The First Death
Una voz molesta lo empezó a traer de regreso. Lo que en su principio le pareció un eco distante y sonidos confusos, poco a poco pareció volverse más claro. Abrió los ojos mientras sentía su cuerpo tan pesado como el concreto mismo, vio que yacía en lo que le pareció un tipo de avión o algo que volaba, pues escuchaba el zumbido de las hélices al moverse a gran velocidad.
–¡Shadow!– de nuevo la voz molesta. Dirigió su mirada al erizo azul, quien lo miraba con detenimiento y curiosidad.
–Grandioso...– susurró –Morí y caí al infierno.
–Veo que nos has perdido tu sentido del humor– habló Sonic con una sonrisa.
–¿Estás bien?– preguntó la murciélago.
–¿Dónde estoy?– preguntó para sentarse con esfuerzo.
–Estamos yendo de regreso a casa en esta lata con alas– respondió Rouge.
–¿Qué fue lo que pasó allá?– le preguntó Knuckles.
–¿De qué hablas?
–La luz
–¿Luz?, ¿Qué luz?
–Tails logró encontrarte porque algo se iluminó fuertemente en las montañas. Cuando llegamos yacías inconsciente en el suelo.
Cerró sus ojos para pensar en las palabras del equidna y recordar aquella fracción de tiempo antes de perder el conocimiento. Una criatura oscura que no pudo distinguir lo tenía contra la tierra, no podía moverse y recordaba haber visto algo ser lanzado hacia él con fuerza, una mano gigante o tal vez un mazo, no lo recordaba bien, logró moverse a un lado por centímetros, evadiendo el golpe, y luego vio otro golpe dirigirse hacia él, ya no sentía su cuerpo, estaba paralizado. Shadow cerró los ojos en la espera del impacto hasta que sintió un leve resplandor a un lado. Abrió sus ojos al sentir la luz irradiar y vio su muñeca en donde yacía amarrado aquel collar con forma de sol y éste se iluminó con fuerza; cientos de chillidos insufribles recorrieron la montaña y el andar errático en busca de escape se escuchó por doquier. Luego no recordaba nada.
–El collar– dijo para buscarlo en su muñeca.
–¿Hablas de éste?– cuestionó la eriza rosa, mientras enseñaba aquel objeto.
–¿Cómo tú...
–Lo siento– se disculpó con velocidad para hacer una pequeña reverencia –Pero Sonic estaba herido y esto...
–El collar parece tener propiedades curativas– interrumpió la murciélago la armada excusa de Amy –Cuando te encontramos aún brillaba tenuemente y tus heridas parecían curarse poco a poco.
–Entiendo- dijo pensativo. Eso explicaba el porqué ahora podía moverse con mayor facilidad, seguramente eso le había quitado la parálisis o el veneno de su cuerpo.
–Bien, ahora que estamos todos ¿Cuál nuestro siguiente movimiento?– preguntó Rouge para verlos a todos.
–¿Movimiento?– repitió el equidna.
–Pues hay que hacer algo con ese ejercito de criaturas y aquella loca equidna que quiere matarnos.
–Ellos no son importantes– dijo el erizo negro poniéndose de pie aún con dificultad.
–¿No son importantes?, ¿Acaso estuviste en otra pelea o algo así?– habló Rouge con sarcasmo –Por si no lo notaste, esas cosas...
–Esas cosas son controladas por el espíritu de la luna.
–¿Eh?– exclamó confundida.
–Esa equidna es sólo una subordinada.
–Espera un momento– interrumpió el erizo azul –Dices que todo esto lo planeó la hermana de Dawn.– dijo con asombro. Shadow asintió con pesar. –Bueno, ¿Entonces qué propones?, ¿Qué vayamos al inframundo y...
–Ella está aquí– interrumpió.
–¿De qué hablas? Ella no podría...
–Es cierto– apoyó Knuckles –Cuando encontré a Shadow en Halloween Creak ella ya estaba con Shade. Alguien la invocó y....– el equidna calló por un momento para luego fijar su vista en el erizo negro quien al sentirla desvió la propia –Espera... no me digas que tú...
–¿Que él qué?- preguntó el erizo azul viéndolos a ambos.
–¡Tú fuiste quien la invocó!– acusó molesto, sin respuesta del erizo negro –¡Por eso me dijiste que te buscaban a ti!
–Espera Knuckles, eso no tiene sentido ¿Por qué Shadow haría algo como eso?
