Capitulo VI

– Yamaguchi. Llamó acercándose a su amigo. ¿Quieres salir este fin de semana?

Ah, bueno, me gustaría, pero... Kei estaba atento, esperando por una respuesta. ...ya había hecho planes con Hitoka-san y los demás. Tadashi evitaba cualquier contacto visual con el rubio.

Ya veo. Por alguna razón se sentía extraño, que su amigo lo rechazará otra vez le hacía sentir un tanto molesto.

¿Qué te parece el próximo? Esos días voy a estar libre y...

El próximo no puedo. El pecoso observó a su amigo. – ¿Acaso lo olvidaste? Silencio. Es mi aniversario con Yukie. Ahí estaba.

Ci-cierto. Respondió por lo bajo. – Un año ¿No? El contrario asintió. Nuevamente se formó otro silencio, duró poco, pero para Tadashi fue una eternidad.

¡Yamaguchi! Ambos jóvenes voltearon, era Kageyama. ¡El profesor te busca! ¡Es para el club! Exclamó desde la distancia.

¡De acuerdo! Respondió comenzando a caminar hacia el azabache. Entonces. Murmuró. Entonces será otro día. Sonrió despidiéndose de su amigo.

Tsukishima solo lo vio irse con el ojiazul. Si. Dijo antes de comenzar a caminar del lado contrario. Se sentía enojado.

Yamaguchi-kun ¿Ocurre algo? Llamó la manager al notar la actitud del nombrado. Los otros dos voltearon a verle.

No, no sucede nada chicos. Respondió evitando tocar el tema.

Vamos Tadashi, sabes que cuentas con nosotros. Shoyo se le había acercado.

¿Tiene que ver con Tsukishima? Habló Tobio, los otros le dedicaron una mirada desaprobatoria.

¡Kageyama! Exclamó el naranjo yendo hacia él.

Tobio tiene razón. Murmuró sin levantar la vista. Pudo sentir las miradas ajenas sobre él. Es solo que, la próxima semana, él y Yukie cumplen un año. Sonrió al decirlo, más dolido no podía estar.

– Yamaguchi-kun. –

No sé preocupen. – Se levantó del suelo. – ¿Podemos hacer donas? – Su amiga lo miró para luego asentir. Los otros tres se levantaron y salieron de la habitación en dirección a la cocina.

°•°

Ya había pasado una semana.

Tadashi estaba recostado sobre su cama, no tenía energías, ni siquiera para levantarse e ir al baño. Tenía su rostro sobre la almohada, y en sus manos un peluche de dinosaurio, este le había sido regalado en su cumpleaños.

– ...Tengo hambre... – Se dijo a si mismo. Su estómago rugió ante ello. – Ya se. – Suspiró y sus tripas sonaron otra vez. – Ya lo se. – El sonido llegó a sus oídos otra vez. – ¡Ya entendí! – Gruñó y giró en su cama hasta llegar al suelo, estando en el se quedó viendo a un punto sin específico, se levantó con pesadez para después salir de su cuarto yendo a las escaleras.

Bajó llegando a la sala, su padre estaba en uno de los sillones, paso de largo y fue a la cocina, su madre se encontraba ahí.

– Al fin sales de esa habitación. – La ignoró y sacó del refrigerador una jarra de jugo y un tupper con spaghetti. – ¿Vas a comer eso? –

– ¿No puedo? – Regresó el tupper al refrigerador y metió un plato al microondas.

– Solo decía. – Se sirvió jugo en un vaso. Cuando el microondas emitió un pitido sacó el plato para después salir de la cocina, llegó a la mesa y comenzó a comer, su hermano estaba también en la mesa.

– ¿Tarea? – El infante asintió. – ¿Está difícil? – Negó sin levantar la vista. – Ya veo, buena suerte. – Pasaron unos minutos y terminó de comer, entró a la cocina otra vez para lavar sus trastes, mientras lo hacía escuchó el timbre.

– Pasa, pasa. – Escuchó la puerta abrirse y luego a su padre. – ¡Yuki-chan! ¡Kei-kun llegó! – Ya había salido de la cocina y se encontró con el rubio.

– Hola. – El recién llegado estaba de pie viendo el celular.

