Inframundo


Sintió su cuerpo caer en lo que parecía la oscuridad más densa de todas. Perdió de vista a Silver y a Blaze, no sabía si estaban con ella, si había alguien más o estaba en lo que aquella equidna les había dicho...en la nada, destinada a caer por siempre. Intentó gritar pero no escuchaba sonido alguno, sólo sentía como el vértigo y miedo se apoderaban de ella, hasta que el golpe seco al firmamento la detuvo. Amy se sentí mareada y su estómago parecía darle vueltas y vueltas. Abrió sus ojos con la visión algo borrosa y a penas si diferenciaba la suficiente luz como para verse las manos. Escuchó un gemido cerca de ella y una silueta parecía moverse –¿Silver?– dijo por lo bajo hasta que la poca luz iluminó los ojos carmín del erizo negro. Se sintió aliviada, sea donde estuviera no estaba sola, sin embargo, estar con Shadow no era muy reconfortante. Se levantó lentamente y vio a la murciélago gimotear y levantarse con cuidado.

–Esa es una experiencia que no deseo repetir–­­­ dijo Rouge frotándose su cabeza. ­¿Dónde estamos?

–Silver?– musitó la eriza para ver a los lados, pero no había nadie más –¡Silver!– gritó con desesperación.

–Parece que somos los únicos.

–¡Silver!, ¡Blaze!– gritó de nuevo. No podía ser, tenía que haber alguien más. –¡Silver!

Un pequeño aleteo se escuchó retumbar por todas partes.

–¡Silencio!– gritó el erizo negro para tapar su boca con su mano –No sé donde estemos, pero no creo que sea buena idea llamar demasiada la atención- dijo para quitar su mano lentamente mientras los aleteos parecían detenerse poco a poco.

–Pero...

–Si tu amigo está aquí sabe qué hacer– explicó Rouge –No por nada ese zorro nos dio estos brazaletes, aunque pasados de moda muy útiles.

Recordó que el amigo de aquel molesto erizo azul les había dado a cada uno un brazalete que tenía un localizador y a su vez un radar; una pequeña pantalla verde la cual tendría un punto amarillo si cualquiera que tuviera un brazalete estuviera cerca. Vio aquella pantalla y aparte de ella, sólo indicaba que había dos seres más cerca. Silver no se encontraba ahí ni nadie más, y si estaban seguramente estarían muy lejos como para que el radar los captara.

–¿Dónde estamos?– preguntó la murciélago mientras admiraba el lúgubre paisaje.

–A juzgar por el ambiente, diría que caímos en el inframundo– respondió Shadow para observar sus alrededores.

–¿Te refieres a ese lugar con demonios, monstruos y cosas así?– cuestionó Rouge con cierto temor.

–Puede ser, no sé que haya aquí, pero entre más rápido salgamos mejor– respondió el erizo negro para ver el radar que Tails le había dado –Según lo que explicó Tikal un portal se quedaría abierto para regresar, sólo debemos encontrarlo y regresar a nuestro plano.

–¿Y los demás?– cuestionó Amy.

–No lo sé, pero si están aquí irán al mismo lugar. Andando.

El erizo negro empezó a caminar en lo que parecía la dirección del portal que Knuckles y Tikal mantenían abierto. Amy y Rouge caminaron detrás de él. No parecía una buena idea perderse.

El panorama se miraba desolador según como avanzaban. Habían miles de árboles muertos con ramas tan puntiagudas como agujas; el cielo o lo que pretendía ser cielo era de un color tan rojo como la sangre misma y una luna rojiza se miraba en el centro de éste. Un murmuro incompresible podía escucharse por todo el bosque muerto que los acogía en su seno, y el sentimiento de ser vigilados se podía percibir. Eran intrusos en el peor lugar de todos.

–Manténganse juntas– advirtió Shadow para verlas de reojo –No somos bienvenidos aquí.

