Chapter XX: Pactos entre Demonios
Paso saliva, tratando de hacerlo tan silenciosamente que ni él fuera capaz de escuchar ni sentir. El ambiente dentro de aquel lugar era únicamente comparado con el de un cementerio a las tres y media de la madrugada, acompañado de una secta satánica que estaba a punto de usarte como sacrificio. Observo a su líder, tan tranquilo y cómodo como era su habitual costumbre.
Un hombre de cabellos grises, usando un impecable traje de color gris, con camisa negra sin corbata. Sentado en una silla demasiado cutre para alguien de tan alta alcurnia como él, una silla de metal, incomoda por cierto.
Delante de él una mesa sencilla de madera, con algunas hojas en blanco, que solo servían para darle más seriedad al asunto. Y detrás de la mesa, estaba un chico, pelirrojo, de ojos aguamarina. Usando una camisa tan roja como sus cabellos y un sencillo pantalón de mezclilla con unos tenis.
Ambos se mantenían la mirada fija, mientras detrás de ellos estaban algunos de sus subordinados más allegados. Intercambiando miradas entre ellos y el grupo contrario. Esperando la respuesta del "Mapache"
-¿Quieres que nos unamos para matar a Kuro, solo por robarse a dos mujeres sin valor alguno?—Hablo por fin.
-Es más que eso... Gaara—Respondió el peli-gris. —Tanto tú como yo tenemos asuntos pendientes con ese albino de sonrisa angelical—
El pelirrojo torció un poco sus labios, era cierto, tenían más que asuntos que tratar con él, aquello era una promesa de venganza absoluta.
Como antes se ha mencionado, Kuro creo una reputación más que toxica, misma que de no ser por tantos rumores y muestras de los pocos sobrevivientes que aseguraban tanto como quien diría que en el polo norte hace frío aunque no hayan ido antes, que Kuro era un sádico demencial. Un hombre que poseía en su repertorio la gama amplia de tortura al estilo medieval, hasta sus propios métodos de tortura que dejarían más que traumatizado de por vida a un hombre adulto. Alguien que uso cadáveres para advertir a la policía que se mantuvieran alejado de él, usando no solo sus cuerpos, sino también los órganos, para escribir dicho mensaje en las paredes de la Jefatura de policía de Suna hace mucho tiempo, o aquella vez que incendio un banco solo por no tener cambio de billetes de a cien.
Alguien que pudo romper a una persona usando sus palabras, alguien que puede meterse en tu cabeza y torturarte día y noche sin necesidad de su presencia.
En otras veces que estuvo en Suna, y se metió contra los Tres de la Arena, termino por expulsarlos de Suna todo ese tiempo que estuvo hay. Cuando se aburrió de Suna y volvió a sus viejas andadas de viajes, Gaara retomo el control. Jurando que se vengaría de Kuro en algún momento.
Era su oportunidad, pero como un buen criminal, no haría las cosas gratis. Sabía a lo que se atenía y a lo que estaba arriesgando.
-Kuro nos ha hecho mucho daño a todos, al menos entre nosotros hay Honor—Hablo Kakashi. —Tenemos honor de hacer tratos, y respetarlos... pero ese albino no. Y por ello, es nuestro deber eliminar a una escoria que no funciona como debería—
Gaara cruzo sus brazos delante de su pecho, cerrando los ojos y suspirando. Tenían las de ganar, y las de perder. Un 50/50. Pero ni eso era suficiente, no al menos para él. Si ganaban, se harían un enorme botín y una reputación que les protegería el resto de sus condenadas vidas... pero si perdían, no existiría lugar en la tierra para esconderse de la venganza de ese albino de ojos rojos.
No negaba que tenían buenos hombres trabajando para ellos, tan solo él y sus hermanos ya eran una amenaza latente, y Kakashi, ni se diga. Solo una vez llego a verlos en acción y vaya que quedo muy sorprendió por tan buen trabajo que realizaron juntos. Pero... ¿sería suficiente para matar a un hombre como Kuro? Y peor aún, dentro de Konoha.
