Capítulo 5
El día comienza normalmente con la infantería 1-C entrando a clases con Marcela Rey. Aunque la mujer se sorprende al ver a Brayan sentado en uno de los asientos de la primera fila, teniendo sólo pequeñas cicatrices visibles en su cuerpo.
—Ocampo, ¿no te gustaría descansar en lugar de estar aquí?
—No, no, ya estuve en una cama por dos semanas —responde sonriendo—. Además me hicieron una curación instantánea y ya estoy bien —agrega, haciendo que Julián arquee una ceja mientras lo mira con su nueva expresión seria.
De hecho, el día anterior Brayan estaba cansado de recibir ayuda para comer, ir al baño o asearse, de esto último se ocupaba su mamá y su frustración creció tanto que ya no veía la hora de salir de allí. Entonces un hombre tocó la puerta y entró a la habitación, el señor ofrecía sus servicios de sanación a cambio de dinero. Sin embargo a Brayan casi se le cae la quijada al escuchar el precio, por otro lado Julián se negó, ya que sus heridas casi habían sanado y sólo faltaba que pudiera ponerse de pie.
—¿Cómo funciona su poder exactamente? —le preguntó el castaño al hombre.
—Tengo la habilidad de regenerar mi cuerpo, cualquier herida se cura en segundos y sano a las personas transmitiendo un poco de mi poder a ellos.
—Entiendo, pero no tengo esa plata —negó Brayan al soltar un suspiro—. ¿Puedo darle la mano? Gracias por venir al menos —dijo mientras abría y cerraba su mano derecha. El hombre sonrió y estrecharon sus manos, luego él se despidió diciendo que debía seguir con el trabajo.
Una vez solos, Julián movió su silla hacia Brayan y lo miró fijamente, quería fruncir el ceño, pero solo podía darle esa mirada fría y desinteresada, que de hecho asustó al castaño.
—N-No me mires así, hubieras hecho lo mismo si no pudieras cagar solo —se defendió, entonces empezó a sentir que los dolores de su cuerpo desaparecían por completo. Sus costillas no punzaban, respirar ya no es doloroso y al fin podía sentarse en la cama. Con el brazo que no estaba enyesado se quitó la cuellera y se estiró.
—Brayan... Robaste —comenta el rizado, riéndose para sus adentros al ver el rostro pálido del castaño.
—No. Él quería robarnos, además pedía dólares.
—¿Y qué le vas a decir a los doctores?
—Que ese amable señor nos curó, gente como él tiene el cielo asegurado —respondió cuando se bajó de la cama, antes de ir al baño tocó a Julián y sanó sus pies completamente, cosa que lo convirtió en su cómplice automáticamente.
—Hey Ángelo, te guardé un lugar. —Brayan sacude su brazo al verlo entrar al salón. Extrañado el morocho toma el lugar junto a él y revuelve su mochila para sacar su cuadernillo y birome—. ¿No curaron tu brazo?
—Es que hace poco pagaron por los destrozos de la casa de mis abuelos —responde, subiendo y bajando los hombros—. Ya me acostumbré al yeso.
—Sana, sana, colita de rana —canturrea para luego darle un zape por la cabeza.
—¡Ay! ¿Qué te pasa tarado? —Ángelo frota su cabeza y nota que acaba de hacerlo con la mano derecha—. Eh... ¡Ya no duele!
—¡Shhh! Estamos en clase —lo calla para luego mirar al frente. Rey se mantenía callada, esperando a que terminaran de hablar, una vez que todos guardan silencio ella comienza con la clase.
—Buenos días. Es bueno que ya todos estén reunidos, yo debería castigar a las personas que salieron sin permiso cuando se les ordenó estar a salvo. Ya saben de quienes estoy hablando. —Las miradas de Mía, Valentina, Isabella y Catalina se dirigen al resto, en cuando Ángelo nota que en el banco de su lado se encuentra la pelirroja—. Como ordena el reglamento debería castigarlos, pero supongo que ya tuvieron suficiente con la recuperación de sus heridas. Vamos a seguir —agrega para luego hacer una seña hacia la puerta. Entonces un muchacho alto y rubio entra al salón y se detiene junto a ella.
—Algunos ya lo conocen, otros no. Él es Joaquín Torres —lo presenta.
—Buenos días —responde él en un tono serio—. Yo voy a suplantar a mi padre hasta que se recupere completamente.
