Getting her Back


La arena suave sobre las palmas de sus pies era un sentimiento extraño pero agradable. Sentía la brisa de mar golpear con suavidad su rostro y el sol hacia que fuera un día cálido y agradable. Escuchó una melodiosa risa navegar por la atmósfera y a pocos metros de él la vio a ella para sonreírle amenamente. Se le veía tan diferente, su vestido rojo lo había cambiado por uno blanco más suelto, y sus pies descalzos al igual que los de él se hundían levemente en la arena. Sus púas rosas bailaban en el viento y sus ojos color esmeralda resplandecían bajo el sol de verano.

–¡Vamos, Sonic!– le gritó para empezar a correr.

–Amy...– musitó Sonic con una sonrisa.

Corrió tras ella mientras su risa parecía ser el único sonido que él podía llegar a escuchar. Estiró su mano para poder tocar la suya y hacerla parar, pero no lograba alcanzarla –Vamos Sonic– la escuchó decir para seguir su camino. Corrió con más velocidad pero no parecía importar lo rápido que él corriera ella parecía serlo aún más, siempre separada a la misma distancia de él.

–¡Espera, Amy!– gritó con una expresión de preocupación.

–¿Qué sucede Sonic–- preguntó para verlo brevemente con aquella sonrisa en su rostro.

–¡Amy, detente!– exclamó con preocupación, sentía que algo estaba mal.

Ella volteó a verlo para disminuir su velocidad y sonreírle con dulzura –¿Acaso no puedes alcanzarme–- preguntó con una risilla, la cual se desvaneció al ver los cielos tornarse grises y el sol quedarse ocultó en las tinieblas. Sonic corrió más aprisa para lograr llegar a ella pero el sentir como algo salpicaba su rostro lo hizo detenerse. Se limpió el agua de su cara para ver su guate blanco manchado de un tono rojo carmesí; Sonic vio a la eriza rosa quien ahora mantenía una mirada sin luz y perdida mientras su vestido antes blanco empezaba a mancharse de sangre; en su pecho pudo ver una herida profunda y vio como ella caía sentada al suelo. Escuchó una risa macabra resonar por todo el lugar para luego ver como dos manos aparecían detrás de ella y la abrazaban con fuerza.

–¡Amy!– gritó horrorizado.

–Ella es mía...– escuchó decir a Midnight, quien asomaba su cabeza por detrás de la eriza y reía con maldad.

–¡Amy!– gritó para despertar y ver que se encontraba en aquel cañón árido y sin vida. Volteó a ver a diferentes direcciones y vio a Knuckles quien mantenía una conversación con Rouge y a Shadow quien parecía estar ocupado moviendo algo en la arena, pero no lograba distinguir qué.

–¡Sonic!– escuchó un gritó y vio a Tails ir hacia él con una expresión de consternación en su rostro –¡¿Estás bien?!

–¿Tails?... ¿Qué pasó?– preguntó intentando recordar.

–Midnight te atacó y quedaste gravemente herido.

Lo recordaba. Dawn se había ido en busca de Midnight después de haber estado peleando contra ellos. Blaze y Silver habían terminado heridos y Tails había perdido el conocimiento. Knuckles le dijo que debían de ir a detener a Dawn, pero él realmente no lo deseaba, deseaba con todas sus fuerzas que mataran al espíritu de la luna; el impacto de la noticia de Amy aún no había sido asimilado y realmente quería vengarse por la manera tan cruel que Midnight había acabado con su vida. Ambos escucharon estruendos y derrumbes, y desde la lejanía vieron los pilares de roca y gigantescos tallos crecer y sobresalir del cañón. Knuckles le había insistido y sin respuesta de él se había adelantado; no sabía qué hacer, una parte de él quería ser sólo un espectador y ver a Midnight pagar, y otra sabía que debía de detenerlas a ambas y restablecer el equilibrio. Un fuerte rayo de luz lo hizo de nuevo prestar su atención al cañón, parecía que el golpe final se daría, necesitaba evitar que eso pasara, sin importar que tan dolido estuviera o cuanta fuera su sed de venganza si no la detenía el mundo entero perecería, y no podía permitir la muerte de alguien más. Corrió hacia el lugar de batalla y al llegar vio caer a Rouge desde las alturas, para Knuckles correr hacia ella y tomar aquella esfera oscura en el aire aterrizando con suavidad en la tierra. Buscó a Dawn y Midnight con la mirada y vio a Dawn sin energías en el suelo lista para morir a manos de Midnight. Corrió hacia ella y la sujetó de la cintura para alejarla del ataque del espíritu de la luna, pero no fue suficientemente rápido, pues sintió un ardor indescriptible en su espalda para caer con pesadez al suelo.