Amy caminó un poco más aprisa para acercarse al erizo negro. Vio a sus alrededores y las hileras de arboles de diferentes formas retorcidas hacían de ese lugar algo estremecedor. Intentó ver más allá de los troncos negros, pero éstos no parecían tener fin. El bosque era tan grande como el mimo océano. Amy elevó la mirada para ver en la copa de los árboles un par de cuervos con una mirada fija y penetrante mientras que el graznido que emitían la hacía estremecer.

Amy volteaba a ver a sus espaldas constantemente, pues el sentimiento de ser observada por cientos de ojos era imposible de ignorar. Por un momento la desolación y el miedo la invadió. Las lágrimas se acumularon en sus ojos ante el pensamiento de que algo los atacaría muy pronto. Sacudió su cabeza a los lados y se llenó de valor al plasmar la imagen de Silver en su mente; ella había emprendido ese viaje por él. Saldría de ahí, ella aún tenía algo que decirle a él.

–"No te preocupes Silver, saldré de aquí"– pensó con decisión.

Rouge, al igual que Amy, miraba hacia todas direcciones y de nuevo aquel sentimiento de ser acechada la invadió. A pesar de que todo se miraba tan muerto como un cementerio sabía que había alguien o algo más con ellos, viéndolos fijamente... a la espera, la pregunta era ¿A la espera de qué? Fijó su vista al radar de su pantalla y pudo ver que aquel portal que se identificaba como una luz azul se encontraba a varios kilómetros de ellos. Regresó su mirada al erizo negro quien parecía inmune a todo lo que su ambiente le rodeaba.

–Parece que pertenecieras a este lugar Shadow– bromeó la murciélaga con una sonrisa para alivianar la tensión.

–Hmph– exclamó como contestación. Al igual que ella se mantenía al tanto de los constantes susurros a sus alrededores. –Sigamos caminando– dijo nada más, esperando llegar al portal antes de que lo que quiera que los acechara llegara a ellos.

Escucharon un ruido entre la vegetación y vieron un par de ramas moviéndose; un gritó ahogado de la eriza fue pronunciado. Las ramas se movían alborotadas y el erizo negro se puso en posición de ataque al igual que Rouge hasta que lo vieron salir.

–Pero qué...– pronunció la murciélaga la ver al pequeño ser caminar con lo que parecía un fruto rojo.

–¿Qué demonios es eso?– exclamó Shadow.

–¿Un chao?– dijo Amy para fijar su vista en el chao negro de ojos azules, quien había parado a la mitad del sendero viendo fijamente a los forajidos.

­–¿Chao?– repitió Rouge –¿Qué se supone qué es eso?

–Bueno, realmente no lo sé– respondió Amy –Pero son inofensivos. Una amiga tiene uno en casa y jamás le harían daño a nadie.

–¿Qué hace algo como esto aquí?– se preguntó el erizo mientras miraba a los alrededores.

–Es algo lindo ¿no crees?– habló Rouge para acercarse a él e hincarse a su nivel –Hola pequeño, ¿estás perdido?– le preguntó con dulzura.

Vio a la criatura de color negro verla fijamente. Sus manos y pies tenían un color rojo al final y una esfera puntiaguda como la de un mazo medieval flotaba sobre su cabeza. Intentó acercar su mano para acariciarlo, cuando éste le sonrió y aquellos dientes en picos y filosos como los de un tiburón se dejaron a ver simple vista, y acto seguido lanzarle una mordida haciéndola retroceder gritando del susto.

–¡¿Qué haces?!– gritó el erizo negro –¡Aléjate de él!

–¡No tienes por que decírmelo dos veces!– contestó Rouge retrocediendo rápidamente.

–Estos no se parecen a los de casa– dijo Amy retrocediendo un par de pasos con la mirada fija en el chao frente a ellos.

Sintió de nuevo las miradas de aquella noche y vio de reojo a sus alrededores. Shadow vio como miles de ojos rojos se iluminaron a su alrededor, los mismo de la noche anterior. Risas divertidas y retorcidas invadieron el ambiente. –Esto fue lo que nos atacó­– se dijo por lo bajo el erizo negro. Vio al chao negro expandir sus alas mientras aquella sonrisa se mantenía en sus labios para así volar a toda velocidad hacia ellos.

