Capítulo 12

Al día siguiente los resultados ya estaban analizados y los instructores preparados para comenzar. La infantería 1-C se encuentra reunida y en espera a los resultados, Delfina nota a su amiga un poco decaída, entonces juega con sus cabellos rojizos para llamar su atención.

—¿Y esa cara?

—Son seis meses, no sé si...

—¿Es por tu abuela? —pregunta al ladear la cabeza.

—Ella va conmigo, es así, es que-

—Ah, era eso. —Delfina sonríe para luego guiñarle un ojo—. Vas a extrañar a tu chico, no quieres separarte de él.

—¡Es que todo estaba yendo muy bien! —exclama indignada.

—¿Qué tanto? —al oír eso Catalina mira a otro lado, intentando dejar ahí esa conversación, sin embargo la castaña la molesta dándole empujones suaves—. Hablá.

—Me besó —le susurra al oído, inmediatamente se arrepiente al ver la sonrisa de su amiga. Delfina chilla mientras da unos saltitos y luego llama a las otras, diciéndoles que Ángelo besó a Catalina. Isabella ya se venía venir eso y la felicita, Valentina se sorprende y Mía no puede creerlo. 

—¿Cómo fue? ¿Sabe besar? ¿Fue tu primer beso? —la interroga la fría rubia. 

—No sé cómo describirlo. Fueron varias veces, pero no lo veré en meses. —Los ojitos de la pelirroja comienzan a aguarse, entonces Mía ríe.

—Que llorona, pueden hablar por celular, mensajes, etcétera. 

—Eso vamos a hacer Brayan y yo, anoche hablamos un poco. Te odio Cata, él todavía no me besó —dice Delfina para luego cruzarse de brazos y hacer una mueca, inflando sus cachetes.

—No es su culpa —comenta Valentina, divertida al ver cómo actúan las demás.

—Silencio señoritas —las interrumpe Rey, ella se acerca a la formación y los jóvenes se paran firmes, deben mostrar la mejor versión de sí mismos ante las caras nuevas que acompañan a la mujer y a Joaquín.

Diez personas se presentan ante la infantería, algunos de ellos llevan el uniforme característico del ejército mientras que otros visten trajes completamente diferentes. Pero Dante y Edgar llaman la atención de los chicos al reconocerlos. Debido a esto Rey pasa a presentar al resto y asignar a cada soldado con su respectivo instructor. Edgar está ahí para Catalina.

—Aguirre, parece que me quedé sin trabajo, ya no te puedo cobrar —habla Edgar al acercarse a la chica—. Por eso el entrenamiento va a ser más intenso. 

—Menos mal, estaba cansada de hacer flotar cositas —contesta la pelirroja.

Dante, para la sorpresa de todos, fue asignado con Julián a pesar de tener habilidades muy diferentes. Pues él tiene una voz tan fuerte que puede destrozar objetos de gran tamaño.

Por otro lado Simón y Francisco son asignados al mismo instructor, siendo este Leonardo Barrios. Simón hace una mueca, no está de acuerdo sin embargo no quiere hacer un escándalo y ser el centro de atención. Hablará luego con Rey para que lo cambien con otra persona.

—Rey, si me permite, no tenemos tiempo. —Un hombre da unos pasos al frente y se aleja, él es nuevo instructor de Ángelo—. Vega, empezamos ya.

El muchacho mira confundido a los demás, entonces Julián lo empuja para que siga al hombre que lo espera. Rey le desea suerte y el morocho corre tras él.

—S-Si, soy Ángelo y usted es...

—Obregón Matías, de la infantería 6-C. Me encargo de atrapar a los que tienen la maldición del séptimo hijo, ¿sabes de la maldición? —contesta mientras caminan hacia la habitación de la infantería, pues el morocho debe recoger sus cosas y acompañarlo.

—Si, el séptimo hijo de una familia se transforma en un perro grande y negro, no es un cambiaformas porque su lado animal lo mueve y han existido antes de que tengamos poderes —habla Ángelo mientras guarda sus cosas rápidamente en su mochila de viaje, la cual es bastante grande para contener todo lo que necesite.

—Es bueno que sepas algo del tema. Rápido, me informaron que hay cinco de ellos sueltos en la zona y debemos atraparlos antes de que lastimen a alguien —él queda paralizado al oír eso, Matías gruñe y toma la mochila para luego caminar a la salida.

—P-Pero yo no-

—Leí el expediente, tu control del metal es muy útil en ataques a larga distancia. Tu brazo está sano, y lo más importante tienes el bautismo, la comunión y la confirmación.

—¿Eso es lo importante?

—Mucho muy importante, para enfrentar a los lobizones se necesita inteligencia y fe más que fuerza bruta. Te elegí porque a diferencia de tus compañeros cumples con todos los requisitos y crees en Dios.  

—¿Está seguro? Yo escribí poder limitado, los lobizones son fuertes, mucho más transformados —protesta, sin embargo termina entrando al auto de Matías con su mochila en el regazo.

—Estarás bien, además estoy al tanto de la paliza que le diste a Ruidíaz —comenta para luego soltar una risa.

—¿Lo conoces?

—Éramos compañeros de infantería y no importa que haya roto tu brazo, tú casi lo asesinas.

—¡No quería...! F-Fue lo único que se me ocurrió en ese momento.

—Nada mal, nada mal. —Matías no vuelve a decir más y se concentra en el camino. Lo que deja a Ángelo con cientos de preguntas en su cabeza.

—¿Fueron compañeros? ¿Sabes que mató al Caníbal? No sabía que había otro sobreviviente del ataque.

