La Sacerdotisa


–¿Quién eres?

No pudo contestarle de la impresión. No era común ver chicas de su misma especie, para ser precisos, era la primera vez que miraba a una eriza. Sonic observó cada facción de su rostro, sus ojos eran verdes como los suyos, pero su pelaje era color rosa. Vio sus púas cortas que tenían pequeñas ramas y hojas por la caída que acaban de sufrir; una diadema roja adornaba su cabello, la cual ahora yacía a un par de centímetros de su cabeza. No podía negar que sin duda era muy hermosa. –¡Amy!– escuchó a alguien gritar recordándole lo que hacía ahí. Vio a la eriza sonrojarse con intensidad confundiéndolo un poco hasta que sintió como el pecho de ella subía y bajaba al respirar para tocar su cuerpo por igual –¡M-Muévete!­– gritó ella con sus mejillas rojas de la vergüenza. Sonic sintió sus mejillas sonrojarse por igual y con cierto nerviosismo se movió a la vez que era empujado con una fuerza impresionante por ella, para hacerlo sentar bruscamente en la tierra.

–¡Eres un atrevido!– gritó molesta con aquel intenso color ojos aún en ella.

–¡¿Yo?!– respondió por igual con sus mejillas sonrojadas –¡Tú fuiste quien se atravesó en mi camino!

–¡¿Por que demonios no te detuviste?!

–¡No pude!– gritó molesto por igual.

–Amy– llamó de nuevo el erizo plateado quien llegaba a su par –¿Estás bien?

–¡Silver!- exclamó con emoción la eriza rosa con una sonrisa –Sí, estoy bien– afirmó para tomar la mano del erizo plateado y ponerse en pie.

–¡Sonic!– gritó el zorro de dos colas corriendo hacia el erizo azul –¡¿Todo bien?!– preguntó.

–Sí Tails, nada de que preocuparse– respondió él poniéndose en pie y sacudió la tierra de sus costados.

–Con que ese es tu nombre– escuchó decir a la eriza –Deberías de pedirme una disculpa por lo que has hecho.

–¿Un disculpa?– repitió arqueando una ceja el erizo azul –¿Estas bromeando?

–¡Claro que no!– gritó molesta –Después de tropezarte conmigo y luego cuando...– pero Amy calló al sentir de nuevo sus mejillas sonrojar.

–Hmph, no tengo porque pedirte una disculpa, tú te atravesaste en mi camino.

–Sonic– regañó Tails por lo bajo al ver la actitud de su testarudo amigo.

–¡Eres todo menos un caballero!– gritó con ira la eriza –¡Quiero una disculpa y la quiero ahora!

–Amy– musitó Silver en un intento de calmarla, sin éxito alguno.

–No– respondió con una sonrisa presuntuosa.

–¡Yo te enseñare a...

–¡Amy–- gritó Blaze para calmar el circo que se había formado. –¡Es suficiente!

–¡Pero él...

–Tenemos cosas que hacer– habló con seriedad la felina.

–Es hora de irnos Amy, no hay tiempo que perder– le habló el erizo plateado colocando una mano sobre su hombro.

De nuevo sintió sus mejillas enrojecer y asintió sutilmente con la cabeza. Ellos tenían razón, ese erizo no valía la pena. Miró de nuevo al erizo azul quien mantenía sus brazos cruzados con una expresión de indiferencia, haciéndola enfurecer, pero esta vez no le dijo nada. Le enseñó la lengua, cual expresión infantil, y le dio la espalda.

–Sonic, mira– dijo Tails señalando al sol. El sol empezaba a descender poco a poco nuevamente.

–¿Qué horas son–- preguntó Knuckles, quien se mantenía a distancia de los extraños y la escena que se había armado.

–Son las 5:38 p.m– respondió el zorrito.

–Parece que anochecerá como de costumbre– habló el erizo azul con su mirada fija en el horizonte.

–No hay tiempo que perder, Silver, Amy vámonos– comandó la felina al ver el sol.

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Después de aquella noche las cosas no habían mejorado; ahora el sol estaba actuando de una manera extraña, sin duda el anunciante de un mal presagio. Miraba por aquella ventana con su vista perdida en el ocaso eterno mientras escuchaba el discutir de la murciélago por la situación con aquella equidna.