—¿Qué el pasó? ¿Es grave? —pregunta Julián mientras levanta su mano para llamar la atención.
—Lo importante es que ya está fuera de peligro —es lo único que dice con respecto al tema y luego saca unas hojas de su mochila—. Hoy toca prueba y él me dio las preguntas que hicieron con Rey —les explica mientras distribuye las hojas, dejando a más de uno con la boca entreabierta.
—Ya odio al pendejo y eso que lo conozco hace dos minutos —le dice Simón a Francisco en voz baja, quien está sentado a su lado. Este simplemente ríe y mira su mano izquierda, está usando un guante negro para pasar desapercibido.
—Cuando terminen vamos a hacer entrenamiento con la infantería 1-A —comenta Joaquín luego de regresar junto a Rey, una vez que el examen empieza él le pregunta en voz baja a la mujer si estuvo bien, ya que se siente bastante nervioso.
—Lo manejas muy bien. Sólo que Valentina ríe al verte como instructor —responde dándole una sonrisa.
—Es que quiere molestarme.
La hora se cumple y deben entregar la prueba, Simón lo hace a regañadientes porque no la había terminado. Valentina, por su parte, continúa molestando a Joaquín, diciéndole profesor al momento de devolver la hoja. Él la ignora pero su rostro se volvió un poco rojo, entonces aclara su garganta y les pide salir al campo de entrenamiento ya que la otra infantería los está esperando allí.
—Una prueba sorpresa, casi me muero —comenta Catalina mientras camina junto a Ángelo.
—Yo puse en falso donde preguntaba si hay nombres para un tipo de poder. ¿Qué pusiste? —pregunta, ya que no está seguro de su respuesta.
—Es verdadero.
—¿Que?
—Nosotros llamamos a las personas por su poder, por ejemplo; ella tiene control del hielo o él del aire y así se va clasificando a las personas dentro de alguna habilidad similar que tengan. Pero a veces no es tan fácil, por ejemplo tu papá es del grupo que tiene súper fuerza y también podría pertenecer al que tiene súper resistencia —le explica con una sonrisa.
—La puta madre, era fácil y la cagué —dice al frotar su rostro. Está un poco cansado por madrugar, entonces no duda en arrojarse sobre el césped cuando ya están afuera, además la infantería 1-A está dispersa y no ven a su instructor por ninguna parte.
—Tenemos el ejercicio, no te puedes dormir —lo regaña mientras mira a los lados. Acaba de notar que están solos porque el resto se encuentran bastante alejados—. La infantería está allá, tenemos que ir.
—Es cierto, no puedo dormir —responde al sentarse, pero termina recostado en el regazo de Catalina—. Mucho más cómodo —murmura y cierra los ojos.
—¡Todos nos están viendo! —chilla para luego darle un zape al morocho, él hace una mueca, aunque siente su cuerpo completamente liviano y ya sabe la razón.
—¿Y? No me importa —comenta él al estar flotando ante ella.
—Vamos antes de que venga Joaquín. —Catalina lo toma de la mano, entonces Ángelo vuelve a tener los pies en la tierra, incluso el peso de su uniforme regresó.
—Ya sabés cómo anular tu poder —dice sorprendido, produciendo un notable sonrojo en sus grandes mejillas.
—Practiqué mucho los últimos días —responde desviando la mirada—. Vamos antes de que nos obliguen a hacer flexiones —murmura al tomarlo de la manga de su uniforme para que camine y un segundo después lo suelta, fingiendo que nada pasó.
En eso Joaquín y Rey hacen presencia al igual que Pucheta, el instructor de la otra infantería. El hombre les orden a formarse, diciendo que harán de nuevo una pelea como al principio del ciclo.
—¿Una pelea? Pero-
Valentina iba a protestar, ya que la más de la mitad de ellos acaban de recuperarse, sin embargo Joaquín la interrumpe y acepta la propuesta de Pucheta. Esto provoca una pequeña crisis en la infantería, Mía rápidamente elige a quienes van a pelear siendo Simón, Julián, Isabella y Valentina los afortunados. Sin embargo Simón da un paso atrás.
—¿Yo? No tengo poderes —dice el castaño y se cruza de brazos.
—No jodas, esto es serio —responde ella con los puños apretados.
—Simón y Julián no están bien —interfiere Brayan.
