🌊•Capítulo 44•🔥


Kaito Kim

Que fueran las seis de la mañana no le importaba, para nada, a la rubia de ojos verdes, la cual pretendía estudiar para su examen de Química. Voy a crear una huelga sobre la cruel injusticia de levantarse a estas horas de la madrugada para no sé qué.

-Lia, ¿me podrías explicar por qué me obligas a compartir tu desvelo? -indagué, con mis brazos cruzados sobre la mesa redonda frente a nosotros y la cabeza escondida entre ellos, adormecido- Te recuerdo que ya terminé la escuela.

-Lo sé -me responde ella, bostezando-. Es que necesito que me ayudes a estudiar. No entiendo nada, ni siquiera me dediqué a ojear mi cuaderno en toda la semana. Por favor, hermanito querido, ayudame -arrugué el entrecejo ante tan sorprendentes palabras-. Además, cuando tenías mi edad sacabas siempre las mejores notas, y seguro que aún recuerdas el contenido, por eso es que me vendría muy bien un repaso tuyo. ¿Qué dices?

Bufé, indignado. Alcé la cabeza de entre mis brazos, dedicándole una mirada inexpresable, para luego suspirar hondo y asentir ligeramente. Al escuchar una respuesta a su favor, la chica sonríe victoriosa y me regala un fuerte abrazo, dejándome casi sin aire. A partir de ese momento empecé a explicarle hasta el más mínimo detalle que no comprendía.

...

-¡No puedo! -se rinde ella, recostándose al espaldar de su silla y enfocando su vista al techo.

Sin poder evitarlo, golpeé mi frente con la palma de una de mis manos, decepcionado. Todo mi esfuerzo había sido en vano. De repente, alguien toca a la puerta de nuestro apartamento. Con la intriga de saber quién era esa persona, me puse de pie y caminé hacia la entrada. Cuando la tuve frente a mí, pude contemplar la figura delgada de una niña que tenía, aparentemente, la edad de mi hermana, dieciséis años. Sus mejillas se tornaron a un tono carmesí al intercambiar miradas conmigo.

-D-disculpe la molestia -tartamudea la chica, empleando cierta timidez-. Vengo a recoger a Lia para ir juntas al colegio.

Le sonreí, -No hay problema con eso. Aunque tendrás que esperar a que desayune y se arregle, aún no está lista.

Ella asintió levemente, a lo que yo la invité a pasar al interior del apartamento para que no tenga que esperar afuera, y ella aceptó. Una vez dentro, la rubia la observó durante unos segundos, tras esto gritó: "¡Hana!" para después correr hacia la muchacha y darle un cálido abrazo.

Ambas se ponen a hablar entre sí, demasiado emocionadas, yo diría que más de lo normal. Lo olvidaba, así son las mujeres: incomprensibles. Las dejé atrás, pues todavía tenía que desayunar.

Terminé de comer así que me dispuse a llevar los platos a la cocina, pero, por el camino, no vi ni escuché a ninguna de las chicas.

¿Se habrán ido ya?

Esa suposición fue descartada de mi mente cuando sentí un pequeño estruendo proveniente de la habitación de mi hermana. Reí para mis adentros y deposité los objetos sobre la encimera.

Volví a escuchar el sonido de alguien dar golpecitos sobre la puerta.

¿Ahora quién será?

Caminé de nuevo hacia la entrada de la casa, giré el picaporte y...

-¿Jon? -le pregunté al chico de cabellos castaños, frunciendo el ceño-. ¿Qué pasa? ¿Sucedió algo?

Él negó con la cabeza, -¿Acaso tiene que pasar algo para que venga a visitar a mi mejor amigo? -levanté una ceja ante su pregunta- Vale, lo admito, sí pasó algo.

-Lo sabía -se lo eché en cara, apuntándolo por un segundo con mi dedo índice y sonriendo burlonamente-. Cuéntame, pero en el sofá.

Coloqué la palma de mi mano en su espalda, obligándolo a entrar conmigo. Al estar allí, me acomodé a mi gusto en una esquina del mueble.

-Todo se basa en asuntos financieros -empezó a contar-. El hecho de perder mi trabajo me dejó en un completo problema por causa de las deudas que no pude pagar. Los del servicio a mi edificio me quitaron la electricidad y me dijeron que no me la devolverían hasta que les pagara todo lo que les debía. Para no aburrirte, vine a quedarme aquí contigo por algunos días. Puedes considerarlo como una divertida pijamada entre-

-No.

-¡Vamos, Kim! -insistió-. ¿O acaso quieres que este bombón duerma en las oscuras, peligrosas y frías calles de la ciudad? ¿Tan cruel eres? -finge estar triste, utilizando una voz deprimente pero al mismo tiempo divertida.

Rodeé los ojos ante tal actuación, -De acuerdo -respondí, sin otra opción. Después de todo, él es mi amigo y a los amigos se les ayuda cuando más lo necesitan, ¿cierto?

-¡Yey! -festeja, avalanzándose sobre mí para abrazarme.

Al instante me moví hacia un lado, esquivándolo, -Sí, sí, pero reservate las muestras de cariño para otra persona. Sabes que no me gustan mucho los abrazos -se lo recordé.

Aún con los brazos abiertos de par en par, las comisuras de sus labios descienden y su frente se arruga, -Olvidaba lo serio que eres -pone sus ojos en blanco y se sienta en la esquina del mueble contraria a la mía, mirando hacia otro lado, molesto.

Reí para mis adentros. A veces Jon podía comportarse como un niño conmigo ya que él tampoco no tiene padres. En es momento aparecieron Lia y Hana en la sala, la rubia y mi amigo intercambiaron miradas.