–¡Mi espalda!– gritó al recordar, pero al verse de reojo no notó herida alguna y no sentía dolor tampoco.

–Estás bien– le habló una voz familiar –Gracias por salvarme...

Vio a Dawn caminar hacia él quien ya yacía con sus ropas normales, aquella armadura que había estado usando cuando la rescató había desaparecido. Se levantó del suelo con cierto esfuerzo y notó que todas sus heridas estaban curadas, provocando una expresión de confusión en él.

–Dawn te curó después de que Midnight regresara al inframundo– le explicó Tails.

–¿Regresó?

–Sí, Shadow logró terminar el conjuro– asintió el zorro.

–Ya veo– habló pensativo –¿Y los demás?

–Silver está con Blaze, fueron a buscar el cuerpo de...– pero calló de golpe y acto seguido desvió su mirada.

–Oh...– exclamó con pesar –Entiendo.

–¿Qué harás ahora?– escucharon preguntar en el cañón con su eco incesante. Los tres voltearon y vieron a Shadow caminar hacia ellos con una postura intímidante. Sonic fijó su mirada a Dawn quien poseía una expresión de sorpresa ante la pregunta del erizo negro –¿También intentarás quedarte?– cuestionó desafiante. Ella le sonrió con dulzura y negó con su cabeza moviéndola a los lados.

–No, debo de restablecer mi mundo– le respondió.

–¡¿Cuál era tu propósito entonces?!– preguntó molesto el equidna quien llegaba por igual hacia ellos –¡¿La matabas y luego qué?!

–La paz reinaba– respondió Dawn con una sonrisa.

–¡Es que acaso los espíritus no comprenden a los mortales!

–¿Comprender?– repitió Dawn con una expresión de confusión en su rostro.

–¿No lo ves? Aunque tú ganes nuestro mundo perdería el equilibrio y no quiero pensar en que consecuencias hay. El orden establecido entre la luz y la oscuridad no puede ser cambiado, y eso tú lo sabes bien.

Ella rió nuevamente elevándose en el aire y sentarse sobre lo que hubiera parecido un asiento invisible. Le dirigió una mirada juguetona y lo vio con sonrisa en su rostro. –Somos espíritus, nuestro propósito es eliminar a nuestro opuesto, siempre será así– explicó con una mirada traviesa –Ella y yo hemos tenido varias guerras, esta fue sólo una de ellas– le explicó risueña –Ella ganó en la edad media y yo en el renacimiento. Esto es lo que ella y yo llamamos un juego de ajedrez.

–¡¿Qué?!– gritaron todos al unísono.

–Pero es la primera vez que nos miramos en el plano mortal– señaló –Por lo general siempre enviamos a nuestro ejército a hacer el trabajo, fue agradable conocerla al fin– expresó con alegría.

–¡¿Qué demonios pasa con ustedes?!– reclamó molesto el equidna.

–No es nada personal– respondió indiferente –Es sólo lo que es. Es como tú, Sonic– dijo para verlo.

–¿Yo?

–Sí, tú y Eggman pelean constantemente sin un ganador aparente, tu meta es detenerlo y el de él eliminarte. Es el orden de las cosas.

–¡Yo no he matado a nadie por mis peleas con él!– gritó furioso.

–Yo tampoco– respondió –Eso lo hizo Midnight, y Eggman lo haría si le das la oportunidad.

–¡Pero...

–Es lo que tiene que ser– interrumpió su alegato –Ella ganó esta partida, eso es todo. Habrá más, al final de cuentas, contamos con toda la eternidad para seguir jugando.

