La Piedra Solar
El Tornado Azul los había ayudado a llegar a ciertos lugares que sin duda a pie hubieran sido muy lejanas o imposibles de alcanzar, pero lo que era bosque o selva debía de hacerse caminando. Eggman tenía tantas guaridas en diferentes partes que ir en busca de cada una les había llevado un poco más de lo que hubieran querido, sin embargo necesitaban encontrarlo antes de que algo más saliera mal.
–¡Es increíble!– gritó Knuckles –Cuando no lo quieres está en todas partes, pero cuando realmente lo necesitas desaparece. Es como una peste– dijo molesto.
–Tranquilízate Knuckles– le sonrió el erizo azul –¿Cuántas guaridas más puede tener Eggman?
–Veinticuatro para ser exactos– respondió Tails.
–Debes de estar bromeando– habló el erizo azul con una expresión de cansancio.
–Eggman tiene muchos lugares diferentes para...– pero Tails calló antes de completar su frase para dirigir su vista al cielo.
–¿Para qué?– cuestionó el erizo al verlo callar abruptamente.
–¡Pero qué demonios!– gritó Knuckles.
El erizo azul dirigió su mirada al cielo y vio el sol descender poco a poco para darle la bienvenida al atardecer. Al igual que Tails y Knuckles, se quedó inmóvil viendo el sol descender como si éste cayera del cielo, y luego se detuvo.
–¿Es posible que Eggman haga eso?– preguntó Knuckles.
–No lo sé, pero de ser así lo detendremos.
–Sonic, esto cada vez se está poniendo peor– habló el zorrito.
–No te preocupes Tails, encontraremos la causa de esto. Andando.
Siguieron su camino por el bosque hasta que llegaron a otra guarida en éste, pero parecían más ruinas que las ostentosas guaridas que habían visitado antes. No había robots o luz en ninguna parte. Todo se miraba bastante abandonado y destruido en ciertas áreas. La sensación de entrar a un cementerio por el ambiente muerto y desolado los invadió rápidamente.
–Dudo mucho que esté aquí– señaló Knuckles.
–¿Recuerdas haber atacado este lugar?– cuestionó Sonic caminando a la entrada, ahora hecha pedazos.
–¿Uh?, ¿Por qué preguntas?
–¿Lo recuerdas?
–No, no había estado aquí antes.
–Exacto. A parte de nosotros y Shadow ¿Quién más atacaría a Eggman?
–Pues creo que debe de tener bastantes enemigos si me lo preguntas.
–Sonic tiene razón– concordó Tails, acercándose a una de las desgastadas paredes que tenía cientos de cortes pequeños en ésta –Para hacer este daño necesitarías mucha fuerza o un gran ejercito.
–Sí, pero ¿Por qué Egg...– calló al escuchar un sonido metálico resonar desde dentro.
–¿Qué fue eso?– preguntó Tails mientras intentaba vislumbrar algo en la oscuridad de la base.
–Hay alguien aquí– habló el erizo inspeccionando el lugar.
Caminaron con cuidado por los pasillos desérticos hasta que de nuevo aquel sonido metálico retumbo por toda la guarida. –Por aquí– indicó el erizo azul, quien caminaba al frente. Caminaban en el lúgubre pasillo sin realmente un rumbo hasta que en la distancia lograron divisar algo moverse. Sonic caminó con cautela mientras miraba a la distancia una débil sombra.
–¿Pero qué rayos?– masculló Knuckles conforme se acercaban.
–¡Eggman!- exclamó Tails al ver al gran hombre con varias heridas.
–Esto es sin duda algo que no se ve todos los días– sonrió el erizo azul.
Eggman escuchó las voces inundar de eco lo que alguna vez había sido una de sus mejores bases. Vio al erizo azul y a sus amigos acercarse con cautela y curiosidad hacia donde el yacía.
–¿Qué hacen aquí?– preguntó con cierto fastidio.
–Bien, para resumir, el mundo se ha vuelto de cabeza y queríamos saber si eras el culpable Egg, pero me parece que tienes mejores cosas qué hacer como... re decorar– respondió con una sonrisa el erizo.
