🌊•Capítulo 48•🔥


Katie Chan Jary

Una vez en la arbolada de la montaña, —ya que en los cajones de la cocina no había nada tampoco y la única manera de conseguir comida era cazar— el de ojos azules cargaba una escopeta en sus manos delante de mí, muy atento a cualquier señal de amenaza que llegara a percibir, como haría un cazador profesional. Yo, por mi parte, solo podía temblar de miedo mientras me abrazaba a mí misma; no me atrevía tan siquiera a alejarme más de dos metros de él.

—Kim —lo llamé en susurros.

—Dime.

—Baja el arma, por favor —supliqué, recordándole que estaba apuntando con la escopeta hacia atrás, en este caso, hacia mí, y esta no tenía puesto el seguro, lo que me resultaba una total amenaza.

—Ah, verdad —dijo para luego apuntar al frente, cumpliendo mi súplica.

No pude evitar dejar escapar una ráfaga de aire en ese momento. Transcurrieron algunos segundos en los que seguimos avanzando en línea recta por el bosque, sin habernos encontrado ni siquiera un animal. Mis pasos seguían siendo lentos y precisos, pero ahora me encontraba más calmada gracias a que Kim me ofrecía una sensación de protección nueva, que nunca antes había sentido.

Admito que cuando lo vi en la cabaña me hirvió la sangre, y la verdad no sé por qué, si no estoy enfadada con él. O sea... No quiero decir que me esté volviendo a gustar, sino que me refiero a que ya no siento esas ganas tan fuertes de matarlo cada vez que lo veo. Es... Difícil, lo admito. ¿Qué es difícil? Odiar a quien una vez amé demasiado. La simple idea de ponerme a recordar el día en que nos conocimos me hace sonreír, o aquella vez en la que él me dio como mil besitos en la mejilla, para luego yo quejarme de tanta ternura. Recuerdos tan sencillos como esos me alegran el corazón. Tan solo pensar en que antes de conocerlo nunca había sentido las cosas que siento después de que Kim llegara a mi vida. Ese chico me enseñó qué es el amor, y de la mejor manera: enamorándome.

Las extremidades de mis labios descendieron al pensar en que ese chico también me enseñó el significado de traición. Y... Como duele una.

El escandaloso sonido de un disparo en mi oído logró sacarme de mis pensamientos, causando que retrocediera un poco, cubriendo mis orejas y apretando mis párpados. Abrí mis ojos con lentitud, encontrándome a Kim bajando la escopeta, su mirada observaba un punto fijo, la seguí y resultó ser una aterradora serpiente. En el centro de su cabeza había un enorme agujero rodeado de sangre a causa del impacto de la bala contra su cráneo. Tan solo verla durante algunos segundos me ponía la piel de gallina. Si el el pelinegro no hubiera actuado rápido, lo más probable era que la víbora lo alcanzara a morder. Vale, este lugar es peligrosísimo y está confirmado, ahora tengo buenas razones para tener miedo.

El chico sacude el polvo de sus prendas y guarda el arma en su funda, se inclina  hacia delante para contemplar al reptil muerto. Lo tomó en sus manos, examinando su escamoso cuerpo como si fuera algo nuevo para él.

Una sonrisa se forma en su rostro, —Ya tenemos comida.

—¡No nos iremos a comer eso, ¿verdad?!

—¿Por qué no? Solo tenemos que prepararlo y podremos hacer una  exquisita sopa de serpiente.

—¡No! —me negué, mirando con asco a esa cosa.

—Di lo que quieras, igual, es lo que hay.

Lo fulminé con la mirada entrecerrando los párpados y arrugando mi nariz, a lo que él se echó a reír, no sé por qué, pero lo hizo.

Unas horas más tarde, cuando íbamos de regreso a la cabaña, habíamos conseguido recolectar algunos hongos, raíces y bayas para la cena. El sol ya se había escondido entre los montes, así que, como era de esperarse, las temperaturas procedieron a descender aún más. Descendieron tanto que empezó a nevar. Ambos estábamos en mi cabaña, pues al chico no le dio tiempo ir para la suya. Además, si él se hubiera ido no tendría qué comer, así que el hecho de que se quedara aquí lo beneficiaba.

