Vainilla + Cookies&Cream
Al fin vacaciones. Sábado por la noche y Shirota Mahiru permanecía en su departamento.
Mahiru no soporta el verano porque, simplemente tener uno o dos golpes de calor por semana llega a ser peligroso; Odia la temporada de lluvias, porque es imposible que pueda lavar toda la ropa y esperar que se seque por completo. Sin embargo, no puede tolerar la época navideña, por mucho que le guste observa la nieve cubrir todo con su pulcro manto.
El problema radica en la temperatura -0°. Su compañero de piso, Misono, suele decirle que es como una flama en extinción en éstas fechas. Y tal vez tenga razón, ya que se siente desfallecer cada que el termómetro baja otro grado.
Se encontraba sentado en el alfombrado suelo, frente a la chimenea y cubierto de pies a cabeza con, al menos, cinco mantas. Estaba sólo, ya que Misono se había ido de vacaciones con su novio dos años menor. Mahiru lo molesta siempre que tiene la oportunidad con aquello de que, aunque Tetsu es menor y aún va en preparatoria, se ve claramente mucho mayor que Alicein.
Chiste que no le conviene mucho ya que él mismo se ve insignificante junto al rubio.
Se encogió de hombros y refunfuñó cuando escuchó el timbre del horno en la cocina ya que por fin había logrado un poco de calor.
Se levanta lloriqueando cuando una fría brisa le hace temblar de pies a cabeza, erizandole la piel.
El puchero no abandona sus labios hasta que llega a la cocina y el aroma a pastel recién horneado le llena los sentidos. Despertando un hambre voraz que no sabía tener, pero que era lógico ya que no a comido absolutamente nada desde el almuerzo.
Mahiru se frota las manos frente al horno abierto, una vez que el postre espera en la encimera de granito.
Huele muy bien. Ojalá le guste...
Suspiró, notando como el aliento se transformaba en una especie de humillo blanco a causa de la baja temperatura. Por alguna razón le hizo gracia. Me estoy evaporando.
El sonido de golpes llamando a su puerta lo distrajo de su labor para preparar té. Sintió otro escalofrío que ya nada tenía que ver con el clima congelante. Observó el reloj de pared antes de abrir la puerta. Media noche, exactamente.
Como cada fin de semana.
Se detiene frente a la puerta con la mano en la manija, repentinamente nervioso. No necesitaba abrir para saber quién era su visitante nocturno. Había aprendido a distinguir su aura desde el instante en que la suya y la de él se convirtieron en una sola por primera vez.
Respiró profundamente, intentando llenar sus pulmones, aún si el aire se sintiera como hielo raspando su garganta. Giró el pomo y abrió la puerta.
No tenía palabras. Simplemente no hay palabras para describir al atractivo ser frente a él.
Apoyaba un hombro en el marco de la puerta, tenía puesta una playera negra bajo una chaqueta de cuero azul eléctrico y jeans oscuros. Sus fascinantes ojos grises, cual hierro sólido, miraban un punto perdido entre el espacio y la pared, traía el cabello color cielo -recién teñido- algo húmedo, con su usual look de "Hoy no me peine, mañana tampoco".
Se veía tan pensativo y serio. Aunque conociéndolo como lo conoce, lo más probable es que esté pensando en la almohada más cómoda del mundo o en el videojuego que saldrá a la venta el próximo lunes. Ni siquiera parecía haberse percatado de que la puerta estaba abierta.
MahiMahi se mordió el labio para no decir algo y distraerlo de su ensueño. Dándole a él tiempo para devorarlo con la mirada.
De repente sintió que le faltaba el aire. Se sofoca al recordar todo lo que hacen juntos las noches como ésta. Es entonces cuando se sonroja y desea estrellarse la frente contra la puerta. No es como si siempre tuvieran que terminar desnudos y en la cama, ¿no?
O en cualquier superficie plana y acolchada.
