13
Misuk:
"Nena"
La sonrisa del señor Jeon me hizo hacerme más pequeña de lo que era a su lado. Él simplemente hacía volar mi cabeza con sus miradas, a veces sentía que las entendía, otras veces sentía que no tanto, como justo ahora.
¿Qué era lo que se le estaba pasando por la cabeza al señor Jeon mientras me veía totalmente avergonzada por estar húmeda debido a él?
Tal vez lo descubriría o tal vez no.
—¿Puedo mirar allá bajo esa humedad que dices sentir? —sus palabras me hicieron sentir escalofríos en todo el cuerpo.
El señor Jeon quería ver mi...coño.
Dios mío, jamás nadie me había pedido cosa igual, y al no tener relaciones sexuales con nadie, ni siquiera un ginecólogo había pedido algo así. Podía ser lo que sea pero cuando un hombre pedía algo así, era porque se refería a algo sexual, no había que ser tan tonto como para intuirlo.
Pero... ¿Yo dejaría al señor Jeon ver mis partes más... Íntimas? ¿Estaba segura de mandar todo a la basura por... él?
La verdad era que nunca había sentido nada parecido con ningún hombre, el señor Jeon me hacía sentir... Distinta, además de bien, sentía que podía darle todo de mi sin importar si me daba algo a cambio o no. ¿Eso estaba bien? Porque yo sentía que sí.
Asentí sutilmente y el señor Jeon no perdió el tiempo para arrodillarse frente a mi, sus manos acariciaron mis muslos y temblé de solo sentirlo.
Las mariposas no paraban de revolotear en mi interior, simplemente mágico.
El señor Jeon se quedó viendo mi intimidad sin expresar absolutamente nada, solo se relamió los labios como usualmente hacía, y volvió su vista a la mía, su rostro se había oscurecido tanto que me daba miedo, y aunque estaba de rodillas, no dejaba de parecerme intimidante.
—Si es por el bello, lo siento, pero en el convento no nos permiten rasurarnos las partes íntimas, señor —lo vi tragar mi vista y su sonrisa siniestra se volvió a formar en sus labios al oírme.
Volvió a mirar mi coño, y esta vez con... Hambre, tal vez con ganas de... Tocarlo. Quizás nunca podría descifrar el siguiente paso del señor Jeon, el siempre era tan impredecible que era imposible entenderlo del todo.
—Eso es lo de menos. Mañana nos metemos los dos al baño y yo me encargo de dejar ese coñito tan suave como la nalga de un bebé —su lengua delineó sus dientes.
Me sentía tan acalorada, y no era menos vergonzoso si el señor Jeon seguía mirando mi intimidad sin apartar la vista en ningún momento.
—Sube una pierna a mi hombro, Misuk —mandó.
Yo me tensé de pies a cabeza, ¿A caso él...?
Me empecé a marear de solo pensar lo que podría implicar que subiera una pierna, el señor Jeon quería poner su cara ahí, ¿Eso era posible, legal e higiénico? Definitivamente nunca había pensado que eso era posible.
Me tardé bastante pensando en miles de escenarios en lo que él señor Jeon tenía su rostro perfectamente hermoso en mi
... Intimidad y al no estar segura de si eso era algo bonito para él, no me moví, por lo que él señor Jeon terminó subiendo por el mismo mi pierna a su hombro.
Me sonrojé tanto que incluso vi todo mi cuerpo rojo de la vergüenza. Tenía al señor Jeon arrodillado entre mis piernas y él parecía bastante cómodo con ello.
Intenté zafarme, pero el señor Jeon no me dio tregua a moverme. Simplemente me mantuvo estática en mi lugar.
Cuando sus ojos tocaron los míos, y su nariz acarició mi bello púbico los escalofríos parecían acabar con mi cuerpo y quise gemir y a la vez hundir mi cara en la tierra de la vergüenza.
¿Y si olía mal? Eso sí que sería muy vergonzoso.
Sin embargo, cuando el señor Jeon aspiró, sus dientes se mostraron en una sonrisa perversa.
—Te lavaste con mi jabón —fue lo único que dijo y yo simplemente no sabía que añadir en momentos como estos.
El boto estaba más que perdido desde que me convencí de que me gustaba el señor Jeon, y ahora sí que no había vuelta atrás, y tal vez no quería que la hubiera.
Sus labios tocaron un punto sensible que le hizo temblar y tuve la necesidad de cerrar mis piernas con urgencia. Mi vientre se contrajo y cerré los ojos. Sus labios en mi clítoris se sentía muy bien, definitivamente este tipo de sensaciones no las experimentaría nunca si seguía en el convento.
Fue... Maravilloso, y solo fue un toque de sus suaves labios con ese punto.
—Túmbate en la cama —su voz fue autoritaria.
Al señor Jeon le gustaba mandar mucho, de eso no me cabía duda.