–Siempre tan inoportuno como siempre Sonic the Hedgehog.
–¿Qué pasó aquí?– preguntó Tails.
–Me atacaron.
–Eso parece bastante obvio, ¿pero quién?– cuestionó el erizo azul.
–Hmph, ¿es realmente importante?, ¿Piensas ser mi héroe ahora– preguntó con una sonrisa.
–Sólo venimos por respuestas– respondió con el ceño fruncido el erizo azul –Pero pareces que no las tienes. Será mejor ir...
–Al contrario mi pequeña peste– interrumpió el hombre de gran bigote –Sé más de lo que crees.
–¿Exactamente qué sabes?– preguntó el zorro de dos colas.
–Maremotos, erupciones, tsunamis... son sólo algunas de las cosas que han pasado estos últimos cinco días ¿estoy en lo correcto?
–Nada que un noticiero no te informe– habló con molestia el equidna.
–Al contrario, mi testarudo amigo– dijo poniéndose en pie con cierta dificultad –Esto esta a punto de ponerse peor.
–¿De qué hablas?
Esbozó una sonrisa macabra mientras con un caminado algo torpe llegó a un pequeño escritorio que aún se mantenía en pie. Eggman empezó a revolver un par de hojas hasta que sacó unas cuantas algo maltratadas.
–Lee esto.
–¿Qué es esto?– preguntó Sonic tomando el documento en sus manos.
–Las respuestas que buscas.
Pasó la mirada sobre el documento, y una expresión de confusión se grabó en su rostro.
–¿Qué dice Sonic?- preguntó con intriga el zorrito.
–¿Qué se supone que es esto?– cuestionó Sonic confundido entregándole aquellas copias a Tails.
–Esto, mi ignorante amigo, es una parte del libro "El Mundo de los Espíritus"– respondió Eggman.
–Genial, dices que un par de fantasmas molestos son los causantes de todo esto.
–¿Qué respuestas encontramos aquí?– curioseó Tails.
–Todas.
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Corría detrás de ella tan rápido como sus piernas se lo permitían, pues Blaze sin duda era por mucho más veloz. Mientras miraba como dejaban la ciudad atrás. Amy no podía evitar preguntarse si lo que le sucedía a las esmeraldas de Blaze era el causante que el sol estuviera de la manera en que estaba. Una vez más fijó su vista al ocaso, que no parecía dar tregua para que entrara la noche.
–¿A dónde vamos?– preguntó a la felina, quien seguía con paso firme.
–Con alguien que me de un par de explicaciones– respondió sin detener su marcha.
–Sí, pero...– La felina paró de golpe haciendo que Amy tropezara con ella. Amy se tambaleó por el choque contra la espalda de ella, frunciendo el ceño en señal de molestia por el paro abrupto. –¡Podrías avisarme la próxima vez que...– pero calló al igual que ella al verlo correr hacia su dirección.
–¡Blaze, Amy!– escucharon gritar.
La eriza sintió sus mejillas sonrojarse con gran intensidad mientras su corazón parecía latir aprisa. Un rubor rojo invadió su rostro mientras su mirada parecía suavizarse al verlo caminar hacia ella. No podía evitarlo, desde hace un par años había desarrollado ese sentimiento hacia él, un sentimiento tan secreto y ocultó que nadie a parte de su mejor amiga lo sabían.
–Silver– lo llamó la felina con aquella expresión sería –¿Qué haces aquí?
–Vine a ver si todo estaba bien– explicó mientras caminaba hacia ellas –Pero parece que no– dijo para ver al sol.
–¿Estás bien, no te ha pasado nada?– preguntó la eriza rosa para caminar hacia él.
–¿Uh?, no claro que no– le sonrió con galanura –Estoy bien, Amy– respondió con una sonrisa palpando su cabeza con gentileza.
–Silver...– murmuró con timidez la eriza rosa y un leve sonroje sobre sus mejillas –Respecto a lo de hoy...
