Capítulo 2: La unión
Jueves.
Es jueves y Chaeyoung no sabe qué carajos hacer. Sentada frente a dos cuadros muy distintos, la coreana no puede elegir cuál de los dos presentar. Había decidido comenzar dos obras nuevas para la subasta, sin embargo, ahora es incapaz de tomar una decisión. En diez minutos tiene que salir de su casa para ir a la escuela y dejar el cuadro con Dahyun.
Por un lado, tiene una pintura abstracta con acuarelas, había sido un poco difícil llegar al resultado con el material que utilizó pero ahora sobre aquel caballete un océano se podría distinguir entre los trazos de colores fríos y desordenados. A simple vista era desastroso, pero entre más tiempo observamos las pinceladas, puedes distinguir animales marinos. Y en el otro caballete, una pintura de óleo sobre lienzo de tamaño pequeño presentaba a varias figuras femeninas desnudas, enlazando sus cuerpos de manera que aquella obra expresa sensualidad y deseo.
Claro que Chaeyoung no lo tiene que pensar demasiado, la segunda pintura es su favorita pero el hecho de ser mujeres teniendo sexo de manera implicita le dificulta su decisión, jamás ha presentado una pintura sobre ese tema. Cuando comenzó a pintar hace unos días su inspiración fue nada más y nada menos que la falta de sexo. Tenía meses que no tenía ese tipo de contacto con otro ser humano y a decir verdad era muy frustrante estar en sequía por tanto tiempo.
Chaeyoung suspira una vez más, cierra los ojos y toma la pintura de óleo, su bolso para el entrenamiento y su mochila. Ha tomado una decisión, esa obra tenía que ser vista, está orgullosa de ella. Baja a la primera planta donde su madre la espera en la puerta de la cocina, Chaeyoung se sonroja pues no quiere que su madre vea ese tipo de pinturas así que pone el cuadro dando hacía ella y lo pega a su pecho.
—Son Chaeyoung —dice su madre y la mencionada para su andar —. ¿Planeas irte sin desayunar, señorita? —Chaeyoung asiente.
—Sip, se me ha hecho tarde y no puedo esperar más, tengo que entregarle la obra a Dahyun —. Por dentro, Chaeyoung siente alivio de que su madre no la presione para hablar del día de mañana, está sumamente nerviosa —. Hoy no podré venir después de la escuela porque tengo entrenamiento y después tengo que ir con la Señora Yoo a trabajar, pero vendrá Sieun por si necesitas algo.
Sieun es la chica que a veces cuida de Sowon cuando su hija no está, Sowon se siente muy culpable de no poder hacer muchas cosas por ella misma, pero no puede hacer nada más que esperar a mejorar. La mujer asiente y va hacía a su hija quien ya se encuentra en la puerta principal a punto de irse.
—Ve con cuidado, hija. No te preocupes por mí —La mujer mayor deja un beso en la cabellera negra —. Te amo y por favor come algo.
—También te amo, mamá. No te prometo nada.
Y Chaeyoung empieza su día fuera de casa. Se apresura pues sabe que el autobús es muy puntual y si no logra subir al siguiente, tendría que esperar media hora el siguiente. Al llegar a la parada suspira de alivio, notando que aún hay varias personas. Esa mañana era un tanto fría, el humo sale cuando suelta el aire de sus pulmones. No puede seguir jugando con su propia respiración porque el autobús llega a la parada correspondiente.
La pelinegra saluda al conductor y pasa su tarjeta por el dispositivo para poder ingresar a la unidad, toma asiento en la última fila y pone música en sus audífonos. Mientras ve por la ventana se ilusiona por la noche de mañana, se pregunta si alguien comprará la pintura que aferra a su cuerpo. Se pregunta si habrá solo personas adultas, seguro que sí. Entre más lo piensa, más nerviosa se pone, Chaeyoung jamás ha estado en un lugar como al que iría el día de mañana, lleno de gente pudiente con trajes más caros que su propia casa, con relojes que podrían pagar su carrera.
