You Real You


Sintió el viento frío rodearlo, para así elevar su mirada y ver aquellas nubes grises ocultar en su penumbra la luz del sol. El aire olía a humedad, era seguro de que una gran tormenta se avecinaba. Mantuvo su vista en el cielo gris hasta que sintió una presencia. Fijó su vista al horizonte y pudo ver un árbol con algunas pocas hojas en las ramas que caían por los fuertes vientos; la pradera con espigas marchitas hacían del ambiente un lugar lúgubre y nostálgico. Enfrente de ese enorme roble la vio a ella, la reconoció al acto, era Midnight. Dio un paso al frente para acercarse hasta que la observó con detenimiento, provocando que parara su marcha, no era Midnight, unos ojos azul cielo lo miraban con tristeza para hacerle dar cuenta de su error. El frío viento soplaba con fuerza y su cabello bailaba con éste, sus ropas blancas y aquellas pequeñas alas de ángel le dieron la indicación que era el espíritu del sol. Se le veía sumamente triste y muy preocupada.

Shadow vio una lágrima recorrer su mejilla para ser llevada por el viento y perderse en la nada. La vio mover los labios y decir algo sin sonido alguno; al principio no entendió bien a qué se refería hasta que comprendió aquella frase que lo hizo estremecer.

–... ¿Por qué?– preguntó ella con la tristeza más amarga que hubiera podido ver. La vio con asombro ante aquella pregunta que en algún punto le parecía un reclamo.

–No entiendo– susurró al viento.

La vio derramar un par de lágrimas más para luego ver aquella expresión de tristeza cambiar con brusquedad. Sus pupilas se contrajeron y notó con rapidez que la luz de sus ojos se esfumó por completo. Shadow la vio caer al suelo para ver en su espalda incrustada una enorme guadaña (N/A: También equívocamente llamada oz, es el arma que usa la muerte) Shadow retrocedió un pasó al ver eso con asombro. Escuchó una risa resonar por los muertos pastos y vio a Midnight detrás de ella. Se le veía tan diferente a como él la había conocido. Sus alas antes pequeñas ahora se desplegaban con gran tamaño con aquellas puntas como pequeños picos bañadas de rojos carmesí. Un gran vestido con su borde manchado de rojo por igual y en sus ojos la mirada inconfundible de un asesino sin corazón. Ella le sonrió con diversión. Shadow notó como aquellas espigas antes marchitas morían en su totalidad para caer con un tono negro a la tierra árida. Escuchó un trueno y elevó su mirada para ver el cielo oscurecer con nubes tan negras como la noche misma; regresó su vista al espíritu de la luna pero ya no la vio más. Volteó su cabeza a todas direcciones hasta que sintió algo rozar su garganta. Vio de nuevo aquella cuchilla curvada sobre su cuello y sintió como un pequeño corte, por la leve presión, ocasionaba que su sangre pintara el oscuro metal.

–... ¿Quieres conocer a la muerte– escuchó un susurro en su oído, para luego sentir un corte preciso en su yugular.

Despertó alarmado y aspiró aire profundamente para llenar sus pulmones con éste. Vio hacia los lados y notó que aún yacía en Halloween Creak. Shadow pasó su mano sobre su cuello para cerciorarse que todo estuviera bien; aún sentía la sensación del metal frío rasgar su piel como si de mantequilla se tratase. Se puso de pie y vio de nuevo la luna rojiza. No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado, pero algo le indicaba que había hecho algo mal. Aquella pesadilla debía de indicarle algo, pero no estaba seguro de qué. Tenía que encontrar al espíritu de la luna.

Comenzó su marcha para buscarla por los alrededores cuando sintió la tierra estremecerse, parando en el acto. Shadow vio de nuevo a las criaturas oscuras marchar en filas para adentrarse al fondo del cañón. Caminó con sigilo al borde y las miraba entrar a lo que parecía una especie de caverna hasta el final del mismo. –Te encontré– se dijo a sí mimo. Con un saltó certero cayó de roca en roca para así ver a las criaturas adentrarse a aquella cueva. Esperó detrás de uno de los pilares de rocas a que terminaran su entrada hasta que el último de ellos entró a aquella caverna sumida en la oscuridad. Era su momento.

