~ Navidad ~

Con gran ánimo y emoción, caminaba un pequeño niño de unos 10 años.

El frío viento golpeaba su rostro bañado en pecas, haciéndolo cerrar los ojos con fuerza para evitar que alguna partícula de aire o tierra se adentrará a estos mismos. Mientras tanto, la blanca nieve adornaba el panorama entero, inundando, en su totalidad, las calles por las que pasaba.

Siguió con su camino, llegando así a una intersección que conocía más que bien, y al verla su felicidad aumento. Aceleró el paso entrando en la calle contraía a la que venía, caminaba con cierta velocidad, casi corriendo. Detuvó el paso al estar frente a una casa de dos pisos, con un letrero en la entrada que decía "Tsukishima", se acercó y tocó el timbre, esperando paciente a que le abrieran.

Pasaron unos segundos hasta que escucho unos pasos dentro de la casa, los cuales se acercaban, los cuales eran acompañados con el sonido de la cerradura. -- Tadashi-kun. -- Una mujer, un poco alta, de cabello rubio/castaño, apareció por el marco de la puerta. -- Cariño, está frío afuera, pasa pasa. -- Se apresuró a decir, tan pronto sintió la fría brisa en su cuerpo.

-- Gracias. -- Dijo entrando al hogar, la calidez que había dentro, contrarresto con el frío de afuera. -- En realidad no tenía tanto frío, y perdón por la intromisión. -- Respondió quitándose los zapatos. Cuando Reiko se acercó a él, lo abrazó en forma de saludó, el pequeño la correspondió, y al separarse se adentraron más a la casa.

Llegaron a la sala, el pecoso pasó las vista por todo el sitio y se emocionó al ver un árbol de navidad, perfectamente decorado en ese sitio, se quedó viéndolo un rato, y a su vez unos pasos se acercaban.

-- Mamá. ¿Qué te hemos dicho papá y yo, sobre abrir la puerta con este frío? -- Un joven, con el mismo color de cabello que de la mujer a su lado, apareció desde la cocina. -- Te podría hacer daño. --

-- Akiteru, una simple brisa no me hará daño. -- Habló calmando al joven. -- Me hará mal si paso mucho tiempo en ella, o hago algún tipo de ejercicio que me exceda a mi misma. -- El contrario no dijo nada, puesto que su madre tenía razón, aún así, no eliminaba lo preocupado que estaba. -- Además, ¿Cómo voy a dejar que Tadashi-kun se congelé afuera? -- Akiteru quitó la vista de su progenitora para llevarla a un costado de la misma, encontrando así al joven pecoso.

-- ¡Tadashi! -- Exclamó analizando al pequeño de pies a cabeza.

-- Hola Akiteru-kun. -- Pronunció mientras correspondía al abrazo por parte del mencionado.

-- ¿Cómo has estado? -- Cuestionó separándose del abrazo, mientras dejaba de lado el hecho de que había ignorado su presencia hace unos segundos, detalles menores. La señora Tsukishima por su parte regresaba a la cocina.

-- Muy bien ¿Y ustedes? -- Tras haberse separado del abrazo, fue hacia el sofá para sentarse, seguido del mayor.

-- Nosotros también hemos estado bien. -- Respondió acariciando la cabeza del menor. -- Por cierto, Kei y papá fueron a comprar algunas cosas, van a llegar en un rato. -- El pecoso al escuchar eso asintió alegre. Habló un poco más con el hermano mayor de su amigo, luego de unos minutos ambos chicos fueron a la cocina para saber si podían ayudar en algo.

Pasaron unos minutos, Akiteru sacaba algunos platos y vasos, mientras que Reiko hacía la comida y Tadashi trataba de ayudarla en lo que pudiera. El sonido de la puerta llegó hasta los oídos de los tres que estaban en la cocina.

-- Veo unos zapatos de más aquí. -- Un hombre de pronunciada estatura, lentes y cabellera rubia llegó a la sala al mismo tiempo que los otros salían. -- ¿Dónde está la antenita? -- Mencionó acercándose al único peliverde de aquella habitación para abrazarle. -- ¿Cómo estás? --

-- Hola Kaito-san. -- Se separó del abrazo. -- He estado muy bien. -- Dijo con una brillante sonrisa.

-- Yamaguchi. -- Un niño de lentes,  cabellos rubios y alto, un poco para su edad, apareció detrás de su padre. Si, Kei era la viva imagen de su padre. -- Vamos a mi habitación. --

El pecoso miró a la única mujer de la casa. -- No te preocupes, vayan a divertirse. -- Sonrió y asintió. Tanto Tadashi como Kei se iban a retirar de la sala para ir hacia las escaleras.