–Les explicaré todo luego– respondió con un suspiro de resignación el erizo negro –Por ahora, necesitamos regresar con Tikal.
–¿Por qué Tikal?– preguntó la eriza rosa.
–Porque necesito saber como mandarla de regreso.
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Escuchó los lamentos y el sollozo de sus hermosas mascotas mientras la miraban con miedo y tristeza, pues habían fallado la misión que ella les había dado. Midnight se acercó a ellas y con ojos compasivos tocó con su mano levemente sus cabezas. Fijó su vista a las afueras de aquella caverna, sabiendo que más allá del horizonte se encontraba él. Necesitaba al erizo negro para hacer el último acto de sacrificio y así hacer su estadía permanente o de lo contrario su plan tan elaborado sería un fracaso. Escuchó de nuevo el lamento de sus demonios fijando su vista en ellos nuevamente y regalarles una pequeña sonrisa.
–Tranquilos mis preciosos, esto no es culpa suya– habló con dulzura acariciando la cabeza de sus aberraciones –Esto... ¡Esto es culpa de ella!– gritó Midnight molesta atemorizando a sus mascotas, y haciéndolas retroceder rápidamente en un vano intento de huir de su ira.
–Parece que tu hermana aún tiene energía para ayudar a esas molestas pestes– habló Shade, quien yacía sentada sobre una roca.
–No entiendo, para este momento ella debería estar en las últimas de las agonías, debería de estar suplicando por su último aliento de vida, ella debería...– pero calló abruptamente con una expresión pensativa en su rostro –A menos que...
–¿Uh?, ¿A menos que qué?– cuestionó con intriga.
–¡ESE MALDITO ERIZO!– gritó Midnight con rabia. Iluminó sus ojos de un rojo intenso, mientras la ira y el odio recorrían su ser. Levantó una mano en el aire y al mismo tiempo que uno de sus demonios se elevaba, retorciéndose en un inútil intento para soltarse de aquel agarre invisible. Cerró su puño con fuerza estrujando aquel demonio para partirlo en dos, provocando que la criatura oscura, con aspecto de lobo, se desintegrara en el acto y sólo ceniza negra quedara en su lugar, para así, desvanecerse en la atmósfera. Las criaturas de la oscuridad se agitaron moviéndose erráticamente y chocándose unas con otras para alejarse de su dueña.
–¿Sonic?– cuestionó la equidna sin inmutarse por su ataque de ira.
–¡ÉL TUVO QUE DARLE LAS ESMERALDAS!– gritó.
–¿Hablas de las esmeraldas caos?– preguntó arqueando una ceja –Bueno, eso explicaría como puede mantener el cielo y aún así darse el lujo de ayudar a otros.
–Juro que haré que pague– dijo entre dientes –Lo haré sufrir en el más crudo de los infiernos– habló con una sonrisa.
–Primero, tenemos que matar al erizo negro. Si él no muere antes de la siguiente luna nueva sabes que todo esto será tan sólo una enorme perdida de tiempo.
–Hmph– exclamó para recobrar la compostura –Bien, te tengo una misión especial– dijo con una sonrisa.
–¿Una misión?
Una sonrisa retorcida se pintó en sus labios.
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Llegaron de nuevo con la gran sacerdotisa y con la ayuda de Tails y su helicóptero de carga, iluminaron con tanta luz como pudieron los alrededores de la cabaña, para evitarse de cualquier intruso no deseado. Entraron al lugar y todos esperaron pacientemente por la explicación del erizo negro, quien mantenía una actitud fría y distante. No parecía tener muchos ánimos de hablar.
–¿Y bien?– habló Knuckles, rompiendo el silencio.
–Dime cómo mandar al espíritu de la luna de regreso– ordenó el erizo negro viendo a la equidna fijamente.
–¿Eh?– exclamó Tikal con sorpresa.
–Te explicaré– habló Knuckles –Nuestro amable amigo decidió que era buena idea traer al espíritu de la muerte al mundo mortal– explicó con sarcasmo
–¡¿Qué?!– gritó exaltada la sacerdotisa –¿Por qué hiciste algo como eso?
–Sólo dime como mandarla de regreso.
–¡Espera un momento!– detuvo el erizo azul –Nos debes a todos una explicación. ¿O acaso el hecho de que tuviéramos un ejercito de criaturas oscura y una equidna maniática no eran suficiente problema ya para ti?
–Hmph, yo no les debo nada.
–Me parece que si todos debemos arriesgar nuestras vidas por tu error, nos debes al menos eso– habló con seriedad la felina.