En un intento de encontrar rastros de aquellos seres se habían topado con una equidna, quien decía ser una sacerdotisa del área. Rouge le habló del incidente de la noche anterior y ella parecía tener una idea de qué podría haber sido. Llegaron a unas viejas ruinas cuando el sol pareció caer en picada en el cielo. Algo andaba mal y las criaturas de la noche anterior parecían ser sólo el inicio. Ahora esperaba una respuesta de qué había sido lo que casi los mataba la noche anterior, pero parecía que la sacerdotisa no tenía ninguna respuesta definitiva respecto al asunto. El recuerdo de aquellos ojos rojos intensos venía a él incesantemente, como si de una mala pesadilla se tratase.

–¡Shadow!– gritó la murciélago –¿Tú qué piensas?– vio a la equidna y a Rouge que parecían esperar una respuesta a algo que no había alcanzado a oír.

–Que esto es una perdida de tiempo– dijo con un suspiro final –Será mejor que me vaya.

–Has pasado aquí todo el día y así se lo agradeces a la pobre chica– reclamó Rouge.

Bufó molesto dándole una mirada intensa. –Sólo me quede esperando algo, no por comodidad. Tu has lo que quieras, yo me voy.

–Pero...

–Vine por respuestas, y es obvio que ella tanto como tú no pueden dármelas.

–¿Y qué piensas hacer?– preguntó Rouge –Salir a encontrarte a esas cosas allá afuera; porque, por si no lo has notado, pronto va a oscurecer.

Shadow fijó su vista de nuevo en aquella pequeña ventana y vio que el sol empezaba a descender como habitualmente lo hacía. Si bien esas cosas no estaban de día, sí estarían de noche.

–Eres demasiado antisocial, deberías de aprender a convivir más con los demás. ¿Por qué siempre tienes esa actitud de chico rudo y rencoroso con la sociedad y todo lo que te rodea?

–Ese no es asunto tuyo- habló irritado caminando en dirección a la puerta. –Tú jamás entenderás lo que es estar solo...-murmuró -El perder a alguien...– habló sin pensar.

–¿Ah?

–¡Olvídalo– se dijo sacudiendo su cabeza a los lados –Me voy.

–Como quieras, entonces... ¿Uh?, ¿Qué eso?– dijo Rouge para fijar su vista a la pequeña ventana.

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Caminaron a las ruinas sin saber qué esperar realmente, pues después de todo no estaban seguros si podrían cambiar algo de lo que Eggman había iniciado. Tails, quien caminaba a la par de su amigo, mantenía su vista fija en el erizo azul quien no tardó en sentir la mirada persistente sobre él. Sonic lo vio de reojo y la notoria mirada de reproche y a la vez curiosa del Tails estaba sobre él insistentemente. Trató de no ponerle atención al asunto, pero Tails no quitaba su mirada de él, eso era una clara señal de que quería decirle algo.

–¿Qué?– preguntó Sonic irritado con su vista al frente.

–¿Qué pasó allá atrás?– preguntó el zorro curioso.

–¿De qué hablas?– cuestionó arqueando una ceja para verlo al fin –Viste lo que pasó, me tropecé y caí. Nada más.

–No me refiero a eso.

–¿Entonces?

-Con esa eriza.

–¿Qué con ella?

–¿Por qué no te disculpaste? Tú no eres tan testarudo, eso es generalmente papel de Knuckles.

–¡Oye!– gritó el equidna.

–No vi razón para hacerlo, eso es todo– respondió indiferente.

–¿Seguro?

–¡Claro!– gritó molesto –Ella es una eriza muy irritable.

–Tu especie tiene eso en común– señaló el equidna.

–¡Por supuesto que n...

–Es aquí– interrumpió el equidna su alegato, deteniendo su marcha.

Vieron a los enormes pilares que rodeaban el lugar y al fondo lo que era una pequeña cabaña, en donde la felina y los erizos se encontraban ya. Sonic caminó hacia donde ellos estaban y al igual que ellos, espero a que saliera aquella sacerdotisa. Se escuchó el rechinar de la puerta de madera al abrirse y vio un par de ojos azules asomarse. Era una equidna con ropas ancestrales o así se le asemejó a él. Ella era la única que podía ayudarlos ahora.

