Forgiven
Las luces permanecían apagadas mientras la lagarto se hallaba en el suelo frío de aquel laboratorio aún sentada contemplando la muñeca de porcelana frente suyo que parecía inerte.
Ella sabía que estaban mal sus actos, sabía también que aquel ser que vagaba de cuerpo en cuerpo estaba lleno de rencor y odio y por eso no era capaz de abandonar este mundo...Pero Alphys no concebía como alguien a la que una vez le describieron bella, firme, admirable y bondadosa podía haberse convertido en aquella existencia negra sin corazón.
Tal vez fue por el intento desesperado de su maestro de atar a la vida algo que ya no pertenecía a este mundo, no estaba segura de ello. Pero lo cierto es que cientos de recuerdos le golpearon su memoria en ese momento, recuerdos de hace años cuando aún era una aprendiz.
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-Maestro... ¿Quien es ella?- preguntaba una joven Alphys vestida en una bata blanca al alto esqueleto que permanecía mezclando diversas sustancias muy concentrado al parecer
De repente toda concentración se esfumó y los vasos de precipitado en sus manos se estrellaron lastimandole en el proceso, Gaster dirigió su vista a su pupila y dedicó una sonrisa melancólica alzando la vista al tanque de un líquido verde brillante debido a las luces del recipiente.
El cuerpo dentro del tanque flotaba calmado, tranquilo, inerte... La expresión en los ojos del esqueleto mostraba demasiadas emociones juntas, emociones que la pequeña Alphys que contemplaba no comprendía, nunca había visto en su maestro tales expresiones y la curiosidad por la persona durmiente comenzaba a taladrar su mente, cosa que Gaster notó y simplemente colocando una mano en la cabeza de su estudiante dijo claramente para satisfacer su curiosidad.
-Es alguien muy importante, fue quien nos salvó, quien hizo la barrera- Alphys puso una cara de extrañeza, ¿la persona que hizo la barrera era una salvadora? ¿Acaso encerrarlos era salvación?
-Pero maestro...- la reptil amarilla dudo si poner su punto de vista a la mesa o no pero decidió permanecer en silencio
-La barrera no puede ser una salvación, es una condena, eso es lo que piensas, ¿cierto? Alphys- Gaster confiado y sonriente acarició con la mano que aún mantenía en la cabeza de la dinosaurio para calmarla -Muchos la ven como algo malo, pero piensa algo, nosotros vivimos mientras que su creadora ha muerto. ¿Quién ha sido realmente el condenado aquí?
Las palabras de Gaster resonaron en la mente de la joven científica, miró una vez más el tanque de líquido brillante y se empezó a cuestionar cual era la relación entre su querido maestro y la mujer flotante.
-Maestro... usted....A esa humana- La pregunta de Alphys obtuvo su propia respuesta cuando vio como el Gaster que la ignoraba sonrió nostalgicamente y le dedicaba una tenue sonrisa para luego desaparecer tomando la excusa de que tenía documentos que buscar.
Alphys desde ese entonces se dio cuenta pese a ser joven...su Maestro, estaba condenado
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-Que bonito y a la vez tan solitario amor, Maestro, tan solitario que da pena... un amor atrapado eternamente en un cuerpo que no puede seguir la eternidad como nosotros...- la lagarto se levantó lentamente y por enésima vez, como si fuera ya una monotonía tomó entre sus brazos el cuerpo de porcelana roto y comenzó a caminar por el largo pasillo de ambiente verde negrusco.
***
El científico que salía lentamente del castillo del rey era seguido por el propio Asgore Dreemurr en persona, caminaban lentamente dirigiéndose por el sendero largo para llegar a Snowdin ya que el monarca deseaba observar el Reino por el cual desde aquel suceso no transitaba.
¿La razón por la que Asgore había salido de su Palacio? Quería ver con sus propios ojos al humano que se compadecia por los monstruos, quería conocer al humano que salvó a su mejor amigo, el humano que según había escuchado estaba determinado a sacarlos de ese encierro...
Asgore desde hace mucho había perdido toda esperanza en la humanidad. Tres veces los humanos le arrebataron lo más importante para él, cuatro veces soportó perder a alguien... primero su padre el gran Goreel Dreemurr; luego su mejor amiga de la infancia Royanne Luphar; su hija debido a su enfermedad repentina, y por último su hijo en manos humanas viéndolo convertirse en polvo ante sus ojos... Asgore había perdido toda esperanza en la humanidad...