Jon sonríe, -Hola, enana. Hace tiempo que no nos vemos.

Ella le devuelve la sonrisa, -Hola, feo. Así es, confieso que extrañé tu loca personalidad.

Él coloca su puño izquierdo en su pecho, alagado por lo que le acababan de decir, -Igualmente. Y fea serás tú -juguetea.

Lia le saca la lengua y se gira hacia su compañera para decirle algo, luego ambas chicas se dirigen a la puerta, supongo que para ir a la escuela, -Hasta luego -se despide Lia de nosotros, con un movimiento de su muñeca justo antes de salir.

Un silencio incómodo invade el lugar al quedarnos solos, el cual me dispuse a terminar.

-Jon, ¿tienes idea de cómo recuperar a una mujer?

Él arqueó una ceja, -Depende de quién sea esa mujer y del problema. ¿Por qué lo preguntas?

-Porque tuve una discusión con Jary hace unos días, pero por mucho que la llame, le escriba o intente explicarle no me perdona. ¿Estaré haciendo algo mal?

Él chico se quedó pensativo, contemplando el suelo. Transcurrido unos segundos, me dijo:

-No lo sé, amigo. Para poder aconsejarte necesito que me expliques un poco más la situación.

-Está bien. Ponte cómodo porque esto será largo.

...

-A ver si entendí bien, tus llaves desaparecieron repentinamente, luego recibiste una llamada de un número desconocido, contestaste y el individuo al otro lado del teléfono te dijo que tenía tus llaves y te dio una dirección, y tú fuiste allí -asentí-. Bro, solo te voy a decir una cosa, ¡¿cómo se te ocurrió ir solo a esa dirección?! Es obvio que quién sea que fuese esa persona tenía un plan bajo la manga.

-¿Qué iba a saber yo? Era de noche, estaba cansado y no tenía sentido que se tratase de alguien con malas intenciones, te recuerdo que me encontraba en un hotel.

-Eso no es excusa. Bueno, sigamos: fuiste a la dirección y resultó ser una muchacha que te propuso devolverte las llaves a cambio de sexo, ¿no es así?

-Sí.

-Entonces tú te negaste y le diste una buena razón para que te dejara en paz, pero, cuando menos te lo esperabas, se lanzó a tus brazos y se aferró a tí, luego te besó sin que tú pudieras evitarlo. En ese momento apareció la pelirroja y los atrapó.

-Dirás que atrapó a la chica, porque yo no estaba haciendo nada.

-Lo que sea -rodó los ojos-. Después de eso corriste tras de ella y trataste de explicarle pero fue inútil ya que no te dejó hacerlo. ¿Eso es todo?

-Sí -admití-. Ahora lo único que quiero es decirle la verdad. No puedo permitir que un amor como el nuestro se acabe así por así, simplemente no puedo.

-Se nota, bro.

-¿Qué cosa? -pregunté, dirigiéndole la mirada.

-Que lo que sientes por esa chica es muy fuerte, y me he dado cuenta por mí mismo. Mira, te conozco desde que tenía cinco años y nunca antes te había visto distraerte en el trabajo por estar pensando en otra cosa que no sea la muerte de tu mamá. Ni siquiera fuiste capaz de tener sentimientos románticos hacia otra persona antes de Jary. Sin dudas esa cantante se robó tu corazón y no te lo va a devolver nunca, créeme.

No pude evitar agradecer en mi interior la compañía de Jon, de veras me hacía bien escuchar cosas así en este momento tan difícil. Un amigo como él vale más que el oro, me alegro de haberlo conocido aquella tarde en el parque cuando éramos niños.

Dejando atrás mi orgullo, me puse de pie, me detuve frente a su figura, lo jalé hacia mí y lo abracé, lo cual lo sorprendió bastante, ya que se quedó paralizado, sin mover ni un músculo.

-Gracias, hermanito -le dije por encima de su hombro, con los ojos cerrados, estrechándolo entre mis brazos.

Sí, ya sé lo que están pensando: "Que momento más emotivo, me entran ganas de llorar". Pero tampoco es así, aunque esta sea la primera vez que le demuestro lo mucho que aprecio su amistad.

-Vale, vale -el chico toma distancia-. Ya sé que no serías nada sin mí -bromea, a lo que yo río para mis adentros-. Ahora tenemos que solucionar lo tuyo y de Jary. ¡No hay tiempo que perder! -exclama, girando sobre su propio eje de trayectoria y caminando hacia mi habitación. Entra allí y, al cabo de un minuto, sale con mi portátil en las manos. Toma rumbo al balcón, a lo que yo hago lo mismo.

Jon se sentó en el sillón que yacía en el balcón para luego abrir la pantalla de la computadora, encenderla y empezar a navegar en Internet, buscando el perfil de mi idol favorita. Como no había ningún otro asiento disponible para mí, decidí sentarme en la baranda de ese mismo sillón.

-¡Lo encontré!

Fruncí el ceño, -¿Qué encontraste?

Él giró el portátil hacia mi dirección para que pudiera ver en este a lo que se refería, -Lee en voz alta lo que dice en letras azules.

-"Si eres fan de la hermosa idol Katie Chan, te transmitimos este informe: se agotaron las entradas para el concierto que tendrá esta noche junto a Juwon Park. Si no llegaste a alcanzar una y en serio deseas asistir, puedes contactar al siguiente número... "¿Qué relación tiene ese show con que recupere a Jary? -interrogué, después de haber leído lo que me había pedido.

-Te lo contaré.

Tras eso, mempieza a narrar su idea.

...

-Me parece una buen plan, pero tenemos que apresurarnos, todavía hay muchas cosas que hacer -admití, recostando la parte de atrás de mi cabeza a la pared.



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