–Shadow– musitó Tikal con una mirada triste –Si no me dices qué pasó no podré ayudarte.
Shadow fijó su mirada en los ojos de suplica de ella; no quería dar cuenta de su error, pero si no lo hacía ella jamás le diría como arreglarlo. Suspiró pesadamente y asintió con la cabeza. Shadow empezó por explicar como Shade lo mando al inframundo y una vez ahí como Midnight lo convenció que la única manera de deshacerse de las criaturas oscuras era si ella llegaba al mundo mortal. Les habló sobre el ritual de invocación y por último sobre quién había ideado el robo de la Piedra Solar.
–No puedo creerlo– dijo Amy sorprendida –Se le miraba tan triste cuando hablaba del sufrimiento de su hermana.
–Ok, eso explica muchas cosas– hablo Knuckles pensativo –Pero eso no explica por qué te quiere a ti.
–Lo necesita para un sacrificio– interrumpió Tikal.
–¡¿Qué?!– gritaron al unísono a excepción del erizo negro quien ya estaba enterado.
–Si Shadow la trajo de regreso es el único que puede hacer que se quede permanentemente– explicó con tristeza.
–¿Hablas de un altar con fuego, pentagramas y todo eso?– cuestionó el erizo azul.
–Ella necesita su sangre, si su sangre la trajo de regreso es la única que puede hacer que se quede o bien... que se vaya.
–¿Eh?– exclamó Sonic confundido.
–Hablas de que debe de morir para cualquiera de los dos propósitos– inquirió Silver.
–Hablo de que se necesita para ambos rituales, no sé cuanta sangre para ser sincera.
–Bien, ¿y cuál es el ritual?– preguntó el erizo negro.
–Son rituales prohibidos, no lo sé.
–Esto es grandioso– dijo Shadow con fastidio.
–Pero sé de alguien que sabe– indicó Tikal con timidez.
–¿Quién?
–Dawn...
–¿El espíritu del sol?– preguntó el erizo negro.
–Genial– habló Sonic con alegría –Entonces sólo tenemos que ir allá y...
–No– interrumpió Tikal. –Sonic, con Midnight acá será imposible abrir el portal, las puertas deben permanecer cerradas o las criaturas que aún no han logrado escapar del inframundo encontraran la perfecta salida en busca de su creadora; además, si alguno de ustedes llega a caer en el inframundo ella no dudara en matarlos o peor aún, exiliarlos a la nada.
–¿Entonces qué propones?– preguntó con intriga la gata.
–Creo que sería mejor traer a Dawn aquí.
–¡¿Estás loca?!– regañó Knuckles –¡No te parece ya bastante malo a un espíritu del plano ancestral aquí!, ¡Sabes el desequilibrio que se armaría si trajéramos al otro!
–¡Lo sé!– se defendió la equidna –...Pero no hay elección. Las criaturas que invaden el plano mortal son de una fuerza promedio, los verdaderos demonios aún yacen en el inframundo en la espera de un portal más grande para escapar. No podemos arriesgarnos a que escapen.
–Aguarden un momento– habló Rouge –¿Qué pasa si se traen a los dos espíritus?
Knuckles y Tikal se vieron a los ojos un momento, como si la misma respuesta fuera algo que estuvieran prohibidos a decir. Rouge los vio a ambos impacientemente, nadie entendía realmente las leyes del mundo espiritual y su gravedad al romperlas, únicamente ellos.
–¿Y bien?– insistió.
–El caos puede reinar otra vez, atrayendo a seres de luz como de oscuridad a una batalla que los mortales estamos condenados a perder– respondió Tikal.
–Las perdidas son muchas– habló Knuckles nuevamente –Creo que debemos de encontrar la forma de vencer al espíritu de la luna aquí. Debe de haber una manera de mandarla de regreso.
–¡Pero no podrán!– dijo molesta Tikal nuevamente –¡Ustedes no son tan fuertes como...
Un estallido hizo que Tikal callara.
Las ventanas de aquella cabaña explotaron mientras las luces se apagaban por completo sumergiéndolos en la más densa de las oscuridades. Todos se quedaron inmóviles viendo a la oscuridad en la espera cuando se escuchó un par de explosiones en las afueras de la cabaña para luego ver lo que parecía un incendió. Tails vio desde los adentros de aquella casa como su helicóptero ardía en llamas iluminando la noche.
–¡¿Qué demonios pasó?!– gritó Knuckles.
–Nos encontró– susurró Tikal.