– Hola. – La chaqueta nueva que le había regalado Yukie lo hacía ver demasiado bien.

– Querido ven a ayudarme. –

– Siéntate, estás en tu casa. – Pasó por un lado de Kei.

– Gracias. – El señor Yamaguchi se había ido, y él se sentó. Se escuchó el ruido de la silla y después se vio a un niño subir las escaleras. Un corto silencio se formó en la sala – ¿Te vas a sentar? – Habló apuntando a su amigo, este se tensó y con torpeza fue a sentarse en el otro extremo del sillón. – ¿Cómo has estado? – El silencio lo ponía nervioso. No le miró cuando le preguntó, pero estaba atento a lo que dijiera.

B-bien. – Estaba un poco nervioso. ¿Y tú? – El rubio había emitido un sonido que significaba "bien". – ¿Cómo ha estado la tía? – El ambiente se había vuelto un poco pesado. – Oí que se enfermó hace poco. – Tenía la mirada en el suelo.

– Está bien, solo fue un resfriado. – Dejó de hablar durante unos segundos. – Aunque, últimamente se ha sentido muy cansada. – Apretó un poco el celular.

– Seguramente no es nada serio. – Notó aquel gesto en su amigo. – Ya sabes no es, la primera vez que sucede. – Lo miró de reojo.

– Si. – Se quedaron en silencio una vez más, se podía sentir el extraño ambiente entre ambos. – Mamá dice que quiere verte. – El pecoso lo volteó a mirar. – Dice que hace tiempo que no vas, y te extraña. – Dejó el celular sobre su pierna. Akiteru está igual, cada vez que me ve pregunta por ti. – Recargó la cabeza sobre el respaldo del sofá. – Y aunque no parezca, mi papá también quiere ver a "la antena de comunicación". – Hubo un corto silencio que fue roto de inmediato por la risa de ambos.

– ¿Sigue llamándome así? – Un absurdo apodo que la familia de su amigo le habían puesto en primaria.

– No es su culpa. – También estaba riendo. Cuando te menciona es lo primero que se le viene a la mente. – Respondió con una ligera sonrisa.

– Sigo sin entender ¿Por qué antena? – Su risa se disipó, más no su sonrisa.

– Por eso que tienes en la cabeza, es muy parecido a una. – Apuntó al mechón en el cabello de su amigo.

– Eso no es mi problema. – Rieron un poco más antes de quedar en silencio otra vez, pero ahora era uno más relajado y agradable, como los que solían tener con frecuencia cuando iban a casa juntos. El pecoso sonrió nostálgico y con un leve sonrojo, ¿Cuánto fue la última vez que se sintió así? – Tsukki. – Llamó inconsciente, el mencionado lo miró. – Hay algo que te quiero decir. – ¿Qué estaba haciendo?

– Dime, te escucho. – Se acomodó esperando a que hablara. El pecoso se volteo a verlo.

Tsukki yo. – Se había acercado un poco al rubio. – Yo estoy... –

– Kei. – Los dos jóvenes miraron hacia atrás. – Lamento si te estoy haciendo esperar, solo unos minutos más, lo juro. – En ese momento Tadashi se dió cuenta.

– Está bien. – La castaña subió las escaleras dejándolos solos otra vez. – ¿Qué ibas a decir? – Entonces rgresó su vista al pecoso.

– ¿Eh? Estaba anonado.

– ¿Ajá? Su amigo había puesto a su lugar. – ¿Qué ibas a decirme? –

– Que yo. – Una sensación fría lo recorrió. – Yo estoy realmente feliz por ustedes dos. – Sus miedos lo hicieron presencia.

– Ya veo. – ¿Decepcionante? Quizá.

– Si. – Ambos regresaron a su asiento, no volvieron a hablar durante un rato. Cuando Yukie bajó nuevamente parecieron recordar cómo era conversar. – Te ves linda Yuki. – Se habían levantado del sillón, vio a su hermana con un hermoso vestido.

– Gracias Tada-chan. – Sonrió en su dirección. – Kei, tú también te ves muy bien. – Tomó la mano del rubio.

– Gracias. –

– Bueno Kei-kun, ya sabes las reglas ¿No? – El señor Satoshi se acercó a la pareja.

