Capitulo VIII
Mientras Sebastian caminaba iba pensando
—“¿Qinyx me ira a recibir de una manera cariñosa?”
Pero alejo esta idea rápidamente de su cabeza, ya que pues por el hecho de haberse casado de manera obligada, aún no se le hacía muy bonita la idea que digamos y pues no se le haría raro que no se hablara o miraran mucho.
Eran las 7:05 p.m. Cuando Sebastian volvió a su casa.
—Buenas noches— dijo Sebastian mientras entraba a la casa y cerraba la puerta detrás de él.
—Buenas Noches— dijo Qinyx desde el sofá de la sala, respondiendo el saludo —No sé si ya habrás comido... Pero te deje algo de comida en la cocina, para que puedas comer— dijo Qinyx sin verlo, ya que estaba concentrada dibujando, estaba tratando de recrear una de las imágenes que había tomado mientras estuvo en el bosque.
—¡Oh! Muchas por preocuparte— dijo Sebastian con su más sincera sonrisa y sin pensarlo dos veces se dirigió a la cocina para comer… tenía que admitir que la comida de Qinyx tenía un muy buen sabor.
Sebastian comía de lo más feliz su cena, debido al dolor de cabeza y a los mareos que sintió pues no se sentía muy a gusto, pero con la comida de Qinyx pues se sintió un poco mejor, sin embargo… no dejaba de pensar sobre el bote de aquel fármaco que había visto en el basurero por alguna razón no le daba buena espina… pero nuevamente decidió no prestarle atención, de seguro eran tonterías lo que él pensaba.
Después de haberse acabado la comida y lavar su plato, Sebastian se dispuso a ir a darse una ducha tibia para dormir un poco más relajado.
Al cabo de unos 15 minutos Sebastian salió de la ducha ya vestido y listo para dormir. Cuando salió vio que Qinyx no estaba en la recamara así que decidió bajar para saber si aún seguía en la sala y… efectivamente ella aún estaba sentada en el sofá muy concentrada dibujando, incluso estaba sentada en la misma posición.
Sebastian solo se quedó admirando su concentración y habilidad para dibujar, Qinyx dibujaba muy bien, este arte se le daba a la perfección, sus dibujos eran bellos y muy realistas, desde que eran unos niños él veía como Qinyx dibujaba, incluso ella llegó a pedirle su opinión más de una vez sobre sus dibujos o cuando no sabía que dibujar. Y así quedó durante un rato.
Pero Qinyx unos momentos después sintió una mirada, así que se volteó para confirmar que era quien ella estaba pensando y si… era Sebastian, involuntariamente le sonrió tiernamente, y este le devolvió la sonrisa luego de acercó hasta donde estaba ella para ver el dibujo qué había hecho ahora, ella alegre le mostró su dibujo, el cual ya estaba terminando, Sebastian no dejaba de sorprenderse... Qinyx dibujaba demasiado bien.
Cuando le devolvió la libreta estos empezaron a verse intensamente y... Poco a poco sus bocas se acercaban... Hasta que... Se dieron el más cariñoso y dulce beso que se habían dado hasta ahora.
Todos los besos que en el pasado se dieron fue porque sus familiares se lo pedían principalmente cuando almorzaban todos juntos y estos besos no tenían el más mínimo sentimiento, pero este... Ambos sintieron que era diferente, no era como los demás, nadie se los había pedido, nadie los estaba viendo.
Poco a poco este beso pasó de ser tierno... a ser algo apasionante, pero… cuando ambos se dieron cuenta de eso se separaron de inmediato y voltearon sus miradas hacia otro lugar poniendo nuevamente un ambiente bastante incómodo, pues ninguno sabía porque había pasado eso.
En ese momento pensaron que esto no tenía por qué suceder, así que siempre con un ambiente de losas incómodo posible... Se levantaron del sofá y se fueron a dormir sin decir y sin mirarse para nada, ni siquiera "Buenas noches" se dijeron.
A ambos debido a lo sucedido les costó conciliar el sueño, pero luego de unas horas lograron quedarse dormidos profundamente.
~~~
Al día siguiente también fue Qinyx la que se despertó primero, fue al baño rápidamente y salió de la recamara como si el diablo le estuviera pisando los talones. Preparó algo rápido de comer para ella y Sebastian, se apresuró ya que quería comer sola, pero fracasó, ya que escucho como Sebastian bajaba de la recamara hacia la sala y pues no les quedaba de otra que comer juntos.
—Buenos días— dijo Qinyx tratando de mantener un tono de voz neutro.
—Buenos días— dijo Sebastian respondiendo el saludo y también tratando de mantener un tono de voz neutro.
—Aquí está tu desayuno— dijo Qinyx poniendo el plato de Sebastian en la mesa y apresurándose a sentarse.
—Muchas gracias— dijo Sebastian.
Seguido se sentó a la mesa y ambos empezaron a comer, siempre algo incómodos por lo que había pasado el día anterior.
Varias veces cruzaron miradas, pero las desviaban rápidamente, lo que hacía el momento aún más incómodo todavía.
Cuando por fin terminaron de comer se levantaron, y como lo habían estado haciendo, cada quien lavo su plato y se fue por su lado.
Qinyx se fue al baño de la recamara para ducharse, Sebastian hizo lo mismo, se ducho, pero en el baño que estaba en la primera planta de la casa.
Cuándo salieron de la ducha ambos se quedaron en la casa, pero muy apartados uno del otro.
Qinyx se fue a la terraza de la casa, para hablar por chat con su mejor amiga, Marian.
Por otro lado, Sebastián se fue a la parte del inmenso jardín que iba a dar al bosque donde Qinyx había estado, y ahí se dispuso a leer un libro.
Qinyx estaba hablando a Marian por chat de WhatsApp y le estaba contando cómo se sentía y lo que había pasado el día anterior:
—Ves... Te lo dije, te dije que se iban a terminar entendido— le dijo Marian a Qinyx por el chat.
—¡Ay! Yo no creo que sea eso, y sino como me explicas toda la incomodidad que reina en este lugar y créeme... No es agradable en lo más mínimo— dijo Qinyx siempre por el chat.
—¡Ya verás cómo se entienden poco a poco, ya verás— dijo Marian
—Bueno... Solo espero que nos llevemos como mínimo solo bien, con eso me basta— dijo Qinyx.
—Si claro... Lo que digas— dijo Marian —¡Oye! yo te tengo que dejar, Peter me va a llevar a comer y aún no estoy lista.
—Claro... No te preocupes, ve y sal con tu novio— dijo Qinyx por el chat.
—¡Muchas gracias! ¡Nos vemos luego! ¡Te quiero!— dijo Marian para despedirse.
—¡Yo también te quiero!— le dijo Qinyx y dejaron de conversar por WhatsApp.
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