Chapter XXI: Enferma

¿Qué pasaría si sus Padres se llegaran a enterar de lo que sentía por aquel criminal? ¿Qué pasaría? Lo más seguro es que le enviarían a un sanatorio mental hasta que estuviera mejor, hasta que su mente dejara de estar "Enferma"

¿Que es la locura?

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Estaba en una habitación. De paredes blancas y acolchonadas. Usando una camisa de fuerza que cubría hasta la mitad de su muslo a conjunto de unos pantalones de lana blancos. Las luces irradiando una luz tan brillante que le cegaba de momento.

Estaba acostada, en medio de aquella habitación, mirando hacia una de esas paredes.

El chirrido de la puerta siendo abierta resonó con fuerza en esa habitación, pero ella no presto atención.

-Oh... ¿otra vez dormida?—Hablo la persona que estaba entrando. A juzgar por su tono de voz, debía ser una mujer madura. —Tengo que darte tu medicina—

Solo por esas palabras, ella se levantó como pudo quedando sentada sobre el suelo, ladeando su cabeza, y mirar a esa mujer.

Bajita, rechoncha, de cabellos negros recogidos bajo ese gorro blanco característico de las enfermas. Ropas blancas, a excepción de aquel delantal blanco que llevaba manchas de sangre. La mujer tenía un carrito detrás de ella, mismo del cual tomo las medicinas que le correspondían.

-Aún sigo sin creer, ¿Cómo una hermosa jovencita como tú, ha terminado en un lugar como este?—Expreso.

La mujer, aun si rostro, le dio las medicinas en ese vaso de plástico y después le ayudo a tragarlas con el vaso de agua que sostenía en su otra mano.

-No debes amarlo—Hablo la mujer. —No debes amarlo—

Un dolor, como si un cuchillo entrara en su pecho, le hizo sentirse sofocada. ¿Por qué le decía eso tan repentinamente? ¿Y de quien estaba hablando? ¿Era esa persona la causa por la que estaba en ese lugar?

-Tienes mucho futuro por delante... Hinata—Volvió a hablar. —No lo eches a perder por él—

Sus ojos perlados le confrontaron con miedo. Solamente para ver que el rostro de esa mujer era un espejo, donde podía apreciarse. Sus cabellos mal cortados, cuya altura no pasaba de sus hombros. Sus ojos hinchados, sus mejillas enrojecidas y su piel sucia y pálida. Más pálida de lo normal. Lucia tan deplorable.

-Recuerda... lo que te hizo—

Un cambio radical de escenario le llevo hasta esa alcoba, de ese lugar. Ese lugar donde Sasuke le tomo a la fuerza. Pero esta vez que lo veía... lucia diferente. Sus ojos eran rojos, y llevaba una sonrisa digan de un homicida.

-Hinata...--

--

Despertó, con su cuerpo sudoroso, su corazón latiendo ferozmente y esa horrible sensación de pánico que quería apoderarse de su cuerpo.

Al darse cuenta de que estaba en casa, se tranquilizó. Pero no pudo hacerlo del todo. Eso era a lo que tenía miedo... volver a odiar y temer a Sasuke.

Un día...

Recordó las palabras de Sasuke, sabía que tenía que llegar, sabía que debía llegar o terminaría por sucumbir y regresaría a esos sentimientos de odio y rencor que tanto le costó erradicar... todo para amarlo.

Un día...

--

Tras calmarse volvió a dormir un poco más, para levantarse con buen humor y disfrutar ese día. Todo fue normal, se levantó a tomar una ducha. Bajo a desayunar, ayudar a su Madre en los quehaceres domésticos, ayudo a su hermana con sus tareas, y paso el resto de la tarde en el jardín, disfrutando la brisa fresca que anunciaba el invierno y oliendo aquel encantador aroma de las flores que estaban en ese lugar.

Para la noche, ayudo a prepara la cena y después a limpiar. Tras todo eso, paso unos minutos en la sala con su Padre, su Madre, Hanabi y Neji, hablando de cosas de la empresa, la Familia y respondiendo preguntas que no eran exactamente cómodas.

Un ejemplo fue la pregunta de su hermana, sobre si los secuestradores eran atractivos. Al parecer la menor de los Hyuga había leído una historia en una página web sobre una chica que se enamora de su secuestrador.