–No es la explicación que esperaba- habló Rouge –Pero tiene mucha lógica.

–Verdad– dijo Dawn con una sonrisa.

–Entonces eso de tus peones– habló pensativo Tails.

–No me lo tomes a mal, pero todos ustedes son lo que nosotros llamamos peones. Inconscientemente ustedes buscan el bien, bueno casi todos– dijo para darle una mirada fría al erizo negro –Y son los que definirán el resultado de cada batalla.

–¡Nos usan a su conveniencia!– gritó Knuckles molesto.

–Te lo repito, no es personal.

–¿Entonces te irás?- insistió el erizo negro.

–No tiene caso estar aquí para mí, no si ella no está.

–¿Y qué pasara con las esmeraldas de Blaze?– cuestionó Tails.

–No te preocupes, yo me encargaré de dárselas. Estoy en deuda con muchos de ustedes.

–A pesar de que intentaste matarnos– recalcó el equidna.

–Claro que no– corrigió velozmente –Si yo hubiera querido matarlos no estaríamos teniendo esta conversación en este momento.

–Ella tiene razón– apoyó Tails –No tuvimos ni oportunidad de movernos cuando Midnight nos atacó, no creo que hubiera sido algo diferente con Dawn.

–¿Lo ves?– dijo Dawn con una sonrisa –Matarte no me llevaría más que un chasquido de dedos, pero yo no soy el espíritu de la muerte, ese no es mi papel.

–¿Eso se supone que me haga sentir mejor?– preguntó Knuckles con sarcasmo.

–Es lo que es– respondió –Además, tú tienes que mandarme de regreso, eres quien me invocó.

–Es cierto– habló Rouge –Si tú mueres ella tendría una estadía permanente.

–Pero yo no deseo eso– aclaró Dawn –Es hora para mí de regresar también. Sonic...– llamó al erizo descendiendo hacia donde estaba él –Estaré siempre en deuda contigo, si hay algo que yo pueda hacer...

–Devuélvemela– interrumpió él con una expresión seria.

–¿Eh?

–Regrésame a Amy– ordenó.

–Oh...– exclamó con tristeza –No puedo hacer eso...

–¡¿Por qué?!– gritó molesto.

–Sonic, ella no está en mi plano.

–¿De qué hablas?- preguntó Sonic confundido.

–Ella murió por la hoja de la guadaña de Midnight, eso significa que su alma se fue al inframundo.

–Espera un momento– habló Tails –¿Dices que si alguien que estaba destinado ir al cielo y muere a manos del espíritu de la luna va al inframundo?

–Sí– respondió con tristeza –Yo no tengo jurisdicción en el inframundo.

–...Es por eso– habló impactado el erizo azul recordando aquel sueño que tuvo en su estado de inconciencia –"Ella es mía..."– recordó aquella frase –Midnight lo planeó de esa manera– dijo con rabia. –Ella sabía que se lo pediría a Dawn– explicó para sí.

–Pero...– habló Dawn pensativamente –Tal vez puedas ir por ella.

–¿Eh?, ¿Es eso posible?- cuestionó el equidna.

–No para un mortal, al menos no solo.

–Entonces... ¿Puedo traer a Amy de regreso?– cuestionó. Dawn le sonrió sutilmente y de ese mismo modo asintió con la cabeza.

–Ese será mi pago para ti y tu sacrificio- habló el espíritu del sol con autoridad –Te daré vida por vida.

–Bien, ¿Qué es lo que tengo hacer?– preguntó el erizo azul con seguridad.

–Ir al inframundo.

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El cielo se cubrió con nubes de tormenta y rayos y truenos empezaron a caer en diferentes lados del inframundo. Sus habitantes buscaban la manera de ocultarse de la ira del espíritu de la luna que por fin había regresado a casa. Midnight dio un grito iracundo mientras hacía que su hermoso jardín de árboles muertos y flores negras se incineran con un fuego azul. Había estado tan cerca de por fin ganar la guerra y gracias a la interrupción de ese erizo azul y del conjuro que habían logrado averiguar, no había podido cometer su cometido. Midnight gruñó molesta y cientos de rayos blancos iluminaron el cielo.

