Capítulo 16| Preocupación
Cedric
— Se encuentra fuera de peligro. Sus familiares pueden pasar a verlo— me encontraba en una habitación de hospital rodeado de dos doctores y enfermeras. Podía escucharlos y verlos no tan nítidamente. Pero sabía que estaban aquí. Una vez que dejaron de analizarme me dejaron solo en el cuarto.
Sólo quería saber cómo estaba Alanís, que había pasado con ella, si estaba bien y si ese infeliz no la lastimó. Esa escoria había ingresado a mi departamento y ni siquiera sabía cómo. Necesitaba saber de Alanís, saber cómo estaba. No sé cuánto tiempo estuve así pero todo mi cuerpo no me respondía, me sentía inútil y abatido. El cansancio, el dolor y los malditos analgésicos hicieron efecto en mí dejándome totalmente perdido en la inconsciencia.
***
— Eso es... estás respondiendo muy bien, mi padre ha venido verte pero tuvo que ingresar a una cirugía en estos momentos. Tu familia se encuentra afuera aguardando para ingresar a verte— el idiota de Erwin estaba parado frente a mi con una estúpida linterna pequeña en sus manos enfocando directamente mis ojos y una carpeta con bolígrafos, que utilizó luego de examinarme, no sé qué tanto escribía mientras hablaba.
— Ala-Alanís, quiero verla.
— Bien, podrás verla pero por ahora intenta no esforzarte demasiado. Autorizaré su ingreso sólo si prometes conservar la calma y no arriesgar tu herida. Te extrajeron la bala del hombro, tuviste mucha suerte de que no llegó a ninguna arteria o vena que conecte con el corazón— asentí apretando los dientes, sólo quería ver a Alanís y que este idiota desapareciera de una vez por todas. No sé cuantos segundos o minutos pasaron pero Erwin no demoró en hacer pasar a Alanís.
La puerta de se abrió e inmediatamente Alanís ingresó a la habitación, seguida del estúpido de Erwin pero no me importaba. Ella se acercó a mi con un poco de temor. Sus ojos estaban irritados, sus mejillas a punto de quedar rojas y estaba seguro de que era porque no había parado de llorar. Y pese a su intento de no hacerlo frente a mí al acercarse y tomarme la mano, fue en vano porque un par de lágrimas traicioneras se le escaparon.
— Ce-Cedric, mi amor. Creí que ... Dios, estás bien. Estás conmigo— depositaba besos en todo mi rostro y luego terminó en mis labios.
— Estoy aquí cariño— intentaba consolarla— estoy aquí, no iré a ninguna parte— ella volvió a besarme sin siquiera reparar en la presencia de Erwin. Luego ya un poco más calmada, acercó una silla y sentó a un lado para luego seguir tomando mi mano derecha.
— Chicos, les daré unos minutos pero no más de diez. Cedric debes descansar y Alanís también no puede excederse.
— ¿Cómo que no puede? ¿Qué tiene? ¿Alanís estás bien?— puso los ojos en blanco dejando escapar un resoplido cansino.
— Erwin sólo está exagerando. No es nada.
— Efectivamente, no es nada malo pero volvió a tener un mareo y con todo lo ocurrido es mejor prever.
— De acuerdo— acepté el hecho de que no debíamos excedernos porque el semblante de Alanís no se veía bien.
— ¿Estás de acuerdo con Erwin? Por favor, quería quedarme contigo esta noche.
— Ni hablar, has pasado por mucho Alanís. Hemos pasado por mucha presión y no quiero verte mal, por favor mi amor, ve a casa. Hazle caso Erwin, descansa y regresa mañana. Yo estaré esperándote.
— Escucha a Cedric. Ambos deben descansar.
— De acuerdo, de acuerdo. Ustedes ganan.
— Bien, me retiro para dejarlos un momento a solas— asentimos y Erwin salió de la habitación. Alanís volvió a besarme como si aún no creyera que estuviera bien.
— Casi me vuelvo loca al no poder hacer nada en contra de Sergi. Cuándo salimos del departamento y te encontrabas en el piso sangrando, yo... Yo creí que él...
— Pero no fue así cariño, estamos aquí, estamos juntos... ¿Que ... — quería preguntar qué pasó con ese demente pero no quería volver a verla afectada. Aunque ella supo lo que quería decir.
— ¿Quieres saber que pasó con él?— asentí lentamente presionando su mano para no preocuparla— Mi tío... Dios creo que es algo que no podré olvidar jamás. Mi tío le disparó directamente en la cabeza. Fue horrible, yo estaba pegada a él, no me soltaba y cuándo intentó seguir conmigo, usándome cómo su vía de escape, mi tío Philip le disparó. Me dijo que era Sergi o yo, no dudó, no falló. Si mi tío no actuaba como lo hizo, ahora yo podría ... Podría estar muerta. Sergi quería matarme, estaba segura que apretaría el gatillo antes de que algunos de los hombres de seguridad lo atrapasen. O antes de que la policía lo haga.