– Mas tardar a las nueve. – La mujer iba saliendo de la cocina.

– Lo se. – Ella no era de su total agrado.

– Yuki, ven linda. – Fue con su madre y está le entregó una chamarra.

– Bueno, nos vamos. – Se encaminaron a la puerta y por alguna razón, el pecoso había ido detrás de ellos. – ¿Qué pasó Tada-chan? –

– ¡Ah! – Reaccionó.

– ¿Quieres decir algo? – Observó a su amigo.

– Solo quería decir. – Sentía las miradas de ambos sobre él. Que no olvides tus llaves. – Apuntó a un plato que están sobre una mesita. – Y, que se diviertan. – Miró a la pareja.

– Gracias por recordarme. ¡Ya nos vamos! – Con un gesto de la mano se despidió de su hermano, cerraron la puerta y él se quedó ahí solo, desorientado y confundido.

– Adiós. – Susurró a la nada, cuando reaccionó, fue y subió rápido las escaleras, llegó a su habitación y volvió a encerrarse. Se recargó en la puerta y lentamente bajo hasta el suelo ¿Qué diablos iba a hacer? ¿Decirle a su amigo que estaba enamorado de él, sabiendo que tenía novia, que ella era su hermana, y más aún, el día de su aniversario?, ¿Estaba a punto de hacerlo? – Soy un desastre. – Escondió su rostro entre sus manos. – Y un estúpido. – Quería llorar, gritar, desahógarse, ya no podía más. Haber hablado de esa forma con Tsukki le había recordado los viejos tiempos, aquellos dónde eran niños y se la pasaban juntos sin preocupaciones, quería volver a esos días, dónde solo eran ellos dos y nadie más, extrañaba esa cálida sensación, extrañaba a su amigo, extrañaba, a su antiguo yo. – Es su culpa, si tan solo no hubiera elegido Karasuno, si tan solo ¿Qué? – ¿En qué estoy pensando? ¿Qué Yuki tiene la culpa? – El silencio lo rodeó nuevamente, ocultó el rostro entre sus rodilla. – Tsukki... –

Se quedó sin hacer nada durante unos minutos, sentado, abrazándose a si mismo, elevó la vista y suspiró, se levantó del suelo y fue a la cama, agarró su celular y se tumbó en ella, empezó a revisar sus chats. – Shoyo y Tobio dijieron que iban a estar juntos, y Hitoka-san iba a ayudar a su mamá con unas cosas. – Dejó el celular a un lado. Se quedó observando el techo durante unos minutos. – Mamá... – Se sentó en la cama. – Mamá. – Se acercó a su cómoda y abrió un cajón, sacó un papel para escribir el número, al tenerlo lo marcó. Comenzó a timbrar. – Por favor. – Esperaba paciente. Contes... –

Kensho Tadako ¿Necesita algo?  – En la otra línea se podían escuchar varios papeles.

– Mamá, soy Tadashi. – Se levantó de la cama.

– ¿Tadashi? ¿Qué ocurre? – Había sorpresa en su voz, dejó los papeles sobre la mesa.

– ¿Recuerdas lo que dijiste aquel día? Que si necesitaba hablar con alguien, podía hacerlo contigo. –

– Por supuesto. –

¿Podemos vernos hoy? Claro, solo si puedes. – Espero por respuesta.

– Ahora estoy algo ocupada. –

– ¿Entonces no puedes? – Hubo silencio. – Está bien, entiendo que no puedas, eres una persona ocupada. – Habló con pena.

– ¿Te parece bien más tarde? – Miró por la ventana.

Durante unos segundos quedó perdido. – ¿En una hora, tal vez? – Cuestionó con duda.

– ¿Qué tal siete y cuarto? – Vio su reloj.

– Me parece bien, nos vemos más tarde. –

– Si, nos vemos. –

Terminó la llamada, puso a cargar su celular y fue al baño a tomar una ducha rápida.


°•°

Creo que nunca he dicho como es Yuile, físicamente y bueno, ella es castaña oscura, de ojos claros y es un poco más alta que Yachi.

Lamento la tardanza u,w,u. Espero y les haya gustado. Bueno, bye bye✨💕

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top