–¡Abajo!– gritó el erizo para moverse a un lado al igual que Rouge. Amy a penas logró evadirlo a tiempo para sólo tener una cortada superficial en su brazo. –¡Es hora de irnos!– ordenó Shadow corriendo fuera del alcance de la criatura.

Amy y Rouge lo siguieron tan de cerca como pudieron, mientras que, como una bandada de murciélagos, los chaos se levantaban del suelo para escucharse su aleteo y dirigirse en grupo contra ellos. Shadow sabía que el correr sería inútil, sin no encontraba un escondite no saldrían vivos de ahí. Movió su cabeza a diferentes direcciones pero sólo miraba árboles muertos por doquier, hasta que a la distancia vio algo parecido a una enredadera gigante que yacía esparcida por el piso.

–¡Por aquí!– indicó desviándose del sendero que habían estado siguiendo.

Amy vio lo que parecía el tallo interminable de una planta que seguramente sería tan grande como un edificio, pues los miles de tallos se ondulaban y se retorcían en espirales tan grandes y gruesas como un tronco. Sería un buen lugar para ocultarse por el momento. Los tres saltaron dentro de la enredadera de aquella planta e intentaron esconderse del aleto y ojos brillantes de sus acechadores al adentrarse en los tallos. Ninguno dijo palabra alguna, únicamente permanecieron en silencio reteniendo la respiración para no llamar la atención. Poco a poco la nube negra que inundó el cielo empezó a alejarse provocando un suspiro de alivio en los tres.

–Eso estuvo cerca– murmuró Rouge.

–Aún no estamos a salvo, debemos de seguir moviéndonos.

–Pero...– objetó la eriza rosa con inseguridad.

–El quedarnos aquí no nos salvara, ellos regresaran.

Shadow la vio asentir sin mucho ánimo, pues la inseguridad y el miedo eran fácilmente visibles en sus ojos pero no había opción, era más seguro moverse ahora que no estaban. Shadow vio de nuevo el radar y notó que ahora yacían más lejos del portal que antes; una expresión de molestia se posó en su rostro. Necesitaban salir de ahí sino querían perecer en ese lugar. -Es hora de...- pero el gritó sonoro de la eriza rosa lo hizo callar. Shadow la vio caer de bruces al suelo para luego ser jalada hacía las profundidades del bosque a una velocidad impresionante desapareciendo entre la vegetación muerta.

–¡AUXILIO!– se escuchó el grito de desesperación de la eriza rosa.

Se quedó inmóvil, incrédulo ante lo que acaba de acontecer, estado que no duró mucho al escuchar otro grito, esta vez por parte de la murciélago. La buscó con la mirada para ver como un tallo de aquella planta rápidamente la tomaba por la cintura y al igual que con la eriza rosa la jaló a las profundidades del bosque –¡Rouge!– gritó en un vano intento de tomar su mano. Se había ido.

Se encontraba solo en aquel lugar muerto. Vio a todas direcciones y el eco de los gritos de auxilio invadió el bosque con rapidez. Shadow dio el primer paso para ir en su ayuda hasta que sintió como algo empezaban a enroscarse en sus pies –¡Pero qué...– la fuerza del bosque al jalarlo a sus adentros, al igual que a sus compañeras cortó toda frase para así conducirlo al corazón de la arboleda.

Sintió las ramas puntiagudas y retorcidas cortándolo mientras era arrastrado a gran velocidad por la tierra dejando una nube de polvo a su paso, hasta llegar a lo que parecía una planta carnívora gigante. La dueña de aquella enredadera. Con dientes tan filosos como los de aquellos chaos oscuros, vio aquella planta púrpura con negro jalarlo hacia ella. Intentó librarse de su agarre con sus manos, sin embargo fue en vano cuando las ramas se enroscaron en todo su cuerpo para únicamente dejar su rostro descubierto, cual mosca en una telaraña. Se movió como un gusano en la trampa de una araña viendo a Amy y a Rouge en la misma posición, mientras aquella planta con mente propia los llevaba directo a su boca. Sintió como lo movía fácilmente para así colocarlo sobre sus enormes fauces y escuchar el gruñir del estómago de semejante monstruo. Él sería el primero en aquella sádica cena.

