𝑐. chapter six.

Capítulo seis.
"La guerra por Gotham"

Natalie estaba decidida. Con el corazón latiendo con fuerza se movilizó por la fría fábrica de helados, siguiendo el rastro de señales que el rastreador emitía desde el traje de Jason. Sabía que estaba arriesgando mucho al seguirlo, pero la necesidad de respuestas era abrumadora. Especialmente luego de haber sido despertada por su hermano para reunirse con los Titanes en la sala de monitores esa mañana. Allí observaron un video donde mostraba el caos que arrasaba con Gotham City debido a unos inhaladores de drogas que fueron repartidos mediante la noche. Doce personas murieron en tan solo dos horas. Cada persona que tomaba esa droga se volvía completamente violenta, al punto de mancharse las manos con sangre sin sentir remordimiento alguno. Y según la información que les dio Dick, Crane tenía en sus manos una máquina que multiplicaría y produciría esa droga en masa.

El caos se había creado con tan solo tres inhaladores de aquella droga, no quería pensar en qué ocurriría si Crane llegaba a repartir más de veinte mil dosis.

Natalie se movió con cuidado, evitando la atención no deseada. Cada ruido la hacia detenerse, y cada sombra provocaba qué acelerara el paso. Su mirada se alternaba entre la pantalla de su teléfono con las señales del rastreador y lo que tenía a su alrededor. Estaba sola en territorio enemigo, muchas cosas podrían salir mal.

Desde su posición divisó una oficina, y por lo que le indicaba la pantalla, Jason se encontraba allí dentro. No necesitaba saber más que eso, así que se giró para regresar por donde había entrado. No obstante, un sujeto salió de la nada y le propinó un fuerte golpe en la nariz antes de acorralarla contra un contenedor y atar sus manos, sin darle oportunidad a reaccionar. Ella sin embargo, no se esforzó en defenderse.

—¿Vas a algún lado? —Una voz masculina que conocía muy bien se escuchó detrás de ella, y cuando fue tomada bruscamente del brazo para que se volteara, a un lado del sujeto que la había acorralado se encontraba Scarecrow, con las manos detrás de su espalda y una pequeña sonrisa que le causó náuseas. En cuanto se vio frente a frente con el hombre, este le dio otro golpe en el rostro. —Qué ironía de la vida. Hace un par de días quien estaba indefenso y atado fui yo. No te lo tomes personal, me alegra que me vengas a visitar, Natalie Grayson. Vamos a dar un paseo por mi oficina.

Natalie escupió la sangre que salió de su boca en la ropa de Crane. Este miró la mancha y luego regresó sus ojos a la chica con una inmensa sonrisa.

—Qué modales, Grayson.

La pelinegra le dio una mala mirada y caminó cuando recibió un empujón por parte del otro sujeto. Aquello definitivamente no estaba en sus planes. Pero aún así, obedeció a las órdenes y subió las escaleras para luego quedar frente a una puerta de metal. Con burla, Crane le abrió la puerta y se hizo a un lado para que ella pasara primero. No alcanzó a poner un pie dentro cuando nuevamente fue empujada, provocando que cayera de bruces al suelo. Su nariz sangraba al igual que la herida de su boca.

—Disculpa la hostilidad. Me agradas, eres inteligente pero imprudente, no es una buena mezcla. Míralo a él.

Al ser levantada por Crane, pudo observar que en una silla de madera se encontraba Jason atado. Su corazón se aceleró al verlo con la cabeza gacha, no estaba segura si estaba inconsciente o solo dormido, pero llevaba su traje puesto. El hombre la ató a la silla también, las manos y pies, conocía la habilidad de los justicieros, no quería más inconvenientes por el momento.

Una vez se aseguró de inmovilizarla correctamente, y que no tuviera alternativa de salida, se agachó frente a Jason y lo sacudió.

Poco a poco Red Hood levantó la cabeza con pereza y se encontró con la mirada de Jonathan. El chico parecía drogado, no en la forma que Dick sugirió. La pelinegra se removió en su lugar, intentando de forma inútil desatarse de las fuertes ataduras a las que la tenía sometida Crane. El ruido que provocó su silla causó que Jason mirara en su dirección. Su ceño se frunció apenas, y volvió a bajar la cabeza.

—No sientas vergüenza, amigo mío. Todos alguna vez fallamos —habló el mayor, levantándose para tener ahora una amplia vista de los jóvenes que tenía en su poder. —Te compadezco, Jason. Anoche fuiste imprudente e impaciente al robarme las drogas. Y actuaste impulsado por el miedo, no por la fuerza. Aún le temes a Dick Grayson —Natalie se volvió a remover, mirando con furia a Jonathan—. Te fallé como maestro. Pero hoy les daré una lección a ambos, ya que Natalie decidió unirse.