Hinata ni siquiera pudo contestar, dado que su Padre respondió por ella de forma dura y cortante, como si aquel tema no quisiera tocarlo ni en un millón de años y era más que comprensible. La charla siguió, hasta que el reloj marco las diez y treinta.

Con ello, cada quien se fue a su habitación a dormir.

Menos ella, quien al llegar a su alcoba lo primero que hizo fue empacar algunas cosas en una mochila pequeña de color negro. Unas blusas favoritas, ropa interior y algunas pertenencias importantes.

Escribió una nota explicando la razón de su huida, siendo honesta en cada detalle aun sin importar que le tacharan de loca enferma por amar a un hombre así. Pero ella lo amaba, aun a pesar de todo.

Mientras movía la pluma sobre el papel, no dejaba de lado aquel sueño tan extraño que tuvo. Una parte de ella se negaba a creer en las palabras que esa "Enfermera" había dicho, pero por otro lado, también pensaba que debería analizarlo con más cuidado.

Quizá el hecho de no estar con Sasuke le dejaba pensar las cosas con más calma, pero ella no quería pensarlas con calma. De ser así, sabía que cambiaría de opinión con respecto a su relación con el moreno y eso era algo que no estaba dispuesta a hacer. Ya lo amaba, y eso era todo lo que necesitaba para estar a su lado. ¿Cierto?

Dejo la pluma de lado, para leer lo que había escrito. Todo brevemente explicado y una disculpa al final de las palabras. Parecía que era una carta suicida... por que le hizo llorar demasiado. Y si ese sueño tenía razón, quizá lo era. Porque estaba dejando esa vida que sus Padres querían, para unirse a la vida con un asesino sin escrúpulos, renunciando a un brillante futuro, a una vida plena y normal, a una vida maravillosa con la que toda mujer desea... y unirse a un criminal que podría morir a la vuelta de la esquina y quedarse sola, siendo la mujer de aquel que mato a su pareja.

Casi quería renunciar a él... casi quería echarse para atrás... casi quería olvidarlo todo y volver a donde se había quedado en su maravillosa vida.

Era tan difícil, era tan... complicado. Como una guerra de emociones que no parecía posible que se estuviera librando en su interior. Un instante entre la locura y la cordura fue suficiente para recordar todos esos meses que estuvo con él.

Todas esas veces que le dejaba estarse en ropas sueltas, sin peinar su cabello o arreglarse. Dormía hasta tarde y se levantaba hasta las tantas de la tarde igualmente. Comía lo que quería. Disfrutaba del sexo. Podía estarse con él en una tina mucho más tiempo, disfrutando conversaciones interesantes sobre las naciones y los viajes en los que él había estado.

Conoció personas divertidas, personas que de una u otra forma le ayudaron en su vida.

Desde Shisui y sus métodos para defenderse y estafar. Itachi y todas esas grandes filosofías de la vida y buenos consejos para superarse a sí misma. Entre otras cosas más...

Gracias a ellos, pudo sentir lo que era ser libre. El gozo de superar las reglas de la sociedad, ver otros lugares como Suna y la promesa de viajar por las grandes cinco naciones. Conocer más el mundo sin reglas... ser libre y cumplir con el deseo divino de vivir la vida como estaba escrita, y eso era disfrutarla sin medida alguna.

Aunque claramente como todo principio, aquello era horrible. Jamás habría pensado que la vida sin reglas pudiera ser tan emocionante y excitante.

Quizás, la razón de ese sueño, fue para hacerla pensar mejor las cosas. Hacerle saber qué vida preferiría. Y ahora, ya estaba segura de la vida que eligió y la persona que quiere que le acompañe durante toda esa vida.

Sonrió para sí, y dejo la nota sobre el escritorio. Regreso a su cama para meterse entre las cobijas ocultando sus ropas y trato de dormir un poco, pero cuando el reloj marco las dos y cuarenta y cinco, se levanto quedando sentada y abrazando sus rodillas.

Miraba la ventana, y miraba el reloj. ¿Habrá calculado mal? ¿O en lenguaje de criminales un día significaba otro tiempo?

