Capitulo IV
Los meses siguieron su curso, llegando así un nuevo ciclo escolar Tadashi y los otros ya estaban en su último año de preparatoria.
– Yamaguchi, despierta. – El rubio le movió el hombro a su amigo, ante eso despertó.
– Tsukki, ¿que ocurre? –
– Termino. – El peliverde miro a su alrededor, el salón estaba casi vacío. – Vamos. – Tras recoger sus cosas fue detrás de su amigo. – ¿No dormiste anoche? –
– Solo logré conciliar cuatro horas seguidas. – Respondió con un bostezo.
– Deberías dejar de desvelarte tanto. – El pecoso soltó una risita.
– ¡Kei-san! ¡Tadashi! – Ambos voltearon y vieron a una chica que se dirigían a hacia ellos. – ¿Puedo quedarme en su club? Es que el mío no tiene actividades hoy. –
– No hay problema Yuki. – Respondió.
– ¡Yei! – Se puso al otro lado del rubio. – Por cierto Kei-san, ¿te parece bien si vamos este fin? – Cuestionó mirando a su novio, el solo asintió. Doloroso.
Llegaron al gimnasio, Yukie fue directo a este, mientras que los chicos iban a la sala para cambiarse. Tan pronto Hinata los vio llegar se acercó al pecoso.
– ¡Yamaguchi! – El mencionado lo volteó a ver. – Me compras un bollo de carne si logro ganarte en una carrera. –
– Paso. Sé que perderé así que mejor ni lo intento. – Respondió con una risita.
– Hinata-san, yo quiero intentar. – Mencionó uno de segundo.
– Te recomiendo que no. – Advirtió Yamaguchi dirigiéndose a la salida.
•
– Bueno pequeño, nos debes un bollo de carne a mi y dos a Kageyama. – Rio observando a su kohai.
– Te dije que no aceptarás el reto. – Miró con pena al chico. El equipo soltó un risa. Llegaron a Sakanoshita y algunos integrantes entraron a comprar cosas.
– Tsukishima-senpai ¿Es cierto que su novia es la hermana de Yamaguchi-senpai? – Pregunto uno de primero hacia el rubio, este solo asintió.
– ¿Yamaguchi-senpai no le molesta? – Otro de primero siguió la conversación.
– Molestarme. – Shoyo, Hitoka y Tobio lo miraron. – ¿Por qué habría de hacerlo? – Cuestionó con una risita.
– Bueno, es que es su amigo, yo me sentiría incómodo. – Incómodo, así se sentía.
– ¿Y? Si Yuki es feliz no tengo porque molestarme. – Sonrió, la mencionada le devolvió la sonrisa. – Bueno, se hace tarde así que es hora de irse. – Los de primero y segundo se fueron, y tras eso los de tercero comenzaron a caminar.
– Yamaguchi, ¿Si te vas a quedar en mi casa? – Preguntó el naranjo viendo al mencionado.
– Si, espero y a tu mamá no le moleste. –
– ¿No vas a casa? – Su hermana volteó a mirarle. Tadashi asintió a ello. – ¿Papá sabe? –
– Se lo mencioné, espero no lo halla olvidado. –
– Bueno, yo le digo como quiera. –
– Si gracias, aquí nos separamos, regresen con cuidado. – Se despidió de los contrarios y entró a un camino junto a Shoyo. – Gracias, Hinata, no iba a aguantar más. –
– No debes agradecerme. – Sonrió con tranquilidad. – Pero, ¿a tu padre no le molesta? –
– No te preocupes, que suela olvidar algunas cosas tiene sus ventajas. – Miró a su amigo.
– Ya veo. – Suspiró. – Bueno, mamá hará un festín hoy así que, vamos. – Apuntó hacia el frente, el contrario soltó una risa, y se dirigieron a la parada de autobús.
•
– ¿Seguro que no quieres venir? – Preguntó Kei una vez más.
– Sabes que no nos molesta. –
– Ya les dije que no se preocupen, diviértanse, ya me cuentan la película cuando lleguen. – Sonrió.
– ¿Seguro? – Habló el rubio una vez más.
– Ya les dije que si, prefiero quedarme en casa. – Los otros se miraron un momento.
– De acuerdo. – El rubio tomó su sudadera – Nos vemos más tarde. – Kei y Yukie salieron de la casa.
– Adiós. – Tras verlos irse subió a su habitación, se tiró a su cama y miro al techo. – Diviértanse –
•
Pasó un rato hasta que su cuerpo cayera a brazos de Morfeo. Tras unos minutos en ese estado su celular sonó, el ruido de este lo hizo despertar, fue hasta el dispositivo y contesto la llamada sin siquiera ver el número.