— Perdóname— Alanís dejó escapar un par de lágrimas más y ante lo que dije me observó dubitativa— perdóname por fallarte de nuevo mi amor. Prometí que nunca más te lastimarían pero no pude hacer nada para que ese desgraciado no se volviera acercar a ti. No sé ni cómo logró ingresar al departamento, cuándo lo vi ahí, en la oscuridad y dentro de la sala, quise matarlo, lo juro. Pero él me atacó golpeándome con el arma y...
— No es tu culpa, ya no te preocupes por eso. Ahora sólo quiero que me prometas que harás todo lo que te digan los doctores. Me dices que quieres que haga lo mismo en cuánto a las indicaciones de Erwin pero si quieres que lo cumpla, tú también debes de hacerlo.
— Lo haré mi amor, lo haré, te lo prometo y ya verás que pronto saldré de este hospital— Erwin volvió a ingresar a la habitación, lo que indicaba que nuestro tiempo se había acabado. Al menos estaba más tranquilo al saber que Alanís estaba sana y salva, que Sergi ya no volverá a meterse en nuestras vidas y que por fin podremos ser felices juntos.
— Lamento interrumpirlos chicos, pero deben descansar.
— De acuerdo. Volveré mañana y recuerda lo que me prometiste Cedric. Si quieres que siga las instrucciones de Erwin, tú también deberás hacerlo.
— Así lo haré mi amor— ella sonrío para luego depositar un pequeño beso en mis labios y despedirse de mí. Erwin no la acompañó hasta afuera, simplemente le abrió la puerta al despedirse y siguió permaneciendo en la habitación.
— Quisiera hablarte un momento si no te sientes muy cansado. De lo contrario no te preocupes, podemos hablarlo cuando estés cien por ciento recuperado.
— Creo que puedo seguir tolerándote, se lo prometí a Alanís ¿no?
— Si pero no son sobre instrucciones médicas de lo que me gustaría hablar contigo, más bien sobre aquel beso que habías presenciado con...
— Si, si, ya de que hablas. Será mejor que no menciones sobre eso.
— Discúlpame pero debo hacerlo. Tengo que aclararte que yo-
— No me interesa lo que quieras decir. Pero si hay algo que debes saber y tenlo siempre presente, nunca podrás interponerte entre Alanís y yo. Ella me ama así como yo la amo, detesto que ella te considere su amigo, odio cuando te veo cerca de ella y sobre todo, lo único que quiero es que no vuelvas a acercarte a ella. Sé que te gusta, estoy seguro de que te encantaría que ella te mirara de otra forma pero déjame decirte que pierdes tu tiempo. Ella jamás de te verá como alguien más que su amigo.
— Siento que me odies por un mal entendido Cedric. Es mi culpa por no haber aclarado la cosas, de hecho yo le había pedido a Alanís que no dijera nada. Sin embargo es mi obligación decírtelo, además, ya no tengo miedo a ocultarlo. Yo no miro de la forma que tú crees que miro a Alanís, no la deseo como mujer, si la quiero. La quiero porque es mi amiga, mi mejor amiga pero nunca la vi la ni veré de otra forma y mucho menos de la forma en que tú crees que es.
— ¡Por favor! Si de seguro te mueres por besarla de nuevo.
— Te equivocas. Y cómo te decía... No veo de esa forma a Alanís porque yo estoy enamorado de otra persona. Y lo que no quería que se sepa, era eso. Porque tenía miedo, creía que estaba mal y que todo era un error. Pero sé que no es así, que jamás debí negarlo ni avergonzarme de ello.
— ¿Y se puede saber quién es esa otra mujer? Porque la única a quién siempre veo que esperas, es a Alanís.
— No es otra mujer como dices. Dije otra persona, es un hombre. Como lo oyes, estoy enamorado de un hombre maravilloso. Soy gay, Cedric. Y ya no tengo miedo de decirlo. No quiero seguir callándolo y no tengo por qué decirte quién es ese hombre pero de verdad deseo que dejes a un lado ese rencor que sientes por mí. Cómo te dije, quiero a Alanís y la quiero muchísimo porque es mi mejor amiga. Siempre lo será y nada ni nadie cambiará eso. Yo seguiré estando en su vida y ella en la mía. Pero siempre será de ese modo, como amigos.
— Yo... Erwin, creí que tú... Qué tú estabas enamorado de Alanís.
— De verdad siento que hayas creído eso, que yo estaba interesado en Alanís de ese modo y sobre todo que no puedas aceptar mi amistad con ella. Pero ese beso que presenciaste aquella vez, no significó absolutamente nada. Yo sólo quiero su felicidad, apoyarla y estar allí para ella cuando me necesite pero te repito, como su mejor amigo. Porque eso es lo que somos.
— Aguarda— Erwin casi dio media vuelta para dirigirse a la salida— me has dicho lo que querías, creo que ahora es mi turno. Si, no te puedo negar que me hierve la sangre cada vez que te acercas a Alanís, o ella te necesita antes que a mí. Detesto que sea así... pero no te odio Erwin, simplemente desconozco tu forma de ser y... Creía que en verdad mirabas a Alanís como mujer. Ahora sé que no es así, sé que la aprecias sinceramente. Yo jamás me metería en la amistad que ambos tienen, siempre respetaré eso. Y quiero... Quiero ofrecerte una disculpa porque sin conocerte mejor te prejuzgué pensando equivocadamente.