-- Por cierto. -- El pecoso se detuvo a medio camino. -- ¡Feliz noche buena a todos! Lamento si no lo dije al llegar. -- Sonrió con pena.

Los tres mayores dejaron salir una risita. -- No te preocupes Yamaguchi-kun. Feliz noche buena. -- Asintió y ahora sí subió las escaleras detrás de su amigo.

-- Feliz noche buena, Yamaguchi. Aunque aún no es de noche. -- Habían entrado a la habitación del más alto.

-- Gracias Tsukki. Pero nunca es muy temprano para decirlo. --

-- Como digas ¿Qué quieres hacer? -- Lanzó una almohada al piso para que si amigo se sentará, mientras que él se había sentado en el suelo.

-- La verdad no lo sé. ¿Tú qué quieres hacer Tsukki? -- Ya se encontraba sentado encima de la almohada.

-- Por eso te pregunté. -- Frunció el ceño en forma de puchero, recibiendo una leve risa por parte de su pecoso amigo. -- Bueno. -- Habló levantándose del suelo para acercarse a la puerta. -- Iré por uno de los juegos de mesa que hay en la sala. -- Miró a Yamaguchi. -- ¿Te parece bien? -- Sus mejillas se enrojecieron un poco, al pensar que a su amigo no le gustaba la idea.

-- Me parece bien. -- Su radiante sonrisa no se hizo esperar. Con el visto bueno salió de su habitación, bajó las escalas para regresar a la sala y buscar algo para entretenerse junto a su amigo.

Estando en la sala se acercó al mueble en el que estaba la televisión, abrió las puertas encontrando varias cajas de juegos de mesa, leyó los nombres que estaban escritos para ver cuál llevar, se quedó alrededor de unos cinco minutos viendo cuál sacar, y tras ese tiempo sacó una caja con el nombre "conecta cuatro", no hizo más, dejo el juego de lado y acomodó los demás, para posteriormente cerrar las puertas del mueble.

Se levantó con la caja en las manos. Iba a ir directo a las escaleras, pero algo le hizo detenerse, él no era alguien chismoso, o alguien que suela entrometerse en conversaciones ajenas o en si, alguien que se metiera dónde no lo llamaban, mucho menos si se trataba de una charla entre sus progenitores, pero en esa ocasión no pudo evitarlo, después de todo en aquella conversación habían nombrado a su amigo. Se detuvó, quedándose a un lado de la puerta de la cocina, asegurándose que sus padres no lo vieran.

-- Entonces ¿Yamaguchi-kun se quedará hasta mañana? -- Cuestionó mientras ayudaba a su esposa con la comida para la cena.

-- ...Si. -- Respondió baja. -- Satoshi-san me llamó hace unos días para hablarme sobre eso. -- Dejó de hacer lo que hacía. La familia del amigo de su hijo era simplemente, rara, por no decir otra cosa.

La mujer que se hacía llamar su madre, nunca le demostró ni una pizca de cariño o afecto, simplemente a ella no le importaba su hijo, y para colmo, no hacía mucho tiempo que los había abandonado. Su padre por otro lado, si lo amaba, siempre mostraba ese amor de una forma u otra, pero ahora era la única persona que tenía, y por eso mismo era alguien mucho más ocupado, si las personas en casa eran menos, pero eso no lo hacía menos pesado.

-- Me dijo que estos días los tenía llenos de trabajo, y que no podría ver a Tadashi-kun. -- Satoshi debía esforzarse más por su hijo, lo quería sacar adelante y darle una buena vida pese a todo lo demás, pero eso le costaba algo, dejar a su hijo para lograr enfocarse. Esos días tenía una importante junta de trabajo, y no habría nadie en su hogar, por ello no podía, ni quería dejar a su hijo sólo, ¿Qué clase de navidad sería esa? Por eso mismo le pidió de favor a la familia del mejor, y único, amigo de su hijo, su podía pasarla junto a ellos. -- No es que me moleste, para nada, Tadashi-kun es un niño encantador, y el mejor amigo de Kei pero, no me gusta el cómo está viviendo. --

-- Si querida, ¿Pero qué podemos hacer nosotros? -- Se acercó para quedar a un lado de su esposa, ella solo dejo salir un suspiro. -- Deja de lado esa expresión, y ese tema. -- La abrazó. -- Es noche buena, así que debemos dar la mejor cara, tanto para Kei, como para Yamaguchi-kun. Hagamos que se sienta en casa ¿Si? -- Reiko asintió con una ligera sonrisa. Tenía razón, Tadashi era como un hijo más para ella, así que quería que se la pasará muy bien.

Kei se alejó de la cocina siguiendo su camino inicial, llegó a las escaleras y las subió para luego dirigirse a su habitación. Entró y encontró a su amigo viendo sus figuras de dinosaurio. Cerró la puerta atrás de él. -- Traje el juego. -- El pecoso volteó al escuchar la voz de su amigo.