No podía observar por la ventana o sabrían,-los policías que estaban fuera haciendo guardia-, que algo estaba mal.

Tres de la mañana y nada. Quizá ya no pudo llegar...

Se levanto de la cama para cambiar sus ropas a una pijama, una blusa turquesa con unas estrellas adornando la parte inferior y unos shorts azules. Volvió a meterse entre las cobijas, no sin antes guardar la mochila en el armario y ocultar la carta entre un libro que había estado leyendo antes de todo eso, entre sus páginas dejándolo sobre el escritorio de madera y después de ello se dispuso a dormir.

Esperando el amanecer dentro de las siguientes horas.

--

Al levantarse, realizo la misma rutina del día anterior, solo que esta vez no se ducho, esta vez quiso quedarse en pijama todo lo que restaba de ese día, era domingo después de todo.

Por ser domingo, las actividades de la casa no eran rutinarias como el resto de la semana. Los domingos se decidían a levantarse tarde, como a eso de las once de la mañana y desayunar cereal. Los domingos eran días sin reglas estrictas, sin elegancia y la orden,-por parte de Mamá-, de estarse en pijama todo el día, incluso Hiashi, solo que él usaba ropa más cómoda en cualquier caso que llegara algún socio o conocido no lucir tan desarreglado.

Todo iba de maravilla, tanto que las dos Hyuga estaban en la sala mirando películas juntos a sus Padres y Neji,-quien se quedaba esos días-, como una familia feliz... o eso eran hasta que cierto ruido sacudió a todos.

Parecían dos autos que entraban quemando neumáticos, destrozando la entrada de la reja principal. Las sirenas de los policías sonaron, pero al mismo momento fueron apagadas.

Lo siguiente había pasado tan rápido que apenas si tuvieron tiempo a reaccionar y ocultarse detrás de los sofás, porque, los autos no solo destruyeron la entrada principal, sino también la entrada de la casa dejando una nube de polvo y escombros.

Hiashi salió primero, después Neji para asegurarse de quienes estaban entrando en ese lugar. Como si ella pudiera predecir el futuro, supo quién era la persona que entro tan escandalosamente a su casa... ¿Sera una maldición en las mujeres tener un sexto sentido tan bueno?

-¡A la próxima conduzco yo!—Una voz se escuchó de entre la nube de humo.

-¡Ja! ¡Jamás tendrás mi estilo para hacer esto, teme!—Esas discusiones jamás las olvidaría.

-¡Pues claro que no! ¡Yo no haría tales destrozos, maldito usuratonkachi!—Recrimino el contrario, de quien solo escuchar su voz, su corazón salto en su lugar para aumentar su rimo cardiaco en un alocado frenesí.

Al salir de la nube de humo, aquellas dos figuras vestidas en su totalidad de color negro, usando mascaras con formas de animales que cubrían sus cabezas completamente.

Hiashi se quedó en completo mutismo al igual que Neji. El más joven había llevado una mano casi por inercia a su pierna, sin evitar hacer rechinar sus dientes. Tenía cuentas pendientes con aquel imbécil que le hizo daño.

-¡Buenos días Don-Hyuga!—Hablo alegre el chico de mascara de Zorro.

-¡¿Qué carajo quieren?!—Grito el patriarca Hyuga.--¡Largo ahora mismo de mi casa! ¡O voy a llamar a la policía!—

-¿No es obvio?, he venido por mi novia... así que si es tan amable de—Hablo el chico de mascara en forma de halcón.

-¡¿Tu novia?! ¡TU ERES UN MALDITO MALNACIDO HIJO DE PUTA!—Interrumpió en gritos Neji, odiaba a ese maldito, lo odiaba con toda su alma. Lo mataría, juraba que en algún momento lo mataría.

Sasuke rodo los ojos por debajo de su máscara, no era, ni seria la última vez que alguien le llamaba de esa forma.

-¿Es que no lo has entendido? Ella es mía... está marcada como mía por todas partes de su linda piel—Hiashi, Neji, su Madre y Hanabi pusieron sus miradas en ella, haciendo que ahora ese frenesí aumentara aún más su velocidad, provocando que su pecho doliera. —Oh... hable de más—

Naruto sonrió debajo de su máscara, queriendo reírse en escandalosas carcajadas, no solo por como lo había dicho, sino también por esas miradas que los Hyuga tenían en sus rostros.