– ¡Yamaguchi! – Escuchó una voz conocida del otro lado.
– Hinata, ¿Que ocurre? – Respondió adormilado.
– ¿En dónde estás? –
– En mi casa. – Se talló los ojos.
– Muy bien, alístate y toma tus zapatos. – Mencionó energético.
– Mis...¿Mis qué? – Cuestionó con confusión.
– Tus zapatos. –
– ¿Por qué? –
– Porque vamos a pasear. – Escuchó la voz de una chica, era Yachi. – Hinata, Kageyama-kun y yo vamos a ir a pasar el rato, así que decidimos invitarte también. –
– No chicos, no quiero salir. –
– Pues que mal, porque ya estamos afuera de tu casa. – Shoyo volvió a hablar.
– ¡¿Ya están que?! – Se acercó a su ventana y vio por ella, ahí habían tres personas.
– ¡Rápido! – Exclamó el naranjo desde afuera.
– Denme 5 minutos. – Suspiro y colgó la llamada. Tomó una chamarra, su celular y salió de la habitación, fue hacia el piso de abajo, ahí estaba su padre. – Papá. – El aludido asintió. – Voy a ir con unos amigos, vuelvo más tarde. –
– Si hijo, diviértete. – Respondió sin mirarle.
Tadashi fue hasta la entrada, se colocó los zapatos. – Vuelvo más tarde. – Agarró sus llaves y cerro la puerta detrás de él. – Listo. – Suspiró. – Vamos. –
– ¡¡Si!! – Exclamaron triunfantes, el peliverde volvió a suspirar ante ello. Los cuatro chicos se dirigieron a la estación más cercana, tomarían el metro para ir a la plaza, al llegar se bajaron para ir hacia el cine.
– ¿Vamos al cine? – Detuvo el paso.
– Si, se estrenaron buenas películas esta vez. – Shoyo lo volteó a ver después de eso.
– Pero... –
– Nada de peros, Yamaguchi-kun. – Interrumpió la rubia. – Vinimos para divertirnos así que nada de negatividad, ¿Tengo razón? – Los otros dos chicos asintieron a las palabras de la chica. – Entonces ¡vamos! – Tomaron al pecoso para llevarle dentro, trato de poner resistencia pero los otros tres lo arrastraron fácilmente.
Tras una larga discusión para saber qué película ver se decidieron por una de terror, eso alivio un poco a Yamaguchi, al menos no estaría en la misma sala que los otros dos. Ya estaban en la sala y mientras la película avanzaba Shoyo y Hitoka se pegaron a él y por el otro lado Tobio dormía tranquilamente.
– ¡¿Cómo pudiste quedarte dormido, Kageyama-kun?! –
– ¡¿Ah?! ¡¿Y por qué me gritas?! ¡Boke! –
– ¡Pues cuando voltee estabas dormido! –
– ¡¿Qué esperabas?! ¡¿Qué te abrazará cuando tuvieras miedo?! –
– ¡Cla-claro que no! – Hinata se había sonrojado. La rubia y el peliverde solo observaban la discusión unos pasos atrás.
– Yo si me asuste. –
– Yo un poco, es difícil concentrarse cuando tienes a dos koalas de lado y lado. – Rio un poco.
– ¡Lo siento! – Se inclinó.
– No importa, pero parece que no se van a detener en un rato. – Apunto a los chicos frente a ellos.
– Tienes razón, ¡Chicos! – Miraron hacia atrás. – ¿Les parece bien, ir por un helado? – Se miraron unos segundos para luego ir donde los otros. Caminaron unas calles hasta llegar a un pequeño local, pasaron unos minutos dentro y después salieron.
– Hay un parque cerca de aquí ¿Vamos? – Hinata miro a sus amigos.
– No estaría mal. – Respondió Yamaguchi, los cuatro llegaron al parque y se sentaron en unas mesitas que estaban ahí.
– Deberíamos salir más seguido, es muy divertido y relajante. –
– Yachi-san tiene razón, ¿Les parece bien salir otro día? –
– No estaría mal. – Habló el azabache.
– Kageyama ya dijo que si, ¿Yamaguchi? – Observó al peliverde.
– Supongo que, está bien. – Una sonrisa se formó en los labios de los otros tres. – Siempre y cuando me avisen con tiempo. – Todos rieron ante eso.