–¡Alto!– escuchó un grito resonar por todo el lugar. Todo acalló en ese momento.

Shadow fijó su vista a sus pies para ver la boca abierta de la planta carnívora; vio su garganta contraerse en movimientos lentos, lista para engullir a sus víctimas.

–¿Shadow?– escuchó su nombre. Vio diferentes direcciones olvidando por completo el hecho que con el más simple movimiento de aquel ser podría ser todo para él. –Déjalo ir– ordenó aquella voz femenina. Sintió como se alejaba con lentitud de la boca de aquel monstruo de dientes filosos para acercarlo a la tierra. Sus amarras se hicieron cada vez más y más sueltas hasta que por fin lo dejo libre. –¿Eres Shadow, verdad?– de nuevo escuchó.

El erizo negro buscó con la mirada dentro del oscuro bosque hasta que vio un par de ojos rojos carmesí como los suyos resplandecer bajo la luna llena. Poco a poco vio una figura salir de entre las sombras, flotando cual pluma en el viento. La vio sonreír. No estaba seguro de qué especie era, pues parecía, al igual que Rouge, una murciélago. Dos pequeñas alas como las de un murciélago yacían en su espalda. Su pelaje era de un gris oscuro y poseía un flequillo que tapaba parcialmente su ojo derecho; dos mechones largos de cabello, casi tan largos como su cuerpo, yacían de lado a lado. Prestó su atención a una gargantilla con un dije de luna brillante que yacía en su cuello. Sus ropas tenían un estilo gótico, un vestido negro sin hombros que parecía abrirse en dos justo debajo del pecho con una luna como broche en medio. Aquella fina tela rasgada llegaba hasta sus tobillos. Tenía bordados rojos en aquel vestido y guantes, recordándole al chao que habían visto antes; debajo del vestido que parecía abrirse en dos, enseñaba un pequeño vestido negro por arriba de las rodillas y unas botas negras de suela roja que llegaban hasta las rodillas.

–¿Te conozco?– preguntó extrañado el erizo negro sin poderle quitarle la mirada de encima.

Ella le sonrió divertida para enseñar dos pequeños colmillos prominentes y flotar hacia él, como un simple espíritu. Shadow fijó su vista en aquellas pequeñas alas que no se movían en lo absoluto, parecía tan liviana como la niebla y que con la simple brisa saldría volando lejos de ellos.

–No, pero yo sí– dijo para descender lentamente frente a él y ponerse de pie –Te he observado. Sé todo lo que has tenido que vivir, he visto tu sufrimiento Shadow the hegehog y es hermoso lo que has hecho con el planeta debido a eso– dijo divertida para dar una pequeña vuelta sobre un pie, cual delicada bailarina. –El ARK sin duda ha sido uno de tus mejores escenarios. ¡Oh, pero hay más! También cuando...

–¡Shadow, ayúdanos!– interrumpió la murciélago la conversación, quien seguía moviéndose desesperadamente para soltarse de las ramas que la aprisionaban. Rouge vio a la chica que hablaba con el erizo negro elevarse suavemente del suelo para flotar sobre aquella trampa mortal y llegar hacia ella. Sintió un escalofrío al ver su mirada curiosa y fija sobre ella.

–¿Rouge the Bat?– cuestionó por lo bajo mientras la inspeccionaba minuciosamente. La chica de ojos carmesí sonrió divertida nuevamente y con un ademan de mano aquella planta la descendió suavemente al igual que al erizo negro. –Me encanta tu trabajo- halago sentándose en el aire con sus piernas cruzadas una sobre la otra.