-Cada noche... haciéndola mía... cada noche saboreando su piel, besando sus labios... acariciando cada rincón de ella... oh, y como olvidar esos gemidos... tan solo recordarlo es excitante—Una sonrisa maliciosa surcaba sus labios, mirando a los dos hombres Hyuga rechinar sus dientes. A Hiashi le crecía una vena en la frente interesante, todo su coraje juntándose en esa parte le haría partirse de risa al igual que ver a Neji poner sus nudillos blancos. A veces olvidaba lo hermoso que era su trabajo.

Hinata sabía que lo decía para provocarlos, para hacerlos sufrir. Su Madre le atrapo en sus brazos, diciendo entre lágrimas amargas que no dejaría que ninguno de esos bastardos le pusiera una mano encima. Incluso Hanabi se colocó delante de ella para protegerla. Casi por unos instante le dolió ver como su Familia luchaba por protegerla de un ser que no se tentaría el corazón para matarlos a sangre fría. Ya una vez se lo había dicho...

-No me hagas ir por ti—Las palabras de Sasuke sacudieron su corazón en un salto que le saco de su trance. No hacía falta que lo dijera... ella era consciente de que lo haría.

Aparto los brazos de su Madre de su cuerpo con suavidad, dejándola en shock. Paso de su hermana, colocando una mano sobre su hombro cuando paso y dedicándole una sonrisa. Camino hasta llegar a donde su Padre y Neji dividían su cordura de la locura a la que se estaba sometiendo. Su mente estaba bajo ese maravilloso efecto llamado "Síndrome de Estocolmo", haciendo su corazón latir de alegría solo por verlo.

-¡Mi niña!—Grito su Madre, alertando a Hiashi. Quien trato de detenerla al igual que Neji, pero Naruto y Sasuke se ocuparon de ellos al momento de disparar. Hinata se quedó en su lugar, quieta temiendo ver la sangre que saliera del cuerpo de su Padre y del de Neji... pero lo único rojo que vio, fue la colilla de los dardos tranquilizantes que habían sido disparados.

No habían usado balas.

-No mataría a mi Suegro... por más que lo quisiera—Hablo Sasuke cargando otro dardo. —Son tranquilizantes, solo tendrán mareos cuando despierten—

Hinata suspiro más tranquila, antes de sentir como alguien tiraba de su mano. Sasuke tiro de su mano con suavidad hacia él, apartándola de ellos.

Incluso atravesó de la máscara con la que le miraba, ella sentía esa cálida sonrisa que estaba surcando sus labios.

-Lamento llegar así... pero era necesario—Hablo suavemente hacia ella, como un novio que se disculpa por llegar tarde a la cita.

-Hinata... mi hija... ella no—Escucho la voz de su Padre que caía de rodillas, sintiendo el efecto del tranquilizante.--¿Qué es... lo que le has... hecho... monstruo?—

Su hija Hanabi junto a su esposa, llegaban con ellos. La menor de los Hyuga retiro el dardo tranquilizante del hombro de Neji, mirando la aguja del mismo dejar escapar un líquido transparente.

-Mi niña, ¿Qué estás haciendo?—Cuestiono su Madre, con esas dolorosas lagrimas atravesando sus ojos corriendo a prisas por sus mejillas y caer por su barbilla. —Hinata... mi niña—

-L-Lo siento...--Aquellas palabras que surgieron de su garganta con dolor.—No lo entenderán... no lo harán... yo—Continuo, aunque fuera difícil, aunque fuera lo más doloroso del mundo entero, lo más cruel que hacía por su voluntad, diría la verdad.—Yo quiero... yo... yo quiero estar con él—

El horror se hizo visible, no solo por sus ojos, sino por los de toda su Familia.

Hiashi cayo inocente al suelo al ya no soportar más la lucha contra aquel tranquilizante, al igual que Neji. Sasuke le tomo por la mano a Hinata para salir junto a Naruto hacia el auto que les esperaba fuera, lo último que la Hyuga pudo ver de su Familia, fue esa mirada de dolor y decepción en los ojos de su Madre.