–Midnight– escuchó su nombre ser pronunciado entre el gruñir del cielo. Se volteó para ver a la equidna de ropas negras caminar hacia ella mientras sujetaba uno de sus brazos, parecía herida.

–Hmph, hasta que apareciste– dijo viendo de nuevo las flamas azules que cubrían su jardín.

–No puedo creer que lo lograran– habló Shade incrédula.

–¿Qué cosa?– preguntó para verla de reojo.

–Que lograran mandarte de regreso, no pensé que el guardián podría hacerlo cuando me preguntó de cómo...

–¿Qué?– exclamó volteándola a verla haciéndola callar. –¿Tú les dijiste el conjuro para mandarme de regreso?– preguntó frunciendo el ceño en señal de molestia.

–Bueno, yo...– susurró Shade desviando la mirada. Había dicho demás.

–¿Por ti es que Shadow logró evitar mi ejecución?

–¡Te dije que lo matarás al llegar!– se excusó molesta –¡Pero tú y tus malditos sentimientos se interpusieron en eso!

Midnight bufó indiferente regresando su vista a su jardín en llamas.

–Además, no fue porque yo quise hacerlo. ¡Ese maldito equidna me amenazó con quebrarme cada extremidad de mi cuerpo si no lo hacía!– se defendió –¡Mira!– gritó para señalar su brazo roto. –¡Esto no es mi culpa!

Midnight no reaccionó ante las palabras de ella para dejar que el silencio inundara el ambiente mientras observaba su jardín arder e iluminando el cielo y la penumbra en la que yacían sumergidas. Shade se quedó a la expectativa de alguna reacción, de algún alegato, pero no pasó.

–Pero aún podemos ver la manera de hacerte llegar al plano mortal, aún podemos...

–Sabes- interrumpió a la equidna –Creo que tienes razón.

–¿Ah?- exclamó confundida.

–He descuidado demasiado mi bello jardín- dijo poniéndose en cuclillas y tocar una de las rosas negras que habían en la tierra –Debería de cuidarlo mejor– habló para que se escuchara el gruñir del cielo y la lluvia empezara a caer en el inframundo, apaciguando el incendio que ella misma había creado.

–¿De qué hablas?– cuestionó confusa.

–Siempre me los has dicho pero no te he prestado atención– dijo Midnight poniéndose en pie.

–¿Qué cosa?

Una sonrisa retorcida pintó sus labios para verla de reojo –Que debería de alimentar a mi planta carnívora.

Un gritó sonoro se escuchó resonar por el bosque muerto. Los cuervos volaron de las copas de los árboles para alejarse del festín que había iniciado.

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Despertó de lo que pareció el sueño más profundo y abrió sus ojos para ver a Silver armando una pequeña fogata enfrente de ella; fijó su vista al cielo y a los lejos pudo ver que los primeros rayos de luz empezaban a bañar el horizonte para dar por terminada la noche y hacer que los tonos violetas y rojizos bañaran el negro de la noche. Las estrellas no tardarían en desaparecer del firmamento para anunciar que todo había acabado. Blaze se levantó confundida y vio que se encontraba de regreso en aquel campamento que habían armado el día anterior. Intentó caminar hacia Silver pero perdió el equilibrio al hacerlo para tambalearse, aún estaba demasiado débil.

–¡Blaze!– lo escuchó gritar para correr hacia ella y sujetarla impidiéndole tocar el suelo. –¿Estás bien?

–...Sí– respondió para soltarse de su agarre y sentarse sobre la tierra -¿Cómo llegamos aquí?– preguntó viendo a los alrededores y no notar la presencia de nadie más.

–Yo te traje al encontrarte en el cañón.

–Sí... lo recuerdo...– musitó pensativa –Perdí el conocimiento luego de que Dawn me atacará.

–Sí– dijo él desviando su mirada. Ella se había arriesgado para salvarlo y sus últimas palabras aún resonaban en su mente. –Blaze– la llamó para que ella fijara su vista inexpresiva en él –Respecto a lo que me dijiste en el cañón– recordó Silver con sonroje –¿Era verdad?