Lo cierto es que no hay palabras que justifiquen la situación. Es decir, ¿qué más pretendía un chico universitario de 22 años a esas horas de la noche, yendo hasta su apartamento? ¿Una taza de azúcar? En absoluto. Ni siquiera viven en el mismo edificio.
La verdad es que se ha convertido en un constante para ambos. Todo desde aquella noche de tormenta, en la que Kuro no pudo regresar a su casa debido al mal tiempo. Y no supieron si fue el calor del momento o el exceso de chocolates rellenos de Whiskey, pero terminaron desnudos en su habitación, haciendo el amor hasta el amanecer. Y eso que Mahiru no había probado, si quiera, las golosinas.
No es algo de lo que Shirota pueda mostrar arrepentimiento porque, muy a pesar de que considera un problema arrepentirse de sus acciones, no es algo que no hubiera deseado. Después de todo le ha entregado algo más que su primera vez a Kuro. Su alma le ha pertenecido desde hace mucho.
Desde esa tarde que él iba medio dormido después de un mes completo de exámenes, proyectos y actividades en la Universidad, caminando como zombie por las calles de Tokio no se percató de que la luz verde peatonal había cambiado y estuvo a punto de ser arrollado por un camión de helados. Kuro lo había quitado del camino, halándolo de la playera consiguiendo que ambos cayeran al suelo.
"—Mira que eres un ser humano problemático..." fue lo primero que le dijo.
¿Habría sido obra del destino? ¿O quizás simplemente lo inevitable de la vida?
O un chiste de muy mal gusto por aquel que rige todo en la vida.
Fuera lo que fuese, él y Kuro se volvieron amigos demasiado rápido. En diferentes facultades, pero en la misma universidad, se veían con mucha frecuencia. Llegando a comer juntos casi todos los días, porque MahiMahi se preocupaba de verlo comiendo siempre chucherías insalubres.
Kuro era extranjero y se había mudado con su padre adoptivo y sus siete hermanos a Japón desde que él comenzara la carrera de literatura. Era la persona más perezosa en la faz de la tierra y sin embargo, era un estudiante modelo con excelencia en todas sus clases. Era mayor que Mahiru por dos años.
No tenían secretos. Eran confidentes en todo.
O casi todo.
Después de que MahiMahi descubriese que se había enamorado de su amigo, decidió que nunca jamás se lo confesaría. Y había conseguido mantener su resolución.
Hasta esa noche que el de mirada gatuna había llegado con chocolates, videojuegos -y una que otra película patética- a hacerle compañía porque Misono pasaría el fin de semana con su padre y en el departamento que Kuro compartía con su hermano menor, Hyde, el rubio y su músico novio, Licht, se estaban comenzando a poner en su plan de "Pegame pero no me dejes".
Y ellos terminaron besándose.
Era como un mutuo acuerdo. Al despertar al día siguiente, Kuro lo miraría y le daría un corto beso en los labios antes de irse. Casi como diciéndole con esos ojos de plata: "—Gracias." Como si no fuese Mahiru el más agradecido de ambos.
Realmente a Shirota no le importa mucho si el mayor no siente lo mismo por él. Kuro siempre lo ha tratado con amabilidad y cariño. Siendo simplemente Kuro.
Cerró los ojos durante unos instantes, recordando el tacto de aquellas manos fuertes sobre su piel desnuda. El perfume varonil y embriagante que desprende de su piel pálida.
MahiMahi abandonó sus impuros recuerdos al mismo tiempo que Kuu-chan se percataba de su presencia frente a él. Sus miradas se fundieron, había fuego en las orbes color caramelo.
Los labios perezosos buscaron los anhelantes del castaño a manera de saludo. Un beso, suave, lento e insinuante. Kuro lo deseaba. Necesitaba probar el sabor a vainilla de los labios rosas y ardientes de Mahiru.
Sabía que de alguna forma todo eso estaba mal. No recuerda exactamente cuando ni como llegaron al acuerdo silencioso de verse cada sábado, siempre a media noche. Sólo para apaciguar sus deseos en la carne ajena.
