Capítulo 9
Siento que tengo los nervios a flor de piel. Se supone que este sería un almuerzo o una salida de amigos, pero ahora resulta que esto es una cita en toda la regla.
Aun no puedo creer que me encuentro con él en otra casa suya, y que, más importante aún, era un lugar muy importante para él. De alguna forma, estaba muy contento por ver que me tiene la confianza suficiente para hablarme y mostrarme más de él, pero también me encuentro muy nervioso al respecto. Lo último que quisiera hacer es decepcionarlo.
Sin embargo, ese temor desapareció sin que me diera cuenta por la calidez y amabilidad de Atem. Hablamos un rato y me perdí en la conversación, la cual siguió después de que cenáramos la lasaña que él había preparado por su cuenta. Me sorprendió mucho saber que tenía un don en la cocina. Al ser Mirai, Valerie y yo quienes siempre teníamos que cocinar y atender sus necesidades, no me imaginé aquello. Incluso me enseñó algunos de sus secretos cuando intenté ayudarle en la cocina. Al final, no puedo negar que me la pasé bien.
Después de comer fuimos a ver a los animales como me había prometido y no puedo negar que tuve un gran interés por los caballos. Desde niño siempre había sido uno de mis animales favoritos, y solo podía verlos cuando iba con mi familia al zoológico por capricho de mi hermana. Ahora tenía uno hermoso y perfectamente cuidado enfrente de mí, y quedé aún más maravillado.
Atem me contó cada historia de cómo consiguió a los animales que tenía en aquel gran patio, y cada una fue aún más interesante que la otra. No me di cuenta cuándo se había hecho muy tarde.
—Yasmín, creo que lo mejor será que nos quedemos a dormir aquí —dijo Atem.
Los nervios acariciaron mi piel y no pude evitar sentir que algo que oprimía mi pecho no me dejaba respirar.
—¿E-estás seguro? —pregunté con nervios.
—Yo no tengo ningún problema. Algo podría pasarnos si regresamos muy tarde, a no ser que tengas un compromiso.
Apenas pude sostenerle la mirada a Atem. El patio estaba iluminado por unas luminarias alrededor que ensombrecía su faz bajo la luz, haciendo que aquellos ojos tan fijos y dominantes me hicieran sentir más pequeño. Mi corazón comenzó a latir y mis mejillas y mis orejas empezaron arder.
—Yo... No, no tengo ningún compromiso —dije resignado—. Tienes razón, puede ser peligroso. Es solo que... no quería ser una molestia como tal. Ya sabes, se supone que esta solo iba a ser una salida entre amigos.
Mientras hablaba, vi algo cambiar repentinamente en su semblante. Me tensé por pensar que lo había molestado, pero fue todo lo contrario. Él se acercó y me abrazó con delicadeza. Podía sentir el grosor de su pecho y brazos envolverme la cintura y la espalda. Contuve el aire por aquel gesto, y sentí como una descarga eléctrica me erizaba el cuello al sentir su ligera y tranquila respiración cerca de mi lóbulo.
—Yasmín, tú jamás serías una molestia para mí —dijo con suavidad en un susurro que me dio cosquillas—. Todo lo contrario. Gracias por estar ahí para animarme. Me encantó haber pasado este día contigo.
Me sorprendí por tal confesión, pero una sonrisa no pudo evitar brotar de mis labios. También me había divertido mucho, y nada me hacía más feliz que saber que aquel sentimiento era mutuo.
— Tal vez no empezamos de la mejor forma, pero... al final terminé divirtiéndome bastante —confesó. Por su tono de voz, pude imaginarme como sonreía cerca de mi oído—. ¿Tú... también te divertiste?
Sin dudar, abracé su espalda y acosté mi mejilla sobre su hombro. Pude sentir como se tensaba un poco para luego aferrarme más a él.
—Sí, me divertí mucho. Hace mucho tiempo no lo hago —dije sonriendo.
Los dos nos quedamos así un rato, envueltos en la brisa fresca bajo una hermosa noche estrellada. Me sentía en un lugar completamente mágico o en un sueño del cual no quería despertar, y la compañía de Atem no hacía más que avivar ese deseo.
Ambos distanciamos un poco los torsos para vernos y le sonreí dulcemente. Todo era perfecto a mi punto de vista, pues hace mucho que no me sentía tan protegido. Pero ese pensamiento cambio cuando sentí los dedos de Atem acariciar mi mejilla con delicadeza. Abrí los ojos rápidamente y cruce mi mirada con la suya. Antes de que pudiera reaccionar, me di cuenta de que su rostro estaba muy cerca del mío. Y, antes de que pudiera hablar, sus labios ya estaban unidos a los míos.
Mis ojos se abrieron como platos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top