Sacude la cabeza alejando esos pensamientos, pues ha llegado a la universidad. Cuando ella se baja de aquel transporte público, sobre la calle ve llegar a una de sus amigas. Dahyun baja de una camioneta negra muy grande, la más pálida es llevada por el chofer de su familia a todos lados, incluso a la universidad.
Alza la mano y la saluda, mientras se van acercando pueden notar aquel BMW, conducido por la despampanante Chou Tzuyu. Para Chaeyoung era normal ver carros de lujo en aquella universidad, claro que el Porche de Jihyo era uno de los más impresionantes, lo había conducido un par de veces cuando su amiga de ojos grandes estaba muy borracha para hacerlo.
—Veo que has traído tu obra maestra —La voz de Dahyun la saca de sus pensamientos y la coreana asiente—. Déjame verla.
—No te burles de mí, salió de una tarde de inspiración pero me gustó mucho el resultado —dice la pelinegra antes de voltear el cuadro hacía su amiga, Dahyun en cuanto ve lo que está pintado trata de sostener la risa.
—Es muy temprano para que muestres tus obras eróticas, Chae —Llega Tzuyu quien ya ha estacionado su auto cerca del campus, posa su brazo sobre los hombros de Chaeypung quien rápidamente se deshace del agarre, se sonroja.
—¡Dije que no se burlaran!
—Por Dios, corazón. Las tetas de esas mujeres se ven desde dos cuadras atrás —Chaeyoung no sabía en qué momento Jihyo había llegado, pero estaba odiándolo.
—Es arte, ineptas. Que sean ratones de laboratorio no es mi culpa —Chaeyoung se defiende haciendo alusióna a la carrera que sus amigas estudian, por un lado Tzuyu cursa la carrera de medicina y por el otro Jihyo estudia una ingenieria— Después de todo el sexo es normal.
—A ti te hace falta —Tzuyu dice entre dientes antes de correr hacía su salón, primero porque se está haciendo tarde, y en segundo porque no quería que una pequeña coreana la golpeara.
—Estúpido poste —gruñe Chaeyoung antes de dejar la obscena obra en los brazos de Dahyun, al final de cuentas ella tenía que llevarla con su madre— Ahora pensarán que es tuya, me voy a clase.
Chaeyoung se apresura a su primera hora del día sin mirar atrás, dejando a Dahyun y a Jihyo en la puerta del lugar riendo entre ellas. Ambas desean que a Chaeyoung tenga éxito.
Horas después, la pelinegra limpia el sudor de su frente y se prepara para el siguiente saque. Ahora se encuentra en su entrenamiento de voleibol, era lo último que tenía que hacer antes de irse a trabajar, se encontraba agotada pero la coach no dejaría que su equipo saliera con las piernas funcionales.
La estatura de Chaeyoung no era problema para ser una gran deportista, desde pequeña su madre le había contagiado el amor a los deportes y cuando la pequeña Chaeyoung conoció la red y aquel balón quedó enamorada y comenzó a practicar voleibol desde la corta edad de diez años en posición de líbero.
Con sus mallas cortas y una camisa de entrenamiento, siente el calor y el agotamiento por todo su cuerpo, el equipo contrario —que en realidad eran chicas del mismo equipo de la universidad para poder completar el partido— hace el saque empezando un set que termina tan pronto como comienza; pues Chayeoung ha dejado ir el balón, suspira frustrada y azota la planta de su pie derecho en el piso. Sabe que ahora será castigada por su estricta mentora.
—Son, mantén tus ojos en el balón. Todas nos vamos menos usted, haga cincuenta abdominales y reflexione sobre sus reflejos —. Ordena su entrenadora, asiente y no le queda más que comenzar con el castigo. Después de completarlo, sale de la escuela y se dirige a la panadería, llegaría tarde.