Shadow caminó a la entrada de aquel lugar para no ver más que oscuridad, muy conveniente para sanguinarios monstruos carnívoros que podrían atacar en cualquier momento. Se adentró al lugar con precaución y sigilo mientras poco a poco la luz que aquella luna le brindaba empezaba a desvanecerse; paró al ya no poder ver más, dudando entre regresar o seguir, cuando sintió como algo lo empujaba con fuerza chocando contra una de las paredes de roca solida ocasionando un sonido estrepitoso que se difundió en eco dentro de aquella caverna. Shadow intentó moverse pero le fue imposible despejarse la misma. Escuchó un gruñir y vio unos ojos rojos intensos caminar hacia él; una especie de reptil parecía haberlo atacado con una sustancia viscosa. Escuchó el mismo sonido el que hace un encendedor al prenderse y una luz azul iluminó la caverna, así pudo ver a cientos de criaturas oscuras verlo intensamente.

–Eres demasiado curioso– escuchó decir a una voz familiar. Shadow vio caminar a la equidna de armadura negra y ojos fucsias entre las criaturas que se hacían a un lado para hacerle lugar –La curiosidad mató al gato.

–Por suerte para mí soy un erizo– habló con una sonrisa –Disfruta esto mientras puedas, tu ejército pronto regresara al lugar de donde viene, y una vez que dejen de seguir tus ordenes ellos...

–¿Mis ordenes?– interrumpió Shade –Jamás obedecieron mis ordenes.

–¿Qué?– preguntó con asombro.

–Hmph, te dije que lo mataras cuando vinieras– habló Shade molesta a la oscuridad.

–Pero es demasiado lindo ¿no te parece?– escuchó una voz familiar. Shadow vio unos ojos carmín flotar sobre aquellas criaturas hasta que se acercó lo suficiente a la luz como para distinguirla, era Midnight. –Además aún no es su momento.

–Eso es irrelevante– regañó la equidna.

–Tal vez tengas razón.

–¿Sabes lo peligroso que es que...

–¿Midnight?– interrumpió el erizo la conversación.

–¿Uh?– exclamó la espíritu viéndolo nuevamente –Lamento lo de antes, pero no quería que me siguieras hasta acá; pero supongo que fue tonto pensar que te alejarías de mis hermosas creaciones. Aunque esperaba que durmieras un poco más... supongo que mis poderes aún están tomando fuerza.

–¿Qué está pasando? tú dijiste que ellos...

–Si bueno, tal vez no me di a entender bien– interrumpió con una amplía sonrisa.

–¿Tal vez?– repitió molesto –¡Dijiste que debido a esa equidna tus criaturas no estaban en el inframundo!

–Yo no dije que era debido a ella, dije que era porque mi hermana está más débil, y es cierto. De no ser por ella, mis hermosos jamás podrían atravesar su plano, al menos no en esta cantidad.

–Tú los mandaste aquí!– acusó molesto.

–Claro, no sé qué te hizo pensar que habría algún mortal que fuera más poderoso que yo al punto de poder hacer que mi ejército invadiera tu plano, simplemente no tiene sentido– dijo sentándose en el aire –Pero tu creíste en mí– dijo para verlo con ternura –Y por eso no te he matado... aún– sonrió maliciosamente.

–¿Por qué haces todo esto?

–Yo soy el espíritu, no sólo de la luna, sino también de la muerte, el caos y la destrucción– habló con una amplia sonrisa –Por consiguiente, yo, al igual que mis hermosas criaturas nos alimentamos del caos y la desgracia de los mortales.

–¡Espera!, Eso significa que...

–Yo me encargue de que la piedra solar fuera robada– interrumpió con orgullo –Si eso es lo que piensas estás en lo correcto.

–Entonces todo eso de no poder ayudar a el espíritu del sol y demás eran una simple mentira.

–No, ahí es donde te equivocas. No mentí en eso, no completamente. Yo realmente no puedo ir al plano de los cielos, pero eso de ayudar a mi hermana tal vez fue una exageración de mi parte.

–Por eso enviaste al Dr. Eggman...