–¿Quién eres tú?– cuestionó la murciélago una vez libre.

–Yo soy quien dirige este lugar.

–Tú eres... ¿el espíritu de la luna?– preguntó el erizo negro. Ella asintió con una sonrisa.

–Mi nombre es Midnight, el espíritu del plano de la luna.

–¡Espera!, ¡Ayúdenme!– escucharon gritar mientras el gruñido de aquella planta resonó por todo bosque.

Midnight vio a la eriza que yacía de cabeza intentando librarse de su preciada mascota. Sonrió para volar hacia ella – Es increíble como una pequeña gota de sangre...– dijo para con su dedo índice limpiar la herida superficial del brazo del eriza, la cual se había hecho en el previó encuentro con aquel chao oscuro –...Puedo abrir el apetito de mis hermosas creaciones-–sonrió.

–Por favor...– suplicó la eriza con sus ojos llenos de lágrimas.

Midnight la vio con detenimiento, como inspeccionando su mismísima alma para luego fruncir el ceño molesta. –Ella no es importante, puedes comértela– habló sin interés mientras descendía nuevamente con sus invitados.

–¡¿QUÉ!?– gritó la eriza mientras la planta carnívora la acercaba a su boca.

–¡Espera por favor!– gritó la murciélago. –Déjala ir también– suplicó.

–Ella viene con nosotros– habló el erizo negro.

Midnight lo vio fijamente y luego vio a su mascota, quien paró al sentir su mirada. –¿Seguro que no puede comérsela?– preguntó con un aire de inocencia. El erizo negro movió su cabeza a los lados desaprobatoriamente y ella asintió –Bien, déjala ir también. Comerás más tarde.

Sintió como aquella planta se desenroscaba de su cuerpo a gran velocidad para hacerla caer al suelo con brusquedad. Amy se levantó tan rápido como pudo y corrió detrás del erizo y la murciélaga mientras observaba con horror aquella planta carnívora.

–¡Pero que descortés!– gritó la espíritu para sí misma –Síganme, vayamos a un lugar un poco más cómodo– sonrió para nuevamente poner los pies en las tierra y empezar a caminar.

Ninguno de los tres supo qué hacer. La murciélaga vio al erizo negro que al igual que ella tenía duda en su mirada.

–¿Qué hacemos?– susurró Rouge –Necesitamos salir de aquí.

–Lo sé, pero irnos sólo así nos traerá más problemas que ayuda– respondió mientras la miraba andar –Por el momento estar con ella parece lo más seguro.

–¿No sugerirás que vayamos con ella?– preguntó Amy espantada –Como te podrás dar cuenta no le agrado mucho.

–Le agradarás menos si no vas– regañó el erizo negro.

–¿Vienen?– escucharon para verla parar y verlos de reojo.

–Sí– asintió el erizo negro.

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Llegaron a lo que parecía un castillo estilo medieval, como aquellos que pintaban siempre en los cuentos de horror. Entraron a lo que parecía un recibidor con una gran alfombra roja que llegaba a un trono negro hecho a bases de ramas negras en las cuales sobresalían espinas. Un escenario bastante escalofriante para sus invitados. Toda la decoración tenía el mismo estilo gótico, con candelabros de hierro forjado y una decoración de tonos grises, negro y carmesí. El olor a muerte rodeaba todo el lugar.

–Bienvenidos a mi hogar– recibió Midnight con emoción.

–Es muy... ah... pintoresco­– habló Rouge con condescendencia.

–Me agrada– sonrió con prepotencia el erizo negro.

–Gracias– dijo con una dulce sonrisa.

–Dime algo– habló Rouge nuevamente –Tú eres una... ¿murciélago?

Midnight río por lo bajo viéndola divertida –¿Por esto?– preguntó al señalar sus alas –No- negó con la cabeza –Yo sólo soy– respondió elevándose nuevamente y flotar en el aire –Ningún murciélago puede flotar como el aire. Yo sí.