O eso creé. Porque la única verdad es que Kuro está jodidamente perdido en las sensaciones que estar junto a MahiMahi provoca en su interior.
Ellos eran amigos, y ese hecho llegaba a doler un poco. Bien dicen que nadie sabrá de sufrimiento hasta que te enamores de un amigo.
Shirota se había vuelto una parte tan necesaria en su vida, no sabía que haría sin él. A veces se sentía perdido cuando no lo tenía cerca. Incluso había sido tentado a saltarse una o dos clases para ir a la Facultad de economía con el único propósito de saborear el néctar de sus labios porque los extraña a morir.
Sin romper el beso, caminaron al interior del departamento, Kuro cerró la puerta de una patada tras él, sin querer soltar su agarre de la cintura del castaño. Mahiru parece pensar lo mismo ya que reafirma su agarre al cuello de Kuro. La mano pálida acariciaba su mejilla con dulzura, mientras Shirota intenta seguir de puntillas para prolongar el beso.
Cuando al fin se separaron, las mejillas de Mahiru están tan rojas que Kuro no está seguro si es por su fantástica forma de besar o por el frío en el ambiente.
No habría más besos por un rato, por que sabían que si no, no lo resistirían.
- ¿Cookies&Cream? – pregunta entonces, soltando la presión de su agarre. Mahiru afirma de manera ausente, aún confundido por los recientes besos.
"—Fue una oferta en el supermercado. No sabía que hacer con tantas galletas así que decidí hacer un pastel." Informa, mintiendo a medias.
"—Pudiste no comprar tantas..."
Shirota se sonrojó fuertemente. ¿De verdad creía que podía mentir tan descaradamente frente al ser que parecía conocerlo tan bien?
"—Pues ya está hecho." No terminó ni de hablar cuando vio a Kuro encaminándose a la cocina.
"—Eres muy goloso, MahiMahi, eso es mucho pastel para ti sólo." – se burló del castaño buscando molestarlo.
"—¡Cállate! ¡No soy ningún goloso! A-además... iba a c-compartirlo contigo..." infló las mejillas infantilmente. Los ojos plateados de Kuro brillaron al ver su objetivo logrado.
Enfadar a Mahiru lo volvía loco. Mahiru lo ponía como un idiota.
Observó a Shirota desplazarse por el lugar. Siendo el amo y señor en su hábitat natural: la cocina. Sirvió dos rebanadas de pastel junto a dos tazas de té.
Comieron en silencio, o algo así, ya que los suspiros de deleite que soltaba Kuro con cada bocado ponían más y más nerviosamente feliz a Mahiru.
Kuro dejó su taza de té a un lado después de terminar con tres cuartos del pastel él sólo y se acercó al castaño con las orbes grises ardiendo en deseo. MahiMahi tenía restos de crema sobre su labio superior.
Restos suplicaban ser removidos por su lengua.
Y eso hizo, besándolo con hambre y pasión. Como había deseado durante días, porque los exámenes finales no les habían dado la oportunidad hasta ahora.
Vainilla marca "MahiMahi" y Cookies&Cream… ¿Hay en este mundo algo más delicioso?
Esa noche fue como cualquier otra noche de sábado.
Hicieron el amor entre la montaña de cobijas que Mahiru había dejado frente a la chimenea.
Sólo una cosa fue diferente.
Un jadeo acompañado de un fuerte y claro "Te amo" resonó en la fría noche. Entre sus cuerpos sudorosos y unidos cual piezas perfectamente encajadas.
Si la confesión vino del castaño o del peliazul no tenía importancia, sí la tuvo el resultado.
El comienzo de algo maravilloso.
🍒🍒🍒🍒🍒🍒🍒
Aclaró que la idea original de humanizar los ojos de Kuro a color gris es de waifuLovely
Si bien aún no me acostumbro a la idea... creo que no hay color más sexy para describir los ojos de nuestro gato.
Gracias, Vely-chan😘
ByeByeNya🐾🐾
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