–¿Hablar?- cuestionó para arquear una ceja. –¿De qué hablas?

–De lo que me dijiste, sobre... bueno... sobre tu miedo... sobre tu mentira...

–¿Miedo?, ¿Mentira?– repitió confundida –No sé de que me hablas.

–Pero...

–Yo perdí el conocimiento luego de que Dawn nos atacara a todos por haber dejado ir a Midnight, y acabo de despertar– explicó.

–¿A todos?

–Sí– respondió sin interés –Se fue Midnight y molesta nos atacó a todos para luego irse, a penas logre protegerme.

Silver la vio confundido, Tails le había relatado una historia completamente diferente, e incluso ella en su estado de seminconsciencia le había dicho que estaba feliz de que él estuviera a salvo, apoyando la versión de Tails; lo que ahora ella decía no parecía tener sentido, lo hacía sonar como si simplemente la hubieran atacado por sorpresa causando su desmayo.

–¿Dónde están los demás?– preguntó para dar por concluido el tema. –Sonic y lo demás están...

–Dime algo- interrumpió con un semblante serio. -¿Me has mentido?

–¿Mentido?, ¿En qué?

–¡¿Cómo que en qué?!– gritó molesto.

–Sí, en qué– respondió serena –Así sabré si lo he hecho o no.

–¡Para empezar no deberías hacerlo!– reclamó molesto –¡Somos un equipo!

–Yo trabajo sola– respondió fría –Tú decidiste ayudarme, eso no te convierte en mi equipo.

–¡Rayos Blaze!– gritó molesto –Sabes que, bien tu ganas– dijo con un suspiro –Entonces me voy– habló sin más para dar media vuelta y empezar a caminar hacia el bosque y alejarse de ella.

–¡¿Qué?!– exclamó alarmada.

–Si realmente no somos un equipo y prefieres estar sola porque mi compañía no es necesaria entonces me iré– habló deteniendo su marcha –No tengo nada que hacer aquí.

–¡Espera, no...– pero la felina calló de golpe para atragantarse con sus palabras. No podía dejarle ver que a ella le importaba él.

–¿No qué?– preguntó Silver deteniendo su marcha y verla de reojo –¿Realmente qué significo para ti Blaze?– inquirió dándose la vuelta y verla de frente sin respuesta alguna –Dime que quieres que me vaya, que no significo nada– habló molesto –Dime que tú jamás has sentido lo que yo siento por ti, que aquel beso lo has olvidado y que ahora es sólo un molesto recuerdo– retó para caminar hacia donde yacía ella –Dime que cuando te toco– dijo tomando la mano de la felina y ponerla sobre su pecho –No sientes la energía electrizante que te hacen sonrojar.

–Yo...– musitó Blaze viéndolo fijamente con sus mejillas sonrojadas.

–Dime que todo eso es mentira y me iré en este momento. Que no sientes absolutamente nada y aquí se acabara todo.

–No quiero– susurró desviando su mirada –No quiero que te vayas...

–Blaze– dijo con un suspiro –¿Crees que esto es fácil para mi?, ¿Crees que al saber lo que sentía hacia ti lo acepte sin problema?– inquirió para causar que la mirada de ella se posara en sus ojos –Al principio, cuando note que realmente estabas teniendo dificultades con las esmeraldas quise ayudarte porque sabía que era lo correcto y con el tiempo deje de hacerlo por esa causa, simplemente me agradó tu compañía, tu espíritu de lucha y tus convicciones fuertes– explicó –Cuando supe que te irías de regreso al terminar el entrenamiento no quise dejarte ir, pensé que era porque había creado mucho afecto hacia a ti, como amiga, así que decidí seguirte y tú no pusiste objeción; pero no fue hasta la fiesta de los Rose que supe que sentía algo por ti, cuando conocí a Amy ¿Recuerdas?

