Extra #4

Jimin





Entré al apartamento y todo estaba en completo silencio. En la cocina los platos de esta mañana seguían en el fregadero con nuevos trastes incluidos, la correspondencia seguía sobre la mesa de comedor, la cobija con que Leila y yo nos cubrimos mientras veíamos una película la noche anterior seguía sobre el sillón. Todo estaba igual, señal de que ella no había salido de la cama a no ser para ir al baño y comer algo.

Dejé sobre la mesa de comedor uno de los regalos que le daríamos a Malú por su cumpleaños número cinco.

Caminé por el pasillo preparándome para lo que encontraría.

Leila no estaba bien. En los últimos meses nuestra relación estaba llena de altibajos, un día estábamos bien y al otro no sabíamos ni que hacer con la simple presencia del otro. Todo era porque estábamos intentando que quedara embarazada, pero las cosas no estaban saliendo como queríamos y eso nos frustraba, sobretodo a ella. A mí me dolía demasiado escucharla llorar y culparse a sí misma cuando recibíamos sólo negativas.

Ambos queríamos ser padres. Yo quería verla con una gran panza y esa imagen se dibujaba en mi mente diariamente.

Soñaba con tener un hijo con la mujer de mi vida, mi esposa.

Debido a que ella tenía un desequilibrio hormonal, eso hacía que fuera difícil concebir. Al principio fuimos con médicos porque pensamos que quizás era yo el del problema, pero todo estaba bien conmigo. El doctor sólo nos dijo que debíamos tener paciencia o recurrir a un tratamiento de fertilidad, lo cual ella no estaba muy convencida de hacer.

Ambos habíamos mejorado nuestra alimentación, tomábamos vitaminas y ella otros medicamentos que le habían recetado, hacíamos ejercicio; llevábamos una vida lo más saludable que podíamos para lograr nuestro objetivo de por fin ser papás. Aunque teníamos alrededor de seis meses intentando y nada pasaba. El doctor también nos dijo que si ya se cumplía el año y aún no lo lográbamos, lo mejor sería tomar otras opciones.

Cada que veíamos los resultados negativos, me sentía mal pero yo trataba de darle ánimos a Leila, de cultivar la esperanza y las ganas de seguir intentándolo. Ella podía tener una actitud buena por algunos días, pero luego volvía a caer en un espiral autodestructivo y así sucesivamente. Se negaba a volver a terapia y realmente no sabía cómo ayudarla.

Ella era la más afectada debido a su pasado, a que perdió a su bebé y pasó por momentos muy difíciles luego de eso. Aún si no pudiese entender del todo lo que ella sentía, trataba de hacerlo y mantenerme firme por ambos, pero había días en que todo parecía ir muy mal.

Leila era todo para mí, la amaba con mi vida. Cuando la conocí pude darme cuenta de que era una persona que había pasado por mucho, a pesar de que no mencionaba nada al respecto porque no teníamos la suficiente confianza, y al inicio de lo nuestro fui muy paciente con ella porque sabía el miedo que tenía al abrirse y volver a confiar en otra persona, pero logré derribar sus muros. Los mismos que cada tanto amenazaban con dejarme afuera, pero yo no quería darme por vencido. No la iba a dejar sola. Jamás.

Abrí la puerta, la habitación estaba a oscuras, pero la puerta que daba al balcón se encontraba abierta y podía verla allí sentada, mirando a la nada perdida en sus pensamientos. Caminé lentamente hasta quedar a su lado, ella ni me volteó a ver.

Su cuerpo estaba cubierto con una manta ya que en otoño las noches eran algo frescas.

–¿Por qué sigues conmigo? –Su voz pausada se escuchó en el silencio de la noche.

–¿Qué?

–Negativo. De nuevo. –Me mostró las tres pruebas de farmacia que se había hecho y que salieron negativas.

Me coloqué de cuclillas a su lado, pensando las palabras correctas para poder hablarle y que no se pusiera a la defensiva como otras veces había hecho y que por lo mismo durábamos días sin cruzar palabra alguna. No quería que se alterara porque eso no le hacía bien.

–Escúchame, preciosa. No puedes seguir torturándote ni echándote la culpa. –Le hablé, moderando mi tono.

Intenté tocarle la mejilla para limpiarle una lágrima solitaria que se había deslizado, pero esquivó mi contacto. Reprimí el dolor que sentí ante su rechazo y sólo me limité a observarla.