Chaeyoung está agotada y aún le quedan tres horas más en la panadería. Ha terminado la limpieza del local y como de costumbre, no hay mucha gente así que decide terminar algunas tareas pendientes. Pasan más horas y con los pies arrastrando llega a casa, su madre de nuevo está dormida y la pelinegra no tiene cerebro para nada más que tirarse a su cama a dormir. Deseaba que el día de mañana fuera menos demandante.
En otro lugar de la ciudad, una japonesa se encontraba en su balcón fumando su octavo cigarrillo del día. El humo pintaba tonos grises en aquella noche oscura, la mujer se encontraba envuelta en una bata de seda color azul menta. Cierra los ojos al sentir las toxinas del cigarro pasar por sus pulmones, contiene un poco la respiración para prolongar la sensación de ardor. Está tan tranquila hasta que escucha el tono de llamada de su celular. Suspira y abre los ojos, molesta por ser interrumpida.
—¿Hola? —contesta sin siquiera ver quien la ha llamado, quiere deshacerse de aquella llamada lo más rápido posible.
—No es la manera de hablarle a tu mejor amiga —Aquella voz tan femenina y dulce traspasa la bocina del teléfono y la japonesa rubia rueda los ojos.
—¿Qué quieres? —pregunta pues sabe que Sana nunca va al punto.
—Que humor tienes, mujer. Te recuerdo que mañana tenemos la subasta, prepara algunos miles para una de esas obras.
—Lo sé, no molestes más Minatozaki.
—Desde que te divorciaste de mi hermano estás de mal humor, corazón.
La rubia rueda los ojos y pone fin a la llamada. Lo menos que necesita son las burlas de Minatozaki Sana, su ex-cuñada y mejor amiga de toda su vida. Sintiendo el frío de la noche vuelve a llevar el cigarro a sus labios por última vez, dejando la colilla en un cenicero cerca del barandal.
La mujer se deshace de su bata y queda completamente desnuda, deja la prenda tendida en el sillón negro que se extiende por la grande sala de estar. Al tener el último departamento de aquel prestigioso edificio en una de las mejores zonas de Seúl, poseía un gran espacio para disfrutar. Todo para ella sola. Aquel departamento se dividia en dos pisos, conectados con una escalera interna en forma de caracol, todo el lugar era adornado con muebles de color negro, algunos grises. A la japonesa le encantaba su hogar, tan elegante y pulcro como ella misma. Todo lo contrario a la casa que compartía con su ex-esposo.
Mientras caminaba desnuda, siente el aire rozar sus pezones, poniéndolos rígidos, y sabe que tiene que llegar a su enorme baño antes de que le de un resfriado. Al llegar ya tenía la bañera de cuarzo blanco lista con agua tibia y sales especiales para relajarse, había tenido un día bastante estresante lleno de juntas en la empresa. Necesitaba relajarse.
Después de una hora sumergida en el agua decide salir, envolviendose en una suave toalla. Solo se toma el tiempo de secar su cabello antes de dejar caer su cuerpo mojado en la cama y se dispone a dormir. Aunque no puede hacerlo, de verdad no quiere ir al evento de mañana. Es la primera vez que asiste como mujer divorciada a un lugar lleno de arpías con dinero, no quería ningún comentario sobre su vida, por suerte la ocurrente de Sana estaría con ella.
El día había llegado y pasó demasiado rápido. Chaeyoung admiraba aquel lugar con los ojos muy abiertos, candelabros de cristal cuelgan del techo haciendo que el reflejo de estos diera directamente en el suelo, era un suelo muy brillante y la joven tenía miedo de ensuciarlo. A los costados de aquel salón se extendían mesas llenas de aperitivos, meseros pasaban de un lado a otro con copas de champagne en bandejas de plata, ofreciendo dicha bebida. En el centro había muchas mesas con mucha gente hablando entre sí.
Mujeres con vestidos largos y muy elegantes, hombres con trajes de colores monocromáticos. No ha prestado mucha atención a esas personas, pues no quiere encontrar ojos juzgando por su apariencia. Aunque el vestido de su madre le parece precioso, no puede evitar sentirse fuera de lugar entre tanta gente, y lo peor de todo es que ninguno de los presentes le presta atención.