Otra fuerte explosión en la entrada de la casa los hizo a todos retroceder con violencia. Una risa se escuchó entre el humo y polvo levantado. La equidna de ojos fucsia caminó sobre el cristal roto que yacía a sus pies mientras la hoguera que había hecho alumbraba todo el panorama.
–Realmente son criaturas patéticas– habló con desprecio –¿Quién sería tan estúpido como para poner una luz tan grande para llamar la atención?
–¡Es Shade!– gritó Amy al verla llegar.
–¡Esta vez vas a pagar!– gritó Knuckles para correr hacia ella con sus puños levantados.
La equidna sonrió a través de su mascara y con una mano creo una psiball de energía oscura para lanzarla a su adversario quien al notar su ataque paró al acto. –¡Cuidado!– escuchó un gritó para luego sentir como alguien se abalanzaba sobre él alejándolo del impacto fulminante haciendo que éste chocara contra la pared de aquella cabaña haciendo que el techo de la misma cayera sobre ellos.
Se escucharon las tablas caer por todos lados junto con los escombros mientras una nube de polvo era levantada debido a la explosión. Maderos con fuego se incendiaban con rapidez y lo único que iluminaba la noche era las llamas abrasantes de las explosiones. Knuckles sintió el cuerpo de alguien yacer sobre el suyo a la vez que parecía tomar consciencia; escuchó como se levantaba y quitaba de ambos los escombros del hogar de la sacerdotisa. Vio unos ojos color zafiro verlo desaprobatoriamente.
–¡Acaso estás loco!– gritó Rouge –¡¿Quieres que te maten?!
–Yo...
–¡Ten más cuidado que la próxima vez!– regañó –O tal vez la próxima no esté para salvarte.
–¡Yo no te pedí que me salvaras!– gritó molesto –¡Y quítate de una buena vez!
–¡Esa no es la manera de pedir las cosas!– dijo para sentarse sobre el abdomen del equidna –Pídemelo como todo un caballero y lo pensaré.
–Si no te quitas juro que...– pero calló al ver a la equidna de ropas negra sobresalir de los escombros. Se levantó con brusquedad obligando a la murciélago a moverse, para hacerla tambalear por el movimiento repentino. Knuckles tomó su muñeca para correr con ella lejos de aquella casa hecha pedazos y adentrarla al bosque lo más rápido posible, ocultándose en la espesa arboleda.
–Escúchame bien, quédate aquí y no digas nada– ordenó mientras mantenía su mirada en la guerrera oscura.
–¡Estás loco!– dijo molesta para soltarse de su agarre –No necesito de ti ni de nadie para...
–Por favor– habló con seriedad para verla a los ojos.
Rouge se quedó en silencio, imposible de decir palabra alguna. Aquella expresión seria e inmutable de él provocaron en ella un sonroje demasiado leve como para ser notado y su energía de discutir parecía haberse esfumado por igual. Él no dijo nada más y dio media vuelta para correr de regreso a los escombros de lo que alguna vez había sido la morada de la sacerdotisa.
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Se levantó algo aturdido por lo que acaba de pasar y sin pensarlo dos veces la buscó a ella con la mirada. No lograba distinguir casi nada por la nube de polvo que se había levantado y el humo de los diferentes incendios aislados le hacía aún más difícil la visibilidad. Escuchó un gimoteó conocido y no tardó en distinguir aquella diadema roja al ella levantar su cabeza. Sonrió aliviado y corrió hacia ella hasta que una explosión en su caminó lo hizo retroceder violentamente y un grito se escuchó mientras era lanzado con fuerza en dirección opuesta. –¡Sonic!– la escuchó gritar mientras caía bruscamente contra la tierra. Se levantó aún aturdido por golpe, y buscó con la mirada al responsable de la explosión. Sonic vio a Shade caminar hacia la eriza rosa quien parecía paralizada del miedo, pues únicamente la miraba con terror mientras se acercaba a ella.
–¡Amy!– gritó para ponerse en pie.
–¿Uh?– exclamó Shade para verlo de reojo y de nuevo dirigir su mirada a la eriza quien la miraba con temor. La sujetó fuertemente del brazo para alzarla de la tierra provocando un grito por parte de ella –¿Es acaso esta criatura importante para ti?
–¡Déjala en este momento!– comando molesto.
–O sino qué...– su expresión cambio de repente y su mirada se perdió –¿Uh?... pero... bien, lo haré.