–¿Blaze?– dijo la equidna –Que agradable sorpresa– le sonrió –¿Todos ellos vienen contigo?- preguntó un tanto asombrada al ver a tantos llegar a la puerta de su casa.

–¿Uh?– exclamó para ver a sus espaldas al erizo azul y sus amigos –Sólo ellos dos- habló señalando a Amy y a Silver –Los demás no sé quienes son.

–Oh, entien... ¿Knuckles?

–Tenemos que hablar– comando el equidna caminado hacia el frente.

–Nosotros vinimos primero– dijo molesta la felina.

–Es prioridad nuestro asunto– debatió el equidna.

–¡Claro que no! Nosotros...

–Tranquilos– habló con nerviosismos la equidna –Algo me dice que todos están aquí por lo mismo.

–¿Lo mismo?- arqueó una ceja la felina.

–Por todos los sucesos extraños que han estado pasando.

–Si eso incluye esto– dijo para abrir aquella mochila de piedras titilantes –Entonces sí.

–Las esmeraldas– habló Tikal con preocupación –...están muriendo.

–Dime algo Tikal– interrumpió Knuckles –¿Qué sabes tú sobre las piedras de la luna y el sol?

–¿Te refieres a las que son custodiadas por... oh... ¡eso es!– gritó con emoción –Eso explicaría los cambios climáticos, el sol, tus esmeraldas...

–¡Espera!- detuvo Blaze –¿Qué tiene que ver eso con las Sol Emeralds?

–Todo.

–¿Eso explicaría lo que me sucedió a mí y a Rouge ayer?– se involucró el erizo negro quien salía de la pequeña cabaña.

-¿Shadow?, ¿qué haces por aquí? No deberías de estar destruyendo algo ¿o algo así?– dijo el erizo azul con una sonrisa.

–Eso se puede arreglar ¿Por qué no empezar contigo, Faker?– sonrió con presunción.

–¡Cuando quieras!– retó divertido.

Amy fijó su vista en el erizo negro y un pequeño escalofrío recorrió su espalda. Su mirada era penetrante y sus ojos rojos como el color de la misma sangre. Regresó su vista al erizo azul quien poseía aquella mirada confiada y esa sonrisa traviesa. Opuestos completos.

–Hay otro como él– murmuró Amy por lo bajo con su mirada fija en el erizo negro.

–¿Cómo él?– repitió Sonic al oír el comentario de la eriza rosa, desviando su atención del irritado erizo negro.

–Hmph– exclamó un poco avergonzada por haber sido escuchada –Bueno, parece que es cierto lo que dicen- le sonrió la eriza.

–¿Eh?, ¿Qué cosa?

–Las pestes se multiplican.

–¡A quién le dices...

–Sonic– habló Tails por lo bajo para tomarlo del brazo, haciéndolo callar. Sonic resopló molesto asintiendo con la cabeza, tragándose sus palabras.

–Eres tan solo una niña inmadura– susurró molesto.

–¡Y tú un erizo atrevido!

–¡Por supuesto que no!, ¡Tú fuiste quien...

–¿Quiénes son ellos?- interrumpió el erizo negro acallándola pelea entre ambos dirigiendo su atención a la felina y a los otros dos erizos.

–Mi nombre es Blaze– se presentó la felina –Ellos son Silver y Amy.

–Creo que esto será una reunión muy concurrida– habló Tikal con una gran sonrisa.

Entraron a la humilde casa de la sacerdotisa y una vez ahí Knuckles, Tails y Sonic contaron sobre su encuentro con Eggman y sobre la valiosa información que así él les había dado. Tikal se quedó atenta al escuchar la explicación mientras miraba el sol descender poco a poco, pronto oscurecería y si lo que Shadow le había contado era cierto, la noche podría ser muy peligrosa. Si el equilibrio no se restauraba pronto, era posible que no volviera a amanecer.

–Entonces, ¿puedes ayudarnos?- preguntó el erizo azul.

–Sí, creo que sí– respondió pensativamente –Sin embargo el libro del que te habló Eggman no es un libro del cual consigas una copia en cualquier librería– explicó Tikal para caminar al librero al final de la pared y tomar un par de libros de las estanterías –Es un libro prohibido.