-- ¿Cuál trajiste? -- Se alejó para volverse a sentar sobre la almohada dónde estaba anteriormente.

-- Este. -- Dejó la caja del juego sobre la mesa para que Tadashi viera que juego era. Posteriormente se sentó enfrente de su amigo para comenzar a sacar el juego y armarlo.

Pasaron un largo rato jugando, y matando el tiempo, eran al rededor de las 4:00pm, el juego era simple, pero a ambos les divertía mucho. La puerta de la habitación comenzó a ser tocada, por inercia voltearon viendo como el hermano del más alto se asomaba. -- Papá va a ir al supermercado por unas cosas que se le olvidó comprar, y me dijo que les dijera, que si querían ir. -- Los miró. Kei lanzo una mirada rápida a su amigo, Tadashi hizo lo mismo, ambos asintieron mientras veían al mayor.

-- Bueno Akiteru, yo me iré por acá. -- Apuntó a su izquierda. -- Te encargó lo demás, a Kei y Yamaguchi-kun ¿Puedo confiar en que nada malo sucederá, Akiteru? -- Cuestionó mirando directamente a los ojos de su hijo.

-- Si papá no te preocupes. -- Asintió mirando de la misma forma a su padre. -- Bueno, entonces nos iremos por acá. Kei, Tadashi, vamos. -- Se despidió de su padre y ambos niños fueron detrás de él. Pasaron por el pasillo de lácteos, la carnicería, el de harinas y otros más.

Akiteru revisaba la lista que anteriormente, su padre la había dado, y a su vez veía el montón de productos que había en cada pasillo, Kei y Tadashi solo seguían al castaño con aburrimiento, ahora se arrepentía de haber ido.

-- Tsukki. -- Susurró mientras tomaba de la manga a su amigo.

El rubio giró a verle. -- ¿Qué ocurre? -- Se Inclinó un poco para poder escucharlo mejor.

-- Mira. -- Apunto al pasillo de jugueteria, sus ojos brillaban y los del rubio se iluminaron de igual forma. Se miraron unos segundos. -- ¿Le decimos a Akiteru-kun si podemos ir? -- Kei pensó un momento y luego negó.

-- Nos va a decir que no. -- Dijo con seriedad. Se quedó pensativo mientras que era observado por el menor. -- ¿Damos una pasada rápida y volvemos con Akiteru? -- Seguían susurrando.

-- ¿Seguro que no hay que decirle? --

-- Míralo, está muy entretenido, no se va a dar cuenta. -- Señaló a su hermano. El pecoso dudó un poco, pero luego asintió.

Con sigilo y rapidez se separaron del mayor yendo hacia los juguetes.

Kaito terminó de pagar y luego salió de la tienda para ir a su auto y dejar las compras. Quitó el seguro y abrió el maletero para dejar las cosas, al terminar volvió a poner seguro y giró para volver a entrar a la tienda, debía esperar a Akiteru y a los niños.

-- ¡Papá!/¡Kaito-san! --

Estaba a unos cuantos pasos de la entrada, pero al escuchar esos gritos giró a ver, su hijo menor junto a su mejor amigo se acercaban corriendo a dónde él estaba, los miró perplejo.

-- ¿Usted es el responsable de estos niños? -- Un joven que venía con quién parecía ser su novia, se habían acercado, iban detrás de los infantes.

-- S-si. -- Respondió tomando la mano de ambos.

-- Cuide mejor de ellos. Estaban paseando afuera del establecimiento, solos. -- Regañó la chica al señor Tsukishima.

-- Agradezca que los vimos en seguida, quien sabe que les pudo haber pasado. --

-- ¡Mu-muchas gracias! Cuánto lamento las molestias. -- Se agachó frente a los jóvenes, mientras una gran irá crecía en su interior.

-- No se disculpe con nosotros, hágalo con los niños. -- Volvió a hablar la chica para después alejarse hacia la entrada de la tienda.

-- Si. -- Fue lo único que dijo. Pasaron unos segundos, tratando de procesar lo que acababa de ocurrir, entonces recordó algo muy fundamental. -- Kei ¿Qué hacían aquí afuera? -- Giró a ver a su hijo.

-- Nos perdimos. -- Dijo con algo de miedo, disimulado. No les estaba gritando, era mala señal.

-- ¿Por qué? --

-- No-nos separamos de Akiteru-kun. -- Tadashi continúo.

Kaito se sobó la cabeza. Soltó un suspiro y saco su celular. -- Vengan, vamos al auto. -- Comenzó a caminar y los niños solo obedecieron. Al llegar abrió para que ambos entrasen, Kaito marcó un número y espero paciente a que dejará de timbrar.