–Realmente él fue por voluntad propia, después de encontrar el libro del Mundo de los Espíritus en el plano mortal, fue sólo cuestión de tiempo de que intentara hacer una tontería.

–¡Tú se lo diste!– acusó molesto.

–No, yo lo deje a su alcance– habló Shade para involucrarse en la conversación –Los humanos son tan predecible; su avaricia y estupidez son los responsables de que tu mundo vaya a desaparecer.

–¿Qué hay de ti?– preguntó el erizo negro seriamente –También es tu mundo.

–Un mundo que me dio la espalda, no les debo nada; pero les haré pagar por todo– habló con una mirada llena de resentimiento.

–¿No es increíble?– habló Midnight flotando a la par de la equidna colocando ambas manos sobre los hombros de ella –Pocos seres son de un corazón tan oscuro como el de ella– dijo con una sonrisa –Como verás yo no he hecho nada malo, sólo le di las herramientas a ustedes los mortales para hacer el daño, y así fue.

–Dime entonces ¿Para qué pretender que te agradaba todo este tiempo?, ¿Qué ganabas con eso?– preguntó Shadow con una mirada de rencor en sus ojos.

–Yo no pretendí nada– se excusó –Yo puedo ver el corazón de los mortales, y él tuyo, Shadow the hedgehog, es uno de mis favoritos. Has hechos muchas cosas que me han causado felicidad.

–Además necesitábamos a un ingenuo que la invocar–a explicó Shade –Y tú fuiste el tonto perfecto para el trabajo– habló con una sonrisa

–¡Qué!– gritó molesto forcejeando en un intento de liberarse sin éxito alguno.

–Así es, el libro de los espíritus– dijo la equidna para sacarlo de entre las rocas. Un libro viejo con pasta gruesa de cuero café yacía en sus manos –Es la única referencia que hay para invocar a los espíritus mismo, a parte de ellas claro está.

–El libro que tenía Eggman– reconoció al verlo.

–Sí, no necesitabas saber más de lo que ya sabía– habló Midnight –Mis chaos lo recuperaron después de que regresara con la piedra– completó sin interés.

–¡Lo sabía!– gritó molesto –¡Aquellas marcas en su base sólo podían haber sido hechos por esos malditos demonios!– acusó provocando en ella una sonrisa.

–Y sabiendo eso aun así me dejaste venir a tu mundo; preferiste creer en mí antes que en tu instinto– habló volando hacia él y verlo de frente con aquella mirada de odio y resentimiento hacia ella –Amo esa mirada... me erizas la piel– sonrió divertida.

–¡Eres una...

–¡Silencio!– gritó molesta haciendo estremecer todo la caverna y hacer que un par de estalactitas cayeran al suelo para romperse en pedazos –No te atrevas a decir nada de lo que te puedas arrepentir después– sonrió Midnight nuevamente para alejarse de él.

–¿Por qué?– preguntó Shadow molesto.

–Por el caos– respondió dulcemente –Ya no hay caos, no después de que ese odioso erizo azul y sus malditos amigos empezaron a detener todas mis creaciones– habló molesta.

–No, ¿Por qué me necesitabas a mí para venir acá?– cuestionó –¿Por qué no ella?– preguntó refiriéndose a Shade.

–Porque, estúpido erizo– habló la equidna –Para poderse quedar se debe de sacrificar a quien la haya invocado.

–... ¿Qué?

–Por eso ningún mortal se atrevía a invocarme para dejarme salir– habló Midnight acercándose a él y acariciar su rostro con gentileza –Tú te viste reflejado en mí, en mi soledad y decidiste ayudarme. Por eso me encargaré que tu muerte sea rápida, de esa manera nos veremos en el inframundo, y ya no tendré que estar sola– Shadow movió su cabeza bruscamente para alejarse de su tacto. –Sé que estás molesto, pero una vez del otro lado entenderás– habló para alejarse nuevamente. –Shade, ya sabes que hacer...

–Será todo un placer– dijo para levantar su mano y crear una psiball.

–¡Toma esto!– escuchó un grito la equidna viendo una roca de gran tamaño ser lanzada hacia ella.