–¿Entonces qué eres?– preguntó Amy con timidez. Midnight le dio una mirada fulminante y una clara expresión de molestia estaba grabada en su rostro.

–Yo, mi ignorante niña, soy un espíritu. Tengo la forma que tengo porque así es, nada más–respondió con una mirada penetrante a la eriza quien no dudo en escudarse en la murciélaga. Midnight vio de nuevo al erizo negro provocando en ella una mirada más suave.

Shadow no tardó en notar que parecía ser de agrado para el espíritu de la luna, aunque no estaba seguro del por qué. Por el momento parecía una buena ventaja en aquel lugar o de lo contrario ahorita estarían siendo digeridos por aquel monstruo de colmillos filosos. La vio descender con sutileza para flotar lentamente a él, provocando que retrocediera un paso al sentir la cercanía. Parecía que los espíritus no conocían nada sobre el espacio personal, pues ella yacía a unos escasos centímetros de su rostro mientras aquellos ojos carmín lo miraban con deleite. Una parte de él quiso retroceder, sin embargo aquellos ojos penetrantes y cautivadores lo hicieron quedarse en su lugar. –Hace mucho tiempo que esperaba por conocerte– le susurró. Sintió su aliento tibio rozar su rostro y un indeseado sonroje pintó sus mejillas por un breve momento.

–¿Podrías ayudarnos? – interrumpió la murciélago y aquel trance en el que parecía haberse sumergido desapareció. –Estamos intentando salir de aquí. Nuestro mundo nos necesita.

–¿Su mundo? – preguntó para poner nuevamente sus pies sobre la tierra y caminar hacia Rouge.

–Sí, alguien ha robado la Piedra Solar.

Aquella expresión desinteresada cambió rápidamente por una más fría y brusca. Shadow la vio con detenimiento, parecía que eso no era sorpresa, sin embargo no sabía si realmente estaría dispuesta a ayudarlos ya que no se miraba particularmente consternada por la noticia.

–Pero supongo que eso ya lo sabías– dijo el erizo negro para confirmar su teoría.

–Sé que la han robado– respondió para darle la espalda con una expresión más serena –Mi hermana dejó que entraran al su plano y eso pasara. Ella, a diferencia de mía, no tiene tanta seguridad.

–Algo mortal si me lo preguntan– habló la eriza rosa, quien calló al sentir de nuevo su mirada sobre ella.

–Es el precio que tienen que pagar los que osan venir aquí sin invitación– explicó con un tono macabro –Además, no podemos correr el riesgo de perder ese tesoro, después de todo significaría la muerte de nuestro mundo.

–¿A qué te refieres? – cuestionó el erizo negro.

–La piedra de cada plano espiritual es el corazón de nuestro mundo, sin ésta, nuestro mundo empieza a decaer y la única manera de mantenerlo a flote es usando nuestra energía, pero claro está que ésta no dura para siempre; con él tiempo cada vez nuestro mundo se vuelve más inestable y como las guardianas de tal gema, es nuestro deber sacrificarnos si es necesario.

–¡Espera!– exclamó la murciélago –¿Eso quiere decir...

–Que si ella no encuentra la piedra solar pronto, morirá.

–¡¿Qué?! – gritaron al unísono.

–Así es, es algo triste pero inevitable.

–¿Por eso el sol, los cataclismos y los demás fenómenos están sucediendo?

–Claro, es un simple efecto de la falta de energía de mi hermana.

–¿Acaso no puedes ir con ella y ayudarla?– cuestionó la Rouge –Al menos hasta que la piedra aparezca.

–Eso es imposible.

–¿Por qué?– preguntó intrigado el erizo negro.

–Los espíritus de la luna y el sol se separaron desde el nacer, es imposible que atravesemos el otro plano sin perecer en el intento.

–¿Es que no puedes hacer nada?, ¿Acaso no te importa?– cuestionó la eriza.

