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Misuk:

"Gotas de agua"

Sentía mi intimidad tan húmeda cuando fui guiada por el señor Jeon hasta el baño de su habitación, que incluso era molesto al caminar. No sabía que era lo que estaba haciendo, pero me gustaba, ya no había vuelta atrás y solo me estaba volviendo adicta a todo lo que el señor Jeon pudiera brindarme.

El señor Jeon me soltó una vez estuvimos encerrados los dos en su cuarto de baño, su ducha tenía paredes de cristal, y todo estaba tan limpio y olía tan bien que no creería nunca que aquí vivía un hombre solo.

Conocía perfectamente el baño del señor Jeon, gracias a la ducha que me había dado aquí yo había recibido mucho cariño de su parte. Aunque en los últimos días lo había extrañado bastante, no verle porque estaba ocupado trabajando solo hacía que me desesperara más, necesitaba verlo y por esa razón lo había esperado hoy, y ahora él iba a darme el tipo de cariño que yo buscaba.

Yo estaba desnuda, y el señor Jeon no parecía querer apartar la vista de mi, aquello solo aumentaba mi timidez, porque su mirada era muy intimidante, sus ojos profundamente negros daban mucho miedo a veces.

Sin quitar su mirada de mi, el señor Jeon comenzó a desnudarse frente a mi.

Se me secó la garganta al instante en el que desabrochó sus pantalones de pinza y los dejó caer al suelo, resbalando por sus tonificados muslos. No sabía a donde mirar a pesar de que no quería quitar los ojos de su cuerpo, era tan... Perfecto que dolía. Tragué en seco cuando miré su erección en los bóxer, pero todo el mundo a mi alrededor se desmoronó cuando también quitó sus boxers y quedó en completa desnudez delante de mí.

No sabía si se me hacía la boca agua o si se me secaba la garganta.

El señor Jeon sonrió de lado al ver mi nerviosismo, aún así, se acercó a mí hasta que su miembro tocó mi vientre, ambos nos miramos a los ojos y yo sentía que mi rostro podría explotar en cualquier momento. Mi cuerpo entero entró en tensión. Una de sus manos subió hasta mi rostro y lo acarició suavemente, me sentía en una nube, completamente aislada del mundo exterior.

Dejó caer su mano acariciando mi hombro y luego a lo largo de mi brazo para después coger mi mano entre la suya y arrastrarme hacia su ducha.

Cuando estuvimos ambos dentro y él abrió la llave de la misma, el agua calló de golpe en mi cuerpo y no estaba tan tibia como me lo esperé, más bien estaba  fría y terminé saltando del susto.

—Vas a subir una pierna a mi hombro, y de ahí no te vas a mover hasta que yo acabé, ¿Entendido? —dijo y yo no hice más que asentir —¿Entendido? —volvió a preguntar mirándome con autoridad e inferioridad.

Tragué saliva.

—Si señor Jeon —mi respuesta fue acertada, porque sonrió complacido.

Lo vi agarrar jabón líquido en una de sus manos y en la otra una máquina de afeitar. El señor Jeon se colocó de rodillas frente a mi e hizo que levantara la pierna derecha para ponerla en su hombro. Mi respiración se agitó tanto que tuve que entreabrir mi boca para que el aire fluyera más fácil. Él me devoró con su mirada y atrapó la piel húmeda de mi muslo interno con su boca, gemí al sentirlo succionar fuerte y cuando soltó mi piel, pude ver una marca roja extendiéndose, sin embargo, no había razón por la cual protestar, no cuando me había mojado aún más, y no precisamente por el agua que caía por todo mi cuerpo.

Mi intimidad quedó a su merced. Enjabonó toda mi intimidad a la perfección, haciendo bastante espuma para luego comenzar a pasar la máquina de afeitar por toda el área.

Aquello fue una tortura para mí, el señor Jeon rozaba tantas veces mi clítoris sin querer que la pierna que me sostenía no me estaba comenzando a funcionar del todo bien. Sin embargo, él no se detuvo a pesar de que me vio temblando y retorcerme del placer, no estaba haciendo nada malo, algo totalmente cotidiano y yo estaba echa un desastre.

En cuestiones de minutos, mi intimidad quedó tan liza que podía sentir los dedos del señor Jeon mucho mejor que antes. Me miró una vez terminó, sus ojos estaban inyectados en sangres, con pupilas dilatadas y tan negras que que intimidaban. Suspiré, sintiendo mi cuerpo entumecido.

Cuando pensé que se pondría de pie, él hizo todo lo contrario, soltó la máquina de afeitar y sujetó con sus dos manos los laterales de mi intimidad, abriéndome para él, me sentí tan expuesta que todo mi cuerpo se tensó de la vergüenza y me sonrojé todo lo más que pude.

—Esto es tan hermoso que sería un crimen si no le doy una probadita más —comentó, más para él que para mí.

Yo lo escuchaba tan lejano que me parecía raro verle tan cerca.

Vi su lengua acercarse a mi punto de placer y mi vientre se encogió cuando tocó mi clítoris en una lamida suave y delicada. Temblé tanto que pensé que me correría con solo eso.

Intenté sujetarme de algo, pero solo lograba que mis manos resbalaran de las paredes. Él señor Jeon se entusiasmó al ver mi reacción y esta vez atrapó mi clítoris entre sus labios, succionándolo suavemente y de una manera deliciosa que me hizo perder la cabeza.

Lo soltó, para luego arrastrar su músculo hacia mi entrada, dándole suaves toques con su lengua a lo largo, de atrás hacia delante, hasta acariciar mi clítoris continuamente.

No podía aguantarlo más, simplemente se me hizo imposible, y el señor Jeon al parecer se dio cuenta de que no iba a poder aguantar mucho más y su boca casi abarcó toda mi intimidad, succionándola de una manera que me hizo venirme e incluso ahogar su cabeza entre mis piernas cuando las intenté cerrar debido a lo que sentía.

Sus manos presionaron mis muslos. Mientras limpiaba toda mi intimidad con su lengua, aliviando los latigazos del orgasmo con la misma. Si había sentido antes el agua fría, justo ahora ni siquiera la sentía encima de mi cuerpo.

El señor Jeon bajó mi pierna con cuidado y se puso de pie, haciendo que levantara mi rostro para verle. Su miembro casi atraviesa mi vientre de lo duro que estaba y su mirada parecía desesperada.

—Necesito que te vayas, Misuk —mencionó.

Me confundí tanto que tuve que arrugar mi rostro, pero luego entendí todo.

El señor Jeon necesitaba que yo me fuera para él poder correrse también, él solo. Pero... ¿Si él me daba orgasmos porqué yo no podía hacerlo también? ¿Y si no quiere? Pero y si...

—Yo también quiero ayudarlo, señor Jeon —miré su miembro unos segundos y luego lo miré a él para que se diera cuenta a lo que me refería.

—No es necesario —añadió autoritario.

—Por favor —se lo pensó por varios segundos, pero luego levantó una ceja y sonrió de lado.

—Pues tu boquita hermosa hoy va a sufrir bastante.

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Holaaa! Cómo están? No se esperaban que actualizara? Pues yo tampoco😅. Pero bueno, después de un largo tiempo vengo con un capitulito

La verdad es que pensé que nunca terminaría este capítulo e iba a hacer más largo pero sentía que debía de dejarlo hasta aquí.

Bueno, no les doy mucha lata, y los dejo con este capítulo para que lo disfruten.

Díganme en los comentarios que les pareció.

¿A qué hora me están leyendo en este momento? Escríbanme en los comentarios la respuesta.

Lxs Sarangheo ❤️

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