Midnight vio al guardián de la Master Emerald correr hacia el erizo negro, provocando que sus ojos se iluminaran de un rojo intenso hasta que una luz brillante como el sol mismo la hizo detenerse. Vio que en su mano llevaba la gargantia del espíritu del sol haciendo que todas su criaturas corrieran en diferentes direcciones para alejarse de la luz que irradiaba alborotando aquella caverna. Midnight vio como el erizo negro era liberado para luego salir de ahí junto con el equidna.

Midnight gruñó molesta, nadie jamás se interponía entre ella y una ejecución.

–Mátenlo– ordenó Midnight con frialdad para señalar a la afueras de la cueva. –Excepto al erizo negro, a él lo necesito con vida...

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A Knuckles le había costado despertar de aquel sueño en el que pareció sumergirse debido al impacto de aquella esfera de energía oscura. Aún recordaba vagamente ver a la equidna lanzar a Shadow dentro de lo que parecía un portal para así cerrarlo con el simple toque de su la yema de su dedo. No había nada que pudiera hacer en su condición. Como pudo logró arrastrarse detrás de uno de los gigantescos pilares para evitar que ella lo atacara nuevamente. Knuckles recordaba haber cerrado sus ojos para descansar nuevamente, una vez que los volvió a abrir notó que la neblina empezaba a despejarse el cielo igual, dándole la bienvenida a la noche. Se había puesto de pie con cierto esfuerzo y de nuevo buscó con la mirada a la equidna, quien aún yacía en la entrada de la cueva, parecía que esperaba a alguien.

Knuckles escuchó un par de relámpagos y luego una luz fucsia iluminar lo alto del acantilado, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y la escuchó decir: –Ya era hora– a lo que pensó era la nada. No estaba seguro de qué era lo que pasaba hasta que vio algo flotar al pie de aquella cueva; se le erizó la piel al ver de quién se trataba. Era el espíritu de la luna. Pareció entablar una breve conversación con la equidna para luego ambas adentrarse a aquella caverna. No sabía cómo había llegado a su plano, pero no sería bueno. Necesitaban salir de ahí lo antes posible.

–¡Hay que subir!– ordenó el erizo negro despertándolo de aquel recuerdo.

Corrían por su vida para alejarse de los demonios que ahora estaban con sed de su sangre. Saltaron entre las piedras superpuestas para así llegar a la cumbre del cañón. Una vez arriba vieron a varias de esas criaturas subir por igual. No sería tan fácil como sólo salir del fondo del cañón. Shadow vio a diferentes direcciones, necesitarían ayuda para poder huir de aquellos demonios por completo.

–Busca a los demás y salgan de aquí– ordenó el erizo negro.

–¿Eh?, ¿De qué hablas?, ¿Qué hay de ti?

–Ellos me quieren a mí, serviré como distracción.

–¡Pero de qué estás hablando!– gritó el equidna – ¡Te comerán vivo!

–Entonces consigue ayuda y asegúrate que eso no pase– dijo Shadow para dar el primer paso.

–¡Espera!– lo detuvo –Toma esto– habló Knuckles para darle aquel collar con dije de sol –Lo necesitaras– El erizo negro asintió con la cabeza para luego salir corriendo en dirección a las montañas.

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Escuchaban el crujir de la madera que poco a poco empezaba a apagarse por la falta leños en aquel lugar árido y sin vida. Muy pronto aquel fuego se extinguiría y ellos serían carnada fácil. Tanto Sonic como ella miraban aquella fogata con ojos de preocupación mientras el fuego poco a poco se iba consumiendo. Amy suspiró preocupada, si Sonic no mejoraba no podrían subir y no creía que sobrevivirían más de un noche en ese lugar.

–¿Uh?– exclamó el erizo azul para romper el silencio sepulcral que yacía entre ambos –¿Escuchaste?

–¿Escuchar?

Amy volteó a sus espaldas en un intento de escuchar algún sonido, pero ella no escuchaba nada diferente a los grillos y el sonido de las ventiscas que silbaban en la noche, hasta que algo más llamó su atención. Las pequeñas piedras que yacían en el suelo empezaron a agitarse. Amy sintió como el suelo a sus pies parecía estremecerse y poco a poco el sonido de miles de pisadas en una carrera hacia ellos invadió el cañón. Amy se puso de pie para ver fijamente al fondo oscuro y poco a poco divisó lo que parecía una estampida de criaturas oscuras.