–Tenemos problemas más grandes– cortó la felina caminando hacia el erizo plateado –Mira– Blaze sacó de una pequeña mochila una de las Sol Emeralds, las cuales parecían morirse poco a poco.
–No puede ser– habló consternado –Pero cóm... El sol– dijo para ver el atardecer.
–Hay algo malo con el sol Silver y si no hacemos algo pronto las esmeraldas...
–Tranquila, encontraremos la solución.
–Bien, ¿pero adónde vamos?- preguntó la eriza.
–Necesitamos ir con la gran sacerdotisa. Es la única que puede ayudarnos- respondió Blaze para colocar la esmeralda junto a las otras.
–¿Quién?
–Tikal– respondió Silver.
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Al igual que su némesis, Eggman podía ver el brusco cambio en el clima y más importante, aquel crepúsculo que parecía eterno. Realmente no era jamás su intención ayudar a alguien que no fuera a él mismo, pero en este caso no tenía opción. Su meta era ser el líder y dueño del mundo y eso no podía pasar si no había mundo que dominar. Si los cambios climáticos continuaban toda la vida como la conocían desaparecería. Sin realmente mucho ánimo empezó por explicar aquella fracción de texto que habían leído sus molestos compañeros.
–Espera, repite eso de nuevo– habló el equidna –¿Cómo que dos espíritus?
–El espíritu del sol y la luna.
–¿Te refieres a los hermanos que habla ese libro?– cuestionó el erizo azul.
–Sí bueno, me parece que perdió cierta exactitud el libro en esa parte.
–¿De qué hablas?– curioseó Tails.
–No fueron hermanos gemelos, es sólo una generalidad del autor. Realmente son dos hermanas idénticas.
–¿Qué tiene eso que ver con lo que le pasa al planeta?– preguntó el equidna.
–No has entendido nada ¿verdad?– habló el hombre huevo –La razón de este caos y locura es simple, es por la falta de la piedra solar. Sin la piedra solar el espíritu del cielo ha perdido sus energías para mantener el equilibrio, es por eso que ahora pasan tantos desastres.
–¿Cómo sabes tú eso?– cuestionó el zorrito –Es más, ¿desde cuando tú crees en este tipo de cuentos?
–Hmph, sabías que la ciencia de antes era llamada magia– sonrió con malicia –Hasta la más loca leyenda esta basada en algún hecho verídico.
–Espera, entonces...Tú...– balbuceó Sonic con asombro para ver a su adversario de siempre –¿Tú la robaste?
–¿Robar? Ese me parece un término un tanto fuerte, prefiero el de: Tomar sin intensión de devolver nada.
–¡¿Qué demonios pasa contigo?!– gritó el equidna quien dispuso a atacar a Eggman, de no ser por la pronta intervención del erizo azul, quien lo sujetó por ambos brazos. –¡El mundo está por destruirse y tú piensas en robar gemas preciosas!
–Tranquilízate Knuckles– intentó calmar a su amigo el erizo azul.
–¡Juro que voy...
–No pensé que pasaría todo esto– explicó Eggman.
–¡Debes devolverla antes de que algo devastador pase!– suplicó el zorrito.
–No puedo.
–¡¿Qué?!– gritó el equidna.
–Me la robaron.
–¡¿Qué?!– gritaron la unísono.
–Esa es la razón por la que la base...
–Sí– interrumpió Eggman a Tails –Ayer por la noche se infiltraron en mi base y destruyeron todo. Tuve suerte de no morir aquí.
–Tú suerte se te acaba de acabar– farfulló el equidna entre dientes.
–¡Espera!– lo detuvo Sonic –¿No sabes quién lo hizo?
–No– respondió moviendo la cabeza a los lados.
–Debe de haber algo que podamos hacer–dijo el zorrito preocupado –Si no encontramos esa piedra entonces nuestro mundo perecerá.
–Dime algo– habló de nuevo el erizo –Exactamente ¿cómo pudiste conseguir la piedra Solar?
–Es cierto, el texto decía que estaba en el plano del cielo y que sus entradas estaban custodiadas por guardianes– apoyó Tails.
–La principal sí, sin embargo las alternas no– sonrió con malicia.