¿Asesino? Si, seguro que lo era. Nunca lo pensó de otra forma, no podía conciliar el sueño cada noche. Su soledad le golpeaba en su grande cama y los recuerdos de la sangre fresca corriendo en sus manos mientras frente a él cada color posible le susurraba lo siento... ayuda... o incluso le maldecian. No esperaba que su destino fuera otro más, que el de brindarle esperanza a su pueblo, aún si debía tomarlas directamente del rojo dentro de aquellos frágiles cuerpos.
Pero ciertamente... Asgore tenía curiosidad sobre este nuevo humano. ¿Qué tanto podía valer para que aquel que nunca le detuvo lo hiciese ahora? Le provocaba inmensa curiosidad aquella de nombre Frisk.
Asgore pisó la nieve fría siendo guiado por su viejo mejor amigo hasta quedar frente a una casa enorme con un excesivo decorado navideño a su parecer, ambos caminaron hasta el umbral de la puerta y justo antes del macho cabra mencionar palabra alguna el ex-científico le mando a callar con un gesto de silencio mientras entrando por completo señalaba al sofá verde que se encontraba en la sala.
Asgore por su parte no entendió al momento, agachó su cabeza y entró a la casa a oscuras donde solo la luz del televisor con alguna película iluminaba a dos cuerpos sentados en el sofá, un primer vistazo y supuso que serían los hijos de Gaster pero al notar la estatura similar volvió a echar otro vistazo, sus ojos pudieron ver a una pequeña niña humana sentada y recostada al mayor de los hijos de su amigo quedando apoyada en su hombro, ambos tenían una expresión de calma en su rostro mientras respiraban tranquilamente durmiendo.
Esa simple escena dio pequeñas ilusiones en el corazon de Asgore, pero no se dejó llevar por ellas... aún tenía mucho más que comprobar de la pequeña bella durmiente.
Junto antes de que pudiera decirle algo a su compañero, tanto esqueleto como cabrio notaron como Sans despertaba lentamente notando la presencia de ambos en la sala.
-Wow- un Sans sorprendido miró hacia el viejo rey que estaba frente a frente suyo pareciendo analizar a quien dormía a su lado - Su Majestad puedo expli-
Asgore alzó su mano impidiendole continuar al pequeño esqueleto mientras una sonrisa se pintaba en el rostro del esqueleto alto
- No necesitas explicar nada amigo mio, vine solo a charlar como viejo amigo de tu padre... No vengo por su alma- dijo el rey calmado mientras veía la leve sobreprotección que le daba el de abrigo azul a la chica con el simple hecho de estar frente suyo.
Sans dudoso se calmó levemente mientras dirigía la mirada a su padre y le cuestionaba el porqué de sus actos. Por otro lado un Gaster confiado se dispuso a hablar.
-Creo que antes de decir algo más deberíamos llevarla arriba a dormir, creo que ella merece un descanso- Ambos miraron a Gaster mientras luego dirigían su vista a la humana que aún dormía en el sofá calmadamente
- La llevaré- dijo rápidamente un Sans que se dispuso a cargarla pero una mano peluda le detuvo junto a unas palabras poco esperadas...
-Déjame llevarla yo...- La voz de Asgore de momento sorprendió a todos en la sala y el esqueleto salió del medio permitiéndole al rey cargar a la pequeña Frisk en sus manos.
Delicadamente Asgore levantó a la castaña que tanto se parecía a su hija y la contemplo de momentos para luego girarse a sus acompañantes esperando alguna indicación de donde llevarla
-Puede ponerla en mi cuarto, es el segundo de arriba- nada más Sans pronunció palabra Asgore se dispuso a caminar, subió la escalera y justo quedando frente a la puerta se detuvo por un momento a analizar a la pequeña... era casi idéntica a su fallecida hija... el mismo rostro, la misma calmada expresión al dormir...
Abrió la puerta y dejó que la sombra del cuarto le cubriera por completo llegando a desaparecer de la vista de aquellos que esperaban en el piso de abajo.
Colocó suavemente a la humana en la cama un poco desordenada, y justo cuando fue a soltarla por completo sus orejas escucharon las palabras que le otorgaron su perdón y el de la humana en cuestión...
-...Papá...- las pequeñas sílabas pronunciadas por Frisk detuvieron momentáneamente el frío corazón de Asgore y derritieron todo el frío a su alrededor haciendo que una leve sonrisa se dibujase en su rostro.
"Esta humana no merece morir... sólo una vez más pondré mis esperanzas en la humanidad..."
Ese fue el pensamiento que se clavó en la mente de Asgore mientras arropaba a la niña y salía del lugar cerrando la puerta lleno de esperanza otra vez.
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