose a verla, molesta.

—¡eso no es cierto! —Sam se apresuró ante la mirada de Bobby.

—aun. —dijeron ellas el unísono.

—ustedes no pueden saber eso. —obvió Sam.

—Sam, sé que tuviste un perro llamado Bones del que ni Dean sabe —Lola alzó su dedo índice, descolocando al mayor —su día de acción de gracias, de pequeños, era comer pollo frito en baldés. En navidad, le regalaste a Dean un collar con un talismán que él jamás se sacó desde entonces. Ni cuando pelearon.

Rodeó la mesa, para caminar hasta estar frente a él. Le sacaba una cabeza y media de altura. Ella maldecía los genes argentinos donde la argentina promedio no pasaba el metro sesenta. Lucí si. Para su suerte.

—sé que amas a tu hermano, y sé cómo murió. —bajo la voz. Al igual que sus ojos.

Lola había visto supernatural en el exacto momento en que precisaba verlo. Estaba tan enamorada de su vibra, sus personas, su historia, de todo. Amaba a Dean de una forma que atravesaba la pantalla, lloró noches cuando vio la escena en que los perros del infierno lo lastimaban hasta matarlo. Sus ojos se cristalizaron como si incluso su memoria muscular volviese a sufrir por el recuerdo vivo que llegó a su mente.

Estaba cerca de Sam en esos instantes, estaba allí con él, y él había visto eso en persona. Cosa que le provoco tanto dolor que se mordió el labio inferior para no sollozar. Luego volvió a mirarlo, Sam respiraba aturdido.

—y sé que va a volver. Cuatro meses. Cuatro meses y verás que tenemos razón. Ya te di pruebas. —se limpió antes de derramar lágrima alguna y retrocedió —podemos ayudarlos en lo que necesiten. Pero... también necesitamos su ayuda.

—¿ah, si? ¿En qué? —Lucifer cuestionó.

—Donde dormir. —Lola respondió.

—apuesto a que en dos minutos más vamos a despertar...

—sh, sh —Lola alzó su mano para Bobby y Sam que comenzaban a exhasperarse —dejen que lo descubra sola. Consigan pastillas, para sus posibles ataques cuando se dé cuenta.

Bobby se levantó a regañadientes para ir a hacer unas llamadas, mientras que Sam se dejaba caer de nuevo en la silla. Lola movió la suya hasta sentarse a su lado y Sam la observó, viendo de soslayo a Lucifer jugar con unos cuchillos que encontró, sabiendo que era muy probable que se sacaría un ojo sola.

—¿tienes una computadora o algo? Tal vez haya algo que nos diga cómo acabamos aquí. —pidió tímidamente, bajando la adrenalina de su cuerpo. Sam asintió.

Pero no podrían volver, no ese día. No en cuatro meses. Algo más allá de su entendimiento las llevó a ese universo por alguna razón específica. Las querían allí.

Su Dios pudo haberlas abandonado en ese cementerio, a manos de esos dos espíritus de las niñas y de la bestia, pero alguien evitó eso. Alguien las salvo y las llevo allí. Ahora, era su turno de hacer un movimiento.


AL TERCER día, solo al tercer día, cuando Lucifer vio que Lola estaba pegada a la computadora, a Sam y a Bobby, buscando respuestas sobre los cambios de universo, se dio cuenta que probablemente no estaba soñándo. Que era real y que no estaba en su casa, su bello país o siquiera su mundo. Estaba muy lejos.

—Ahm, aquí dice que las personas aveces son sacadas de su tiempo o de su universo por un propósito mayor a base de pequeños detalles. —Sam leyó —por ejemplo, se dice que San Martín... en realidad era del futuro. ¿Quién es San Martín?

—cuando no mi país marcando historia. —Lola se llevó la mano al corazón y luego pico con su bolígrafo a Sam que se quejó —¿¡cómo que quien es San Martín!? Es un héroe nacional.

—si, bueno, no estás en tu nación —obvio el castaño y le quito el bolígrafo —¿crees que pueda ser eso? Tal vez vinieron a cambiar algo.

—Puff, si claro. Como si una traumada y una trastornada pudieran hacer un mísero cambio en los planes que Dios tiene para ustedes. —se quejó quitándole el bolígrafo otra vez.

Sam iba a reclamar pero escucharon un llanto y se miraron confundidos. Juntos, asomaron la cabeza a la sala, y vieron a Lucifer llorar, sentada en el suelo, hecha bolita.

—¿Lu? —la llamó, preocupada.

—¡esto no es un sueño! —quebró en llanto más fuerte.

Sam y Lola volvieron a darse una mirada y suspiraron antes de seguir viendo la computadora.