–Estoy dañada y...

–¡No!... No lo estás. –Expresé enojado.

Odiaba que hiciera eso. No estaba dañada y no era su culpa, el hecho de que se despreciara a sí misma podía conmigo.

–Jimin, no deberías perder tu tiempo estando a mi lado. Hay muchas mujeres que están sanas, son hermosas y alguna de ellas estaría encantada de estar con un hombre como tú. –Cada palabra de su boca salió con dolor y quise llorar, pero tenía que mantenerme fuerte, por ella. Por mi.

–Yo no quiero a otra mujer, porque te amo a ti. –Pronuncié, firme, observando su perfil y como algunos mechones de cabello que se le escapaban del moño le rozaban el rostro. –Me casé contigo, quiero pasar el resto de mis días contigo.

–No puedo tener hijos. –Dijo, como una razón de peso para que yo meditara lo que había dicho, pero en realidad no servía de nada.

La atraje a mi y pronto sentí como se estremecía contra mi pecho.

–Debemos tener paciencia. –Musité. Besé su sien y acaricié su cabello.

–¿Y si definitivamente no puedo? –Su voz salió entrecortada, afligida.

–Hay otras opciones.

–No es lo mismo.













•••




Dos meses después.





–Tío, quedaste muy lindo. –Lulú me tendió un espejo pequeño de color morado.

Me miré en el espejo, mis mejillas de un tono exageradamente rojo, mis labios con un color azul, no estaba totalmente prolijo por lo que tenía un poco de labial en mi barbilla y alrededor de mi boca. La sombra rosa y verde en mis párpados resaltaba bastante. 

Había ido con Tami y la princesita a una cafetería, ella estaba libre y yo igual, además que hace un tiempo que no nos veíamos. Mis ganas de socializar habían disminuido considerablemente, pero con todo lo que sucedía en mi matrimonio a veces necesitaba un escape y que mejor que ver a mi mejor amiga.

Estuvimos en una cafetería, pasamos por un parque para que Lulú se distrajera y así yo poder desahogarme con Tami, ella y Yoongi me apoyaban lo más que podían y no sólo a mí, también a Leila. Sin ellos creo que la situación sería muy distinta y le debíamos mucho por siempre estar ahí.

Admiraba demasiado su relación, la forma en que se apoyaban el uno al otro, como era su dinámica como familia. Me sentía muy feliz porque Yoongi encontró a la persona perfecta para él y habían crecido mucho en estos años.

–El rosa es mi color, ¿no crees?

–Si y el verde también. –Sonrió feliz de que el maquillaje que ella había aplicado en mi me gustara.

Como había venido a traerlas, Tami me invitó a pasar y Lulú aprovechó para maquillarme. No era la primera vez que lo hacía. También ha maquillado a Jungkook, Jin, Yoongi, hasta Namjoon había sido su víctima pero es que esa niña era una ternurita y era casi imposible negarle algo, aún si nos viéramos como payasos luego. Ella era la consentida de todos.

–Wow, te luciste con este maquillaje, mi amor. –Tami llegó a nosotros, mirándome divertida.

–¿Verdad que si, mami?

–Va a seguir tus pasos.

–Ya lo creo. –Los tres reímos.

Mi teléfono vibró en mi bolsillo y lo saqué viendo que era un mensaje de Lei, ella iba a pasar toda la tarde con sus padres así que nos veríamos en casa.


Preciosa♥️

Necesito que vengas a casa.
5;40 pm


Me pareció muy raro ese mensaje y hasta me asusté porque se supone que llegaría de casa de sus padres en unas horas más.

–Tengo que irme. –Me puse de pie.

–¿Qué sucede? –Tami me miró preocupada.

–No lo sé, Lei quiere que vaya a casa. –Respondí inquieto.

Ella permitió que usara el baño para quitarme todo el maquillaje de mi rostro, lo hice rápidamente. Me despedí y quedé en que le avisaría sobre cualquier cosa que pasara, también se preocupó.

Manejé hasta casa con los nervios carcomiendome por completo. Lei no quiso decirme por celular lo que pasaba, quería hablarlo en persona.

Abrí la puerta y al entrar a la sala ella se encontraba en el sillón con algo entre sus manos, en cuanto me vió se levantó parecía estar inquieta por algo.