Al salir, estaba un auto negro, igual al mismo que habían estrellado contra la entrada, siendo manejado por otro integrante que poseía una máscara de perro.

-Se han tardado—Hablo, girando la llave para arrancar el auto.

Naruto subió al asiento del copiloto, mientras Sasuke y Hinata tomaban los asientos traseros.

-Hubo complicaciones—Respondió el zorro.

Kiba arranco el auto, para salir del complejo, dejando ver a Hinata la razón del porque los oficiales no entraron a ayudarlos, todos estaban sobre el suelo, con dardos de colilla roja. Eso le hacía saber que no habían matado a nadie.

La pregunta era... ¿Por qué no matar a nadie?

--

No sabía a donde la llevaban, ni a donde se dirigían, pero no parecía haber problema alguno para ella... no al menos aun.

Tras que salieran de la colonia donde Vivian, escucho las sirenas de las patrullas a la distancia. Se tensó solo con pensar en que podrían atraparlos, que en algún momento una patrulla saldría por una calle, frenaría el paso, la sacarían y enviarían aun sanatorio mental.

Quizá ella ya debía plantearse la idea de irse a uno por su cuenta, alucinar de esa forma, dejarse llevar por la paranoia no era nada bueno. Y menos ayuda era estar en esa camioneta con ellos y esas mascaras... solo hacía falta que viera un letrero que dijera "Welcome to Silent Hill" para que se lanzara por la puerta.

Creyó haber dejado aquella duda anoche que escribió esa nota donde expresaba sus sentimientos, pero al parecer no era así.

¿Era una señal de su subconsciente de que estaba perdiendo los estribos? ¿Qué acaso su mente había enfermado? ¿Qué el síndrome de Estocolmo causo una reacción alérgica que le llevaba a esas pesadillas y paranoias?

No podría aclararlo sino no había alguien más a quien le haya pasado lo mismo. En momentos así pensaba en Naemi... Si ella estaba "enfermando", ¿su amiga también lo estaría?

Aquella pregunta parecía sencilla de responder, pero complicada a su vez. Si Naruto estaba con ellos, y lo que sus memorias le permitían recordar él estaba en ese momento donde ese albino le secuestro, eso quería decir que a Naemi le paso algo...

-Llegamos—Hablo Sasuke, sacándola nuevamente de su trance. Parpadeo varias veces antes de darse cuenta de donde estaban. Era nada más y nada menos que la mansión de Kakashi.

Bajo del auto, avanzando hasta entrar completamente a la mansión, donde apenas entrar recibió un abrazo entre dos chicas.

-¡Hinata!—Dijeron al mismo tiempo. Había sido rápido su actuar, tanto que apenas tuvo tiempo a responder. Sakura e Ino eran quienes le proporcionaban ese abrazo tan cariñoso.

-Creí que tardarían más—Hablo el líder de la banda que aparecía seguido de su fiel sirviente.

-No querían dejarla ir—Dijo Naruto quitando su máscara. —Había olvidado lo incomodo que era respirar con estas cosas—Arrojo la máscara sobre el sofá, para después dejarse caer él también.

-Como jodas ese sofá... yo voy a dejarte jodido—expreso su Líder con una mirada más que escalofriante. Acto que provoco que él Uzumaki tomara su compostura sentándose educadamente.

-¡Es tan bueno que estemos las tres juntas otra vez!—Hablaba Ino. Sakura apoyaba sus palabras con sonrisas, mismas que se esfumaron al ver la distracción en Hinata, más aun por la forma en la que parecía buscar a alguien.

-¿Ocurre algo, Hinata?—Cuestiono la "novia" del líder.

-¿Y Naemi?—Al dejar escapar el nombre de la rubia faltante, las miradas de todos menos la suya, fueron a dar contra Naruto. Quien pareció tensarse al instante.

Ino se acercó más a Hinata, tratando de hablarle lo más bajito que pudiera.

-¿Recuerdas al mismo tipo albino que te secuestro?—La Hyuga afirmo. —Se llevó a Naemi también... pero...—La mirada de Ino se paseó a Naruto unos segundos. —No sabemos dónde se la ha llevado—

-Él dijo que te llevaría a tu hogar... por eso fue fácil saber dónde estabas—Hablo ahora Sakura, igual de cerca que Ino. —Pero de Naemi... no tenemos la menor idea—Y al igual que Ino, a la mirada de ojos verdes se paseaba al rubio.