— Es entendible, en tu lugar creo que hubiese actuado de la misma forma.
— Gracias por comprender Erwin pero me comporté como un idiota. Un completo idiota, amo a Alanís y al igual que tú siempre querré verla feliz. Te ofrezco sinceramente una disculpa y...
— ¿Qué te parece si comenzamos de nuevo? Tal vez no seamos mejores amigos o de hecho simplemente amigos — Erwin dejó escapar una pequeña risa ante su comentario para luego negar con la cabeza— estoy seguro que seguirán habiendo situaciones en la que no quieras verme cerca de Alanís, estoy seguro de ello. Pero al menos sabremos estrecharnos la mano y llevarnos bien. ¿Qué dices? — me pasó la mano para estrecharla, así lo hice, con un apretón de manos iniciamos de nuevo.
— Gracias Erwin, sobre todo por cuidarla y quererla.
— No tienes que agradecer nada, ahora si me disculpas, debo dejarte descansar. Si todo sigue igual, tu recuperación será rápida y pronto te daremos el alta.
— Gracias— Él asintió con una sonrisa y luego se marchó para dejarme descansar. Se merecía una oportunidad, lo había juzgado erróneamente y lo había tratado mal solo por mis celos. Pero sé que Alanís lo quiere mucho y por ella también intentaré dejar de ser un idiota con él. Ahora me doy cuenta de que es un buen hombre y que merece todo mi respeto.
*** Días después ***
— ¿Segura que estás bien hija? Creo que llamaré a Erwin, me preocupa que sigas con ese mal estar.
— Ya se me pasó papá, no te preocupes. Tal vez comí demasiado rápido, no debí de hacer eso.
— Tienes razón mi niña, hoy amaneciste con el apetito insaciable y mira ahora, te preparé un té para que te sientas mejor— Estaba terminando de bajar el último escalón cuando escuché la conversación entre papá, Alanís y Odette. Ya van días en que noto que ella no se encuentra bien salud, hoy me aseguraré de que vaya a consulta. No puede seguir así. Al llegar al comedor, Odette se retiraba hacia la cocina mientras que Alanís se levantó apenas verme ingresar y mamá preguntó si quería desayunar algo. Mientras que Jessi permanecía con el celular en sus manos sin percatarse.
— No debiste levantarte aún, quería llevarte el desayuno a la cama — Alanís se acercó a mí dejando un beso en mi mejilla y diciéndome que quería llevarme el desayuno.
— Hijo, si deseas comer algo en especial solo dímelo. Yo misma lo haré pero creo que Alanís tiene razón, no debiste levantarte. Recuerda que aún sigues en reposo.
— Ya estoy mejor, no se preocupen. Quise compartir con ustedes el desayuno, vamos sentémonos.
— Me parece bien hijo, aunque no debes excederte. No realices ningún movimiento brusco porque la herida aún es reciente.
— De acuerdo, de acuerdo, no haré nada que me perjudique. ¿Y de qué estaban hablando?— Alanís y yo nos sentamos y al finalizar mi pregunta John se adelantó en responder.
— Le decía a Alanís que llamaré a Erwin, no me gusta nada el hecho de que últimamente esté más pálida, los mareos siguen persistentes y tal parece que no se alimenta lo suficientemente bien.
— No es cierto, estoy siguiendo todas y cada una de las instrucciones que Erwin me las da. Pero hoy... No creo que sea nada malo, es sólo que ingerí muy rápido el desayuno...
— ¿Y la cena de ayer? Esto no me gusta hija, llamaré a Erwin para que podamos estar más tranquilos— papá se levantó de la mesa y seguidamente Alanís. Sabía que ella seguía temiendo por la reacción de papá en cuánto a su salud pero no creí jamás que ella misma diría que iría a ver a Erwin.
— No es necesario papá, yo lo haré. De verdad, lo llamaré. Sinceramente, últimamente no me he sentido muy bien y prometí que lo llamaría si las molestias seguían, así que lo haré yo misma.
— Está bien princesa, así estaremos tranquilos y seguros de que no es nada malo— mi pequeña traviesa asintió lentamente y luego Jessi le pidió que le acompañara arriba porque necesitaba hablar con ella.
Nos quedamos únicamente John, mamá y yo, en el comedor. Aunque hablábamos de cualquier otro tema únicamente no podía dejar de pensar en Alanís. Ahora que podíamos estar felices, sin ningún peligro, su estado de salud me preocupaba y mucho. Aunque ... también podría ser que... No, no lo creo, debo de estar equivocado.
Ahhh 😱 que hará Cedric ?! Espero les guste el capítulo y no se olviden que los leo en los comentarios!
Hasta el próximo capítulo!
Besos 😘
💜
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