Sonic y Amy escucharon hablar incoherentemente a la equidna, como si hablara con alguien más. La soltó con brusquedad para de nuevo moverse entre lo escombros dejándola atrás e ignorando su presencia o la del erizo azul. Sonic la vio con detenimiento, había algo extraño en aquel comportamiento, era como si de repente ellos ya no fueran importantes o siquiera estuvieran presentes. Shade paró en medio de lo que antes había sido la casa de la sacerdotisa para así chasquear los dedos en el aire.
Un temblor pareció sacudir la tierra y ésta empezó por partirse en dos. Lo que empezó como un pequeño temblor pronto se convirtió en un terremoto y miles de rajaduras recorrieron como truenos el suelo a sus pies. Sonic corrió hacia la eriza hasta que la tierra en donde yacía parado empezó a partirse para dejar un abismo entre ambos, obligándolo a retroceder. Él la vio aferrarse con fuerza al suelo mientras sentía todo estremecer. Retrocedió un par de pasos para saltar a su lado y sacarla de ahí cuando vio algo salir de las profundidades de la tierra. Un casco de metal se asomó para dejar ver a un hombre enmascarado. Un casco con únicamente dos ojos rojos se podían ver. Pudo ver un cuerpo musculoso para usar únicamente un taparrabos con unos símbolos extraños salir de la tierra y en sus manos llevar un hacha de dos caras. Sonic vio con asombro aquel ente de ropas extrañas hasta que lo vio alzar su hacha para así propiciar un golpe hacia él, obligándolo a retroceder y alejarse de su atacante.
–¡Sonic!– escuchó gritar a la eriza, pero no pudo acercarse a ella. Sintió de nuevo una fuerte sacudida de la tierra haciéndolo tropezar y dar un grito ahogado. Vio a tres más de esas criaturas salir de la nada.
–¡Amy!– gritó el erizo azl al verla sola, pero aquel gigante no dejaría que pasara. De nuevo escuchó un grito seguido de una oleada de fuego. Sonic vio a Blaze correr hacia la eriza para atacar aquel ser con llamaradas de fuego sin tener efecto alguno en el gigante armado.
–¡Cuidado!– escuchó un grito a sus espaldas, para de nuevo ver aquella criatura atacarlo con aquella hacha en donde él estaba, y rebotar en un campo psíquico haciéndolo tambalear por el peso de su arma. –¡Tenemos que salir de aquí!– escuchó gritar a Silver quien yacía con sus ojos iluminados.
–¡No me iré sin Amy!– debatió.
–Pero...
Las palabras del erizo plateado se cortaron al ver como la tierra en donde estaban parados empezaba a desmoronarse para así crear un cráter en todo lo que alguna vez había sido el hogar de la sacerdotisa. Las rajaduras que habían causado aquellos guerreros y las continuas explosiones habían hecho que la tierra se volverá inestable. Sonic vio a Tails llevarse a Amy por los aires mientras la felina saltaba de lado a lado para alejarse.
–¡Ella estará bien!– gritó el erizo plateado para lanzar una onda psíquica al gigante haciendo retroceder un paso –¡Andando!
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Vio la tierra a sus pies empezarse a abrir y como aquellos gigantes del inframundo salían de la tierra al mandato de la equidna oscura. Shadow sabía que pelear en la situación en la que estaban no sería conveniente, lo ideal sería alejarse y esperar que lo que hubiera afuera fuera más fácil de vencer o al menos que la tierra no se sacudiera violentamente para dar una buena pelea. Vio un claro en la distancia, y se decidió a ir cuando un gimoteó captó su atención.
Tikal sobresalía de los escombros para ver lo que alguna vez había sido su hogar, y uno de los altares sagrados, destruidos; pero sin duda el ver su pequeña biblioteca arder en el fuego de aquella guerra fue lo que más le dolió perder, pues era información invaluable la que ardía ahora. Vio en las cercanías los restos de unos sus preciosos libros con sus páginas levemente quemadas y llenas de hollín. Lo tomó con delicadeza como si con el más sutil de los movimientos se fuera a romper en dos y así lo abrazó con tristeza. Escuchó un golpe pesado y vio con terror a los gigantes del inframundo salir de la tierra.
–No es posible– murmuró la equidna sin poderse mover, impactada por lo que miraba –La barrera se está debilitando, pronto ella podrá...
–Vamos– escuchó decir al erizo negro para tomarla del brazo obligándola a pararse –Pensarás en eso después, tendrás que...
–¡Shadow!– la escuchó gritar para ver una esfera de energía negra dirigirse hacia él.