–¿Prohibido?– repitió el erizo negro –Si es prohibido ¿cómo el Dr. Eggman lo consiguió?

–No lo sabemos, no nos dijo– explicó Tails.

–Como sabrán la mayoría de ustedes, mi labor aquí es mantener un buen equilibrio tanto en nuestro mundo como en el plano espiritual, sin embargo, la entrada a dicho mundo está prohibida a cualquier mortal.

–¿Puedes darnos acceso?- cuestionó Blaze.

–Sí, eso creo– respondió hojeando un par de libros que tenía en sus manos –Sin embargo no sé la ubicación exacta. Eso lo explica el libro que Eggman tenía.

–¿Acaso no es algo sencillo?, cielo arriba e inframundo abajo– dijo con una sonrisa el erizo azul.

–No es tan fácil como eso. Verán, existen cientos de dimensiones diferentes y áreas dentro del mismo plano espiritual; sin las coordenadas correctas podría mandarlos a una dimensión extraña.

–¿Entonces?– arqueó una ceja confundido el zorro.

–Los puedo mandar al plano espiritual, pero el ritual exacto para abrir el portal y hacerlos llegar al plano del sol es una de las antiguas escrituras prohibidas; por consiguiente puede que caigan en cualquiera de los dos, o bien en la nada.

–¿En la nada?– cuestionó Rouge.

–Sí, algo parecido al purgatorio. Una caída eterna sin nadie más que tu propia consciencia.

Sonic fijó su vista en el sol que estaba a punto de desaparecer. No había opción, tendrían que arriesgarse, de lo contrario su mundo se destruirían. Necesitaban llevar las Chaos Emeralds con el espíritu del cielo a como diera lugar.

–¿Qué pasaría si no vamos?- preguntó el erizo plateado –¿Qué sucederá con nuestro mundo?

–Bueno, debido que el sol puede que no vuelva a salir. La luna en su lugar haría que los tsunamis se crearan en todas las regiones del mundo al igual que los ciclones, poco a poco los desastres naturales empeorarían, erupciones volcánicas, terremotos y tornados arrasarían con la tierra.

–¿Qué hay de aquellas criaturas que nos atacaron?- preguntó el erizo negro

–Seguramente deben de haber rajaduras en el espacio tiempo del inframundo por el mismo desbalance que se ha creado. Pequeños portales hacia nuestro plano deben de estarse formando dentro del mundo espiritual, dándole acceso a estas criaturas– habló con un suspiro –Sea lo que sea que los haya atacado, de donde salieron pueden venir más. Cortadas y rasguños sin duda es uno de los ataques más débiles de los demonios que habitan más allá de nuestro plano.

–¿Te refieres que peores criaturas pueden venir a nuestro mundo?- preguntó Rouge con cierto temor.

–Sí... mucho peores. Si mis libros son correctos, podríamos enfrentarnos a criaturas que sólo habitan en las más terribles de las pesadillas.

–Bien– asintió decidió el erizo negro –Es obvio que quedarse no es una opción.

–Dinos cuando partimos– habló la felina. –No me interesa quienes vayan, pero yo necesito llevar las Sol Emerald al plano del sol para que no mueran, si hay una pequeña oportunidad para llegar allá la tomaré.

–Iré contigo– habló el erizo plateado.

–Entonces yo también– dijo decidida la eriza rosa.

–¡Es hora!– gritó Sonic con emoción.

–De acuerdo– asintió Tikal –Knuckles, necesito que te quedes aquí conmigo; necesito de tu ayuda para poder mantener el portal abierto para que ellos puedan regresar.

–Yo me quedare también– habló el zorro de dos colas –Vigilaré en donde están en todo momento por si algo sale mal, de esa manera buscare la manera de traerlos de regreso.

–Bien, entonces ¿Qué esperamos?– le sonrió Sonic.

Se reunieron afuera de la casa de Tikal para empezar a conjurar el rito con los últimos rayos violetas y rojizos del cielo. Con la ayuda del guardián de la Master Emerald lograron hacer el ritual necesario para que la puerta que alguna vez permaneció cerrada a los mortales se abriera para adéntralos a un nuevo mundo con la esperanza de componer el suyo.

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