—Jamás lo haría —rezongó la menor. Crane le dio una mirada al sujeto que se encontraba todavía en la entrada y este caminó hasta Natalie. Ella alzó la mirada y recibió otro golpe en el rostro. —¿Crees que te voy a temer si me torturas?

El sujeto alzó su puño de nuevo, pero Jason se removió en su lugar. Aquello fue notado por Crane. El muchacho apenas podía reaccionar debido a lo que sea que él lo hizo tomar. Seguramente estaba desesperado por verla allí, siendo golpeada, atada y el no podía hacer nada al respecto. Aquello le sirvió al hombre para anotar mentalmente quién era realmente la debilidad de Jason Todd. El pequeño descubrimiento valía oro para él.

—Déjanos a solas —le ordenó a su aliado. El hombre les dio una mirada fría y salió del lugar, cerrando la puerta detrás de él. Entonces Crane retomó su charla. —¿Saben cómo vencí a Batman?

Natalie rió y negó con la cabeza. Se burlaba de él.

—¿Lo hiciste? —ironizó.

—No fue con miedo, sino con paciencia —continuó el hombre, ignorando la pregunta irónica de Natalie. Luego se puso frente a Jason. —Te enseñaré que no necesitas andar por Gotham buscando destruir a los Titanes —miró con arrogancia a la pelinegra—, puedes echarte a observar como los Titanes se destruyen a sí mismos.

Natalie miró a Jason y notó la lágrima que cayó por la mejilla del chico.

A pesar de la situación, su rostro no mostraba miedo alguno. Había sido capturada por Scarecrow, pero no se dejaría intimidar tan fácilmente. Sus ojos escudriñaban la habitación, buscando cualquier escape posible, analizando cosas y memorizando también. Entonces sus ojos marrones cayeron sobre Jason nuevamente, quien estaba cerca, atado a la silla. Su mirada estaba perdida, su rostro pálido y sin expresión. Al final, buscó lo que quería encontrar; las respuestas estaban frente a sus ojos. Jason estaba usando alguna droga, y Dick tenía razón cuando dijo que lo hacía. Acertó sobre lo del laboratorio.

No estaba del todo segura cuando comenzó todo eso de su alianza con Crane, ni por qué. Ahora solo necesitaba saber cómo traer de vuelta a Jason. Era lo único que le importaba.

Soltando un suspiro, comenzó a moverse, buscando alguna manera de liberarse mientras Crane parecía entretenido buscando algo en los muebles que habían en la oficina. Murmuraba cosas pero ella no le entendía.

—Ahora, me gustaría darte un obsequio —habló nuevamente el hombre, regresando su atención a los jóvenes. Especialmente a la chica Grayson. —No soy mucho de golpes, como puedes ver. La violencia no es lo mío. Así que no puedo vencer al Joker —la chica apretó los dientes, más no hizo gesto alguno—. Torturarte directamente a ti no sería divertido, ya pasaste por eso. A mi me gusta la originalidad.

Natalie lo miró curiosa acercarse a ella, con un inhalador en sus manos. Sin previo aviso, Crane sopló un polvo que tenía en la palma de su otra mano directo al rostro de la menor. Ella tosió sin tener idea de qué era aquello.

—No te preocupes, es solo una previa. Lo que tengo aquí es realmente lo importante; Vértigo —murmuró el hombre, mirando el objeto en sus manos. La menor se heló y por inercia dirigió su mirada a Jason. —Es una droga neurológica. Escuché que te provoca un terrible dolor que te hace rogar por ser asesinado. Te apuesto a que el Joker no pensó en ello.

—Espera... —se alarmó Natalie. —No, por favor.

—Podría reconsiderarlo si me dices alguna pequeña debilidad de Nightwing. ¡La que sea! —rió, mirando a Jason. El chico respiraba lentamente, inconsciente de todo lo que pasaba a su alrededor. Oh, qué suerte la de Crane.

Natalie tragó saliva. Jamás lo haría.

Aunque su vida dependiera de eso, no abriría la boca para traicionar a su hermano.

De pronto, una balacera se escuchó afuera. Natalie cerró los ojos con fuerza cuando sintió un extraño aturdimiento. Y Crane se acercó al ventanal para observar qué ocurría. Con un último esfuerzo, ella logró desatar el nudo y liberar sus manos. El alivio la inundó, pero sabía que aún no estaba fuera de peligro. Se sentía mareada.

—No... —susurró Crane, mirando por el ventanal como sus hombres caían ante la llegada de los Titanes.

Un estruendo, como el sonido de una caída, se escuchó sobre el techo. Seguido de eso se oyó una explosión.

—Está aquí —murmuró Natalie, con una pequeña sonrisa en el rostro. Afuera se oyeron quejidos, más no impactos de balas. Crane levantó la mirada hacia el techo de la oficina. 