-Aunque hagamos una alianza para matarlo, mientras este en Konoha será imposible—Hablo el pelirrojo. —Tratar de hacer algo en Konoha para matarlo, es como asaltar un banco en medio del centro, a medio día y con un desfile de policías cruzando delante—
-No tienes que mencionarlo, lo sé—Hablo. —Por eso debemos movernos por los barrios bajos, gracias a nuestra estadía, creamos un lugar a donde ni los más osados policías se han atrevido entrar... ni siquiera el jefe de Policía, Nagato—
-¿Y?—
-Apenas matemos a Kuro, usaremos la noble tradición pirata para alejarnos de Konoha—Una sonrisa se formó por debajo la máscara de Kakashi.
-No habla enserio—Fue el pensamiento unánime de sus subordinados, acompañados de un sonrojo de vergüenza por recordar tal acto.
Pero aun así, Gaara no se notaba muy seguro de aquel acto. Era cierto, quería vengarse por todo lo que Kuro le hizo, y esta sería quizá su única oportunidad para hacerlo. Hizo una seña hacia sus hermanos para que se acercaran a él.
Temari y Kankuro se acercaron, quedando cada uno al lado de su hermano.
-¿Qué opinan?—Cuestiono una vez que estaban a su altura.
-Sería la única oportunidad que tendríamos para matarlo—hablo Kankuro.
-Pero... sino lo logramos. Moriremos—Opino Temari.
-¿Todos aceptaron de tu lado, Kakashi?—Kankuro cuestiono.
-Todos—respondió.
Puede que al momento en que le contactaron y le explicaron las cosas, no pensó que el resto de su organización quisiera ayudar. Ni él estaba seguro completamente, pero cuando lo hablo con Pain, supo que tan grave estaba el asunto, más allá del juramento de venganza que le hicieron a Kuro, sino por los sentimientos de sus hijos.
"-Sabes que si nos negamos a ayudarles, aun así irán por ellas. Por primera vez en toda su vida pueden recibir amor, sentir que sus vidas ya pueden valer la pena... que habrá alguien que sea capaz de verlos como son, dos idiotas jóvenes. Tú has visto el cambio en ambos... Y como su Padre, debes procurar su felicidad... al igual que yo, como su hermano mayor."
Mantuvo su mirada en los tres de la arena, que debatían su plan. Si no aceptaban, de todos modos irían a salvarlas. O a robarlas otra vez.
Giro un poco su cabeza para poder ver de reojo a sus subordinados y sus hijos. Ver esa determinación en los ojos negros y azules de sus dos pequeños hijos, le hacía saber que aunque no se unieran, ellos irían por ellas.
-Acepto—Hablo el pelirrojo. Kakashi salió de su ensoñación para verle. —Acepto, siempre y cuando, la cabeza del albino este en mi estante de trofeos—
-Muy bien—Kakashi se puso de pie, y extendió su mano hacia el contario. —Trato hecho—
Gaara correspondió lo propio estrechando su mano con la de Kakashi, sellando así el pacto y una alianza entre las dos bandas.
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Desde el principio, le aterraba quedar inconsciente. Temiendo despertar y recordar aquellos recuerdos tan malditamente vividos que tuvo sobre su violación, y corromper el cariño que sentía por Sasuke.
Abrió sus parpados, viendo un techo muy familiar. Aunque todo estuviera oscuro, reconocería esos adornos brillantes donde fuera. Una luna menguante con estrellas que brillaban claramente en esa oscuridad. Mismas que sus Padres usaron para ayudarla a superar el miedo a dormir sola en su habitación, y mismas que nunca quiso quitar.
Se reincorporo sobre la cama, tallando sus ojos esperando a que se adaptaran a la oscuridad. ¿Cuánto tiempo había dormido? ¿Pasaron días? ¿O solo fueron horas? Ese era el efecto negativo de quedar bajo el poder del cloroformo.
Sintió la presión en sus cobijas, para ver a dos personas sobre las sabanas. Amabas lucían dormidas, y un peculiar aroma llegaba a ella.
-M... ¿Mamá?—pronuncio en un susurro apenas audible. Ese aroma lo reconocería hasta en el fin del mundo, el aroma de ese perfume que usaba su Madre desde que tenía uso de razón. Mismo que se mezclaba con otro peculiar perfume extravagante.--¿Ha... Hanabi?—
No podía creerlo, realmente no podía hacerlo. Comenzó a llorar, a dar pequeños hipitos y sentir ese deseo de despertarlas para poder ser envuelta en ese cálido abrazo que le debía estar esperando. Su pecho dolía gracias al frenesí acelerado de su corazón, por la emoción de estar de nueva cuenta en casa...