No tuve que retroceder mucho para dar con su cama, solo di dos pasos atrás y mis muslos tocaron la orilla del colchón. El señor Jeon se puso de pie y caminó hacia mi con pasos firmes, se veía hambriento nuevamente, y esta vez yo era su presa.
Pude ver los músculos marcados de sus brazos y abdomen, sus tatuajes y sus piercing, su cabello largo y despeinado, su rostro esculpido y perfecto, y mucho mucho más abajo, su miembro erecto escondido por sus boxers Calvin Klein. Sacaría una foto de esta imagen en mi cabeza para nunca borrarla, tener pensamientos impuros y fuera de lugar con el señor Jeon no era algo de si estaba mal o bien, era una necesidad, si no te gustaba el señor Jeon, no te gustaría tal vez ningún hombre en el mundo, o así era como me sentía yo cuando lo veía, tanto con ropa, como ahora que no tenía casi ninguna encima.
El señor Jeon tomó mi cuello e hizo chocar nuestros labios con violencia, tal vez este no era el beso típico de un cuento de hadas, pero era el beso que me hacía sentir demasiadas sensaciones juntas en un solo instante.
Su lengua enredada con la mía, nuestra saliva intercanviándose con cada moviendo, la sensación fría de su piercing al tocarlo con mi lengua, sentir sus labios tan suaves pero tan poderosos al besarme. Necesitaba que el señor Jeon me besara así todos los días hasta morir.
Me tumbó en la cama como si no pesará nada y con tanta brusquedad que me quejé del impacto inesperado.
Lo peor era que yo estaba disfrutando de que el señor Jeon no fuera delicado conmigo, no tenía la necesidad de quejarme por su brusquedad, el simple hecho de que fuera con él, me parecía... Bien.
Cuando estuve tumbada, pude verlo a él subirme también, está vez gateando hacia mi. Cuando estuvo totalmente encima, y su rostro junto al mío, tragué saliva, estaba muy ruborizada delante de él.
—Te haré haré experimentar la mejor sensación del mundo, y me dejarás probar el néctar más exquisito del mundo también —exclamó, dejando un pico en mis labios para luego bajar.
Sus labios se escondieron en mi cuello, y cuando su lengua lamió de manera ascendente, quería cerrar las piernas porque realmente ese era mi impulso, pero con el señor Jeon encima, y mis piernas al costado de sus caderas, era simplemente imposible.
—Deja de intentar cerrar las piernas, nena, pronto será peor y tienes que relajarte —dijo, co una sonrisa enorme en su cara al verme tan inquieta.
Su boca siguió bajando, y cuando tocaron mis pechos arquee la espalda el sentir ese acto tan divinamente placentero. Su lengua jugó con mi pezón derecho en círculo, poniéndolo totalmente duro y húmedo que brillaba. Cerré los ojos demasiado perdida en miles de sensaciones, algunas que no sabía ni que podían existir.
Sus grandes manos sujetaron mi cintura para que dejara de moverme tanto cuando trasladó su juego a mi pezón izquierdo. La verdad es que nunca había sido de tener mucho pecho, a veces ni se me veía, pero al señor Jeon parecían fascinarle mis pechos pequeños casi inexistentes. Porqué se pasó bastante tiempo lamiéndolos, pasando de uno al otro, abarcando todo con su boca a la perfección, dando succiones hasta hacerme gemir, definitivamente eso se sentía muy bien como para ser prohibido.
No me arrepentía de nada hasta el momento.
Luego de un buen rato, en el que la saliva del señor Jeon incluso corrió hasta mi espalda, bajó acariciando mi abdomen con su nariz.
Agarré aire en mis pulmones cuando llegó a mi intimidad, e incluso mordió con sutileza mi monte. Al señor Jeon no le importaba para nada que nunca me hubiera rasurado allá bajo, al parecer eso no era algo que lo fuera a detener.
Mi respiración se detuvo por completo, cuando decidió sacar su lengua para lamer toda mi intimidad. Me estremecí completa y los dedos de los pies se me encogieron cuando su lengua barrió todo.
Era muy vergonzoso, pero eso se había sentido demasiado bien.
Los brazos del señor Jeon se enredaron de mis muslos para abrirme más para él, y el detener la respiración sólo duró unos segundos, porque cuando esta vez decidió chupar mi clítoris, jalándolo entre sus labios, y luego soltándolo haciendo un sonido claramente vergonzoso para mí, me arquee completa al no saber que era eso que sentía y se hacía como un nudo enorme en mi vientre y me hacía temblar tanto.
—Hueles y sabes tan bien, nena —su segundo nena, tan ronco y erótico caló en todas mis extremidades.
Cerré los ojos y apreté las sábanas con mis manos con tanta fuerza que incluso sentí mis uñas a través de la tela. No podía ni siquiera expresar lo que sentía en estos momentos.
Placer, deseo, lujuria, desespero, agitación, mariposas, un nudo o todo junto. Simplemente increíble.
Si así se sentía romper el boto, no me arrepentiría jamás de romperlo.