La subasta había empezado hace media hora, pero decidieron tomar un descanso entre cierta cantidad de obras presentadas. El evento estaba siendo todo un éxito, Chaeyoung tuvo la oportunidad de ver a la madre de Dahyun por unos minutos y no perdió la oportunidad de agradecerle por dejarle presentar su trabajo.
Chaeyoung está muy nerviosa, su obra es la siguiente en ser presentada así que se dirige a un mesero y le pide un vaso de agua, de repente su garganta se cierra. Durante toda la velada ha escuchado las cantidades que pueden llegar a ofrecer y ella espera que la suya sea del agrado de alguien. El mesero llega unos minutos después entregando el agua, la pelinegra lo toma rápidamente, pasando el líquido por su garganta cierra los ojos y después le devuelve el vaso al mesero.
Arregla su vestido una y otra vez— Mujer, relájate. Me pones los pelos de punta —. Chaeyoung eleva la mirada y se encuentra con una mujer de cabello naranja, muy hermosa y con facciones extranjeras. No sabe porque le está hablando, pero queda hipnotizada por su belleza.
—Lo-o lo siento —Apenas puede hablar por los nervios, pero aclara su garganta y comienza una vez más —. Lo siento, una de mis obras será presentada y estoy muy nerviosa, no se si a ellos les va a gustar. —Chaeyoung señala a las personas con la mirada y la pelinaranja asiente en entendimiento.
—Si esa obra está aquí, es porque eres muy buena. —La pelirojaintenta animarla y para Chaeyoung funciona—. Soy Minatozaki Sana, un gusto. —Minatozaki se inclina y en ese momento Chaeyoung hace lo mismo y antes de que le pueda dar su nombre, por los altavoces de aquel equipo de sonido dan el anuncio de que la siguiente obra será presentada.
—Un gusto, me tengo que ir.
Chaeyoung deja a la mujer con la palabra en la boca y se dirige detrás del pequeño escenario, no puede pensar en nada más que no sea ese momento. Primero presentarán el cuadro, abrirán la subasta y después de dos ofertas, ella tiene que subir al escenario a hablar un poco de su trabajo. Toma respiraciones profundas tratando de controlar las ganas de devolver todos los snacks que comía hace algunos minutos.
—Muchas gracias a todos los presentes. —La subastadora comienza y Chaeyoung ya puede sentir las gotas de sudor bajando por su cuello—. Continuaremos con la siguiente pieza, nombrada como "La unión" por Son Chaeyoung.
En ese momento un ayudante descubre el pequeño cuadro que era cubierto por una tela de color rojo. Al ser expuesta por primera vez a la audiencia, el salón se llena de aplausos y pequeños murmullos. Chaeyoung cierra los ojos y espera que la valuación que le hicieron a su obra sea buena, pues de ahí parte la subasta.
—Comenzamos con veinte mil dólares. —Y Chaeyoung ya quiere llorar, esa es una excelente cantidad—. ¿Quién da veinticinco mil dólares? —parece que alguien ha levantado su paleta pues la subastadora habla de nuevo—. La señorita Minatozaki Sana ofrece veinticinco mil dólares.
Es la mujer que conoció hace unos minutos, piensa Chaeyoung. Mientras tanto en la mesa en la que se encuentra Minatozaki, su mejor amiga la reprende porque en realidad no quiere pelear con Sana para quedarse con la pintura, pues la japonesa rubia se había enamorado completamente de la pieza. Algo sobre los colores, sobre las figuras femeninas encendieron algo que para esa mujer era desconocido.
—Pues ofrece. —Sana se encoge de hombros. Y alguien se adelanta y eleva su paleta.
—El señor Hwang ofrece treinta mil dólares, y con esta oferta damos paso a la autora de esta preciosa obra.