Estaba en su habitación que lucía tal cual la había dejado, a pesar de que fueron varios meses los que estuvieron fuera, sentía que fueron años. Una sonrisa apareció entre el mar de lágrimas, misma que se desvaneció al sentir una fría corriente entrar por la ventana. Misma brisa que le hizo sentir el aroma a la ropa de Sasuke que estaba usando antes de que fuera secuestrada otra vez, y misma que aun llevaba puesta.
Una colisión espantosa de emociones tan contradictorias se arremolinó en su corazón, y después esparcirse en todo su cuerpo, haciéndolo temblar.
Lamentablemente ya no pensaba como lo hacía meses atrás, donde estar en ese momento, ya habría levantado a su Madre para que le abrazara al igual que su hermana, pero ahora... le dolía la sola idea de recordar que ya no vería a Sasuke a su lado al levantarse, que ya no sería lo primero que vería al levantarse, ni lo último al acostarse.
Que él ya no estaba más con ella...
Aquellas lágrimas que antes salían por la felicidad de estar en casa otra vez, fueron opacadas por lágrimas amargas de tristeza.
Era tan confuso, querer estar en casa y a su vez, querer estar con Sasuke.
Apretó ambas manos contra su pecho, haciendo hasta lo imposible por contener sus sollozos. Pero algunos escaparon, los suficientes para hacer despertar a su Madre y hermana.
-¡Has despertado!—dijo su Mamá, a la par que se lanzaba para abrazarla con toda su fuerza. Aquello solo aumento las lágrimas de la Hyuga, quebrándola más. Hanabi se unió al abrazo, y al igual que su Madre y hermana, dejo escapar algunas lágrimas.
Al fin... estaban juntas.
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Hiashi daba vueltas por su despacho, Neji estaba sentado en el sofá que acompaña el lugar, mirando a su Tío dando vueltas como un león enjaulado. Ya habían pasado dos días desde que ese sujeto trajo a Hinata.
Por una parte estaban más que contentos por esa razón, la princesa regreso a su hogar sana y salva. Pero, el precio que debían pagar fue caro, y molesto para él.
Los planes de su boda con la princesa Hyuga fueron erradicados por un albino. Mismo al que esperaban impacientes en el despacho de la oficina del Patriarca Hyuga.
Alguien llamo a la puerta, anunciando su llegada y tras ello, la puerta se abrió, mostrando al albino que trajo a la Hyuga hasta su hogar. Otsutsuki Toneri, acompañado de su escolta como siempre entraban al despacho.
La sola presencia de ese sujeto incomodaba de la forma más aterradora posible. Neji no confiaba en esa sonrisa de niño bueno que se cargaba, no confiaba en nada que provenía de él.
-Buenas tardes, Hiashi-san—Saludo el albino con una de esas sonrisas venenosas, y una reverencia mostrando sus buenos modales.
-Buenas tardes, Toneri—Incluso Hiashi desconfiaba de él.--¿Para qué me has citado?—
-No me mal entiendas, no quiero causarte problemas... sé que ahora en tu hogar la felicidad y dicha, reinan por el regreso de su princesa... pero, no quiero que olvides nuestro acuerdo. —Su sonrisa se ensancho más con solo recordar ese acuerdo tan conveniente.
-No lo he olvidado, pero esperaba que nos dieras más tiempo—Toneri dejo escapar un par de risitas, como burlándose de los pensamientos del Hyuga.
-Ya han tenido dos días... ¿acaso no es tiempo más que suficiente?—Ambos se sostuvieron la mirada. —Todo esta listo... solo la novia hace falta—
Deudas de juego, son deudas de honor, según recordó haber escuchado por algún lado. Y lamentablemente Hiashi aposto aquello que buscaban con desesperación por todo el mundo. Si Toneri encontraba a Hinata, ella se casaría con él sin discusiones ni protestas. Ese era al acuerdo. Y claramente el albino la encontró, y ahora estaba reclamando su premio.
-Una semana más, es todo lo que te pediré—Hablo Hiashi con toda su seriedad posible, haciendo que por cociente la sonrisa de Toneri se borrara de un solo golpe.