-- Pa-... --

-- Tsukishima Akiteru, te quiero en el estacionamiento, con las compras, ahora. --

-- Si señor. --

Colgó la llamada y tras unos minutos Akiteru llegó con las bolsas hasta el auto de su progenitor.

Durante todo el camino de regreso a casa Kaito regaño a los chicos, a Akiteru por no estar al pendiente y a los otros dos por haberse alejado sin avisarle al mayor, y también por haberse salido de la tienda. Las 10 minutos de camino se hicieron eternos por lo mismo.

Al final Kaito accedió a no decirle nada a Reiko.

-- ¿Te pasa algo Yamaguchi? -- Ya era de noche.

Habían llegado unas horas atrás, y como acordaron Kaito no dijo nada. Los dos más pequeño volvieron a la habitación del más alto y después de un tiempo bajaron a cenar, tan pronto fueron llamados. Al haber terminado volvieron al cuarto de Kei para arreglar todo para que Tadashi pudiera dormir. Akiteru se asomo a la habitación para recordarles sobre no decirle nada a su mamá, los niños ya lo sabían pero un recordatorio no hacía daño, el mayor se quedó un rato con ellos para platicar un poco y llegada cierta hora regreso a su habitación. Poco después, Kei y Tadashi se cambiaron de ropa por su pijama y se acomodaron en la cama del rubio para poder dormir.

-- No me pasa nada. -- Respondió tapándose con la cobija. El rubio lo miró poco convencido. -- Bueno. Es que me siento mal porque regañaron a Akiteru-kun y a Tsukki por mi culpa. -- Dijo algo entristecido.

-- No fue tu culpa. -- Se apresuró a responder. -- Fue mío, después de todo, fue mi idea no decirle nada a Akiteru, tú no hiciste nada malo. -- Su voz era suave y tranquila, como si tratara de calmar los nervios de su amigo.

-- Pe-pero, fue mi idea y yo-... --

-- No llores. -- Pronunció firme mientras sostenía el rostro del pecoso entre sus manos. -- No llores porque no fue tu culpa. -- Lo miró directo, Tadashi asintió a sus palabras limpiando las pocas lágrimas que si habían escapado de sus ojos.

Se quedaron unos minutos en silencio, mirándose frente a frente, el viento de afuera era la único que se escuchaba. -- Tsukki. -- Éste emitió un sonido de que lo escuchaba. -- Gracias por estar a mi lado. -- La grande y radiante sonrisa de Tadashi no tardaron en aparecer, Kei abrazó a su amigo de sorpresa, sobresaltando al pecoso.

-- Gracias, por ser mi amigo. -- Tenía una si risa en el rostro, de las pocas sonrisas sinceras que mostraba al mundo. Tras escuchar esas palabras, Tadashi también correspondió el abrazo, hundiendo su rostro en el espacio del cuello y el hombro del rubio. -- Guchi. --

-- ¿Si? --

-- Feliz navidad. --

-- Feliz navidad, Tsukki. --

Ante esas palabras ambos niños cayeron dormidos al instante.

A la mañana siguiente las lágrimas del peliverde no tardaron en aparecer, toda la familia de su amigo, incluyendole, habían comprado regalos para él, y sus lágrimas demostraban los feliz y agradecido que estaba con todos ellos.


°•°

Miraba la foto en la que él y su amigo aparecían cuando niños, dejo salir un suspiro para poco después levantarse de la cama.

-- Tadashi, la cena está lista. -- Una mujer pelinegra había aparecido desde la puerta.

-- Si mamá, voy en seguida. -- La contraria asintió y salió de la habitación dejando sólo a su hijo. Miró por la ventana, con pasó lento se acercó a ella para abrirla dejando al frío viento golpear su rostro.

Al sentir la brisa cerró los ojos para evitar que algo le entrase, abrió un poco la boca dejando salir vapor debido al frío. La brisa helada llamaba a su rostro, pero no le importaba, solo quería contemplar el panorama bañado de blanco debido a la nieve, se quedó así durante un par de minutos, observando aquello.

-- Feliz navidad, Tsukki. -- Susurró al viento. Haber recordado ese momento lo hizo sentir muy feliz.

Dejó salir un suspiro y se dispuso a cerrar la ventana, al hacerlo se acercó hasta la puerta y salió de su habitación para ir donde su mamá.




°•°


Feliz navidad ✨💝
Se que no es un capítulo como tal, pero aún así espero les haya gustado este pequeño "especial"

Solo diré que, espero la hayan pasado muy bien estos días, y que sigan disfrutando.

Lamento las faltas ortográficas, si ven alguna pueden hacermelo saber, y bueno.

Eso es todo, felices fiestas, nos leemos luego y bye bye ~

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