Naruto se sintió incomodo, y se puso de pie. Pasando de todos para subir por las escaleras sin decir una sola palabra.

Sasuke y Kakashi se intercambiaron una mirada, el menor sabía lo que su líder quería que hiciera.

-Les dejo a Hinata un rato—Hablo el Uchiha menor. —Debo hablar con él debe—Aquellas últimas palabras las dijo directamente hacia su novia, a quien beso en la frente y después se alejó subiendo las escaleras para seguir a su amigo.

Sabía que Naruto estaba preocupado por lo que Kuro le hubiese hecho a Naemi y como su buen amigo/hermano/rival, iría a hablar con él.

-Bien señoritas, yo paso a retirarme a mi despacho—Hablo Kakashi para seguido regresar por donde había salido. Sebastián se quedó con ellas.

-Acompañare a Sasuke—Hablo el castaño, con una sonrisa hacia los presentes y sin otra cosa que decir subió por las escaleras.

Hinata estaba preocupada por su amiga, al igual que Ino y Sakura. Pero ellas no podían hacer nada por ahora, y menos ella en esos momentos donde su cabeza luchaba contra lo que fuera que estaba luchando.

No podría hablar con Naemi... pero, quizá Ino y Sakura podrían ayudarle.

Quizá podrían ayudarla a dejar de sentirse enferma...

--

Naemi miraba el plato de comida gorme que Kuro preparo con tanto empeño hacia unas horas. La cocina olía de maravilla, y la comida lucia muy apetitosa, tanto que relamió sus labios deseosa por comer.

Tras los días que había pasado, se dio cuenta que no escaparía a ese nuevo futuro que le esperaba junto a ese albino... dolorosamente se dio cuenta de que Naruto no la encontraría... que su promesa era una mentira.

Kuro al menos era amable con ella, mejor de lo que alguien más lo había sido antes. Consentía cualquier cosa que ella pidiera, le compro ropa de la mejor calidad, y respetaba sus deseos. Pero... aquello no le estaba haciendo feliz, quizá por su Madre y el amor enfermizo que le tenía a su Padre, repercudieron en ella cuando era un feto, y eso provoco que ese mismo amor enfermizo se hiciera presente en ella, como una enfermedad hereditaria, haciéndola preferir mil veces estar al lado de ese rubio estúpido a estar con el albino.

Si existía un buen momento para añadirse puntos a su odio hacia sí misma era ese.

La cena estaba hermosa, un mantel blanco, velas encendidas en lugar de luces, el delicioso aroma de esa comida y la música clásica que se escuchaba de fondo. Ella lucía un vestido de satén y encaje color rojo hasta las rodillas, hombros descubiertos y, zapatos negros. Su cabello suelto como siempre.

-Espero que te guste la comida—Hablo Kuro con una sonrisa.

-Si... Gracias—

Sin más que decirse, iniciaron con su cena. Comían en un silencio, mezclado con incomodidad y tranquilidad. Misma que se arruinaba al momento de ver como el albino sacaba su móvil, tecleando sobre el mismo con una mano y comía con la otra.

Bajo otras circunstancias, Naemi se habría sentido ofendida, pero al no serlo, se sentía más relajada con eso.

Unos minutos después, Kuro regreso de la hipnosis de su móvil y le prestó atención.

-Lamento eso... aun no me hago a la idea de comer con alguien más—Hablaba sonriente y muy alegre por lo visto.

-No importa—Respondió, sin mirarlo y continuar comiendo.

-Vamos~—Atrajo su atención, tomando su mano. Ella levanto la vista de su plato, para verlo directo a los ojos, esos ojos apuestos a los suyos en todo sentido. —Tranquila pequeño angelito... no voy a hacerte daño—

Algo ocurrió con esas palabras. Algo se desbloqueó de su cabeza... un fragmento de su memoria regresando a ella como un balde de agua fría.

Ahora lo sabía... ya sabía dónde lo había visto antes. Esa mirada de niño bueno, esos ojos rojos brillosos y ese cabello blanco. Ya lo recordaba por fin... y también entendía por qué reprimió ese recuerdo de cuando lo conoció.