Neji estaba solamente como un espectador al igual que la escolta del Otsutsuki, no tenía voz en ese lugar, no tenía derecho a opinar, si estaba en ese lugar era por simple apoyo moral a su Tío y nada más.
-Una semana—Aquello sonó más a una sentencia que alguna otra cosa, con ese tono frío y cortante. —Bien... nos vemos caballeros, tengo cosas que atender—Una sonrisa escalofriante surco sus labios antes de salir con su escolta.
Ninguno de los dos Hyuga reacciono o dijo algo hasta que la puerta cerrándose se escuchó. Como si fuera magia, el ambiente helado que rodeo ese lugar durante la presencia de ese albino, se esfumo.
Hiashi suspiro. Llevando su mano hasta su propia frente y pasarla después por sus cabellos. No evitaba sentirse atado de manos, sentir que su desesperación por encontrar a su hija le llevo a aceptar un trato con el mismísimo diablo, y como todos sabemos, aceptar esos contratos trae un destino peor de lo que cualquiera se podría imaginar.
Y en caso de los Hyuga... perder a su Princesa por tercera vez.
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Esa mañana, su Madre le llevaba el desayuno en una bandeja plateada. Una torre pequeña de hot-cakes, un tazón pequeño con frutas y sencillo jugo de naranja recién exprimido.
Las cosas estaban muy bien, se sentía tan feliz de estar otra vez en casa. De volver a ver y abrazar a su Madre. Convivir con su hermana, con su Padre y Neji. Todo estaba siendo de maravilla, todo estaba perfecto... o eso creía ella. Aun por mejor que estuvieran las cosas, no evitaba sentirse incompleta, sentir que algo le estaba faltado.
Algo, cuya ausencia era más que evidente. Extrañaba demasiado a Sasuke... y eso que no había pasado una semana. Si acaso eran tres días, y su ausencia dolía.
Extrañaba sentir sus brazos envolviéndola durante las noches en un abrazo tan cómodo, un abrazo que deseaba que durase por siempre, ese aroma que desprendía, la forma en la que la miraba, sus besos, sus caricias, hacer el amor... por Kami, hasta extrañaba verlo salir casi desnudo del baño o bañarse con él.
Fuera la razón que fuera, ella lo extrañaba como jamás creyó posible. Como un adicto a su droga, un alcohólico a la cerveza, o un bibliófilo a los libros. Le tomo mucho tiempo encariñarse con él, amarlo como una demente y perdonar el daño que causo. Para que justamente un desconocido la raptara y devolviera a los brazos de su Familia.
Era doloroso pensarlo de esa forma, desear con todas sus fuerzas despedirse de ellos y salir corriendo a brazos de un demonio como él. ¿Qué diría su Familia? ¡Que estaba demente y merecía estar encerrada en un sanatorio mental! ¡¿Qué más?!
Por alguna razón, la ropa que usaba de ese morocho la guardo en alguna parte donde su Madre no la encontrara, con la esperanza de conservar ese aroma a él, conservar ese pequeño recuerdo suyo.
Pero... conociéndolo, sabiendo lo importante que ya era para él... No duda que en algún momento despertaría por la madrugada, y justamente en una esquina oscura de su habitación, saldría de ahí para llevársela, para robarla y huir, tan lejos les pudiera ser posible.
Había estado esos tres días en cama, usando una de sus pijamas y su ropa interior. Su Madre insistió en que se quedara esos días en cama, dejándose consentir como una niña chiquita.
-Permiso, voy a pasar—Hablo su Madre, entrando con la bandeja del desayuno previamente mencionado.
Hinata estaba sentada sobre su cama, mirando por la ventana como las nubes se juntaban, amenazando que llovería pronto. Parecía tan perdida en un mundo de pensamientos o sueños.
-¿Cariño? ¿Estás bien?—Se acercó hasta ella, dejando la bandeja sobre sus piernas. La Hyuga salió de su ensoñación para prestarle atención, no sin antes disculparse.
-Si... si...--Respondió entre suspiros.
-No puedes engañar a tu Madre, ¿Qué ocurre?... has estado muy... rara desde que llegaste—Expreso su preocupación. —Acaso... ¿necesitas ir con un psicólogo o con un ginecólogo?—
Su Madre apretaba la bandeja al momento de soltar esa pregunta, Hinata lo noto, sabiendo que su Madre tenía miedo de enterarse de lo que le debió pasar a su bebe. Si ella supiera...