–Hmph– exclamó para verla nuevamente con cierta intensidad, asustándola un poco. Midnight suspiró tristemente y fijo su vista en el erizo negro –Tú jamás sabrás lo que es estar sola... el perder a alguien y sentirla tan cerca y a la vez tan lejos– habló con tristeza –No hay nada que pueda hacer, o ella encuentra lo que le han robaron o su mundo perecerá junto con el suyo.

El silencio reinó en aquel extraño y lúgubre castillo. Su mirada carmesí se mantuvo en la rojiza de él. Todo desapareció a su alrededor. Shadow se preguntaba si sería efecto de aquel extraño mundo o simplemente ella era más compleja de lo que aparentaba a simple vista. Shadow vio aquella soledad inerte en sus ojos, una mirada familiar. La vio caminar con timidez hacia él y con un suave movimiento tomó su mano con sutileza para de nuevo acercarse a él lo suficiente como para sentir su respirar. Midnight suavizó su mirada y apretó su mano suavemente haciéndole saber que lo sujetaba. Su tacto, a diferencia de lo que él pensó de un espíritu, era cálido y agradable. –Si necesitas de mi ayuda, ven y pídemela... siempre serás bienvenido aquí– le susurró por lo bajo. Shadow no pudo responderle. Su mirada se quedó prendida en la de ella. Midnight era tan solo un solitario espíritu, destina a pasar sus días sola en aquella oscuridad eterna. Un ser solitario al igual que él.

–¿Puedes llevarnos al portal para regresar a nuestra dimensión?– habló Rouge cortando el momento.

Midnight la vio de reojo y de nuevo fijo su mirada en él –¿Tienes que irte ya?– preguntó ella con una mirada de suplica al erizo negro.

Por alguna razón no quería decirle que era necesario. Era un sentimiento extraño, una parte de él quería quedarse ahí, aunque no sabía muy bien el por qué. –Shadow...­– escuchó a Rouge llamarlo. Sin embargo necesitaba regresar y encontrarse con los demás, no estaba a discusión. Asintió con la cabeza soltando su mano con lentitud.

–Ayúdanos a regresar– le pidió desviándole la mirada.

–Está bien...– asintió con cierta tristeza. Midnight retrocedió un par de pasos y chasqueó sus dedos al aire.

Sintieron el castillo estremecer mientras el gruñir ensordecedor de una bestia inundaba los pasillos. Una correntada de aire como la de un tornado invadió el salón principal y luego el golpe pesado de una bestia se escuchó por todo el lugar para que vieran algo parecido a un dragón negro de ojos rojos llegar al gigantesco vestíbulo. Un gigantesco reptil de escamas negras y cuatro ojos, dos de cada lado de su cabeza, de un color rojo incandescente se presentó al simple chasquido del espíritu de la luna.

–Suban en él, los llevara a salvo a donde desean ir.

–¿Es una broma?– cuestionó con temor la eriza.

–Si no te agrada estoy segura que mi planta carnívora le gustaría verte otra vez– sonrió divertida.

–No... así está bien.

–Andando– dijo el erizo negro para caminar a la bestia extrañamente apacible.

Con la ayuda de Rouge, Amy logró subir al lomo de la bestia a la vez que Rouge volaba para tomar lugar al lado de ella. Shadow vio una vez a la chica de ojos carmesí que yacía en la mitad del salón con aquella mirada inmersa en tristeza y aquel aire de soledad y penar. El erizo desvió su mirada fijándola nuevamente a la enorme criatura. Era extraño pero se sentía culpable por dejarla. Shadow rechinó los dientes molesto, se sentía sumamente confundido. La vio una última vez suspirando pesadamente, sin importar lo que sintiese, él tenía que volver a su propio mundo.

–Regresare– musitó Shadow por último antes de un salto subir al lomo del dragón para que así éste caminara a la salida y tomara vuelo.

Midnight mantuvo su mirada fija en su preciada mascota que poco a poco se volvía tan sólo un punto negro en el cielo carmesí para una sonrisa adornar su rostro.

–Sé que lo harás...

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