Al escuchar eso Matías frena con violencia y permanece mirando al frente. Él no recuerda mucho de ese momento, después de que su pecho fuera atravesado se desmayó y al despertar vio que el hermoso paisaje que estaban explorando ahora parecía un infierno con los restos de sus amigos en cada rincón.

—¿Cómo es que sabes de eso? —cuestiona para luego voltear hacia el muchacho.

—Bueno... Hice una visita a Registros —contesta subiendo y bajando los hombros.

—Claro, claro y casualmente te topaste con nuestro informe —comenta negando—. Necesitas una orden para cualquier información que quieras buscar, ¿quién te autorizó la orden?

Ángelo baja la mirada y se mantiene en silencio, siente la mirada del mayor sobre él y traga saliva. Entonces lo escucha soltar una risa y consigue relajar su cuerpo sólo un poco.

—Eres una caja de sorpresas... ¿Cómo lo hiciste?

—F-Fue fácil, abrí las puertas y moví las cámaras —contesta dándole una sonrisa nerviosa.

—¿Fácil? ¿Nadie te descubrió?

—No, saben que alguien entró a Registros pero no que fui yo. Además al día siguiente nos atacaron la organización de los Originales —le explica diciendo que culparon a los intrusos de haber estado en Registros, por lo que él quedó libre de toda sospecha.

—Muy listo. Es como si sabías que ellos iban a atacar —insinúa el mayor.

—¿Cómo iba a saber? Yo estaba corriendo cuando me encontré con un tipo que me ofreció más poder de un suero a cambio de trabajar para ellos. Me golpeó cuando me negué y escapó.

—Entonces también sabes lo del suero, esa información es peligrosa pibe.

—No, hablamos con los periodistas y dejamos todo claro —dice mientras niega, pero Matías continúa con su actitud seria.

—Los criminales harán todo por más poder, si existe una pequeña posibilidad de ser más fuertes ellos la buscaran por cielo y tierra —habla para luego abrir la puerta del coche—. Deja tus cosas, la cacería comienza.

—¿Cacería? —Ángelo también sale del auto, entonces nota que están en la entrada de una villa bastante peligrosa—. ¿Cómo vamos a encontrarlos? Estos lugares son como laberintos.

Matías no lo escucha y da los primeros pasos para adentrarse al barrio, siendo el centro de atención de las personas que viven allí. Ángelo le pregunta si ya había estado allí, por la forma que se maneja por las calles de tierra y pasadizos.

—Sigo el rastro —contesta al olfatear el aire—. Los lobizones huelen mal, similar a la carne en descomposición. ¿Puedes sentir el hedor?

Ángelo intenta sentir dicho olor, aunque no consigue hacer mucho provocando que Matías le dé unas palmaditas en la espalda, diciendo que pronto aprenderá a rastrearlos.

—Están cerca —murmura en ese momento—. Debes hacer lo que te ordene si quieres seguir viviendo, ¿entendido? 

—S-Si —responde, aunque ni siquiera él mismo está seguro de sus palabras.

—¡Escóndete por ahora! —exclama al ver que uno se acerca. El morocho corre para ocultarse detrás de un contenedor de basura, desde allí ve como un lobizón llega al lugar, gruñendo y clavando sus garras en la tierra.

—¿Qué va hacer? —se pregunta, él no le preguntó a Obregón sobre sus poderes. Sin embargo, en lugar de ver una pelea como lo espera, Ángelo siente un gran nudo en su garganta al ver a un segundo lobizón acercarse, éste se acerca y lo mira, para después enseñarle sus colmillos.

Él deja su escondite y comienza a correr, es lo que su instinto de supervivencia le ordena, aunque no sabe a dónde ir, sin mencionar que la bestia le está pisando los talones. Dobla a la derecha, a la izquierda y continúa derecho hasta toparse con una pared frente a él. Su corazón late con fuerza, como si estuviera a punto de salir de su pecho, más aún cuando el lobizón suelta un rugido detrás. Voltea rápidamente para ver los ojos oscuros de la bestia y se pega a la pared.

¡Que alguien me ayude, voy a morir!, piensa mientras su pecho sube y baja.

En ese momento ve una vía de escape a tan sólo unos metros de él, por lo que corre hacia el pasillo de su derecha. El lobizón lo persigue y alcanza a rasgar su espalda, pero la placa de metal que lleva lo protege haciendo que aumente la velocidad. El pasillo comienza a ser más estrecho a medida que avanza y nota que a la bestia se le dificulta moverse debido a su gran tamaño.

—Y-Ya casi... —Ángelo se encuentra también atrapado entre las paredes, y mira al lobizón por un momento mientras retoma aire.

El pelaje oscuro, sus garras negras y manchadas de sangre. Pero lo más desagradable es el olor del que Matías le habló. Le causa náuseas, por eso se apresura a alejarse ahora que la bestia está atrapada. Sin embargo escucha algo tronar y esa cosa comienza a avanzar hacia él.

—No, no, es imposible. —Los extraños sonidos que comenzó a escuchar son los huesos del animal que se rompen para permitirle moverse hacia su presa.

Ángelo entra en pánico, sin embargo hace un último esfuerzo para salir del estrecho pasillo. Al zafarse casi pierde el equilibrio y voltea al ver a su perseguidor. El lobizón ya no puede moverse, se encuentra completamente atrapado y le gruñe con ferocidad.

Al mirar a su alrededor nota que salió a una calle, entonces toma su celular para llamar al mayor. Sin embargo nota como otro lobizón corre directamente hacia él.

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