-No es nada, Madre... solo reflexionaba—Dedico una sonrisa amable a su Progenitora, asegurándose de calmarla con esa sonrisa.
-Bien... pero si necesitas algo... solo dilo—Y ella dedico una sonrisa, que ocultaba perfectamente lo preocupada que estaba. —Bien... hoy solamente voy a dejarte la comida, tu Padre quiere hablar conmigo de algo, ¿estarás bien tú sola?—
-¿Sola?—
-Si... Hanabi acordó de salir con su novio, y Neji dijo que saldría también a algún lado, aun así... habrá oficiales por todas partes cerca de la casa. Nadie te hará daño, y ese bastardo infeliz... no se acercara a ti otra vez—
Hinata paso saliva duramente.
-Bien... come, yo regreso en unas horas—Beso la frente de su hija y salió de la habitación. Apenas su Madre salió, suspiro pesadamente.
Poniéndose de pie de la cama, se encamino hasta la ventana para corroborar lo que dijo su Madre antes, y en efecto, había unas Patrullas de seguridad fuera que eran apenas visibles desde su vista.
Regreso a la cama, y comenzó por degustar del desayuno. Mismo que al terminar de comer, el teléfono de casa sonó.
Su Madre era una fiel creyente de las novelas donde las sirvientas son el centro de la discordia de la Familia y por esa misma razón en su hogar nunca había sirvientas o mayordomos. Ellos debían valerse por sí mismos. Un lado bueno se puede decir, pero malo a su vez.
Atendió el teléfono de su habitación.
-¿D-Diga?—
-Que manía de huir de mí—Dijo la persona al otro lado de la línea.--¿Qué es lo que no te gusta? ¿Mi perfume?—
Por poco y el teléfono caía de sus manos al haber escuchado su voz otra vez. Incluso sin verlo, sentía que él sonreía y ella sonreía.
-¿Aun estas hay? ¿O es que no te devolví la lengua?—Y ese tonó burlón que usaba para molestarla no se hizo a la espera.
-Me... me gusta... t-tu perfume—Tartamudeo con sus mejillas sonrosadas. —T-Tu... tienes la manía de dejarme—A poco estaba de querer llorar.
-Bueno, pues eso está por cambiar... Sé dónde estás, e iré por ti—Su corazón se aceleraba frenéticamente, por escucharlo hablar. —Ya te había dicho que no habría lugar en el mundo para que huyas de mí—
-T-Te estaré esperando—Logro escucharlo soltar una risita.
-Te prometo que no esperaras tanto... solo un día más—
-Sasuke... yo—
-Lo siento, debo cortar... o sabrán que te llame. —Escucho una voz de fondo que le indicaba que debía colgar, y otra voz que supo reconocer, Naruto. Diciendo barbaridad y media de cosas bochornosas para Sasuke. "¡Cuelga o me visto, Sasu-chan!" fue uno de los que logro reconocer.
-Un día más... ¿ok?—Ella afirmo. —Te quiero, Hyuga-escurridiza—
-Yo también te quiero... Sasuke—Ya no pudo escuchar nada de su parte, la llamaba se había cortado. Una sonrisa surcaba sus labios de mejilla a mejilla, aun con ese bello tono carmesí expandido por las mejillas.
Lo sabía... algo le decía que Sasuke no tardaría en encontrarla. Y que como todo buen ladrón... la robaría por tercera vez.
--
Abrió sus parpados se abrieron poco a poco, cuando una celestial música producía por un piano, resonaba en toda su alcoba. La lluvia golpeaba los ventanales con suavidad, dando a entender que la tormenta apenas estaba llegando.
Salió de entre las cobijas, tambaleándose un poco al hacerlo. No recordaba muchas cosas, solamente... el fuego... las sirenas de policía a la distancia... a Naruto cayendo al suelo, inconsciente... y esos ojos rojos como las llamas del infierno.
Ahora, estaba en una habitación pequeña, como la de un departamento. Paredes blancas con alfombra gris, una decoración de muebles negros, y dos ventanales preciosos cubiertos finamente con esas cortinas blancas.
Toco su cuerpo, en busca de alguna herida o cambio. Pero todo estaba en su lugar, la ropa que usaba ese día, todo estaba igual.