–Amor, ¿qué sucede? ¿Te sientes mal?

–Yo... –sus ojos se humedecieron de pronto y eso me alarmó– cre-creo que e-estoy embarazada. –Balbuceó, alzó dos pruebas que era lo que sostenía. Temblaba ligeramente y estaba algo pálida.

Las tomé para verificar lo que ella había dicho y si, según éstas decía que estaba embarazada y que tenía de dos a tres semanas.

Quedé estático en mi lugar procesando lo que estaba pasando. Al fin habíamos logrado lo que tanto queríamos, parecía un sueño y esperaba que no lo fuera porque no quería despertar.

Reaccioné y la abracé, ambos comenzamos a llorar. Tenía un buen presentimiento, sentía un cosquilleo por todo mi cuerpo.

–Tenemos que ir al hospital, para confirmar y ver... ver que todo esté bien. –Dijo, al separarse.

–Iremos ahora mismo –llevé mis manos a ambos lados de su cara–. Te amo.

–Te amo.
















•••



15 semanas de embarazo.




Salimos del consultorio viendo la ecografía que Lei llevaba en la mano, donde se apreciaba a nuestro hijo o hija en ella.

–Ya quiero tenerlo en mis brazos. –Dijo, mientras pasaba uno de sus brazos por mi espalda.

–Yo igual, ya quiero llenarlo de besos. –Besé su mejilla, haciéndola reír. Giró su cabeza para así unir nuestros labios en un beso corto.

Leila se veía más y más hermosa cada que se le iba notando más la panza, ahora mismo sobresalía un poco y podía apreciarse por el vestido que llevaba. El embarazo le había dado un brillo que antes no tenía, a pesar de ciertos malestares que le daban de vez en cuando, estaba permitiendose disfrutar al máximo cada cambio que ocurría en su cuerpo, así como sentir al bebé moviéndose.

Ya tuvo sus primeros antojos en la madrugada y con gusto fui a conseguirlos, yo también me estaba permitiendo vivir al máximo cada etapa del embarazo. Me tenía completamente embobado.

Nos sentíamos muy felices y realizados.

Leila y yo hemos pasado por momentos muy difíciles a lo largo de nuestra relación, como lidiar con su pasado, nuestras propias inseguridades, que mi familia no estuviese muy de acuerdo con que mi pareja fuera seis años mayor que yo, que su familia no estuviese de acuerdo con que su pareja fuese menor; aunque un tiempo después ambas partes lo aceptaron porque su opinión no es que iba a cambiar algo, es decir, nos casamos y ahora estábamos aquí viendo como se desarrollaba nuestra pequeñita o pequeñito en su vientre después de todo un camino lleno de baches.

Pensar que, meses atrás, tener un hijo lo veíamos como algo muy complicado o lejano, ahora estábamos ansiando su llegada. Yo estaba muy al pendiente de Leila, no hacía falta decir que ella llegó a preocuparse o a veces lo hacía, y por eso había estado asistiendo a terapia tanto por su bienestar como por el del bebé. Obviamente no quería que volviera pasar lo de antes, aunque recién ya habíamos superado los meses más riesgosos, de igual manera éramos muy precavidos.

–Estaba pensando que quisiera pasar el resto del embarazo en Hawái, ¿qué dices? –Comentó ya estando dentro del auto, mientras se hacía una trenza en el cabello y yo metía la llave en el contacto.

Me giré a verla después de encender el motor. –¿Estás segura?

–Si, es más tranquilo y el aire es más limpio. De todas maneras podemos arreglar todo con calma. –Dejó que la trenza cayera por delante de su hombro.

–Si eso quieres. Me parece una buena idea, preciosa. –Ella sonrió ampliamente, satisfecha con mi respuesta.

Admiré su rostro, sus mejillas pecosas ya estaban un poco más gorditas. Bajé hasta su panza donde ella misma se acariciaba con una mano, solía hacer eso, así como hablarle o cantarle al bebé.

Se veía tan feliz y yo haría cualquier cosa por mantener esa sonrisa en su rostro.

















~~~~~~~~~~~~~~~~~

Esta parejita merecía un extra^^ Ya ven que no la tuvieron nada fácil desde el inicio, pero han logrado superar muchos obstáculos:'3

Espero les haya gustado, gracias por leer 💜

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top