Capítulo 15

Ángelo ha creado el grupo "Sentos"

Te ha añadido

Yo

Ya sé que te pasó Julián

Que pelotudo

Cómo se te ocurre hacer algo así?!

Julián

Hola

Qué hice?

Simón

Hey

¿Qué pasó?

Yo

Hizo un trato con el Pombero para controlar sus poderes

Y ni lo recuerda

Simón

¿Qué?

Julián

EH?!

Simón

¡¿Un trato?! No entiendo

Julián

La leyenda dice que él hace tratos a cambio de miel y cigarros

Así era?

Yo

Tomó parte de su poder

Simón

Esto se puso muy raro

¿De verdad creen en esas cosas?

Julián

No me acuerdo!!

Yo

Él mismo me lo dijo

Me explicó todo cuando hablé de esos desmayos

Dijo que es un espíritu o algo que reencarna constantemente y hace tratos a cambio de virtudes o habilidades

Simón

Tiempo, tiempo. 

Puede ser un loco con una habilidad extraña

Julián

Si existe, nosotros lo vimos

Ahora entiendo porqué ya no le doy toques a los demás cuando me tocan

Yo

Simón, esto es en serio. Está a mi lado ahora

Simón

Entonces corre Angie

Yo

Que fácil decirlo

Parece ser buena gente, ha estado trabajando de paramédico con mi tío

Dijo que estarás bien

Simón

¿Seguro? No tenemos que confiarnos de ese tipo

Julián

Gracias chicos

No me equivoqué en hacerlos mis amigos

—Exactamente... ¿qué van a hacer? —cuestiona la persona causante del problema. Ángelo siente un fuerte escalofríos al escucharlo y gira lentamente.

—¿Hacer de qué?

—Leí de qué hablaban, no eres nada discreto —niega lentamente mientras acomoda minuciosamente las plumas de su capa—. Simón es muy desconfiado pero nada malo pasará con Julián. Lo prometo.

—No estoy seguro, ¿por qué él no recuerda nada? —cuestiona al fruncir el ceño.

—Las palabras es suficiente para mí. Yo le hice olvidar eso, pero haré que lo recuerde porque ya saben de qué se trata. Saben de mí —murmura para luego volver a tener la apariencia del paramédico. Esto deja a Ángelo confundido hasta ver el auto de Obregón acercarse.

—¿Qué pasó con él? —pregunta al ver a Darío roncando sobre el regazo del morocho.

—Ah, estaba muy cansado. No durmió nada por perseguir a los lobizones —responde el hombre rubio, usando ese tono amigable y alegre.

—Igualmente deben revisarlos —dice Obregón mientras abre las puertas del coche. Una vez en camino, él le explica al muchacho lo que sucedió, diciéndole que la responsable de reunir a esos lobizones fue una mujer loca, más precisamente la ex de su tío. 

Generalmente sólo se encargaran de uno o dos por mes, no hay muchos avistamientos. Le asegura que tuvo un buen desempeño en el trabajo y le servirá de experiencia, sin embargo Ángelo no presta demasiada atención, pues se encuentra bastante incómodo al notar la mirada del señor de las aves sobre él.

Cuando llegan a la base él es el primero en bajar, como escapando de la atmósfera pesada y sofocante que se formó en el auto. A pesar de mostrarse amable es la misma persona que noqueó fácilmente a su padre y ahora a su tío, ellos son los más fuertes de la familia Vega.  

—Darío estará bien, estaré a su lado hasta que despierte —le dice en voz baja mientras lleva a Darío sobre su espalda, luego comenta que llevará a su compañero a la enfermería. Al verlos alejarse traga saliva e intenta recuperar el control de su cuerpo, un fuerte escalofríos recorre su espalda mientras toma su celular e intenta llamar a sus amigos. Sin embargo sus dedos temblorosos llaman a los números equivocados hasta que a la tercera vez consigue comunicarse con Simón.

¡Hola!  

—Tenemos que hablar, ¿dónde estás? ¿Dónde está Julián?

Yo estoy en el vivero de la base, si, yo tampoco sabía que teníamos uno. Julián debe estar con su instructor, Dante se encargará de su entrenamiento en Jujuy

—Okey. —Ángelo corta la llamada para correr y detener al auto que está a punto de salir, se pone frente a éste y coloca sus manos sobre el capot.

—¿Estás loco? Pueden atropellarte —dice el rizado al salir del coche.

—Es que quiero despedirme —contesta mientras recupera el aliento. Dante desde su asiento sonríe y acepta darle unos minutos, entonces el morocho no pierde tiempo y lo empuja de regreso a la base. 

Con algunas indicaciones logran llegar al vivero del que habló Simón, estando en el extremo sur de la base, resultando mucho más grande de lo que ellos habían creído. Al llegar encuentran una gran construcción de cristal ante sus ojos, al entrar no pueden dejar de apreciar las flores, arbustos y pequeños árboles del interior. 

—Es el sueño de los que tienen poderes de plantas —murmura Julián. 

—¡Ahí está! —Ángelo señala al castaño, quien se encuentra colocando tierra dentro de unas pequeñas macetas. 

Al escucharlos Simón voltea y les sonríe, diciendo que no pensaba que se despedirían. Ahora que saben qué sucede con Julián, el problema ahora es el castaño.

—Más vale, Julián se va a Jujuy —responde Ángelo al darle una sonrisa—. ¿Estarás bien? Parece que entrenarás con el señor Leonardo Barrios y Francisco.

—Si, ese tipo... Lo bueno es que Fran estará conmigo —murmura al ponerse de pie, entonces se acerca a Julián para colocar su mano en el hombro de este—. ¡¿Cómo se te ocurre hacer un trato así, pelotudo?! Le diste tu poder.

—No, todavía lo tengo —responde al mirar su mano, todavía siente los cosquilleos eléctricos en las puntas de sus dedos.  

—Dijo que tu poder es muy grande, por eso todavía lo puedes usar —dice Ángelo al notar ese detalle.

—El más fuerte de los Sentos —concuerda Simón para luego golpear a cada uno en el brazo.

—¿Sentos? —cuestiona Julián llamando la atención, un momento después trata de sonreír.

—El nombre de nuestro grupo, como nuestros nombres tienen acento nos llamaremos así. 

—Yo le coloqué ese nombre al what porque no sabía qué más poner —confiesa el morocho al subir y bajar los hombros.

—Chicos... gracias por todo, de verdad... —murmura Julián, en ese momento si logra sonreír—. Es una buena idea Simón. 

—Obvio, el segundo más fuerte es Angie y yo en el último lugar —responde, haciendo que Julián y Ángelo crucen miradas. 

—¡Vega! —la voz grave del Obregón resuena en el lugar, entonces el nombrado voltea para verlo caminar hacia él—. Todavía no terminamos con el trabajo.

—Perdón, m-me estaba despidiendo de mis amigos. 

El mayor se acerca para presentarse y también se excusa diciendo que el entrenamiento con Ángelo apenas comenzó. Por lo que el morocho debe acompañarlo otra vez, saluda a los otros de lejos y acaban saliendo del vivero. Él mantiene la cabeza agachada, su mente enredada por pensar en una solución para que Simón vuelva a ser él mismo. 

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