—Esto está mal... —Entrando en pánico, el hombre se acercó a Natalie para propinarla un fuerte golpe en el estómago y luego la obligó a inhalar algo que ardió en su garganta. Ella comenzó a toser, sintiendo un cosquilleo por todo su cuerpo. No pudo hacer nada cuando vio a Scarecrow desatar a Jason y llevárselo fuera del lugar. 

Quiso levantarse para seguirlo, pero solo consiguió caer de rodillas. De pronto, unos brazos la sostuvieron con cuidado para ayudarla a levantarse y salir de aquella oficina. Entre la borrosidad de su visión divisó a Roy con su traje de Arsenal.

—Te tengo, Nat.

El mundo giraba a su alrededor de manera descontrolada. Una sensación de mareo y cosquilleo comenzó a invadir su cuerpo, mientras intentaba aferrarse a la realidad. Sus pensamientos se volvían difusos, como si estuviera flotando en un mar de confusión. Sabía que algo no estaba bien, pero era incapaz de reaccionar. Apenas pudo sentir un líquido tibio que comenzó a salir por su nariz. Los ojos azules de Roy estaban cargados de preocupación.

—Vértigo —susurró ella. Dándole a entender que era lo que estaba afectando a su sistema. Roy se alarmó y apresuró su paso. Ella volvió a hablar. —Crane... Crane manipuló la droga. —La droga que le habían administrado comenzaba a hacer estragos en su sistema nervioso, provocando un dolor agudo y punzante que la hacía retorcerse de agonía. Se aferró a los brazos de Roy como si aquello fuese a disminuir el dolor que comenzaba a colarse por sus huesos.

En medio de su desesperación, Nightwing apareció en la escena, su rostro reflejando preocupación pura.

—¿Qué ocurrió? —inquirió alterado. Observando con pánico el estado de su hermana.

—Tenemos que llevarla a la Mansión, o Natalie se muere.

Los Titanes se dieron una mirada de alarma, y sin pensarlos dos veces, Nightwing cargó entre sus brazos a su hermana mientras caminaban a una de las furgonetas que estaban cerca. Roy soltó un suspiro y comenzó el trayecto de regreso a la Mansión Wayne.

El pánico comenzaba a apoderarse de los Titanes mientras observaban con preocupación cómo Natalie luchaba contra los efectos de la droga. En cuanto llegaron a la Mansión, Roy se volvió hacia Conner y le pidió que fuera a su habitación y trajera una hierba especial que Oliver Queen solía utilizar para tratar situaciones como esta. Su supervelocidad era una bendición en esos momentos, la mejor solución que tenían mientras Dick reposaba el cuerpo de su hermana en la camilla de la enfermería.

Natalie luchaba por mantenerse consciente mientras los Titanes se unían en un esfuerzo desesperado por salvarla. Sus gritos de dolor resonaban en la enfermería, el Vértigo comenzando a afectarla por completo. Sentía un horrible dolor en cada parte de su cuerpo, quiso poner su mente en blanco para convencerse de que todo era psicológico, que nada quemaba su cuerpo en esos momentos, pero el dolor era demasiado y no la dejaba pensar con claridad.

Conner llegó a la enfermería y le entregó una mochila a Roy, éste de inmediato comenzó a rebuscar en ella y sacó unas hierbas que molió y dejó dentro de un vaso, luego le agregó agua y se la entregó a Dick para que se la diera a Natalie mientras él levantaba la cabeza de la muchacha.

—Tienes que beber esto, por favor —suplicó Dick cuando ella se negó a abrir la boca, el simple movimiento le causaba un dolor punzante horrible.

No tuvo otra alternativa que tomarla. Hizo una mueca de disgusto y tragó el líquido.

—Sabe a tierra —se quejó. Su pecho subía y bajaba. Pronto, sus extremidades comenzaron a dormirse, y sus párpados pesaban. —Me siento...

—¿Qué pasa? —Inquirió Dick, mirando a Roy.

—Solo estará inconsciente un par de horas.

—¿Estará bien? —quiso saber Conner, acercándose a la camilla. Roy asintió con la cabeza y le dio dos palmadas en el hombro para luego salir de allí.

—Gracias —dijo Dick, siguiéndolo. Roy se giró a verlo.

—Si sabes que esta guerra por Gotham no ha terminado, ¿verdad, Grayson? —El líder de los Titanes soltó un suspiro. —Solo ha comenzado.

Dick lo observó alejarse. En esos momentos, Gotham quedaba en segundo plano para él. Lo único que le importaba era la chica recostada en aquella camilla con la respiración ya regularizada. Su hermana.

La guerra por Gotham podía esperar un día más. 

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