Inicio del Flash Back

Salió al balcón en busca de la guardiana de las Esmeraldas del Sol, quien se mantenía con su mirada fija y perdida en la luna blanca que le traía la noche. Cerró la puerta corrediza suavemente para dejar todo el ruido de la fiesta detrás de sí y de alguna manera le pareció adentrarse a un mundo totalmente separado, un mundo que sólo existían cuando estaban ellos dos.

–Veo que te agradó Amy– habló ella sin voltearlo a ver.

–Es una chica muy simpática– respondió Silver condescendiente.

–Sí, lo es...

–Le tienes mucho afecto ¿verdad?

–Es sólo una amiga.

–Es a la primera que veo, y para ser más exacto, a la única que has dejado que te abrace, eso no es normal en ti– dijo para situarse a su lado y ver junto con ella el cielo estrellado.

–¿Normal?– inquirió para verlo al fin –¿A qué te refieres con normal?

–Eres fría y reservada, casi nunca sonríes y las únicas muestras de cariño que conoces es simplemente dar las gracias en el mejor de los casos– empezó – Por eso dar o aceptar un abrazo para ti es sin duda alguien que tiene que significar mucho.

–Hmph, sólo es una amiga de la infancia.

–Pues es bastante tierna– puntualizó con una sonrisa.

Se quedaron en silencio por un breve momento, gozando de la compañía del silencio del otro, como por lo general hacían. A él no le importaba, por alguna razón sentía que se conectaba más con ella de esa manera que con cualquier otro teniendo una larga conversación sin sentido.

–¿Te gustan...- musitó ella por lo bajo cortando el silencio haciendo una pequeña pausa– ... ese tipo de chicas?– completó.

–¿Eh?– exclamó para verla un poco asombrado por la pregunta. La volteó a ver y su mirada yacía pérdida en su manos que sujetaban el barandal mientras un leve tono rojizo pintaba sus mejillas, se miraban tan hermosa que no pudo evitar sonrojarse y desviar la mirada, sintiéndose extrañamente nervioso a su lado –Bueno... – musitó por igual –...A todos nos gusta saber que nos quieren o valoran; ella parece ser del tipo de chica que lo expresa... supongo– respondió al final un tanto avergonzado, jamás habían hablado de ese tipo de temas.

–Silver– lo llamó para sentir su mano sobre la de él y hacer que la viera en el acto. Sus mejillas antes pálidas parecieron encenderse con el toque de su tacto mientras una onda casi eléctrica recorría todo su cuerpo por el simple roce de su piel –Yo...– titubeó por un momento pareciendo armar las palabras en su cabeza – Bueno, gracias por estar a mi lado– dijo un tanto apenada.

Silver sintió su corazón latir con tanta fuerza que sentía que su palpitar acallaba la música de salón de la fiesta a sus espaldas; por alguna razón ella se miraba esa noche más hermosa que nunca. Su expresión tierna e inocente lo hizo ver una faceta en ella que no sabía que existía y que ahora se encontraba extasiado por la misma. Le sonrió disimuladamente y se acercó a ella provocando que ella retrocediera un paso al ver su cercanía, sin embargo una mano en su espalda la hizo detenerse; la acercó delicadamente y la abrazó con gentileza, nunca lo había hecho, pero sentir el contacto de su cuerpo con el de ella era algo que no podía dejar pasar; sentía miles de sensaciones en una y no quería separarse pues quería que el momento durara lo suficiente como para descifrar qué era ese nuevo sentimiento, hasta que la escuchó garraspar su garganta, haciéndole entender que había sido suficiente. La soltó con lentitud y ella no pareció tener palabras para expresar lo que sentía respecto a su acción, haciéndolo sonreír.

–Siempre estaré a tu lado– le dijo él con una sonrisa provocando en ella una expresión de sorpresa y en sus ojos una alegría contenida. –"No pienso dejarte... Blaze"

Fin del Flash Back

–Después de ese día no pude verte diferente, siempre te miraba igual de hermosa... igual de radiante– confesó con cierto rubor –Y cuando te tocaba... esa energía no desaparecía, como ahora. Blaze, yo sé que tienes miedo, yo siento lo mismo– dijo para soltarla suavemente –Pero no pienso seguir negando esto un día más y si realmente prefieres verme sólo como un amigo o compañero o como quieras catalogarme yo lo entenderé, pero no esperes que esté a tu lado de ser esa tu elección.