–¡Una estampida!– gritó el erizo azul, quien al acto intentó ponerse de pie para caer nuevamente. El dolor aún era muy intenso. –¡Vete!– ordenó.

Amy vio al erizo azul que yacía sobre la tierra para nuevamente fijar su vista a la estampida que iba hacia ellos. Asintió con la cabeza decidida y caminó enfrente de él para así crear con una simple ademan de mano su martillo gigante y sujetarlo con fuerza mientras mantenía su mirada fija en aquellos demonios que parecían aumentar la velocidad.

–¿Qué haces?– preguntó él extrañado.

–Protegerte– respondió Amy con una sonrisa.

–¡Estás totalmente loca!– regañó Sonic molesto –¡Sal de aquí!– ordenó nuevamente.

–No– se negó –Tú te quedas, yo me quedo.

–Si lo haces morirás, ¿acaso no lo entiendes?

–Cuando saltaste al vacío ¿pensaste eso?

–¿Eh?

–¿Pensaste que no saldrías con vida si me salvabas?

–Amy eso no importa, tú...

–¿Lo pensaste?– insistió.

–...Nunca– respondió en susurro.

–Yo tampoco– habló Amy para sujetar aquel martillo con fuerza.

Amy los vio llegar como una estampida y a pesar de que sabía que era posible que no viera un mañana, no permitiría que ninguno de ellos lo lastimara, él había sacrificado su vida por salvarla y ahora ella haría lo mismo. Agitó su martillo con fuerza en el aire cuando una luz blanca cegadora hizo que todo se detuviera. Parecía como si de pronto las luces de un gran estadio se hubieran encendido sobre ellos. El chillido de dolor de aquellas criaturas oscuras resonó en el cañón para así huir de la luz blanca que los iluminaba. Ambos escucharon lo que parecía el sonido de hélices a toda velocidad sobre ellos y un remolino de polvo se levantó a su alrededor.

–¡Sonic– se escuchó en altavoz. Ambos vieron al cielo para ver lo que parecía un tipo de nave sobre ellos.

–¡Tails!– gritó con alegría el erizo azul.

Amy escuchó una puerta abrirse y escuchó su nombre ser pronunciado por una voz familiar; puso una mano sobre su rostro para cubrir sus ojos de la fuerte luz y logró distinguir a Silver y a Blaze. Una escalera de cuerda cayó del cielo para llegar hasta ellos –¡Sujétense bien!– habló Tails por el alta voz. Sonic la tomó de la cintura para atraerla hacia él y con su mano libre sostenerse de la escalera de cuerdas. Amy sintió sus mejillas enardecer fuertemente al sentir el atrevimiento del erizo azul, pero esta vez no dijo nada, únicamente se limitó a abrazar su cuello con cierta timidez y así recostar su cabeza sobre su pecho.

Se elevaron por los aires y vieron en la oscuridad los ojos rojos brillar. Amy suspiró aliviada, por fin regresarían a casa. La cuerda de sogas subió junto con ellos para entrar en lo que parecía un avión de carga. No habían sillones o algo para sentarse, sólo un par de cajas de maderas aquí y allá. Cerraron aquella enorme puerta de metal y por las pequeñas ventanas pudo ver como se alejaban a toda velocidad de Halloween Creak, por fin había terminado. Amy suspiró tranquila mientras yacía sobre sus rodillas en el piso. Vio a Knuckles correr hacia Sonic, quien le sonreía amenamente y de nuevo repitió que no había sido nada grave su pierna herida.

–¿Estás bien?– escuchó hablar a Blaze para desviar su atención del erizo herido. Amy vio a la felina con una expresión de preocupación a la vez que una mirada de culpa.

–Sí– asintió con una sonrisa para ponerse en pie e ir hacia ella –Sonic me salvó– explicó para ver al erizo azul nuevamente quien era invadido por miles de preguntas por el equidna.

–Amy...– escuchó a Silver hablar para captar su atención. Vio en sus ojos la culpa inminente por lo que había pasado –Yo...