—te dije que iba a caer tarde. —susurró victoriosa y Sam hizo una mueca.

—¿va a estar bien? —preguntó, escuchando de fondo a la mayor llorar.

—si, si volvemos a casa. —jugó con el bolígrafo. —no solemos ser el tipo de chicas intrépidas que se van de viaje solas. Yo a penas lo hice para ir a su casa. Además... tiene que rendir un parcial allá y...

—¡tengo un parcial! —escucharon a Lucifer llorar al acordarse que podría perdérselo.

—es muy importante. —continuó, ignorando a su amiga. —y estoy segura de que si sabíamos que íbamos a cambiar de universo, no hubiera elegido este.

—¿por qué? ¡Por qué! ¡¿Por qué en supernatural y no en the boys o the walking dead?! ¡Yo que fui medianamente buena con vos, señor!

—¡Dios, no! —Lola se horrorizó al imaginarse en una de esas dos series —esta es prácticamente dulce a comparación de esas. Es medio normal... aún que yo hubiera elegido diario de vampiros. —inclinó su cabeza de lado —¿por que acá y no en diario de vampiros? —miró arriba, reclamándole a Dios —¡pude tener a Stefan, Damon, Elijah, Klaus, Kol o Kai!

—¿a alguno mas? —ironizó Sam y Lola lo miró divertida. —aún me suena loco que seamos un show para ustedes. —se rascó la ceja.

—imagina estar en nuestros zapatos. —suspiró dibujando bocetos en una hoja.

Lucifer gritó y comenzó a llorar más fuerte y Lola soltó una risita mientras Sam ponía cara de espanto.

—no, no me lo imagino. —susurró antes de buscar más sobre el multiverso. —¿cómo es allá?

Lola se encogió de hombros, no quería hablar de eso. Lo había estado prolongando lo mayor posible. No quería llorar, pues lo haría únicamente porque estaba asustada de jamás poder volver al lugar donde pertenecía. Temiendo a los poderes divinos que la habían llevado allí. ¿Por qué, de las infinitas personas, ella? ¿Qué tenía de especial? Nada. Nada de nada.

—es como aca, pero sin saber del mundo sobrenatural. Es normal. —se encogió de hombros —En Argentina lo único que cambia es la economía de acá a dos mil veinticuatro. Y ni me preguntes qué números salen en la lotería para ganar ahora porque no veo esas cosas.

Sam río sin contenerse. Bobby entró en esos instantes, tapando sus oídos.

—¿ya se dio cuenta que no está soñando? —les gritó, aturdido.

—si. —respondieron al unísono.

—¿tienes sus pastillas? —le pidió Lola y Bobby se las arrojó —gracias, por cierto, ¿si tienes el cuarto de pánico abajo?

—si, ¿como...? —se calló a sí mismo y murmuró un "ja" al saber la respuesta. Lola río yendo a agacharse frente a Lucifer.

—que seas la mayor, significa que debes ser la responsable —le susurró esperando a que baje su llanto —tengo lindas pastillas calmantes para vos, y el cuarto de pánico de Bobby para que puedas gritar y desestresarte todo lo que quieras hasta que estés lista para afrontar la realidad.

Lucifer alzó la cabeza al instante, con sus ojos rojos al igual que su nariz. Lola le extendió su mano y le hizo una seña a los dos hombres para que la guíen al sótano donde estaba el tétrico y oculto cuarto seguro.

La dejaron allí y volvieron a subir, pudiendo oír cómo gritaba estresada. Bobby se ofreció a quedarse a vigilarla y lo agradecieron. Tomando turnos hasta que estuviera lista para darse cuenta que estaban muy lejos de casa.

La pelirroja se dejó caer en el sofá, frotando sus manos contra su rostro, estresada. A penas había podido dormir hasta el momento. Temía hacerlo. Se sentía tan perdida.

—te lo estás tomando mejor que ella. —Sam trató de reconfortarla.

—Es porque aún no tuve tiempo de estar sola. Sino ya hubiera llorado hasta dormir. —mordió sus uñas y Sam se sentó a su lado. —quiero mantener la calma lo máximo posible.

—eso es bueno... —se echo hacia atrás —Con Dean era turnarnos por eso.

Lola sonrió ante la mención del mayor. Jensen Ackles era su sueño ideal. Si lo veía, estaba segura de que le daría tal taquicardia que volvería a su universo en un ¡pop!. Podría explotar. No entraba en su cuerpo el amor que sentía por ese chabon.

—Nosotras también lo hacemos. Dependiendo la situación —se echo también hacia atrás —¿cómo estás con lo de Dean?

Se giró a verlo y Sam exhaló fuertemente.

—esperando esos supuestos cuatro meses... espero que tengan razón.