El erizo negro la tomó en brazos y esquivó el ataque alejándose de aquel lugar. Vio de reojo a la guerrera oscura quien lo siguió por igual, seguida de uno de aquellos gigantes del inframundo. Corrió para adentrarse al bosque y lograr encontrar un lugar en donde poner a salvo a Tikal y regresar a pelear; no tenía tiempo para estar al pendiente de ella y mucho menos de su seguridad. Aún tenía un asuntó pendiente con la equidna. Shadow corrió por el bosque y paró al no sentir la presencia de nada seguirlos. Desde donde estaban podía ver con claridad el incendió que se había armado y aún en la distancia se sentían los sismos por los derrumbes de la tierra al ser absorbida por aquellos abismos.
–Está sucediendo– dijo ella con preocupación.
–¿Qué está sucediendo?
–La barrera que divide este mundo y el más allá está demasiado frágil. Shadow, si no hacemos algo esas cosas aparecerán por todos lados, esos son demonios clase E.
–¿Clase E?
–Sí, extremadamente peligrosos. Tal vez con todos ustedes juntos logren dormir a uno de ellos, pero cuatro...
–¿Qué propones?
–Sólo Dawn podría enviarlos de regreso...
–Hablas del espíritu del sol.
–Sí, es una gran probabilidad que una guerra entre en bando de la luz y la oscuridad empiece otra vez... pero si no lo hacemos de esa manera, Midnight destruirá todo a su paso sin rival que la detenga.
–Tú dices que sólo el espíritu del sol sabe como mandar de regreso a Midnight ¿cierto?
–Así es.
–Bien– asintió con un suspiro –Haré lo que sea necesario para llevarla de regreso al inframundo- habló con resentimiento en su voz –¿Cómo podemos invocarla al plano mortal?– preguntó para provocar una sonrisa en ella.
–Bueno, para eso...
La sonrisa de Tikal se desvaneció rápidamente y calló sin motivo aparente. Shadow la vio confundido, para luego ver a la equidna caer de rodillas al suelo. Corrió hacia ella para detener su caída cuando notó su espalda con un pequeño agujero negro, como una quemada intensa, del cual un pequeño río de sangre empezaba a brotar sin control. Estaba confundido, no sabía qué estaba pasando.
–Ahora solo somos dos– escuchó decir en la oscuridad. Era Shade. Su expresión preocupada pasó a ser una de odio y furia desmedida; colocó a la equidna en el suelo y se puso de pie para buscarla con la mirada, sin éxito alguno.
–¡Sal y enfréntame!– gritó molesto –¡Ella no tenía nada que ver en esta pelea!
–Realmente eres una criatura patética– la escuchó decir entre las ramas que se movían con el viento.
–Si realmente crees eso ¡Ven y pelea conmigo!- gritó en un vano intento de vislumbrar algo en la oscuridad.
–Me encantaría, pero yo sólo vine por ella.
–¿Eh?– exclamó confundido.
–Yo no soy quien vendrá por tu preciosa vida, será Midnight en persona– escuchó decir al eco incesante –Cuando la vuelvas a ver, será lo último que veas...
–¡ENTONCES QUÉ ESPERA!- gritó al bosque -¡DILE QUE VENGA!
–Todo a su tiempo... hasta entonces.
Se escuchó el movimiento de las ramas y supo que se alejaba entre el bosque. Dio un grito iracundo mientras su sed de venganza aumentaba cada instante. No le importaba si debía de invocar a cada espíritu que existiera, él se encargaría que regresara al inframundo.
–Es... to...– escuchó un leve susurró captando su atención y apaciguando su rabia. Vio de nuevo a la equidna moribunda que yacía sobre la tierra y parecía con su vida pendiendo de un hilo.
–Estás bien– habló Shadow para hincarse en su nivel con cierto alivio –Te llevaré de regreso con...
–No– lo detuvo –Est...to– dijo débilmente para darle aquel libro chamuscado que se había llevado consigo. Tomó aquel libro de sus manos, mientras miraba su mirada apagarse poco a poco.
–¿Qué es esto?, ¿Para qué me lo das?
–Da-Dawn...– dijo con su último suspiro.
La vio morir en sus brazos sin poder hacer nada. Suspiró tristemente para fijar su vista en aquel libro que apenas si se distinguía el título del hollín que yacía en éste. Con un rápido movimiento de su pulgar limpió la suciedad y leyó el título que yacía sobre éste.
–Espíritu del Sol
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