🌊•Capítulo 38•🔥
Katie Chan Jary
Mi amiga y yo nos despedimos cortésmente de la familia, pues ya era un poco tarde y no queríamos seguir molestando. Claro, según ellos, nuestra presencia no era ninguna molestia, pero igual nos apetecía marcharnos, necesitábamos descansar lo suficiente esta noche para el gran día de mañana: la boda.
Al día siguiente, perdimos un montón de tiempo en el salón de belleza, solo restaban unas dos horas para el casamiento, así que estábamos muy nerviosas. Se encontraban en la misma habitación que nosotras las tres primas de la novia: Suni, Mi-Suk y Jiyo, las cuales estaban invitadas también.
La novia en estos momentos estaba conmigo detrás de una cortina para su cambio de vestuario, intentando ponerse el gran vestido de novia.
—No sube —me quejé, tirando de la cremallera del hermoso traje con fuerza.
Escuché un quejido proveniente de su portadora, supuse que por causa de la brusquedad con la que yo realizaba la acción. Hasta que conseguí cerrarla por completo.
—¡Al fin! —exclama ella.
Estella abre la cortina de par en par y se encamina hacia el espejo de cuerpo entero que yacía recostado contra una pared, una vez frente a este observa su reflejo con detenimiento— ¿Cómo me veo? —me pregunta, girándose hacia mi dirección.
Alcé las comisuras de mis labios, —Más bella no puedes estar.
La verdad, se veía cómo una verdadera princesa: el peinadl alto y trenzado situado en la parte posterior de su cabeza —con algunos mechones delanteros sueltos— que llevaba le daba el toque final.
—Así es —admite Suni, dándole una palmadita en el hombro a la de ojos marrones y dedicándole una animadora sonrisa—. Prima, no puedo creer que ya ha llegado el día de tu boda, me entran ganas de llorar.
—Igualmente —concordamos las demás al mismo tiempo.
La felicidad y alegría del momento decidimos plasmarla en un fuerte abrazo de cinco chicas, en el cual dejamos casi sin aire a la pobre Estella.
Narrador anónimo
Entre tanto, el novio se encontraba en la barbería mientras le hacían un buen arreglo de cabello para seguramente el mejor día de su vida.
El barbero deja las tijeras sobre la superficie del mostrador y le retira la capa negra de encima a su cliente, para luego girar la silla de peluquería en dirección al espejo.
Los ojos de Hiro captan su apariencia a la perfección, y le encantó cómo quedó.
—Muchas gracias, Taeyang —le agradece el peli plata, sin desviar su vista de su reflejo.
El barbero le sonríe con amabilidad, —No hay de qué. Ahora dime... ¿Estás nervioso?
Al instante, Hiro asiente con la cabeza, —Sí.
—Te pasa por querer casarte tan joven.
—Es que la amo muchísimo.
El barbero suelta una carcajada en modo de burla, —Te recordaré esas palabras dentro de un par de años.
El muchacho no se aguanta y empieza a reír, pues le había causado mucha gracia lo dicho anteriormente.
Una hora después, todos los invitados estaban llegando al salón de bodas —el cual formaba parte del hotel de Hiro—. La novia y su mejor amiga se encontraban dentro de un camerino, sentadas cómodamente para descansar un poco.
De repente, se abre la puerta que conducía a la habitación y mediante esta entra la madre de Estella, ganándose de inmediato la atención de ambas chicas.
—¡Señora Dea! —grita la pelirroja, levantándose del mueble para saludar a la madre.
—¡Katie!
Después de un abrazo cariñoso, ambas se separan. Dea se tira hacia su hija y le da un abrazo también, pero no tan fuerte como el que le dio a su amiga, ya que a ella la veía todos los días, pues vivían en la misma casa.
—Perdón por la demora —se disculpa la señora—. Es que tuve que hacer horas extra en el trabajo, pero ya estoy aquí. No me perdería la boda de mi única hija aunque me pagasen todo el dinero del mundo.
A la de cabellos castaños le encantó lo que acababan de decirle y lo demostró con una sonrisa de boca cerrada. Tras un no muy largo silencio, Estella decide hacerles una pregunta.
—¿Creen que vaya a venir Eda?
La cantante frunce el ceño, —¿Te refieres a tu hermana paterna?—su amiga asiente con la cabeza—No lo sé.
—Cariño, —le dice su madre, a lo que ella le dedica una mirada— tú sabes cómo es Eda. No podemos confirmar que sí vendrá cuando ya la conocemos.
En ese momento —pero en las calles cercanas al local— se escuchaba el potente sonido del acelerador de una moto deportiva. Las gomas de esta recorren a gran velocidad toda una cuadra y, al ya estar frente a su destino, gira sobre su propio eje de trayectoria, estacionándose. Su motociclista se quita el casco de seguridad, dejando relucir unos preciosos mechones de cabello castaño. Esta chica se dedica a observar la entrada del salón, en la que todas las personas que estaban allí también la miraban a ella.
Esta motociclista es una muchacha de veintiún años, delgada pero con curvas, y vestida con un traje de cuero, típico de de los motoristas. Su presencia transmitía asombro, diferencia e intransigencia, y su belleza causaba deseos en la mayoría de los hombres que la contemplaban.
Ella deja el casco sobre la moto para luego empezar a adentrarse en la construcción que tenía enfrente. En lo que se paseaba por los pasillos del lugar, una puerta se abre y mediante esta sale la novia. Ambas se contemplan por unos segundos.