No sabía muy bien qué hacer, si abrazarlo o ya estaba teniendo demasiada confianza.

—¿sabes que nos va a alegrar a ambos? —se levantó de golpe y Sam negó, confundido —¡mate con bizcochitos!

—¿qué?

—¡eso! Vamos, agarra el auto y... —Se levantó pero se detuvo al recordar que destrozaron el Chevy con su caída —agarra un auto de Bobby y vamos a comprar. Cuando volvamos, prometo arreglar el auto de Dean.

—¿sabes arreglar autos? —preguntó, sin ánimos de levantarse.

—¡por su pollo! Mi papá, mi hermano y mi cuñado son locos fanaticos. Todos trabajaron o trabajan en un taller. Es ser mecánico o futbolista en argentina. —bromeó acercándose a tirar de la camisa de Sam —¡vamos! Levanta ese culo cazador y vamos a comprar.

Sam se levantó con desgana pero sonrió, aceptando. Después de todo, tal vez no sería tan terrible que ellas estén ahí.




—HACES ESTO así... y le pones la yerba. Esto lo acomodas para que sea una montaña y...

Bobby y Sam veían a Lola hacer el mate. Había estado seis horas buscando donde comprarlo, ya que en el pueblo no había, y obligo a Sam a ir a los lugares vecinos en busca de todo lo que necesitaba. Estaban en la puerta del sótano, donde Lucifer asomaba sus ojos por los barrotes para ver.

—ahora le ponemos la bombilla —le puso el sorbete —y el agua caliente. —sirvió. —¡taran! Esto. Mis amados caballeros. Es un mate. —lo mostró orgullosa —el primero siempre es amargo. A mi me gusta asi, pero a los primerizos siempre le ponemos azucar. Después, si tomas mate dulce, sos un culo roto. El mate es amargo —hizo un ademán y sorbió, bebiendo. —Uhm, es un elixir.

Volvió a servir y le pasó a Lucifer que sacó su mano entre los barrotes. Lola después le pasó unas galletas que tomó y eso pareció calmar a la Argentina que estaba mucho mejor que en la mañana.

—¿y se supone que eso lo tomas a la hora del té? —Bobby preguntó.

—sirve de desayuno, almuerzo, merienda... cena solo si no tenes ganas de cocinar y postre si lo sabes combinar. —le explicó Lucifer desde adentro, devolviendo el mate. —lo usas en cumpleaños, bautizos, todo todito. Como el sanguche de miga.

—y se comparte. —Lola volvió a servir —es lo más argentino qué hay. Se toma en ronda, fortaleces amistad. Es algo íntimo y social. Es hermoso. —parecía querer llorar al explicar la magnitud de esa bebida. Y se la tendió a Bobby.

Bobby lo tomó con duda, a penas habían conseguido la yerba y la bombilla, por lo que hizo esa bebida en un vaso de lata de Bobby. Demostrando que allí era algo casi inexistente.

—¿estás segura que no es marihuna con agua? —Sam preguntó y las chicas rieron.

—¡que no! Son solo yuyos. Podes ponerle café o cáscaras de limón o naranja, depende si queres ir rápido al baño —se burlo viendo cómo Bobby tomaba y se quejaba.

—¡está hirviendo! —se la tendió.

—no seas maricon —Lucifer se burlo, comiendo galletas. —después se acostumbran.

—Sammy, te toca.

Sam lo tomó con duda, pero él no tuvo tanto la reacción de Bobby aún que arrugó cómicamente la cara. Lo devolvió, asintiendo con complicaciones y ellas volvieron a reír.

—rico....

—mentiroso. —se burlo Lucifer —pero ya les va a gustar. Después no van a poder vivir sin él.

—esto, con galletitas y chusmerío, es la esencia Argentina. Así que, yo empiezo. —Volvió a servir mate —tengo dieciocho...

—¿¡tienes dieciocho!? —Bobby y Sam se descolocaron al unísono.

—¡ay, por favor! Se le nota en la cara de bebé. —Lucifer dijo desde dentro de su jaula.

—y Lucifer tiene veinticuatro. —señaló a su amiga que le guiño el ojo a Sam. —como tú, Sammy.

—¿cómo...? Claro. —se respondió a sí mismo y Lola le pasó un mate a su amiga. —el chisme no sirve si entonces saben todo de nosotros.

—no todo. —obvió Lola —solo algunas cosas.

La ronda siguió y los dos cazadores pudieron comprender al instante lo que eso hacía. Una bebida que se pasaba de mano en mano, que compartían junto a cosas triviales, creando una pequeña burbuja de tranquilidad. Era hasta satisfactorio.

Y una buena forma de matar el tiempo.

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