Chaeyoung toma aire y sin pensarlo mucho, sale detrás de un telón azul marino, era ahora o nunca. Se inclina hacía el frente haciendo una profunda reverencia, en la espalda tiene una pequeña cajita que se conecta a un micrófono de diadema que descansa sobre su mejilla con ayuda de una pequeña banda—. Buenas noches, damas y caballeros. Mi nombre es Son Chaeyoung, autora de "La unión". —Toma aire y dirige su vista al público, encontrándose rápidamente con una melena naranja, Sana le sonríe pero Chaeyoung no puede devolverle el gesto, pues la mujer rubia que está a un lado de Sana parece absorber toda su atención. Esos ojos cafés la miran intensamente y Chayoung desvía la mirada, siente que le está viendo el alma —. Agradezco la oportunidad de presentar este trabajo. La obra está hecha en óleo sobre lienzo, al estar pintando me inspire en la pasión que encuentran las mujeres al estar juntas, queriendo expresar la intensidad del amor y de la pasión entre estás figuras femeninas. Sin duda una de mis obras preferidas, que ahora será de la propiedad de alguno de ustedes. Gracias.
Chaeyoung toma aire y da un paso hacía atrás, la mujer rubia la sigue con la mirada y la pelinegra inclina un poco su cabeza, esta vez sin desviar la mirada. La mujer tiene un cabello rubio y largo, a lo que Chaeyoung puede ver sus ojos son de color café oscuro y su piel es pálida, haciendo un contraste hermoso con el vestido rojo que portaba. La mujer al notar que es escaneada por la artista, pone su mentón sobre la palma de su mano y entrecierra los ojos, ella realmente tiene curiosidad por esa pelinegra.
—Muchas gracias, señorita Son. Con lo anterior podemos continuar. ¿Quién ofrece cuarenta mil dólares?
—Ofrezco cincuenta mil dólares. —Chaeyoung abre los ojos con sorpresa al escuchar la voz de esa mujer, la cantidad subió mucho con esa oferta y una vez más, sus ojos se encuentran. A lado de la rubia, Sana ríe un poco por la situación.
—La señora Myoui ofrece cincuenta mil dólares —dice con emoción la subastadora— ¿Alguien ofrece cincuenta y cinco?
—Ofrezco sesenta mil dólares —Chaeyoung dirige su vista al señor Hwang, quien anteriormente había ofrecido por la pintura. La pelinegra hace un esfuerzo por retener sus lágrimas. Esa cantidad es la más alta de toda la noche.
—Ofrezco doscientos mil —Sana dice antes de que la subastadora pregunte si hay otra oferta y Chaeyoung tiene que sostener los costados de su vestido para evitar gritar de la emoción. La japonesa pelirroja sabe que con esa oferta deja fuera al señor Hwang, pero sabe que alguien de verdad quería esa pintura.
—Quinientos mil dólares aquí —Myoui se pone de pie y deja a Chaeyoung casi en un estado de euforia, siente que sus lágrimas ya están cayendo por sus mejillas y ya está pensando que puede hacer con el cinco por ciento de esa cantidad.
Sana se ríe a carcajadas por lo que está haciendo su amiga, definitivamente Myoui Mina era demasiado competitiva. Murmullos se escuchan alrededor de ella, pero a Mina no le interesa, quería esa obra, y a esa artista.
—Myoui ofrece quinientos mil ¿alguien da más? —y el salón queda en silencio, Chaeyoung siente las piernas temblar al encontrarse con sus ojos de nuevo—. Quinientos mil a la una... quinientos mil a la dos... — el silencio se prolonga y por fin sucede—. Vendida por quinientos mil dólares a la señora Myoui. Felicidades a la ganadora y la artista.
Todos aplauden una vez más y Chaeyoung baja del escenario con las piernas de gelatina, detrás se encuentra Dahyun a quien no había visto hasta ahora, usando un vestido blanco; casi del color de su piel. Chaeyoung está temblando y corre hacía su amiga, no le importa estar en tacones.