"Ya era de noche. Y su Padre había ido a recogerla de casa de Ino.

Por más suplicas que hizo para que la dejara quedarse a dormir, Obito no lo consintió. Y estrictamente, se la llevo con él a casa. O al menos era a casa a donde ella pensaba hasta que alguien llamo a Obito.

Su Padre atendió el móvil en un semáforo en rojo que dividía la ruta de su hogar al puerto de Konoha. Tras recibir aquella llamada, su Padre puso rumbo al puerto.

No quiso hacer ningún comentario al respecto y solo se limitó a mirar por la ventana el paisaje nocturno.

Su Padre se desvió por una ruta unos kilómetros antes de llegar al puerto. Una ruta de tierra con muchos baches, pero de igual forma no hizo comentario alguno. No quería ni pensarlo, le daba miedo pensarlo.

No conocía a que se dedicaba su Padre, pero por la forma en la que los del edificio lo miraban y trataban, con miedo y respeto, le hacía saber qué sino era policía, era una persona que no debía hacer el bien... y su Padre jamás llevo una placa de policía.

Llegaron a un almacén que se notaba a leguas abandonado, unos autos negros, lujosos estaban aparcados fuera del mismo.

-Escucha atentamente—Obito hablo hacia su hija de apenas diez años. —Harás todo lo que yo te diga, ¿ok?... Solo me responderás a mí. No importa lo que otros te digan, ni lo que escuches, solo debes obedecerme a mí. ¿Has entendió?—

-Sí, señor—Respondió con la voz lo más clara posible, ocultando su miedo.

-Bien... estas de suerte... hoy veras a que se dedica "Papi"—Sonrió ladinamente.

Después de ello, ambos bajaron. Se quedaron delante del vehículo unos instantes, donde Obito observo a su hija de pies a cabeza. Naemi por su lado, mantenía la mirada sobre sus pies, esperando a que su Padre avanzara.

Obito rodo con los ojos, sino tuviera planes para ella, desde cuando le habría dejado en un orfanato o habría dejado que se quedara con esa encantadora familia. Pero su hija tuvo la suerte de salir igual a su Madre... un capullo que dejaría florecer a la más hermosa rosa que existiría. Cosa que para él significaría mucho dinero.

Si su hija tenía suerte, sería tan guapa como su Madre y la vendería por mucho al mejor postor.

-Dame la mano—Ordeno. Y ella acato sin rechistar, diez años viviendo con él le hacía saber que era mejor no hacerlo enojar nunca. Así que ella obedecía.

Entraron al almacén, donde apenas entrar, los hombres del lugar lanzaron cuanta barbaridad y media les pareció a una inocente criatura de diez años. Naemi solo seguía a su Padre con la cabeza gacha mirando sus pies, evitando a toda costa mirara a todos esos barbaros que le ponían incomoda.

Tenía miedo, sentía un miedo horrible que le lanzaría al pánico en cualquier instante.

-¿Harás un cambio conmigo por esa criatura?—Escucho la voz de un hombre. Misma voz que hizo callar al resto de hombres que aun hablaban sobre hacerle y que hiciera cosas que no entendía a su corta edad. ¿Quién sabría a los diez años lo que era sexo oral?

-No ahora... espera a que este un poco más madura, y veras que habrá miles de imbéciles como tu rogando porque se las venda—Respondió su Padre con normalidad, como si estuviera hablando de un auto que venderá y no de un ser humano.

-No parece la gran cosa—Dijo el mismo sujeto.

-Levanta la cara—Aquella fue una orden a su hija. Y ella obedeció.

Levanto su cara, para ver a un hombre, de la misma edad de su Padre quizá unos años más grande. De cabello rojo y ojos iguales, con una barba de candado. Vestido en traje de gala en color negro. A un lado suyo, estaba un joven. Mismo que parecía tener unos catorce o quince años. Mismo joven que al momento de verlo, le dedico una sonrisa amable.

Ese chico... era Kuro.

-Es linda—Hablo el chico albino.