El señor Jeon mojó con su lengua más mi intimidad, hasta el punto que sentía que corría su saliva junto a mi líquido más abajo. Quería cerrar las piernas cada vez que su lengua rozaba mi clítoris pero solo eran roces superficiales, en lo que no me dejaba sentirlo completamente.
Se encargó de pasar su lengua por mi hendidura, y mojarla hasta más no poder. Su cabello rozaba contra mis muslos que parecían querer apresar su cara entre entre ellos y también mi vientre que se cotraía y se tensaba con cada movimiento de la boca de mi señor.
Chupó con esmero mis labios vaginales, haciendo sonidos raros pero que no me parecían del todo desagradable, solo me hacían sonrojar y hacerme la imagen mental de lo que estaba haciendo allá abajo.
Yo era un desastre de gemidos, además de que me inquietaba cada vez que su lengua daba una lamida a toda mi intimidad pero no llegaba hasta mi clítoris, por lo que me hacía desesperarme y querer mover mis caderas para que hiciera lo que yo quería.
Pero había entendido una cosa, en este juego, no era lo que yo quería, era lo que él señor Jeon estaba decido a hacerme a mi, y yo tenía que aceptarlo, tal y como lo estaba haciendo ahora.
—¿Qué es lo que quieres, nena? Has estado un poco callada a pesar de que me estoy dando un banquete con tú coño mojado —sus palabras solo hacían empeorar mi estado —¿Mmm? —su lamida en mi clítoris me tomó desprevenida, y mi cuerpo entró en temblores, abrí mi boca para soltar todo el aire que podía, me sentía asfixiada.
—Ah... A-Ahí —intenté comunicarme, pero se me hacía imposible hablar.
—¿Qué dijiste? —otra lamida a mi clítoris que hizo que el nudo de mi vientre se apretara más y se hiciera cada vez más grande.
Chillé sin poder evitarlo. Sin saber que era eso que estaba sintiendo tan apretado.
—Vas a tener un orgasmo, solo déjalo fluir —adivinó por mi. Era como si fuera capaz de leer mi mente.
Respiré con fuerza, pero luego no sentí su lengua, pero si sentí sus dedos hacer círculos lentos y resbaladizos en mi clítoris. Arquee mi espalda, presa del placer, no era capas de abrir los ojos, simplemente no podía, sentía como unas ganas inmensas de ir al baño pero complicada.
Sentía mi boca seca, y los dedos del señor Jeon eran tan deliciosos al moverse sobre ese montículos llenos de nervios que parecían dominar mi cuerpo, podía ver cómo empezaba a volar directo a las estrellas.
El señor Jeon aumentó la velocidad con la que sus dedos me tocaban y no pude aguantarlo más, todo mi cuerpo temblaba y simplemente me dejé llevar tal y como el señor Jeon me explicó.
Vi estrellas y lo que no eran estrellas también cuando todo mi cuerpo sufrió espasmos dolorosos pero a la vez deliciosos al haber podido soltar esa tensión que acumulaba en mi vientre. Las lágrimas se salieron de mis ojos al liberarlo y solo en ese momento me di cuenta de que el señor Jeon me había dado mi primer orgasmo.
El señor Jeon lamió todo, se llevó todo con su lengua, además de que hizo que fuera menos doloroso al acariciar mi entumecida intimidad con su lengua.
Luego de dejarme limpia. Se levantó de encima de mi y se sentó en el borde de la cama. Yo estuve unos momento recuperando todos mis sentidos, y asimilando toda la situación y todo lo que había sentido con solo tener al señor Jeon entre mis piernas. Cuando estuve un poco recuperada fui hasta él, un poco preocupada al no oírlo decirme nada, ni moverse.
¿Yo había hecho algo mal?
—¿S-Señor Jeon, usted está...?
No me dejó terminar.
—Solo necesito una ducha de agua bien fría, Misuk, bajaré en unos minutos para cenar —eso fue todo lo que dijo para luego ponerse de pie y volver a la ducha.
Yo no supe que había pasado, o si el problema había sido conmigo. Pero tampoco tenía cabeza en ese momento como para poner a trabajarla. Simplemente me sentía... Nueva.
══════◄••❀••►══════
Pero bueno, ¿Qué a pasado aquí? 🙈
Hacía ya tiempito que no hacía nada de Smut, y tengo miedo de que no esté tan bien como los que acostumbro a hacer, hice mi mayor esfuerzo y la verdad es que cuando lo leí varias veces terminó gistandome 😁.
La cosa por acá se está poniendo caliente, ¿No creen?
La foto de multimedia la pondré cada vez que el Jungkook se nos ponga entre las piernas, para una mejor experiencia 🥴
Lo siento por tardarme tanto, realmente le di muchas vueltas a este capítulo, pero al final quedó que es lo importante.
Espero de corazón que les haya gustado, me voy a dormir que tengo sueñito ya😴.
Nos vemos lueguito.
Lxs sarangheo ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top