—¡Chae, felicidades! —Dahyun suelta un grito mientras comienza a saltar agarrada de las manos de Chaeyoung, quien deja salir más de sus lágrimas, sintiendo alivio porque aquellos veinticinco mil dólares harían una gran diferencia por unos meses en su familia. Las jóvenes siguen celebrando, aunque la pelinegra aún no puede hablar bien.
—Son Chaeyoung —la mencionada se da la vuelta, se obliga a recomponerse y se encuentra de frente con Minatozaki Sana— Muchas felicidades, te dije que si estás aquí eres porque eres buena —hace una reverencia y Dahyun observa la escena atenta, preguntándose internamente porque Sana y Chaeyoung se conocen —. Señorita Kim, buenas noches. La extraño en mi departamento —. La chica de piel pálida se sonroja furiosamente y Chaeyoung abre los ojos mientras observa a su amiga, que se tenía bien guardado ese secreto, pero antes de que la cuestione; Sana vuelve a hablar—. Alguien te quiere conocer, Son.
En ese momento la rubia que la estuvo observando toda la noche aparece detrás de Sana, caminando hacía ella con un aura que Chaeyoung no puede describir. Ahora la observa mejor y puede confirmar que la mujer es preciosa, de pies a cabeza. Trata de respirar para no dejarse intimidar por aquella mujer. Mientras Mina analiza a la mujer frente a ella, ignorando la conversación que se desarrolla a su costado entre Kim y Minatozaki.
Mina puede ver que los ojos de la más pequeña son hermosos, su rostro le parece salvaje, como el de un felino—. Buenas noches, señorita Son. Mi nombre es Myoui Mina. —Chaeyoung rápidamente se inclina, un sonrojo extendiéndose por todo su rostro. Al elevarse de nuevo siento esos malditos ojos de nuevo, no la dejan de seguir—. Debo decir que es muy talentosa, he podido ver la pintura de cerca y me he quedado... fascinada.
Su nombre es poderoso, Chaeyoung cree que lo ha escuchado en alguna parte. Sin duda la mujer es millonaria. Para gastar medio millón de dólares en una lienzo de treinta centímetros cuadrados, era una exageración. Además que el porte y la elegancia eran imposibles de esconder en una persona como Mina, nacida en cuna de oro y heredera de una gran constructora japonesa.
—Le agradezco mucho, señora Myoui. Es un placer saber que mi trabajo fue de su agrado —Chaeyoung no sabe qué más decir, siente que esa mujer la hipnotiza y le arrebata su energía vital.
—De hecho me gusta tanto, que quisiera pedirte un favor. —Mina se acerca a ella y se inclina, quedando peligrosamente cerca de Chaeyoung, frente a frente.
—Dígame, señora ¿cómo puedo ayudarla? —Chaeyoung pasa saliva al sentir como Mina se inclina más y dirige su rostro cerca de su cuello, Mina se tiene que inclinar pues no quiere que nadie se entere de su inusual pedido, y puede sentir lo tenso del cuerpo de la menor.
Detrás del escenario no había más personas, pues el evento casi termina, así que Mina procede con su solicitud—. Quisiera que me hicieras un retrato personalizado... —La rubia toma aire— Un desnudo.
Mina se aleja y sonríe al ver a la menor con los ojos cerrados, cuando Chaeyoung los abre se encuentra con un sonrisa ladina que le causa escalofríos—. Obviamente remunerare su trabajo, Son. —Acto seguido Mina le entrega una pequeña tarjeta de negocios a Chaeyoung— Piensalo y me llamas.
Mina se retira con una reverencia y Chaeyoung mira con atención aquella pequeña tarjeta de color blanco entre sus manos. Aún puede sentir su piel erizada por el olor de la rubia y su cercanía.
Myoui, Mina.
C.E.O. of Myoui Infrastructure.
+(452) 855 364
Chaeyoung no tiene que pensar mucho para aceptar, después de todo no era su primer desnudo, pero la presencia de esa mujer la hacía sentir extraña, sin duda sería un trabajo... interesante.
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Ya ni me acuerdo de las notas que tenía pero ¿cuales son sus teorías?
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