–Silver...

–Dime la verdad ¿tú sientes algo por mi?

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El aire seco del desierto soplaba con fuerza mientras la arena golpeaba con sus pequeños granos su rostro. Tapó su cara con su brazo en un intento de no ser más lastimada por el viento salvaje. No sabía cuánto tiempo llevaba ya caminando, pero el sol incesante no había descendido desde que había despertado ahí.

Parada sobre aquella duna de arena blanca vio hacia el horizonte pero sólo pudo observar un desierto interminable en donde el viento movía la arena como pequeñas olas de agua salada. Observó a sus espaldas en donde pudo ver sus pisadas sobre la arena que poco a poco se borraban con las constantes ventiscas. Su vestido favorito no la acompañaba en aquella travesía, en su lugar un vestido negro de pequeñas tiras la vestía, el cual revoloteaba con el aire al igual que su cabello, pues su diadema la había perdido desde su mismo despertar. Sintió sus ojos llenarse de lágrimas y puso una mano sobre su pecho, pues a pesar de que todo parecía estar bien, sentía como si tuviera una cortada a carne viva en aquel lugar. No importaba que tanto hiciera, el dolor era algo que la había acompañado desde que había despertado en aquel inhóspito lugar.

Amy se tiró de rodillas al suelo para llorar sin consuelo, estaba perdida y muy asustada, no sabía a dónde ir, pues en aquel desierto no había un adelante o atrás, sólo caminaba sin rumbo en busca de dirección. Cerró sus ojos para ver en su mente el último recuerdo que tenía antes de llegar a aquel lugar; era él, la vio con aquellos ojos fríos para sonreírle por una última vez y decirle aquella frase que se marcaría en su corazón por siempre –¿Quieres conocer a la muerte?– Las lágrimas desbordaban de sus ojos mientras sentía una y otra vez el ataque que hizo aquel erizo azul al cortar su pecho y dejarla yacer en el césped mientras el frío del invierno parecía invadirla a gran velocidad obligándola a querer dormir. Despertó para encontrarse en medio de aquel desierto sin vida. Los sollozos de ella inundaron el ambiente silencioso sin nadie que pudiera escucharlos, o eso parecía.

–... ¿Estás sola?– escuchó una voz preguntar, para sentir como algo bloqueaba el sol que pegaba directo en su rostro. Amy abrió sus ojos y con la mirada entrecerrada vio a alguien parada enfrente de ella con una sombrilla sobre sí y un gran vestido negro. Se le veía tan elegante como si la hubieran sacado de algún tipo de baile de aquellos que sólo se daban en la aristocracia de la edad media.

–¿Uh?– exclamó confundida por su pregunta.

–¿Quieres venir conmigo?– le preguntó para extender su mano.

–Yo... yo espero a alguien... yo...– respondió Amy confundida. Sentía que alguien que llegaría a rescatarla, sentía que él llegaría por ella y la buscaría en ese enorme desierto.

–¿Alguien vendrá por ti?– le preguntó ella con una voz serena.

De nuevo sintió sus ojos humedecer, para que las lágrimas saldas resbalaran de sus mejillas y cayeran de éstas para evaporarse en la atmósfera antes de tocar la arena blanca. Amy movió su cabeza sutilmente a los lados mientras los sollozos se volvían a escuchar. Ella sabía que estaba sola, nadie llegaría a su rescate, nadie aparecería milagrosamente para llevarla a un lugar seguro, y el dolor incesante en su pecho se lo decía a gritos a cada momento.

–¿Deseas acompañarme?– preguntó nuevamente con su mano extendida. Levantó su rostro para verla sonreírle mientras aquellos ojos rojos carmesí brillaban en la penumbra de la sombra.

–...Sí– musitó al viento mientras la tristeza invadía cada fibra de su ser y su mirada se quedaba sin luz mientras sentía el tacto frío de su mano al sostener la de ella. Sólo quería irse de ahí, sólo quería descansar.

–Tsk– le sonrió.


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