—Yo si, quiero venganza —comenta Ángelo al ver a ese chico de fuego que rompió su brazo hace tiempo, además es el mismo que los atacó cuando la base fue invadida. No tiene idea de cómo está allí ya que debería estar encerrado por todo lo que hizo.
—Bueno, vamos a hacer esto —murmura Brayan, él elige a Francisco, Julián y a Ángelo para pelear y les dice qué hacer, mientras que las chicas protestan e intentan convencer a Simón de pelear.
—Vamos a terminarlos de un ataque —agrega Francisco luego de separarse, el resto no habían escuchado la estrategia, sin embargo los elegidos dan un paso al frente con seguridad. Los del 1-A ríen al creer que es una broma, cómo un chico con yeso los va a enfrentar. Pero todos callan a escuchar a Julián hablar.
—Estamos listos —dice, su voz grave y sin emoción. Cinco integrantes de la infantería 1-A se encuentran ante ellos siendo dirigidos por Daniel Sirra.
—No voy a pelear con la lisiada —comenta éste y las risas estallan. Sin embargo no esperó que Ángelo lo golpeara en el estómago con su brazo enyesado, haciendo el golpe mucho más fuerte y doloroso. Sirra acaba arrodillado junto a sus compañeros de equipo, provocando que Alicia corra hacia los demás para atacarlos. Completamente confiada por su súper fuerza y resistencia, detrás de ella también se lanzan el resto de su infantería.
—Tenías que golpear a su jefe —reprocha Julián.
—Si. —Ángelo retrocede, dándole lugar a Francisco para atacar, él hace que una gran cantidad de agua cubra el suelo bajo los pies de los de 1-A. Detiene a algunos porque el agua los sujeta, sin embargo otros continúan avanzando.
—¡No es justo, ellos son 3 nomas! —dice Delfina. Brayan la toma de la mano al ver que estaba a punto de intervenir y le da una sonrisa, diciendo que ellos lo tienen controlado.
—¡Ángelo! —Brayan no alcanza a detener a Catalina, pero ella sólo arroja algo hacia el morocho.
—Es... —él queda sorprendido al ver un carretel bastante grande de alambre. Aunque se sale de su extrañes para desenvolver el carretel, extiende el alambre con rapidez y lo envuelve por los brazos y piernas del enemigo dejándolos inmóvil.
—¡Julián! —exclama al lanzarle el extremo, este logra atraparlo y luego da unos pasos al frente.
Daniel se recupera del golpe y levanta la mirada, sólo para darse cuenta que él y sus compañeros están pisando agua que alcanza hasta sus tobillos y que además están atados por el alambre. Julián ladea la cabeza cuando los del 1-A comienzan a suplicarle que no los ataque, entonces les pide que se rindan, aunque Daniel se niega rotundamente.
—¡Yo nunca me rindo! —exclama con firmeza.
—¿Y... tus compas? —pregunta el rizado y chapotea con su pie derecho. Hay un silencio corto por un momento, hasta que Alicia corta sus ataduras con facilidad y camina hacia él.
—Tampoco me voy a rendir —declara al levantar su puño hacia Julián, sin embargo Francisco la detiene con ayuda de su brazo izquierdo, el cual tiene la fuerza suficiente como para contenerla. El rubio la empuja hacia atrás y la inmoviliza con una gran cantidad de agua que sólo deja su cabeza libre para que pueda respirar aunque, teniendo en cuenta su condición de Original, duda que realmente lo necesite.
—Bueno... ya decidieron —murmura Julián para luego liberar una potente descarga que es conducida por el agua y el metal hacia los cuerpos de sus víctimas. La infantería 1-A queda inconsciente sobre el césped, siendo Alicia la única que no resultó afectada y mira sorprendida a sus compañeros.
—Me rindo —dice al dejar de luchar contra la masa de agua, entonces Francisco la libera, permitiendo que asista a sus amigos.
—¡Woooah! —Mía levanta los brazos mientras corre hacia sus compañeros, los demás también la siguen y abrazan a Ángelo y a Francisco, a excepción de Isabella que los felicita desde lejos.
—Que estás-
Valentina queda paralizada cuando ve a Julián unirse al abrazo, él rodea a los que puede, un momento después se separa dejando a más de uno sin palabras.
—Les ganamos. —Quiere sonreír, saltar, correr, burlarse de la otra infantería, pero simplemente puede decir eso y ya comienza a hartarse.
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