-Muy joven para mí—Hablo el hombre de cabellos rojos. —No soy un pedófilo... pero quizá mi hijo la acepte cuando este madura como dices, Obito. —

-Me parece bien... eso si tiene dinero para pagarla—El contrario esbozo una sonrisa de mejilla a mejilla. —Bien—

-Kuro, ¿Por qué no tú y mi hija salen un rato y nos dejan hablar?—Hablo Obito. El albino sonrió.

-Claro, señor Uchiha—El chico camino hasta quedar de pie a su altura.

-Ve con él, aquí solo serás un estorbo—Ordeno hacia su hija, tirando de su mano con fuerza para pasarla a Kuro.

El cambio fue notorio, a diferencia de su Padre, ese ojo-rojo tomo su mano con suavidad y no con ganas de romperle la mano.

-Tranquila, pequeño angelito... no voy a hacerte daño—Levanto un poco su rostro para ver esa sonrisa en las mejillas del albino.

Parecía alguien amable... y lo siguió.

Se alejaron un poco, antes de llegar a la puerta, un hombre le sujeto por el hombro a la pequeña.

-¿Por qué no nos la dejas a nosotros para cuidarla?—Hablo sonriente.

Pero apenas Naemi sentir la mano de ese sujeto, soltó un grito pequeño, su reacción fue cerrar sus ojos con fuerza esperando lo peor. Lo siguiente fue tan rápido que apenas podía recordarlo.

Kuro le atrajo hacia él, ella abrió los ojos con sorpresa al sentir un brazo del albino sujetarla contra él, Kuro desenvolviendo un arma de la funda de su pantalón y disparo sin miramientos a ese hombre que osó ponerle una mano encima. Un disparo certero entre sien y sien que acabo con su vida en cuestión de segundos.

Algo de sangre les salto a ambos, dejándola a ella en un estado de shock. Kuro le cargo en sus brazos, dejándola ver una sonrisa de niño bueno... una sonrisa de niño bueno que había matado a un hombre.

Lo último que vio... fueron esos ojos rojos como la sangre, antes que todo fuera oscuridad total."

Ese recuerdo había inundado su cabeza como un maremoto, y solamente fue necesario que él le dijera esas palabras mágicas que le hicieran recordar eso.

"- Tranquila, pequeño angelito... no voy a hacerte daño—"

Para que pudiera recordarlo a él y ese horrible día. Su trance fue notorio para el albino, que tiro suavemente de su mano, liberándola de ese recuerdo.

Quería gritar... quería llorar... quería hacer mucho con solo recordarlo, pero no pudo hacerlo, todas aquellas emociones se bloquearon por completo, al igual que una computadora al momento de hacerla trabajar más de lo que soporta. Solo pudo sonreír.

-¿Ocurre algo?—Dijo el ojos rojos.

-No... nada— Y esa sonrisa se ensancho más. —La comida esta deliciosa, ¿has preparado algún postre?—

-Compre helado... pero puedo preparé helado frito si quieres—Correspondió a esa dulce sonrisa con una propia.

-No puedo esperar a probarlo—

Kuro estaba desbordando alegría. Las cosas salían de maravilla en su trabajo, y ahora... el pequeño angelito del que se enamoró años atrás, estaba con él por fin. Y correspondía a sus sentimientos... Nada mejor para un demonio como él... que un ángel como ella.

--

La locura no es un estado de la mente... es un lugar.

Y ellas... han encontrado ese lugar.

--

Es tarde... -Para variar- 

Ya ni digo que prometo que actualizare temprano, se que no puedo... así que... SWAG

Iba a actualizar mañana por la tarde, pero tienen fiesta cerca de mi casa y  me dije: "No dormire como a eso de las tres de la mañana o cuatro por estos mensos... así que... actualicemos"

¬¬ Bien... mentira, se me hizo tarde, pero no es mentira que esta habiendo parranda cerca de mi casa 

Bueno, como siempre n.n

¡Gracias por sus votos y sus lindos comentarios! ¡Y por el apoyo que esta recibiendo Unhealing! 

¡Mil gracias :D !

Att: 

Midna-Nightly ;u;7

PD: La canción se llama, (por si les gusto) es: 

♪ Sally's Song and Corpse Bride Medley /ORIGINAL LYRICS/ by Trickywi

Así tal cual ingresen en Youtube n,n

PD: ¡Saludos a todos :D !

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