La melodía continuaba sonando, misma que provenía fuera de la habitación. Claramente aquello no era el peor lugar donde podía despertar, cualquier cosa que le sucediera ahora ya no sería anda a comparación y con ese pensamiento salió de la estancia, atravesando un pasillo que guiaba hacia el lugar de donde provenía tan hermosa música.
Apenas llegar a la estancia principal, el enorme piano de color negro era el centro de su atención, pero más que eso, el joven que tocaba aquella melodía llamaba aún más su atención. Ese cabello blanco, su pálida piel, que resaltaba mucho más con la ropa negra que llevaba puesta.
Se quedó quieta, mirándolo tocar desde la distancia en completo silencio. No sabía porque, pero reconocía ese cabello blanco, trato de hacer memoria, esa sensación de deja-vu ya la había tenido cuando fue por ella hasta el hogar de Bee... ¿Dónde lo había visto antes de eso?
La melodía se detuvo, escuchando suspirar al chico que creo tan majestuosa obra musical.
-Oh, Muy buenos días, Naemi—Sus ojos se concentraron en ella, con una sonrisa que surcaba sus labios alegremente.--¿Cómo has dormido?—
Paso saliva duramente antes de poder responder.
-¿Q-Quien eres?— El contario ladeo su cabeza sin dejar esa sonrisa de lado.
-Me sorprende que no me recuerdes... pero que puedo esperar... aun eras una cría cuando nos vimos la primera vez—Se puso de pie, mostrando el conjunto de ropa negra que llevaba puesta. Una camisa totalmente abierta, con un pantalón de mezclilla negra. Dejaba ver un cuerpo bien ejercitado que dejaría babeando a cualquier chica, y estaba descalzo.
Comenzó por caminar hasta ella, haciendo que Naemi impulsivamente se hiciera hacia atrás. Una pequeña risita escapo de los labios del albino, al verla asustada. Era tan linda.
-No tengas miedo... no te hare daño—Sonrió hacia ella.
No dejo de acercarse a ella hasta que pudo dejarla acorralada contra la pared y su cuerpo. Coloco sus manos a cada lado suyo, evitándole cualquier ruta de escape.
Naemi quería alejarse, quería salir corriendo, pero no podía estaba congelada y paralizada por el miedo. Esos ojos tan rojos como la sangre, imponían miedo a más no poder. Como si con ellos pudiera controlar su flujo sanguíneo, congelándolo por completo.
Acerco sus labios hasta rosar los suyos, dejando que sus alientos se pudieran mezclar.
-¿Sabes que puedo hacer lo que quiera contigo~?—Jugo con aquellas palabras, aun manteniendo esa cercanía. —Tomar cada suspiro... cada gemido... marcar cada parte de tu piel... cada centímetro como mi—
Tembló, y un escalofrío atravesó toda su espina dorsal.
-Pero no será hoy, pequeña—Se apartó de ella de golpe. —Tengo que salir a terminar un par de cosas pendientes—Se alejó de ella caminando al sofá donde estaban sus zapatos y calcetines, donde empezó a ponérselos.
Naemi dejó escapar todo el aire que contenía sin saber en sus pulmones, quedándose quieta en su lugar.
-Hay comida en el refrigerador, y algo de ropa limpia en el baño por si quieres darte un baño o si tienes hambre. —Dedico una sonrisa hacia ella poniéndose de pie y comenzar por abotonarse la camisa.
Pero ella continuo sin decir nada, solo mirándolo en cada movimiento que hacía.
-Bien, nos vemos más tarde querida—Camino hasta ella, ahora robando un beso sencillo de sus labios y con ello sin decir nada más salió de la casa.
Naemi se quedó igual de quieta, solo que en esta ocasión paso sus dedos con sumo cuidado por sus labios, mientras unas lágrimas salían sin permiso de sus ojos.
-Idiota...--Susurro a la nada. —Eres un idiota... Naruto...--
Se deslizo por la pared hasta llegar al suelo, abrazando sus rodillas para hundir su rostro en ellas y continuar llorando.
¿Qué sucedería ahora?
--
Las excusas sobran y no justifican mi demora.
Lamento las demoras y pues, espero que disfruten el capitulo :D
Gracias como siempre por sus comentarios y votos, ¡Gracias!
Att:
Midna-Nightly ;u;7
PD: ... eh no se me ocurría que más poner xD
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