– Prometido. – Ver a su amigo reír los hizo sentir bien, los tres sabían cómo se estaba sintiendo Yamaguchi, y por eso verlo divertirse como ahora, los hacia sentirse tranquilos. – ¡Bien! Una carrera de aquí hasta los jueguitos que están hasta el otro extremo. – Apunto Hinata acabando su helado.
– Acepto. – Kageyama se levantó de la mesa.
– Paso, se que no tengo oportunidad contra ustedes. –
– Opino lo mismo que Yamaguchi-kun. –
– Bueno en ese caso, que tal una carrera de dos. Yamaguchi lleva a Yachi-san en su espalda y Kageyama me lleva a mi. –
– Denegado. – Yamaguchi volvió a hablar. – En ese caso es obvio quien va a ganar. – Hablo apuntando a Kageyama.
– ¡Bien! Entonces, yo llevo Yachi-san y Kageyama a Yamaguchi, ¿De acuerdo? –
– No, no, no, imposible, seguramente Kageyama no puede conmigo, ¿Verdad, Kageyama? – Miró al azabache.
– Kageyama-kun, ¿Qué opinas? – Volvió a hablar Hinata.
– No me molesta, además, dudo que puedas pesar más que Hinata. –
– ¡Eso es grosero! – Dijo mirando al ojiazul. – Bien. – Suspiró. – Con eso resuelto, iniciemos. –
– Pero... –
– Nada de peros Yamaguchi, se ha decidido. – Hinata interrumpió al peliverde, mientras Yachi se subía a su espalda.
– Vamos Yamaguchi-kun. – Ante aquello suspiró rendido, poco después se encontraba en la espalda de Kageyama.
– Okey, de aquí a los juegos. – El azabache asintió. – ¿Quién avisa? –
– Yo lo hago. – Comentó la rubia.
– Bien, ahora sí iniciemos. –
– Espera, ¿Qué consigue el ganador del perdedor? – Pregunto Tobio, Shoyo se quedó pensativo.
– ¿Qué les parece dos bollos de carne para cada uno durante una semana? – Comentó Tadashi.
– Hecho, con eso aclarado, iniciamos, Yachi-san. –
– Si. – Respondió.
– ¿Sabes qué es lo más incómodo? – Kageyama giro un poco su cabeza. – Que medimos casi lo mismo. –
– Tienes razón. – Volvió a mirar al frente. – Sujetate bien. – El pecoso obedeció.
– En sus marcas, listos, ¡fuera! – Tan pronto dijo eso el pelinegro salió corriendo.
– ¡Kageyama! – Hinata fue detrás de él. Ambos chicos corrieron deprisa, gritos y miradas retadoras se empezaron a notar, sus hombros se rozaban en más de una ocasión, y por otro lado Hitoka y Tadashi sentían que el padre les hablaba, todo, absolutamente todo, les daba vueltas. Ya se encontraban cerca, a unos cuantos pasos de los juegos, Shoyo iba un poco más a la cabeza, ya sentía la victoria pero en eso, Tobio le arrebazó.
– ¡Gané! – Tadashi bajo cansado de la espalda de Tobio.
– ¡No es cierto! ¡Fue trampa! – Hitoka hizo lo mismo que el verdoso.
– Gané de manera justa, así que no puedes reclamar nada. – Hinata lo miro con recelo. – ¿O me equivoco? – Volteó a ver a los otros dos.
– Yo no sé, todo me dió vueltas. –
– A mí también. – Siguió la rubia. – Pero creo que Kageyama-kun y Yamaguchi-kun ganaron. – Respondió la chica, Shoyo gruñó y Tobio asintió triunfante.
– ¡Aghhh! ¡Tontoyama! – Exclamó el naranjo.
– ¡¿Qué quieres?! – Y otra discusión comenzó a partir de eso. Los otros dos solo rieron.
•
– Ya llegué. – Anunció dejando sus zapatos en la entrada.
– Bienvenido, ¿Dónde estabas? –
– Oh, hola Yuki, salí con unos amigos. –
– Ya veo. –
– ¿Cómo les fue? – Pregunto pasándole por un lado.
– Bien. – Respondió. – Y ¿Cómo te fue a ti? –
– También me fue bien. – Sonrió recordando todo lo que hizo en la tarde.
– Que bueno. –
– Si. Me iré a bañar, estoy un poco cansado. – La contraria asintió.
– No había dicho que, no tenía, planes – Pronunció tan pronto vio al pecoso desaparecer tras las escaleras.
•
Inicie con clases, alguien mateme por favor ;—;
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