—¡Hermana! —exclama ella, dándole un fuerte abrazo a la mánager sin tener que pensarlo dos veces.
Estella, a la cual esa acción había tomado por sorpresa, se lo devuelve, —Hace meses que no sabía nada de tí, Eda —le dice, adquiriendo distancia.
Eda alza las comisuras de sus labios, —Así es.
—Ven pasa, aún podemos hablar un poco antes de que empiece la ceremonia —le propone la novia, tomando la mano de su hermana mientras da media vuelta sobre sus pies, volviendo a entrar al camerino.
Una vez dentro, la muchacha recibe miradas examinantes de parte de Jary y Dea, las cuales estaban casi seguras de que esta chica no iba a asistir. En cambio, ella le dedicó una mirada asesina a la cantante, pues su relación con ella nunca había sido buena, todo lo contrario.
—¡Hola señora Dea! —la saluda, con una pequeña inclinación de cabeza y una sonrisa amistosa—. Katie —no empleó una reverencia, como lo hizo con la madre de su hermana, más bien, rodó sus ojos hacia otra dirección.
—Eda —le respondió inmediatamente la pelirroja, evitándola por completo.
Un silencio muy incómodo se hace presente, el cual la novia quería acabar, y no solo con el silencio, sino también con la absurda enemistad de esas dos.
Estella suspira con profundidad, — Chicas, ¿podrían llevarse bien, al menos por hoy? —les pide, con voz lamentable.
No ubo respuesta.
—¡Vamos! Se supone que este tiene que ser un día alegre, y con ustedes peleadas no sería lo mismo.
La joven motociclista fue la primera en dejar las discusiones atrás, pero la otra tardó un poco más.
Alguien entró de momento, sin haberse detenido a tocar la puerta. Resultó ser uno de los del servicio de camering que venía a avisar que solo faltaban unos minutos para que comenzara la ceremonia, esto tomó por sorpresa a Eda, ya que a ella aún no se había puesto su vestido, por lo cual debía apresurarse.
Pocos minutos más tarde, todos los invitados —o la mayoría— yacían sentados en las hileras de asientos ubicados frente al altar. Ya era hora de guardar silencio, pues el sonido del instrumental nupcial empezaría a escucharse por toda la sala.
Entre los del público se encontraban Kim, su padre, su hermana y el novio de esta, situados los cuatro en la segunda hilera delantera. A la derecha de Kim estaba Jary, ella vestía un lindo vestido negro que dejaba a la vista los encantos femeninos, marcando cada una de sus curvas estrechamente para caer en una cascada que arrastra el suelo. Sus labios con labial rojo carmesí y el resto de su delicado rostro maquillado de una forma muy tierna y hermosa. A la izquierda del muchacho: Lia, la cual usaba un vestido rojo de cuello asimétrico que terminaba por encima de sus rodillas, y unos tacones demasiado altos para su gusto. Kim lucía un elegante traje de color azul oscuro, que le combinaba muy bien con sus ojos.
De repente, la música se detiene. Todos los presentes giran sus cabezas hacia el inicio del pasillo cubierto por la alfombra. Resulta que en ese instante a la madre del novio y a él mismo, les correspondía avanzar en línea recta mediante esta.
Recibiendo toda la atención de sus invitados, se encaminaron hacia el altar. El novio se situó en el lugar debido; su madre, a unos metros detrás de él.
Unos segundos después, la novia y su madre avanzaron por la alfombra. El velo del gran vestido se arrastraba por todo el suelo que su portadora dejaba atrás. Los invitados la miraban con ternura, admirando lo bella que se veía, incluso a algunos se les salían las lágrimas por causa del momento como, por ejemplo, a nuestra dramática pelirroja. Ella secó su húmeda mejilla, tras esto tomó la mano de su chico y hundió su rostro en el pecho de él, para luego proceder a llorar más.
—Que rápido crecen —clama ella, como si Estella fuera su hija o algo así.
El de cabellos azabaches ríe para sus adentros y acaricia con delicadeza la espalda de su novia, —Ya pasará.
Continuó lamentándose la pobre Jary, aumentando el nivel de su llanto, consiguiendo con esto manchar con lágrimas el traje del muchacho.
Estella se situó en la plataforma frente al novio, él la contempló con una sonrisa y ella se la devolvió. La notaria procedió a leer en voz alta los procesos legales. Después de un largo discurso, que casi hace que el pobre Hiro se arrepienta de casarse, esta mujer alza la mirada hacia el novio.
—Chin Hiro, ¿aceptas casarte con Estella Byeon, para cuidarla, respetarla, amarla en todo momento y serle fiel hasta que la muerte los separe?
—Ni siquiera la muerte podrá separarnos —él responde inmediatamente, con una hermosa sonrisa, la cual animó muchísimo a Estella.
—Y Estella Byeon ¿está de acuerdo con Chu Hiro? ¿Lo ama tanto como él a usted?
La chica le dedica una mirada juguetona a su príncipe de ojos plateados, para luego responder:
—¡Sí!
La notaria gira el documento hacía ellos y les indica dónde deben firmar. Los dos habían hecho realidad su compromiso legalmente.
—Entonces...
Apenas que Estella separó su rostro de delante del papel, Hiro se abalanzó hacia ella, dándole un apasionado beso en los labios, cargado de infinitos sentimientos y emociones.
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