–Shhh– silenció poniendo un dedo sobre su boca –No digas nada.

–Pero...

–Shhh– repitió para así quitar su mano y tomar aire. –Gracias– dijo con una sonrisa.

–¿Ah?– exclamó Silver confundido.

–Es todo lo que tenía que decirte– dijo Amy dando media vuelta y caminar hacia el erizo azul.

Blaze sonrió complacida al ver la actitud de ella. No estaba segura de qué había pasado mientras ella y Sonic habían estado atrapados en el cañón, pero parecía que él la había ayudado.

–Se ve diferente- habló Silver para mantener la vista en la eriza rosa.

–Algo bueno paso– respondió Blaze con una sonrisa. Silver fijó su vista en la felina, quien después del incidente en aquella cueva no había vuelto hablarle, era la primera palabra que le daba desde entonces.

–¿Algo bueno?– cuestionó el erizo plateado para ver a Amy sonreír amenamente con Sonic. Silver sonrió complacido al igual que Blaze. –Bien, al menos se le ve feliz. Me alegro que de todo lo malo que pasó algo bueno haya salido de esto– dijo para suspirar con tristeza.

Blaze vio de reojo al erizo plateado, quien después de esa corta frase se alejó de ella para caminar hacia la cabina del piloto donde yacía aquel zorrito de dos colas. Ninguno de los dos había dicho palabra alguna después de aquel beso; ella no podía evitarlo, jamás traicionaría a Amy y aunque Amy no estuviera en el camino, ella era una guardiana de gemas preciosas, no podía perder el tiempo con distracciones absurdas y tontas como el amor. Sería mejor de esa manera.

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Shadow se adentró al bosque tan rápido como pudo, perdiéndose de vista en la arboleda, sin embargo no por eso estaba seguro. Aquellos demonios del inframundo lo seguían de cerca, tenía la esperanza de perderlos al menos lo suficiente como para que amaneciera, pero no tenía ni idea de cuánto hacia falta aún para que eso pasara, bien podrían faltar una o dos horas como podrían faltar seis o siete. Necesitaba mantenerse a salvo.

Corrió entre los robles y pinos de aquel lugar escuchando el gruñir y respirar en su nuca de aquellos seres oscuros que lo seguían de cerca. La luz rojiza de la luna que alumbraba su camino le daba la sensación de muerte en cada esquina, pues no importaba que tan rápido corriera, eso parecía correr a la misma velocidad. Shadow miraba de reojo de tanto en tanto para poder distinguir exactamente a qué se enfrentaba, sin embargo la espesura negra del bosque no lo dejaba ver nada, únicamente los pasos pesados y el trote incesante eran su aviso de que algo andaba detrás de él. Siguió su marcha, haría el tiempo necesario al menos para sobrevivir una noche.

En su marcha, su mente se envolvió en las palabras del espíritu de la luna y de su obvia traición, Eggman había tenido razón todo el tiempo, nunca se debía de confiar en ella; la pregunta ahora era ¿cómo haría para regresarla al inframundo? Su cabeza se vio bombardeada por miles de ideas y pensamientos, sobre cómo reparar su error ¿Qué debería de hacer? hasta que un ardor en su brazo lo hizo despejar su mente. Se vio su brazo y notó lo que parecía una aguja o espina alargada, la removió rápidamente para luego sentir sus piernas pesadas disminuyendo involuntariamente su velocidad –Pero qué rayos...– otra espina en su espalda lo hizo callar. Shadow cayó de rodillas al suelo mientras sentía más difícil moverse, fuera lo que fuera eso estaba envenenado. Sus párpados se volvieron cada vez más pesados y poco a poco la claridad se fue perdiendo. Cayó sobre su pecho mientras el temblor de la tierra y el resonar de aquellos pasos le dieron la señal de que se estaban acercando. Intentó arrastrarse sobre sí para alejarse de sus perseguidores hasta que sintió algo pesado sobre su espalda aprisionarlo. Se volteó con esfuerzo para ver un par de ojos rojos verlo con detenimiento.

Un golpe secó se escuchó resonar con fuerza por el oscuro bosque. Las aves volaron de las copas de los árboles asustadas al escuchar la tragedia.


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