En estos momentos me encuentro sentada en uno de los sillones de la sala, con las rodillas contra mi pecho, cubierta en una frazada blanca por el frío. Una brisa golpeó con fuerza la ventana de cristal a mi lado, mediante la cual contemplaba el exterior: los árboles del bosque a tan solo unos metros, envueltos en profunda oscuridad. De repente, veo unos ojos rojos observarme entre los arbustos.

Ok, eso es normal, «pienso,con el miedo plasmado en mi rostro» debe ser una lechuza.

Las lechuzas se posan en los árboles, no en los arbustos.

Entonces debe ser una ardilla.

Las ardillas van a su madriguera cuando hay tormentas.

¡¿Quieres callarte, maldita conciencia?! ¡Estoy tratando de no pensar en eso!

Terminando la batalla contra mi cabeza, cierro los ojos, elevo la barbilla y miro al cielo, tratando de liberar mi mente de ese pensamiento.

No lo conseguí, todo lo contrario, pues empeoró al ver la luna llena en medio de las nubes. Entré en pánico lanzando un escandaloso grito que se escuchó en toda la casa. Me levanté de mi asiento lo más rápido que pude y corrí a la cocina, en donde estaba Kim sirviendo la cena. Al estar en la entrada de la misma, con la respiración agitada por la velocidad con la que me había movido, exclamé con fuerza:

—¡Hay un lobo afuera!

El de ojos azules se giró para verme, frunciendo el ceño, —Claro que no, eso es imposible.

Inflé mis mejillas, apretando mis puños, —¡Yo lo vi! Si quieres puedes venir a ver, —lo desafié— pero antes toma el arma.

Kim, sin más remedio, se dirige hacia la salida de la cocina —en donde me encontraba yo— para salir mediante esta a la sala. Una vez allí, pude observar desde mi lugar cómo él levantaba la escopeta de una esquina oscura de la pared, al lado de la chimenea, y le saca el seguro para disparar en el momento oportuno si lo fuese necesario.

—Ya verás que no hay ningún lobo  —inquiere él un segundo antes de tomar la manilla de la puerta que conducía al exterior, y salir.

Manteniendo el sigilo, asomé mi cabeza para ver cómo le iba al pelinegro, el cual se dedicaba a examinar hasta el más mínimo detalle del área. Al haber transcurrido unos minutos, dejé mi cobardía atrás y me dispuse a colocarme a su lado, pues parecía que, después de todo, él había tenido la razón. Hacía frío, mucho frío, por lo que me abracé a mi misma en el intento de entrar en calor.

—¿Ves que no había ningún lobo? —me pregunta él, dirigiéndose hacia mí— No sé por qué dices cosas así, no tienen sentido. Este es lugar escalofriante, pero tampoco es para que nos vayamos a encontrar con una de las más peligrosas bestias del bosque ni...

Él continuó hablando, pero dejé de prestarle atención en el momento en que un peludo, negro y gordo animal se detuvo a sus espaldas —no era muy alto, pero sí lo suficiente como para ser peligroso—. Eran los ojos rojos que había visto antes.

No me creía lo que estaba viendo...

No podía ser...

—K-kim —tartamudeé.

—¿Qué pasa?

—U-un... U-un... —intenté decirle qué era lo que estaba detrás suyo, pero se me había trancado la garganta por culpa del terror que corría por mis venas.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué?!

—¡UN OSO!



Nota de la autora:

Oh, oh 😶.

Eso no se lo esperaban, ¿verdad? XD

El próximo cap tendrá mucho drama, se los voy advirtiendo, pero no se verá sangre, muertes ni nada por el estilo, tranquilos que este no es un libro de eso jsjsjs.

¡Mil y un gracias por leer hasta aquí!

Recuerda dejar tu ⭐ si te gustó el cap para que la historia crezca y pueda llegar a más personas.

◦•●◉✿BESOS Y HASTA PRONTO✿◉●•◦

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