–¿Qué hiciste Eggman?– preguntó el equidna con una mirada molesta.
–Una copia un tanto inestable de la Master Emerald, con eso y ayuda de otros fragmentos del libro logre infiltrarme al plano de la luz y robar la piedra.
–¡Estás totalmente loco!– gritó enfurecido el equidna –¡¿Cómo te atreves a hacer una copia de mi esmeralda?!
–No te enojes, de igual manera se destruyó después de ser usada– indicó sin interés.
–¿Cuáles eran las propiedades de la piedra?
–¿Para que quieres saber eso Tails?– cuestionó el erizo azul.
–Pues, si eran parecidas a las de las Caos Emerald, éstas podrían...
–...darnos el tiempo suficiente para evitar que el mundo se destruya y hallen la piedra Solar– completó con una sonrisa Eggman.
–Exacto– asintió el zorrito.
–No la tuve realmente mucho tiempo para poder examinarla, pero tiene la esencia de las Caos Emeralds, es posible que funcione para conseguir tiempo.
–¡Perfecto!– gritó Tails –Ahora si tuviéramos las instrucciones del libro para...
–Eso no podrá ser- interrumpió Eggman –El libro se lo llevaron junto con la piedra. Quien quiera que haya entrado a robar la piedra sabía sobre el libro...
–Y que traerías la piedra contigo– completó Sonic.
–Entonces no tenemos manera de ir al plano del cielo– señaló Tails con tristeza.
–Yo creo que puede haber alguien que sepa sobre esto, tal vez pueda ayudar.
–¿Quién?– cuestionó el zorrito.
–Tikal.
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Caminaron guiados por la luz del crepúsculo hacia las viejas ruinas en donde la sacerdotisa habitaba. De nuevo Amy vio su reloj de pulsera, pues con el sol en ese estado era imposible saber cuánto tiempo había pasado. –5:34 p.m– De nuevo fijo su vista al cielo y sabía que pronto debería de oscurecer, su pregunta era ¿Oscurecería? O el sol se mantendría en esa posición.
–¿Falta mucho?– preguntó Amy exhausta.
–No, estamos cerca– respondió la felina
Con una expresión de cansancio en su rostro vio a la lejanía y al final de aquella interminable montaña vio una estructura de rocas y piedras antigua. Tenían que ser las ruinas de las que Blaze y Silver le habían hablado.
–¡Ahí están!– gritó la eriza con alegría –¡Vamos, que esperan!– dijo para correr cuesta abajo y salir del bosque.
–¡Espera, Amy!– escuchó decir a su amiga, pero no por eso detuvo su carrera.
–¡Vamos, ya estamos cer...– pero el golpe secó de alguien contra ella la hizo callar.
Sintió un golpe brusco y un grito junto con el de ella se escuchó mientras rodaba colina abajo. Amy oyó a Silver gritar su nombre mientras sentía la tierra y ramas abrazar su cuerpo según como rodaba sin control.
Se detuvo al llegar a tierra firme, al final de la montaña, y el dolor de las pequeñas rocas que se la habían incrustado al bajar se hizo presente por todo su cuerpo. No estaba segura con qué había tropezado hasta que de nuevo escuchó un grito a sus espaldas para así ver algo azul caer en donde ella estaba. Sintió el pesado cuerpo de alguien caer sobre ella y una pequeña nube de polvo se levantó. Amy abrió sus ojos adolorida mientras un gemido de dolor se escuchaba por igual. Vio un par de ojos verdes frente a ella y una vez que el polvo terminó e disiparse pudo distinguir a un joven erizo azul.
Sonic sintió algo suave debajo de él, había ayudado a parar su caída. Sólo recodaba haber visto una silueta que había parecido de la nada y no le había dado tiempo de esquivarla o bien de frenar a tiempo para evitar que tropezaran. Abrió sus ojos para ver a una eriza rosa observarlo con curiosidad. Por un momento se quedaron con su mirada fija uno en el otro, sin decirse nada. Hasta que vio los labios de ella moverse.
–¿Quién eres?– susurró la eriza.
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