Puchero

"—Ah, los encontré..."

"—¿Qué cosa?"

Kuro levanta las manos para mostrarle a su novio el gran hallazgo.

En sus manos níveas contrastan un par de guantes negros junto con un gorro. Tiernos y muy cálidos.

Mahiru se ruboriza escandalizado, a lo que Kuro suelta un bufido. Sabe el porqué de la reacción del castaño. También lo recuerda...

Tenían como 5 y 7 años, aproximadamente. Y era el cumpleaños de Kuro.

MahiMahi había estado preguntando constantemente que era lo que deseaba como regalo para ese día y Kuro le respondía con fastidio que nada en especial.

Y era cierto, él se conformaba con un cojín nuevo, una caja completa de dulces insalubres, helado de Cookies&Cream... De acuerdo, quizá si quiere uno que otro videojuego nuevo, pero no es nada que no le dieran ya sus padres.

Entonces, cualquier cosa esta bien. No es como si Mahiru en su tierna edad pudiera comprar muchas cosas.

"—¡Pero yo quiero darte algo, Kuro-chan!"

Podría empezar por dejar de agregarle el "chan" a su nombre. Lo sabe... no es culpa del castaño, es sólo que su madre y su tía -como le dice a la Sra. Shirota-  se la viven diciéndole así. Gracias a Dios le ha quitado la manía de llamarlo Nii-san, cosa que le copiaba a Hyde desde que comenzó a hablar.

"—Te daré cualquier cosa..." Ahí está. El puchero al que no puede negarse. Ni siquiera Hyde o Tsubaki pueden convencerlo tan fácilmente, y eso que son sus hermanos menores. Es sólo que, desde que Mahiru era un bebé solo le bastó unos ojitos tristes de mirada baja, su eterno sonrojo y ese puchero para que el mayor de los Sleepy le diera lo que quisiera.

En este caso sólo debe ser una respuesta. Así que dijo lo primero que se le ocurrió.

"—Gatos..."

"—¿Eh?"

"—...Me gustan los gatos..."

La sonrisa que obtuvo por su contestación le provocó un fastidioso sonrojo.

Dos semanas después, en su cumpleaños número ocho, Mahiru llegó a su casa en compañía de su madre y envuelto en una cantidad impresionante de abrigos -por la nevada invernal- haciendo que pareciera una bolita de tela andante; con una caja de envoltura azul, listón negro y la sonrisa más grande que Kuro le ha visto.

Ash tomó la mano del menor y lo arrastró a su habitación en la segunda planta de la mansión. Era una molestia la cara expectante y burlona de sus hermanos mayores, incluso la mirada soñadora de su rubia madre y la calida de su amiga castaña.

Cerró la puerta tras él y se giró a ver al pequeño Shirota.

Los grandes ojos ámbar de Mahiru lo veían con ilusión, y sus brazos le extendían la caja de regalo entre sus dedos aún regordetes.

Kuro recibió el regalo con un suspiro y desató el moño.

Sus labios soltaron una exclamación de asombro. En la caja de cartón se encontraban un par de guantes con almohadillas rosas y un gorro con orejas de gato. Ambas cosas tejidas a mano.

Fue cuando se percató de las benditas con dibujos de soles -obsequio que él mismo le regaló en cuanto se percató de la cantidad de heridas infligidas por su torpeza- en las manos de Mahiru.

"—¿Tu... los tejiste?" No hizo nada para ocultar el asombro en su voz.

"—N-no del todo... Mamá me enseñó..." Su mirada brillante y angustiada clavada en los ojos grises "—¿No te gustaron?"

Quiso decirle que era el mejor regalo que ha recibido. Que los atesorará por mucho tiempo y también darle las gracias por obsequiarle algo tan original y especial.

No respondió, se limitó a ponerse los guantes y el gorro. Verdaderamente eran cálidos. Mahiru había tomado muy en cuenta lo susceptible que es a los cambios de clima. Las nevadas lo están matando casi tanto como a Shirota en sus capas de suéteres.

"—Gracias..." Murmuró.

"—¡Te ves como un verdadero gato!" La risa y los aplausos del niño casi lo aturdieron, pero valía la pena si con eso puede ver así a Mahiru "—¡Feliz cumpleaños, Kuu-chan!"

Ese día también le regaló un nuevo apodo.

Ahora -diez años más tarde-, Kuro recuerda esa escena con gran cariño. Desde entonces, cada año recibe un obsequio con alusiones a felinos... ropa, accesorios, almohada, sábanas, cortinas... su habitación es un santuario a los mininos gracias a su novio.

No se queja. Lo cierto es que le gusta mucho.

"—E-era casi un bebé..." Se escusa el ambarino "—¡No sabía que cosa darte!"

"—No podías haberme dado algo que me gustara más..." Acepta.

De nuevo ese puchero. Kuro se acerca a la cama, donde su ruborizado novio lo mira contrariado y afligido. Arrodillándose entre sus piernas lo abraza por la cintura y levanta la cabeza, ofreciéndole los labios. Mahiru los toma enseguida, besándolo con ternura y devoción. Sin embargo, no se separa cuando Sleepy intensifica el roce. Mordiendo el carnoso labio inferior del castaño, Kuro adentra la lengua en la dulce boca y se deja llevar.

"—¿De verdad te gustaron?" Es la pregunta de Shirota. Desnudo entre los fuertes brazos del peliceleste, ambos en un revoltijo de sudor y sábanas con estampados de estambres y huellas gatunas.

"—Tanto que podría morir..." Lo besa en la frente "—Además... ¿No es impresionante que desde pequeño mostrarás tus talentos de ama de casa, MahiMahi?"

"—¡C-cállate, Kuu-chan!"


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¡Hola!

Quiero compartirles un lindo dibujo que hizo waifuLovely referente al capítulo Himawari de éste fanfic. Yo solo le di color.


Así como también les mostraré algunos coloreados que he hecho.


Este último es mi favorito -portada de mi fanfic Kuro&Mahiru- y el fondo de pantalla en mi celular. 👇

ByeByeNya🐾

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